Bismillahir Rahmanir Rahim.
Nuestro concepto de realidad es por qué estamos en este camino y qué hacemos con toda esta información. Por ejemplo, de la cantidad de camisas y pares de zapatos que tenemos.
Alguien me comentó sobre una tribu india que vive en Brasil, llamada pirahã, ignoro si han oído hablar de ellos. Viven en el centro de Brasil y son entre trescientos y quinientos en total. Son nómadas y habitan en la selva y subsisten en ella de acuerdo a lo que la selva les ofrece.
Esta gente come lo mínimo necesario y trata, a veces, de comer menos: ellos dicen que lo hacen para endurecerse.
La mayoría de la información que existe hoy día en occidente, en círculos intelectuales sobre esta tribu, es gracias a un norteamericano de apellido Everett que oyó hablar de ellos, y quería aprender a ver cómo vivían y demás.
Como él hacía muchas preguntas al comienzo, quisieron matarlo los indios. Ya hacía un tiempo que él vivía con ellos junto a su mujer y sus hijos, en la selva. Y más o menos había comenzado a entender algo del lenguaje. En tanto entendió que lo iban a matar, encerró a su mujer y a sus hijos en el lugar que ellos vivían y salió a ver al grupo de indios que lo iban a matar. Un hombre de mucho coraje ¿verdad? Fue y les quitó los arcos, las flechas y les habló.
Para resumir la historia, por supuesto, no lo mataron y él dedicó los últimos treinta años de su vida a estudiar a esta gente y su cultura.
Hablo de esto para que establezcamos una comparación entre el marco del confort en el cual nosotros vivimos, y cómo vive esta gente.
Ellos no tienen en su lenguaje ni el tiempo pasado ni el tiempo futuro. Viven en el presente, en el ahora. La lengua de ellos no les permite decir, por ejemplo: “Cuando termine de comer voy a hablar contigo”. Porque eso presume que esa acción “cuando termine de comer” es algo futuro, dentro de un tiempo, dentro de unos minutos, dentro de una hora. No obstante ellos no tienen en su lenguaje esa capacidad. Por ende, creen que todo lo que existe, siempre está. No creen en un Dios, en una entidad suprema. Simplemente creen en que lo que está, está, y nada más y va a continuar. Pero en su sociedad, en el modo en que ellos viven, no existen jerarquías; sólo existen, por ejemplo, un abuelo, unos padres, la esposa, los hijos y la gente del grupo.
Jamás uno de ellos le dirá al otro qué debe hacer. Nunca. Cada uno aprende, por ejemplo, mira, observa, practica y lo hace. Y lo que deba hacer lo realiza por dos motivos: lo hace por su propia supervivencia, elemento básico en nuestra naturaleza, o lo hace para la supervivencia del grupo. Comen lo que necesitan para vivir ese día. Al mismo tiempo tratan de comer poco, para lograr algo que ellos llaman “endurecerse”. Cultivan mandioca, y cuando la preparan lo hacen para dos o tres días, para el grupo y nada más. Luego toman lo que necesitan de la mesa que los rodea, para comer ese día y nada más.
Para ellos no hay pasado, en consecuencia, carecen de historia, y no hay futuro. La vida transcurre en el ahora, en todo momento.
Por ejemplo, ellos viven cerca de un río. Hay un río principal en esa zona, que es un tributario del Amazonas, y por supuesto, deben cruzar de un lado al otro. Para ello utilizan canoas, pero canoas de otros grupos. Puesto que no cortan un árbol para hacer una canoa. Cuando la canoa que están utilizando, ya sea porque se la compraron a otro grupo o se la quedaron o la encontraron, se deteriora y no pueden usarla más, simplemente, temporariamente, cortan la corteza del árbol y la usan para cruzar de un lado al otro sentados sobre la misma, usándola como un bote.
Este hombre, Everett, en un momento, los quiso ayudar, y fue a un maestro constructor de canoas para mostrarle cómo hacerlas y demás y todos estaban muy interesados, sonriendo, y este hombre constructor les mostró cómo hacerlo, cortar, cavar, esto y lo otro y al final de los días estaba una hermosa canoa hecha y cuando termina todos le dicen al señor Everett: “Muchas gracias, pero nosotros no hacemos canoas, las tomamos prestadas de otros”. Es decir, que ellos no cortan árboles para cruzar de un lado al otro del río.
Duermen estrictamente lo necesario. Muy rara vez duermen todo la noche. Generalmente son dos o tres horas de sueño. Y de pronto sienten que están descansados, se levantan y hacen lo que tienen que hacer, de noche o de día.
Toman una pequeña siesta de diez o quince minutos, de vez en cuando. En otras palabras, viven de una manera muy frugal.
Otro aspecto por demás interesante: no tienen concepto alguno de matemáticas. No conocen lo que es uno más uno. Y su cultura, su manera de hablar, no les permite comprender matemáticas. Simplemente porque no necesitan de matemáticas para vivir en el mundo que los rodea.
Everett les quiso enseñar los conceptos básicos de las matemáticas: cuánto es uno más uno, dos más dos, uno más dos. A ése nivel estoy hablando. Esto fue así durante nueve meses. Al final de dicho período le dijeron que no habían aprendido nada. Que no les interesaba aprender, porque la cultura de ellos, en su mente, estaba completa y no necesitaban agregar más nada. Estaban conformes con lo que tenían y cómo vivían.
Su lengua, por supuesto, no está escrita, no tienen concepto de arte. No saben dibujar una figura humana o un árbol. Si alguien les pide que dibujen a una persona que se encuentre a su lado, hacen algunas líneas pero no tienen ninguna comparación con el dibujo como lo entendemos nosotros. No tienen palabras para designar un color, para diferentes colores. Su lenguaje está compuesto de ocho o nueve consonantes y tres vocales, nada más. Pero, en la manera que las pronuncian, en la manera que extienden un sonido, en la manera que a ese sonido le agregan otro, o cómo lo hacen manifestando con gestos y expresiones, pueden construir conceptos muy complejos. Todos los conceptos que ellos pueden llegar a necesitar para el mundo que los rodea.
Algo más, no consumen ninguna droga. Sí beben, porque hacen intercambio con gente moderna, de nuestra época, de nuestra era, en Brasil. Y compran lo que necesitan. Y lo hacen de dos maneras. Intercambiando cosas, o con sexo, porque para ellos la castidad no es una virtud. De ese modo obtienen machetes, un cuchillo, y demás. Los hombres llevan puesto un pequeño short. Las mujeres confeccionan sus propios vestidos, muy simples. Y es posible que en momentos de necesidad cualquier hombre se adentre en la selva totalmente desnudo, sin ningún arma, sin nada y regrese dos o tres días más tarde, con una bolsa hecha con hojas, llena de nueces, por ejemplo.
A mí no me parecen gente en absoluto primitiva. Creo que viven en una realidad muy diferente a la nuestra. Porque tienen solamente lo que necesitan.
Nosotros asumimos que estamos en un camino muy especial, en el cual existen reglas. Y yo recuerdo haber hecho el Hajj con gente que ahora no está más con nosotros. En un caso, uno de ellos, dejó de venir al dergah, dejó de practicar su religión, abandonó todo después de hacer el Hajj conmigo y con el resto del grupo, simplemente porque bebía y usaba drogas.
Estamos hablando de realidades, del concepto de realidad, del concepto de existencia. ¿Se puede justificar eso? ¿Quién es el que es ignorante? ¿Quién es el que es primitivo? ¿El alcohólico-drogadicto o el indio que no tiene creencia en Dios? Yo me quedo con el indio, porque uno vio la realidad, tuvo la invitación, hizo el compromiso y después tiró todo por la ventana.
En este camino, si no hay compromiso, y ése compromiso necesita sinceridad de sentimiento, sinceridad de intención, entonces es mejor que esa gente se retire del camino, porque están haciendo perder el tiempo a los demás.
Unos hablan de la relación del discípulo y el sheikh y de la conexión y el lenguaje de corazón a corazón. Todo está muy lindo, todo está muy bien, todo es muy real. Pero nuevamente, depende del compromiso, depende de la sinceridad, de la intención y depende de la creencia que anida en el corazón de cada uno de nosotros.
El Profeta David (as) dedicaba seis días a atender las responsabilidades de su gobierno terrenal, y el séptimo día no trabajaba para el gobierno, trabajaba para ganarse el sustento de los próximos siete días. Ése día ganaba suficiente dinero para poder comprar la comida para él, y para su familia los próximos siete días.
Como les dije, en este camino de liberación, la función del guía espiritual es de importancia secundaria. No se puede hacer sin él al comienzo. Pero la función del guía espiritual es una: darle la llave al buscador para que abra los tesoros que ya anidan en él, del cual él no tiene conciencia. Muchos de ustedes ya han pasado por esas experiencias. Otros no.
Yo los invito, para quien quiera, a hacer la experiencia del dhikr permanente. ¿Quieren llegar a la esencia del Creador? Ésa es la única manera: dhikr, remembranza. ¡Allah, Allah, Allah, Allah, Allah, Allah! Toma tanto trabajo como al comienzo del yoga, con la meditación, y quitar todo de adentro y liberarnos y entrar en esos estados. Es lo mismo. Requiere mucho esfuerzo, porque ese dhikr, esa remembranza significa romper hábitos. Los hábitos que nos resultan cómodos. Levantarnos a cierta hora con un cafecito, con esto y lo otro, de aquí y de allá, chequear los e-mails, las cosas del mundo.
Cuando llega la vejez hay que comprender que la misma no es otra cosa que la consecuencia de la juventud. Para aquellos de nosotros que tuvimos la bendición de empezar este camino cuando éramos jóvenes, debemos recordar que en nuestras caras de la vejez aparece el mapa de qué hemos hecho con nuestra juventud. Hay gente que puede leer ese mapa.
Les ruego que consideren lo del dhikr. Les ruego a aquellos que son sinceros en sus búsquedas que continúen. Les ruego a aquellos que no son sinceros en su búsqueda que traten de encontrar sinceridad o decidir si desean continuar o no. No podemos vivir de las migajas de otros. Tenemos que trabajar para ganarnos el sustento. Debemos, como derviches, como miembros de una hermandad, hacer el dhikr de los Yerrahis y no buscar excusas por las cuales no podemos estar. Excusas todas que tienen que ver con el mundo. Un choque, problemas de trabajo, todos usamos al mundo para justificar nuestra falta de compromiso. Todos. Comenzando conmigo. Quitémonos esos pesos. Probemos de a poco ¡Allah, Allah, Allah, Allah, Allah, Allah, Allah! Hasta que ¡Allah! sea parte de nuestra psiquis de la misma manera que respirar. Hasta que llegue el momento que si nos olvidamos ¡Allah! nos suceda lo mismo que si olvidamos respirar.
Quiero despedirme con un verso:
Tú, sólo Tú, oculto y revelado. ¡Qué tonto soy! Tú dentro del corazón. Tú, dentro del alma. ¡Qué tonto soy! Por todas partes te he buscado, sin darme cuenta que todas partes eras Tú. ¡Qué tonto soy!
As salam ´alaykum wa rahmatullah wa barakatuhu.