Sohbet Sheij Orhan Efendi – Sábado 13-08-2016 – La transformación del ser humano – Amor – El Compromiso con NUESTRO CREADOR

Bismillahir Rahmanir Rahim.

Querría retomar un minuto de lo que hemos hablado en el último sohbet. Y quiero asegurarme de mi intención de dejar establecido, que la posibilidad de que la verdadera realidad sea algo diferente a lo que nosotros concebimos en nuestra vida diaria, común, insha´Allah.

Por eso hablamos de esos ejemplos, de la física como la conocemos, la física cuántica, de la cual dicen que, al aprender sobre ella, no nos quedamos shockeados, no hemos comprendido nada. Porque es todo lo opuesto de nuestro conceptos establecidos, en el medio en el cual nos desenvolvemos. Es todo lo opuesto de esos conceptos que nosotros llamamos regularidad y armonía. Existe, pero en un plano totalmente diferente. A tal punto que cuando advertimos algo, por ejemplo, un electrón. Y éste existe en lo que llamamos ondas. En el momento que advertimos la existencia del electrón, nuestra observación hace que todo eso cambie. Que la onda deje de existir y el electrón también cambie. No sabemos hacia dónde va. Es decir, son cosas que están exclusivamente preparadas para alterar nuestro concepto de la realidad que nos rodea.

La fe es algo que, por supuesto, no podemos realmente describir. Es algo que se siente o no. Todos los seres humanos tienen esa posibilidad. Ya viene con nosotros, desde el momento en que nuestra alma fue creada, pero luego debemos despertar de ese estado en el cual comúnmente vivimos. Por lo tanto debemos abrir el corazón para que esos cambios, dentro de nosotros, ocurran.

¿Qué es lo que hace Islam? Islam, simplemente, presenta a Allah (swt) al corazón de la gente. Luego Allah (swt) derrama en nuestros corazones el amor por Él, luego la compasión y la posibilidad de amar a Su Creación, porque lo amamos a Él. Conceptos muy simples ¿No es cierto? Pero si son tan fáciles y tan simples, ¿Por qué resulta tan difícil ponerlos en práctica? ¿Qué es lo que nos impide movernos? ¿Qué es lo que nos impide romper esas barreras que, supuestamente, son tan simples? ¿Cómo hacer el salat a la hora que corresponde, las veces que corresponde por día?

Allah (swt) además crea en nosotros, entre otras emociones, el temor: el temor por Allah (swt) ¿Pero cuál es el miedo por Allah (swt)? Es la posibilidad de perder Su amor. De perder eso que Él nos ha otorgado. En realidad nunca es una pérdida, simplemente se adormece. Y volvemos a ese condicionamiento pre-religioso, primitivo, de simplemente existir como un animal, y no como un ser espiritual.

Necesitamos al animal para que el espíritu tenga una casa. Pero lo que debe tener preponderancia en nuestra existencia terrenal es el espíritu. Y el animal comer suficiente para que el espíritu se mantenga.

Hoy día, vemos todos, alrededor nuestro, en el mundo, ejemplos de gente que no observa los principios de nuestra religión.

Muzzafer Efendi (ra) quien fuera primeramente mi  Sheikh, en la década del ochenta, más precisamente en el primer quinquenio, en cierta oportunidad se encontraba en un pueblo aquí cerca, llamado Spring Valey, en el dergah, y dijo: A mí no me gusta traer malas noticias, pero la humanidad está preñada, embarazada. Y en poco tiempo vamos a ver las consecuencias de ése embarazo. Vamos a ver cómo la corrupción, el caos, el pecado, serán de tal manera que dominarán al mundo. Yo le pido y cuento con la compasión de Allah (swt) y de aquellos a quienes a Allah (swt) aman. Y con el cumplimiento de las leyes religiosas para que nos salve de ese holocausto. Y usó la palabra holocausto, que es una palabra que hace referencia a esa increíble tragedia sufrida por la gente judía en Europa, durante la segunda guerra mundial. Al mismo tiempo Hz. Muhammad (saws) dijo en un momento: “Aunque el último día de la existencia del ser humano en la Tierra esté llegando a su fin. Un día en que las montañas van a temblar, van a desaparecer, la Tierra va a temblar, va a ser todo de una manera que ni siquiera podemos llegar a imaginar. Y uno de ustedes, un musulmán, tenga en una mano una semilla de una palmera datilera, plante la semilla. Porque quizás, cuando ese tumulto, tragedia del destino, final de la humanidad suceda, nosotros no podemos adivinar qué viene luego. Sabemos lo que nos sucederá a nosotros, en cambio no sabemos qué planes tiene Allah (swt) para el futuro. Y quizás alguien pueda llegar a alimentarse con los dátiles que esa palmera otorgue”. 

¿Por qué tenemos la obligación de hacer estas cosas, de comportarnos como verdaderos seres humanos? Porque otros lo han hecho antes que nosotros, y nosotros estamos recibiendo esos beneficios.

Un anciano estaba al costado de un camino, justamente plantando una palmera, y una persona con posición de poder pasó cerca. Detuvo su caballo y se quedó mirándolo al anciano, cómo estaba plantando esa palmera, y le dice: Discúlpame que te interrumpa con esto, ¿Pero para qué estás plantando esa palmera? Tú sabes que las palmeras tardan muchos años en dar frutos, y no creo que vivas tantos años, que estés en esta Tierra tantos años para disfrutar de la fruta de esa palmera”. Y el anciano se dio vuelta y le dijo: Sí, es verdad. Sin embargo no estoy plantando para mí. Pero no quiero encontrarme entre los desagradecidos, porque otros antes han plantado palmeras, de las cuales yo disfruté. En otras palabras: el anciano estaba dejando un regalo para el futuro.

Ahora bien. ¿Qué hacen ustedes allí, un día sábado, escuchándome a mí a doce mil km. de distancia, en lugar de estar tomándose unos tragos, escuchando música en algún boliche o yendo a pasear o yendo a comer un asado o haciendo otras cosas? La enseñanza de Hz. Muhammad (saws) por supuesto tiene un enorme significado con respecto al agradecimiento. Pero también se refiere a cada uno de ustedes, en este momento, escuchando a alguien hablar de Allahu Ta´ala y hablar de la fe. Ustedes están sembrando la semilla. Y si de cada semilla nacen cien, a su vez de esas cien, cuando sean plantadas, van a surgir otras cien, hasta el momento en que la cantidad de seres que vivan de acuerdo a las leyes divinas llegará a ser un número preponderante.

Alguien dice, ¿Pero para qué vale la pena hacer todo eso? Bueno, yo digo, que aunque una sola persona escuche palabras como éstas, que no son mías, sino de quienes me las enseñaron, vale la pena. ¿Por qué? Porque son cada uno de ustedes, una pieza preciosa de inmenso valor. Las joyas son evaluables porque son raras. Si fueran abundantes como las rocas que encontramos en el camino, nadie las querría.

Dije, cuando comencé a hablar de gente que no sigue los preceptos de la religión, a pesar que son musulmanes. Y tenemos dos ejemplos: los desastres que están sucediendo en Irak y Siria. Miro las noticias y dicen que tal fulano o que tal grupo ha recuperado una ciudad, y las fotos de la ciudad son edificios en ruinas, absolutamente destruidos. Millones de personas se han ido.

Damasco, que no ha sido destruida, es la ciudad en donde Hz. Ibn Arabi (qs) pasó los últimos años de su vida, y concluyó sus obras más importantes.

Bagdad fue el centro de la época de oro de la civilización musulmana, en el siglo XI. Y miren lo que es hoy día. ¿Qué es lo que hemos hecho los musulmanes con los regalos que hemos recibido? Los hemos tirado por la ventana.

Muzzafer Efendi (ra) antes de la guerra de los siete días, década del 60´o década del 70´, él hacía el Hajj, tenía como costumbre hacer el Hajj. Y estaba camino al Hajj, en aquella época se tomaba un ómnibus porque se iba por tierra. Y pasaban visitando tumbas de santos, que quedaban en el camino. Y en una oportunidad, antes de la guerra de los siete días, cuando Jerusalén estaba gobernada por los jordanos, llegó y era un día viernes, el del Sabbat, y entran a la mezquita del Domo de la Roca, que estaba casi vacía, y era el salat Al-Yumu´ah, el tercer lugar más importante del Islam. Había sólo unos poquitos allí, pero el grupo de ellos era el más numeroso. Hicieron su salat, y cuando terminaron Muzzafer Efendi (ra) se dio vuelta y les dijo a quienes lo acompañaban: Miren al principio del fin”.

Señores, poco meses después, poco tiempo después, perdimos Jerusalén. ¿Por qué? Porque los musulmanes, en ese caso, habíamos tirado el Corán por la ventana, hacia afuera.

Yo les ruego a todos, consideren, el inmenso regalo que tenemos: el regalo de la fe, el regalo de un camino, el regalo de una religión, el regalo de la compañía del uno con el otro a pesar de que Inés está lejos y Abdul Ghafur también, y también Ismael. A pesar de que están lejos pueden ver a quienes son sus compañeros de camino, quienes están compartiendo todo esto. Es decir, en Buenos Aires, en los alrededores de Buenos Aires, entiendo que vive una tercera parte de la población argentina. Si es así, hay más de diez millones de personas en esa zona. Ustedes son treinta. Y ustedes me dirán: “Baba ¿Treinta comparado a diez millones?”. Y yo les repito eso que dije antes: las joyas más valiosas son las más raras. Y así es. Si estamos allí es porque Allah (swt) nos invitó, sentimos esa invitación, aceptamos y aquí estamos, expresándola, y haciendo lo que debemos.

Algunos de nosotros hemos hecho el Hajj, tomamos mano, y luego hemos regresado y nos olvidamos de la obligación y de las promesas que hemos hecho al Creador. Y quiero que aquellos que están en esas condiciones piensen muy bien lo que están haciendo. Porque las promesas entre el Creador y Su Creación son más sagradas que ninguna otra cosa.

En el más allá, cuando este vehículo del alma haya cumplido su función, y el alma parta hacia el burzaq, veremos la dimensión de todo lo que hemos hecho en la Tierra.

Dicen que uno se lleva una valija, una valija llena de hechos.

Deseo concluir este sohbet con dos breves historias que, por supuesto, Muzzafer Efendi (ra) relataba.

En una de ellas hay un hombre, muy buena persona pero también era muy, muy avaro con su dinero. Y estaba un día tomando café, en uno de esos tantos boliches que hay en Istanbul, por ejemplo. Y majzub, el majzub es aquel que no es muy normal a la vista de la gente, pero porque ha presenciado una verdad divina que fue demasiado para él. Es decir,  que su humanidad no pudo absorber, y se convirtió en alguien que no está loco ni está normal, está en medio de esa situación. Pero mucho cuidado, porque los majzubs, recibieron una revelación divina y son personas muy especiales.

Este buen hombre estaba tomando su café, en un boliche de Istanbul, y aparece este majzub, lo mira y le demanda dinero para comprarse algo para comer. El miserable le hace un gesto con la mano, como indicándole que se vaya, pero el otro se queda ahí, demandando delante de todos que le dé dinero para comprar cosas. Los demás, viendo que este hombre no reaccionaba, que era avaro, le ofrecen dinero ellos. Y él les dice: ¡No, no, no! ¡Yo no quiero dinero de ustedes, quiero dinero de él!. Finalmente, el avaro le da unos centavos y le pide que se vaya. El otro se fue con los centavos, se compró un yogurt y volvió. No obstante le dice al avaro: “¡Necesito más dinero!y el otro le dice: “¿Para qué más dinero?y el majzub responde: “Necesito más dinero para comprar pan. ¡Porque cómo voy a comer yogurt sin pan!. Y el otro le dijo: “¡Bueno, basta ya!y lo echó, se enojó, se levantó, el avaro, y se fue. Se fue a su casa, y por la noche, cuando se acostó a dormir, soñó que se moría y que Allah (swt) se lo llevaba al Paraíso, porque era un buen hombre. Entonces Allah (swt) se lo lleva al Paraíso. Un día se levanta muy contento, miraba y era todo maravilloso, verde, colinas, flores, había una abundancia increíble. En tanto ve a uno de los habitantes del Paraíso y le dice: Por favor ¿Me puede traer algo para comer? ¿Dónde puedo conseguir algo para comer? y el otro le dice: No te preocupes, quédate aquí que ahora vengo”. Y al ratito se aparece con un bol de yogurt. Pero el otro además le pide: “¿Por qué no me traes también un poquito de pan? Para  comer con el yogurt, porque así es más sabroso. Y el otro le dice: “No. Lamentablemente esto es todo lo que hay. Esto es todo lo que has enviado aquí. Esto es todo lo que tienes en el banco. No hay más nada para ti”.

Bueno, se levantó transpirando, sudando, miró para todos lados, y se dio cuenta que no había muerto. Lo primero que hizo fue juntar todo el dinero que tenía, salió a la calle  empezó a dar dádivas a todo el mundo.

Ahora la segunda y última historia. Todo conocemos a Bahlul Hudana, también a Mansur, el hermano de Harún Al-Rashid, quien es mencionado muchas veces en “Las mil y una noches”. Un libro maravilloso en muchos niveles. Bueno, Bahlul Hudana estaba un día de invierno, hacía mucho frío y quería conseguir fuego. Miró por todos lados, buscó por todos lados, en medio de la noche, no había nadie, estaban todos durmiendo. Entonces dice: Me doy a dar una vuelta por el infierno. A ver si consigo un poquito de fuego y vuelvo”. Y se va al infierno. Y cuando llega, empieza a mirar, y ve colinas verdes, veía flores, y no veía nada de las cosas que él había oído, que en el infierno había fuego por todos lados. Entonces le pregunta a uno de los que estaba ahí: ¿Puedo llevar un poquito de fuego que necesito para llevarlo? y el otro le dice: No, no. ¿Qué fuego? Aquí cada uno se trae lo suyo”. El fuego lo llevamos desde acá, nosotros. Cada uno. Y regresó, pobre Bahlul Hudana, sin poder prender su chimenea.

En el infierno, lo mismo que en el Paraíso, hay siete niveles. Hay siete niveles en el infierno y siete en el Paraíso. Cada uno de nosotros lleva lo que cosechará en el Más Allá. En un lado o en el otro.

Muzzafer Efendi (ra) decía que todas las almas van a pasar por alguna situación de quemarse. Y él decía que la mejor manera de quemarse era en el amor. En el amor por el Creador. En el amor por el camino. En el amor por su religión. En el amor por aquellos a quienes les fue dado un mensaje y lo trajeron a la  humanidad. En el amor por Hz. Muhammad (saws) en nuestro caso. Porque una vez que amamos cada vez más, nuestro ser desaparece en ese amor. Y aunque hayamos hecho algunas cosas no muy kósher (correctas, apropiadas) en este mundo, como hayamos desaparecido en el océano del amor, no queda nada más para quemar en el más allá. Y ruego que ése sea el caso, para todos y cada uno de nosotros. Y cuando llegue la oportunidad, de que haya un clásico, y yo soy viejo, por eso voy a hablar de un clásico de los viejos entre River y Boca, que se da a las cinco de la tarde y resulta que a las 17,05 hs. hay que hacer el salat Al-Asr, y yo no me quiero perder esto porque hay un penal, no me quiero perder el penal. Piensen bien si van a ver el penal en esta Tierra o van a tener que responder por no haber hecho el salat a tiempo en Más Allá. Así es la vida acá. A ellos me he referido, insha´Allah, en el concepto de una realidad diferente, la posibilidad de la existencia de una realidad diferente, la posibilidad de la existencia de esa realidad que acabo de mencionar, de quemarnos en el amor, por Allah (swt) por Su Libro, por Hz. Muhammad (saws) y sus ejemplos, de amar con tanta intensidad que nada de nosotros quede. A esa realidad me refiero y ésa realidad existe porque hay gente que nos habla de eso y la describen. Por favor, continúen siendo esas joyas extrañas en este mundo. No abandonen jamás eso.

Y cuando hablo de la Argentina, la comparo con el Paraíso, y sí, por supuesto, tiene muchos defectos nuestro país, todos los países lo tienen. Aunque comparado con lo que sucede en el resto del mundo, vivir en un lugar donde podemos, libremente, expresar, hablar, compartir nuestra religión, y tenemos para comer y tenemos para beber y tenemos para caminar, eso es un Paraíso comparado con lo que sucede en otros lados.

As Salam ´alaykum wa rahmatullah wa barakatuh