La luz de los cielos y la tierra

Bismillahir Rahmanir Rahim.

Este sohbet, yo pensaba, con el permiso de todos ustedes, dedicárselo a mis dos hermanos, Yahya y Guillermo, que son los nuevos musulmanes en este momento insha´Allah

Cuando alguien, en nuestro camino (esta es nuestra tradición)  hace la shahada, los cielos están de fiesta.  Porque, sin ninguna duda, el acto de tomar la shahada, es un acto de sumisión al Creador: uno le promete ser musulmán. En otras palabras, uno le promete un acto de sumisión, en el cual uno entrega todo su ser al Creador.

Islam, Yahya, Guillermo, es el final del camino, no es el comienzo.

Como saben ustedes, en especial usted Yahya, que tiene más años que Guillermo, y entiendo que ha caminado mucho por el mundo buscando, sabe que es así en todos los caminos. En realidad hay uno solo. Los hombres hemos decidido ponerle nombres a esos caminos, y en realidad el camino es uno, porque el Creador es Uno.

Suleyman Baba me ha pedido, Guillermo, que eligiera un nombre para usted, yo preferí que ustedes lo eligieran pero él insistió, aparentemente de parte suya. Y yo estoy hablando, asumiendo que usted va a continuar con esa decisión insha´Allah.

Quería comentar el porqué de los nombres en nuestra tradición y cómo suceden esas cosas.

Hay hadices que ponen énfasis en la cuestión del nombre en nuestra tradición.

Hz. Muhammad (saws) dice en uno de ellos: “En el Día del Juicio Final seremos llamados por nuestros nombres y el nombre de nuestros padres. Entonces mantengan sus buenos nombres”. Pueden nombrar a sus hijos con el nombre de los Profetas. En Islam cuánta gente se llama Muhammad y cuánta gente Ahmed. Esto lo decía Hz. Muhammad (saws) “Los nombres que a Allah más le gustan son ´Abd Allah y Abd Rahman”. Ustedes notarán que está Abd, antes del nombre de Allah (swt) y antes de Rahman, y así hay una larga cantidad de nombres.

Abd significa “siervo de Dios”. Todos somos “abd”. Todos somos siervos de Dios, queramos o no. No se trata de una elección.

Pero cuando nosotros hacemos la shahada y cuando rezamos, y en nuestra oración cuando levantamos el dedo y decimos Ash-hadu an La ilaha illa lah, Soy testigo de que nada existe sino Allah. Las palabras en castellano no pueden contener el significado de esa frase. Es algo que si lo repetimos con el tiempo insha ´Allah, el verdadero significado crecerá en nuestros corazones. Y decimos “Ash-hadu an La ilaha ila lah, Ash-hadu ana Muhammadan abduhu Rasuluhu”. Es decir, Tú siervo y Mensajero.

Pero fíjense ustedes que “Siervo” se encuentra antes que “Mensajero”. Tal es la importancia de ese concepto en nuestro camino.

En su caso, si usted acepta el nombre elegido, Abdul Karim, significa que va a ser el “Siervo del Generoso”.  Y Allah (swt) ama a quienes son generosos. Vale decir, que esa es una de sus características más notables. Lo sé, por el tiempo que usted se ha ocupado de ayudar a mi hermano Suleyman Baba, ahora lo está haciendo con la esposa y la suegra, y ésa es aparentemente su naturaleza. Es una hermosa manera de ser y de tener.

Tal es la importancia de los nombres, y les doy un ejemplo.

Cuando el profeta Abraham (as) comenzó en este camino su nombre era A-b-r-a-m en nuestra lengua. Y cuando él declara su estación espiritual se convirtió en Abraham, con la connotación que significa “El padre de muchas naciones”. Por ende ese fue su destino.

La religión judía, la religión islámica, la religión cristiana, descienden de él.

Él tuvo con su esposa Sara a Isaac y con su  esclava, quien luego fuera su esposa Agar tuvo a Ismail (as)

De Isaac descienden los judíos, hasta que llega Hz. ´Isa, Jesús (as) y el cristianismo luego de eso. Así que él tiene una importancia fundamental en las religiones monoteístas, a las que nosotros tanto conocemos en occidente.

Pero Islam, y esto es algo para todos los corazones, aquellos que hace tiempo han transitado este camino, ya saben todo eso.

Allah (swt) está con los más puros, con los creyentes.  Con aquellos que entrarán al Paraíso y disfrutarán de los beneficios de esa residencia en el Más Allá.

Y aquellos que hoy están presentes o que han estado presentes, en esos actos tan hermosos. Y todos los que estamos aquí somos convertidos. Eso es extremadamente interesante. No sé si hay algún invitado en el dergah de Murillo que haya nacido musulmán, pero el noventa y tanto por ciento, en ambos lugares, es gente que ha sido invitada a transitar este camino. Y en algún momento en la vida ése deseo, ésa necesidad, se convirtió en una realidad.

Por eso hoy, para ustedes dos, me gustaría brevemente, del Khatim Al –Nabiyyin, El Sello de la Profecía. La luz de los cielos y la tierra: Hz. Muhammad (saws)

Nosotros usamos palabras para comunicarnos, y hay un hadiz que Muzzafer Efendi (ra) usaba, con unas pequeñas alteraciones, para describir a Hz. Muhammad (saws)

Muzzafer Efendi (ra) fue mi primer Sheikh, mi primer maestro. Fue quien trajo nuestra hermandad a occidente. Y nosotros estamos juntos, en realidad, gracias a su obra.

Él decía que describir a Hz. Muhammad (saws) es imposible. Las palabras son como una gota en el océano de la realidad, en la luz del Paraíso. Que si todos los cielos y la tierra fueran papel, si todos los océanos fueran tinta, si todos los árboles de la tierra, todos los bosques y demás se pudieran convertir en lapiceros y usáramos todo eso para describir a Muhammad (saws) toda la tinta se acabaría, todos los papeles se acabarían, todas las lapiceras estarían en desuso antes de que podamos terminar de describir quién era él.

Allahu Ta´ala nos dice en un hadiz qudsí: “Yo era un tesoro escondido y deseaba ser conocido, y por ende he creado el universo”. Esta es una traducción aproximada de ese hadiz. Su tesoro, el tesoro del cual habla era Hz. Muhammad (saws)

Allah (swt) creó de Su primera luz, creó la Luz Primordial, y dijo: “¡Kun Muhammad!”. (¡Sé Muhammad!) Y de esa Luz Primordial de Ahmad, de Nur Muhammadi todo el resto de lo creado desciende.

Cuando esa luz fue creada, la luz dijo: “La ilaha illa lah” (Nada existe sino Allah) y el Creador respondió: “Y Mi mensajero es Muhammad”.

De esa Luz, Nur Muhammadi, todo lo que existe fue creado: Su Trono, Su Paraíso, Su infierno, los ángeles, la sabiduría y todos los mensajeros, los santos y Su Creación.

Entonces, cuando el primer hombre aparece, Hz. Adán (as) él se convierte en el padre de nuestra carne, y Muhammad (saws) aparece como el padre de nuestra alma, de nuestro espíritu.

En el Corán i-Karim nosotros leemos que Allah (swt) le enseñó Hz. Adán (as) todos Sus nombres.  Y Adán (as) al adquirir esa sabiduría, esos secretos, se convierte en la fuente del conocimiento del mundo, sobre cosas del mundo.

Adán (as) conoció el Sifat- Allah, los Atributos Divinos, sus manifestaciones, pero el alma sin límites de Hz. Muhammad (saws) conocía la esencia del Creador. He ahí la abismal diferencia entre uno y otro.

Y eso se materializa cuando el “Muhammad histórico”, por ponerle un nombre (¡Astagfirullah!) cuando el cuerpo, el ser que se llama Muhammad (saws) aparece en el siglo VII en lo que es hoy en día Arabia Saudita.

Alguien le preguntó al Profeta (saws) “¡Oh Rasulullah! ¿Cuándo fue que tú fuiste Profeta?” Y él le respondió: “Yo era Profeta cuando Adán estaba entre el fuego y el agua”.

En el Paraíso Adán (as) le ruega al Creador que él quería conocer el amor. Ustedes saben que en esas dimensiones no hay formas corpóreas: la carne no existe.

Y Allah (swt) le dijo: “Oh Adán, tú no puedes tener la experiencia de amor en el Paraíso, porque para recibir amor uno necesita felicidad y también necesita lágrimas”. Felicidad y lágrimas.

El amor, todos los amores, Yahya, Abdul Karim, necesitan de esos dos aspectos: la felicidad y las lágrimas.

¿Por qué? Porque el que ama, llora. Y la mayoría de las veces llora por la separación entre él y el Amado. Y también disfruta de la felicidad de la reunión.

Aquellos que alcanzan esos estados durante la vida terrenal, mientras habitan la carne, conocen esas experiencias en este mundo. La mayoría de nosotros experimentará la alegría de la reunión en el Más Allá.

El alma estará totalmente consumida en su alegría cuando vuelva a ver al Creador, como lo veía antes de ingresar al cuerpo.

Adán (as) comió del árbol prohibido, como ustedes saben, y Allah (swt) lo envió a la Tierra.

Algunos dicen que fue culpa del diablo, de la debilidad humana, y nosotros pensamos, sabemos, en este camino, que nada ocurre que Allah (swt) no decida que así ocurrirá.

Si fuera diferente y le diéramos poder al diablo, entonces tendríamos dos seres para adorar ¡Astagfirullah, Astgfirullah, Astagfirullah! Pero eso no existe y no es posible.

Es decir, todo lo que le ocurre a Adán (as) y a Eva (as) en el Paraíso fue un regalo que Allah (swt) les dio a ellos y a todos nosotros, para que ellos pudieran descender al mundo.

Y el deseo de Allah (swt) de ser conocido fue ése: la realización de nuestra humanidad aquí, de nuestra existencia. Y el tesoro del cual Él habla es Muhammad (saws).

Como ustedes saben, Adán (as) deambuló por la Tierra durante trescientos años, pidiendo perdón, llorando. Y al final de ese período él recuerda que cuando Allah (swt) le otorga el regalo de la sabiduría y le da Su aliento y él comienza a vivir en su forma humana, lo primero que vio escrito en los cielos fue “Muhammad”, y finalmente le pide a Allah (swt) que lo perdone en el nombre de Muhammad, del cual él sabía que sería uno de sus descendientes con el correr de los tiempos.

Y así fue como ocurrió, el perdón, la tercera parte en el día trece. La otra tercera parte en el día catorce. Y la otra tercera parte, es decir, el perdón final y total, ocurrió en el día quince; lo cual nosotros celebramos ayunando en cada mes del calendario islámico.

Ese es el camino que usted va a iniciar Abdul Karim, si continúa con esto. Estoy seguro que mi hermano Suleyman Baba le habrá hablado como hablamos siempre sobre estas cosas, y lo mismo a mi hermano Yahya, que hace un tiempo muy reciente abrazó Islam.

Ustedes saben que en nuestra tradición nadie hace una promesa a otra persona. Nuestra promesa es con el Creador. Por ello insha´Allah usted ya ha pensado, meditado sobre todas estas cosas Abdul Karim, y cuando dé el paso y haga su shahada, recuerde que será un momento de importancia total y absoluta. La dimensión de esa decisión, la dimensión de ese momento lo verá en el más allá. Y cuando concluya esa corta, simple, maravillosa frase, la shahada, usted estará como cuando salió del vientre de su madre: inmaculado, sin un trazo siquiera de algo impuro en su ser.

Es por ello que nosotros abrazamos y besamos las manos de quienes hacen la shahada, porque no hay nada más puro en ese momento, en nuestra presencia que la persona que así lo hace.

Espero que esta experiencia, este camino, sea para ambos lo que ha sido para muchos de nosotros. Algo que valoramos más que nuestras vidas, en el sentido que jamás podremos cambiar o regresar de dónde venimos.

No negamos ni desechamos quienes éramos. Solamente queremos un cambio. El cambio a un ser que nos convierta en personas más puras, más limpias, que nos permita limpiar la casa del Creador, que está dentro nuestro, y que nos permita servir a Su humanidad con amor, con generosidad, Ia Karim, Ia Karim, Ia Karim. Y que nos perdone las faltas que esta carne trae consigo.

Ruego que Allah (swt) acepte todos vuestros rezos,  vuestro dhikr, vuestras devociones, y que simplemente los convierta en Sus verdaderos servidores.

As Salam ´alaykum wa rahmatullah wa barakatuhu.

 

Sohbet Sheikh Orhan Baba – jueves 28-01-2015 – Shahada- Significado de los nombres- El sello de la Profecía-La luz de los cielos y la tierra- Hadrat Muhammad Mustafa (saws)