La entrega total a Allah

Bismillahir Rahmanir Rahim

Me alegro mucho de poder verlos a todos, Alhamdulillah. Después de tanto tiempo.

Muchas cosas han ocurrido últimamente alrededor de este faqir.

Una de ellas es muy linda, muy positiva. Por eso me hubiera gustado que Suleyman Baba y mi nieta estuvieran escuchando.

Ellos estuvieron hoy visitando Üsküdar.

Para aquellos que no conocen Istanbul, Üsküdar se sitúa en la parte asiática de la ciudad.

Ustedes saben que el estrecho del Bósforo está formado por las placas continentales del continente europeo y del continente asiático: allí se encuentran. Es por ello que muchas veces hay terremotos en esa zona.

Istanbul tiene la parte europea que es la que todos conocemos, con la Mezquita Azul, la catedral de Santa Sofía y demás. También está allí nuestro dergah, el Asitane. Luego está la parte asiática.

Üsküdar fue un centro, en su momento, de incubación de santos. Y disculpen que use ese término, pero muchos han nacido al comenzar este camino de la mano de sheikhs que vivían en esa zona.

Hoy han visitado la Mezquita Selim Pasha, y allí está la tumba de un santo llamado Ahmed Raufi. Y al visitar esta tumba junto a los demás hermanos, mi nieta tuvo una experiencia muy interesante.

No relataré la experiencia porque eso realmente le importa a ella en este momento, nada más. Muy linda, muy real.

Pero la pregunta fue ¿por qué ella tuvo esa experiencia y los otros no? La respuesta a tal cuestión que me vino es muy simple: ella no buscaba nada, no estaba esperando nada.

Fue simplemente a visitar para estar allí y conocer el lugar de ese santo.

En este momento en el mundo están ocurriendo cosas terribles. En todos lados, en todos los aspectos.

Y recuerdo siempre las palabras de Muzaffer Efendi (ra) cuando en uno de sus viajes él paró en Jerusalém para hacer el Salat Al-Yumu’ah, acompañado por un grupo, camino a realizar el Hajj.

Lo que siempre hacían era salir con mucha antelación para visitar diferentes tumbas y lugares sagrados en el camino. Iban por tierra, por supuesto.

Así que era la hora del Salat Al-Yumu’ah en Jerusalém, el lugar donde Hz. Muhammad (saws) ascendió.

Ese grupo era parte de la mayoría de la gente que estaba rezando en ese lugar. Es el tercer lugar más sagrado de nuestra religión.

Cuando finaliza la oración, salen y, Muzaffer Efendi (ra) se da vuelta y les dice a quienes lo acompañaban: “Los musulmanes han tirado el Corán por la ventana y perderemos Jerusalém”.

En menos de cinco años esa premonición se hizo realidad.

Tenemos el mejor de todos los libros, la suma de todos los libros.

Todos los libros descendieron en el mes de Ramadán a los profetas. Desde el Corán i-Kerim, como ustedes saben, los Evangelios a Jesús (as) el Espíritu de Allah (swt), los rollos, manuscritos al profeta Abraham (as), los Salmos al profeta Daud (as) y las tablas que descendieron para los otros profetas.

Ahora estamos en el mes de Muharram, el primero de los cuatro meses sagrados, el comienzo del año e Insha’Allah el próximo sábado celebraremos el día de Ashura.

Leo los diarios, escucho las noticias, los noticieros, y me pregunto qué estamos haciendo con nuestra religión.

Hay cantidad de gente que quizás no conozcan ciertos datos, por ejemplo, ¿cómo comenzó el Imperio Otomano y por qué?

Osman Bey (ks), quien fundó el Imperio Otomano, pertenecía a una tribu de turcos que provenían del Khorasán. Y habían descendido hasta Anatolia.

En un momento se encontraban bajo el mando de Suleyman Shah, quien era su sultán, su emperador, su rey. Murió ahogado en el río Éufrates. Y como sucede con tantas cosas, la tribu se dividió en dos: unos querían retornar a Khorasán y otros querían quedarse allí.

Los que quedaron en la zona de Anatolia, lo hicieron bajo el mando de Ertuğrul Bey.

Cuando llegan a la parte central de Anatolia se encuentran con dos ejércitos que estaban luchando.

Como es costumbre en los turcos, fueron a pelear del lado del bando que estaba siendo derrotado. Estos eran los llamados turcos selyuks, quienes dominaban toda la zona. Y en agradecimiento por darles la victoria les permiten quedarse, en una zona que estaba en la frontera del Imperio Bizantino.

Ya los musulmanes hacía muchos años estaban trataban de conquistar Bizancio.

Así pues se establecen en ese distrito, y allí daba, en ese tiempo, clases un sheikh llamado Edebali que también era un místico.

El sultán Osman Bey (ks) iba a consultarlo y asistía a todas sus clases.

Cierto día se había hecho muy tarde, y él le pide al sheikh que se quede a dormir en su casa, y éste responde: “Sí, con todo gusto.” Y mantuvieron una extensa conversación.

Mientras tanto, otro derviche, asistente del sheikh, prepara una habitación para Osman Bey (ks) quien comenzaba su reinado, como ya mencioné anteriormente.

La habitación consistía en un colchón que estaba en el piso, con sábanas impecables y algo para cubrirse.

Y había un Corán colgado dentro de una pequeña bolsa en la pared.

Entonces se despiden, el sultán ingresa al cuarto, mira hacia todos lados y ve todo impecable, sintió una inmensa gratitud en su corazón, pero de pronto ve que estaba el Corán i-Kerim colgado de la pared. Las puertas estaban cerradas, las luces se habían apagado, no podía hacer nada.

Y el sultán Osman Bey (ks) por respeto al Corán i-Kerim, que es la palabra de Allahu Ta’ala, así como descendió con el mensajero, el arcángel Gabriel (as) a Hz. Muhammad (saws) y estaba ahí, impresa en ese libro, no se atrevió a acostarse.

Se quedó toda la noche parado porque el Corán i-Kerim estaba ahí.

Nosotros no sé si podemos decir que tenemos ese nivel de respeto por la palabra de Allahu Ta’ala.

Y se quedó despierto hasta que llegó la hora del Salat Al-Fayr, hacen el Adhan, Osman Bey (ks) lo oye, renueva su ablución y va a encontrarse con el sheikh y con los discípulos del sheikh, que estaban allí dispuestos a rezar.

Cuando terminan de hacer el salat, se sientan a hablar, y como es costumbre en Turquía, toman té, relatan historias, y es un momento para aprender. Porque el mejor momento del día es esa hora.

En  tanto, el asistente del sheikh va a recoger a la habitación donde estuvo Osman Bey (ks) las sábanas usadas y demás para lavarlas. Pero al entrar al cuarto ve que la cama no había sido tocada.

Nuevamente el asistente revisó la cama por si hallaba algo sucio, fuera de lugar, pero no encontró nada.

Regresa y le dice al sheikh en el oído lo que había encontrado. Entonces el sheikh le pregunta a Osman Bey (ks) si había encontrado algo no confortable en la habitación. Osman Bey (ks) le dice: “No, estaba todo perfecto. ¿Por qué me hace esa pregunta?” Y el sheikh le responde: “Porque veo que no has dormido en la cama. ¿Dónde has dormido?” Así que Osman Bey (ks) le dijo la verdad: “Oh mi sheikh, no dormí. Porque estaba el Corán i-Kerim en el cuarto y no me atreví a acostarme”.

Quiero aclarar que no hay nada en el Corán i-Kerim que diga que uno no se puede acostar en el cuarto que éste se encuentre, mientras lo ubiquemos en un lugar elevado.  Está perfectamente permitido, pero él tenía ese nivel de comprensión, ese nivel de respeto por Allahu Ta’ala.

Mi pedido, esta noche, para todos los que me están escuchando, es el nivel de respeto que debemos tener, por todo lo que este camino representa. Por todo lo que hacemos a diario.

El día diez es el día de Ashura. Un día que, si ayunamos, Hz. Muhammad (saws) dijo que “…todos los pecados del año anterior nos serán perdonados”.

El Corán i-Kerim tenemos la obligación de leer aunque sea unas frases, todos los días. Tenemos la obligación de tenerlo arriba de nuestra cintura. Tenemos la obligación de tomarlo en estado de ablución.

Si una mujer no puede estar en estado de ablución porque se encuentra en esos días especiales, no hay duda de que puede ubicar el Corán i-Kerim en un lugar donde lo pueda leer, y lo único que tiene que hacer es no tocarlo con las manos, sin embargo puede ir pasando las hojas valiéndose de la goma que el lápiz tiene en su otro extremo. Si desean hacerlo.

Les pido que se comporten como santos. Y hay una historia con respecto a eso. Tiene que ver con Hz. Beyazid Al-Bistami (ks) originario de Bustam.

Él era un hombre muy conocido. Hombre de tremendo nivel intelectual.

Tenía un grupo de gente que lo seguía constantemente en las charlas que él daba y demás.

Y entre ellos se destacaba un santo, también originario de Bustam, que era un asceta: ayunaba constantemente, hacía tahajjud en medio de la noche, en todo momento haciendo dhikr, recordando a Allahu Ta’ala. Vivía simplemente para eso.

Un buen día le dice a Hz. Beyazid Al-Bistami (ks): “Oh mi sheikh, hace treinta años que estoy aquí escuchándolo a usted. ¡Treinta años! Y no he podido aún tener acceso al conocimiento del cual usted habla”.

Como esa pureza que exhibió mi nieta esta noche, y por eso vio lo que vio en esa mezquita. La pureza que a mí también me gustaría tener. No esperar nada. Hacer sólo las cosas por el placer de Allahu Ta’ala.

Como ya lo decía Hz. Rabi’ah Al-Adawiyyah (ks): “Si algo estoy haciendo mi Señor porque deseo el Paraíso, quémame en el infierno. No me des el Paraíso. Pero si lo que hago es por Ti y Tú lo aceptas, regálame a Ti, Tú presencia”.

El santo, el asceta, quería entender eso, de lo cual hablaba Hz. Beyazid Al-Bistami (ks) quien  responde al cuestionamiento del santo: “Aunque estuvieras trescientos años ayunando todos los días, haciendo tahajjud, realizando todo tipo de actos de adoración, jamás accederás a este conocimiento. Porque estás velado.” El santo pregunta: “¿Hay un remedio para eso?” Y Hz. Beyazid Al-Bistami (ks) le dice: “Sí. Hay un remedio.” El asceta le dice: “¡Dámelo!” Hz. Beyazid Al-Bismtami (ks) le aclara: “No. Porque tú no podrás tomar ese remedio.” El santo insiste: “¡Por favor, dámelo! Yo necesito acceder a ese conocimiento. Necesito ascender a ese nivel”.

El asceta sabía que si no podía entender ni practicar el nivel de santidad del cual Hz. Beyazid Al-Bistami (ks) hablaba, jamás se acercaría suficientemente al Creador. Así que le dice al asceta: “Muy bien. Ahora enviaré a uno de mis discípulos para que afeite todo el pelo de tu cabeza, la barba. Te quitarás esa ropa, te pondrás un pedazo de tela de lana de oveja alrededor de la cintura, te colgarás del cuello un hilo con nueces e irás al mercado, donde está la feria y toda la gente, y les pedirás a los chicos que andan por allí que te den bofetadas. Al que te dé una bofetada tú le regalarás una nuez”.

El santo asceta dijo: “No puedo hacer una cosa así. La gente pensará que estoy loco, todo el mundo me conoce aquí”. Y Hz. Beyazid Al-Bistami (ks) le dice: “¿Lo ves? Tú eres un politeísta, porque has permitido que tu arrogancia te separe del Creador. Tú piensas que porque has hecho todas estas cosas mereces algo muy especial. Ése es tu velo”.

Una última historia.

Todos ustedes conocen a Hz. Hasan Al-Basri (ra).

Él vivió en la época en que Hz. Muhammad (saws) había partido de este mundo y conoció a muchos de sus compañeros.

Hombre de un inmenso nivel intelectual. Conocía el Corán i-Kerim, los hadices, estuvo en la época que se compilaron todas estas cosas.

Gozaba de un increíble renombre en la comunidad musulmana de los comienzos.

Nació en el año 642 de Nuestra Era, y falleció en el año 728.

Una santa favorita, al menos de las mías, Hz. Rabi’ah Al-Adawiyyah (ks), nació – aunque no se sabe exactamente – alrededor del año 714, en el seno de una familia de muy buena reputación; no obstante, cuando el padre muere quedan en la miseria. Entonces decide hacer una vida de total ascetismo.

Y es a través de ella que se conoce el concepto del cual hablé hace un momento, de la entrega total a  Allahu Ta’ala, por Su placer solamente, sin esperar nada en retribución.

Ella envía tres cosas a Hz. Hasan Al-Basri (ks) desde Basra: un pedazo de vela, una aguja y un pelo. Y le dice: “Tú debes ser como la vela: ilumina el mundo y, al mismo tiempo, quémate a ti mismo. (Espero entiendan el simbolismo) También debes ser como la aguja, siempre debes trabajar desnudo. ¿Desnudo de qué? De ambiciones, sin desear nada de este mundo. Si lograras esta dos cosas, mil años para ti serán como un cabello”.

Hz. Hasan Al-Basri (ks) entendió el mensaje y decidió ir a visitarla.

Así pues, llega donde ella y le hace un pedido: “Me gustaría pedir tu mano para que te cases conmigo”.

Quiero que entiendan: él era un hombre mayor, y ella una mujer muy joven en ese momento.

Al mencionado pedido Hz. Rabi’ah Al-Adawiyya (ks) responde: “El compromiso del matrimonio pertenecen a aquellos que tienen existencia. Aquí (refiriéndose a ella misma) la existencia ha desaparecido. Porque yo existo solamente a través de Él. Le pertenezco totalmente a Él. Así que si vas a pedir mi mano, debes pedírsela a Él. Yo vivo en las sombras de Su control. No pidas nada de mí porque yo no existo”.

Hz. Hasan Al-Basri (ks) se quedó boquiabierto con esa respuesta, y le dice: “¿Cómo has encontrado ese secreto oh Rabi’ah?” Y ella le responde: “Simplemente todo lo que perdí lo encontré en Él”. Hz. Hasan Al-Basri (ks) le dice: “¿Y cómo has llegado a conocerLo a Él?” Ella le responde: “Oh Hasan, tú conoces el cómo. Yo conozco el no-cómo”.

Los dejo con este pensamiento para que traten de entenderlo y digerirlo en los próximos días, hasta el día de Ashura Insha’Allah.

Que Allah (swt) acepte vuestras intenciones para aquellos que intenten ayunar, y que ese día sea, para todos y cada uno de nosotros, el día del perdón por todo lo que hemos hecho en este último año.

Mis deseos de que cada palabra, cada acto, los acerquen un poco más al Creador.

As Salam ‘alaykum wa rahmatullah wa barakatuhu.

 

Sohbet Hajji Orhan Baba – Sábado 23-9-2017 – “Sagrado Corán i-Kerim – Hz. Ozman Bey (ks) – Hz. Rabi’ah Al-Adawiyyah  (ks)”