Sohbet Sheij Orhan Efendi – 17-03-2016 – Hadrat Uways Ibn Amir Al Qarani (q.s), Real Significado del Turbante.

Bismillahir Rahmanir Rahim.

En este camino (sufismo, tasawwuf) muchas cosas ocurren. Una de ellas, y con la que debemos guardar cuidado, es no enfocar en demasía nuestra atención, nuestro corazón y nuestro amor en una persona que sea representante de este camino.

Aclaremos este punto diciendo que, es imposible para la mayoría de los seres humanos llegar a ciertos estados espirituales sin la ayuda de un verdadero sheikh. En mi caso unos de esos sheikhs fueron Muzzafer Efendi (r.a.) y Sefer Efendi (r.a.) pero también debo besar el piso por el cual caminó y camina Tozun Baba, porque él ha sido mi umbral en este camino. Y ruego que su estación en esta vida sea la más alta posible, para él, que Allah (s.w.t.) se lo otorgue y que en el más allá continúe creciendo y que el resto de su existencia sea al lado, de quien él tanto ama, que es Hz. Muhammad (s.a.w.s.)

En el año 1.980 tuve la oportunidad de hacer el Hayy con él, y con otros hermanos y hermanas, del dergah de Spring Valley, y lo vi allí. Cuando llegamos a Madinah Al- Munawarah, luego de hacer el Hayy, él miraba la mezquita y la cúpula verde, que en aquella época era mucho más chica de lo que es ahora. Y él lloro, lloró, incesantemente. El amor que Tozun Baba siente por Hz. Muhammad (s.a.w.s.) no muchos seres humanos sienten.

Pero, al mismo tiempo, una de las trampas, que constituye una enseñanza para nosotros en este camino, es tomar a alguien que lo representa y darle una dimensión en nuestras mentes, en nuestros corazones, que quizás esa persona no tenga.

Y quiero hablarles de un verdadero representante del tema en cuestión. De un Insan Al-Kamil, de un perfecto ser humano. Me refiero a una historia muy conocida por nosotros, pues se trata de Hz. Uways Al-Qarani (q.s.). Él es originario de Yemen, de la parte noreste, la provincia de Hadramaut, de la famosa área de las especias. Cuando Meca era nada más y nada menos que un oasis, y un lugar de refugio y de descanso para aquellos que venían desde lo que fue Bizancio, atravesando el desierto de la Península Arábiga. Llegaban a Meca y de allí partían hacia el suroeste para alcanzar las aguas del mar que separaba la Península Arábiga de la India. Y así adquirían las especias que vendían obteniendo notables ganancias en Bizancio. Eran viajes de meses y muy arduos.

Hz. Uways Al-Qarani (q.s.) es de esa región, del lugar cercano al puerto, al que entraban esas especias llegadas de la India y del Lejano Oriente. Desde el comienzo de su vida fue un místico dedicado a la meditación y al dhikr constante. No solamente al dihkr de los días jueves, pues cada momento de su existencia estaba dedicado al Creador. Y vivía con su madre, llevando una vida muy humilde.

Cierto día, en esos momentos que ocurren, cuando aquellos que llegan al estado que Allah (s.w.t.) define diciendo: “Déjate y ven a mí”. Ése estado, con todo lo que significa. Y él fue uno de esos. Fue y dejó lo que era, en algún lugar de esta dimensión.

En una de estas noches recibió la revelación del arribo de Hz. Muhammad (s.a.w.s.) a Medina, entonces pide permiso a su madre para ir hacia allá.

Los que han estado allí, en Madinah Al-Munawarah, han visto lo que eran esas tierras y podemos imaginarnos cómo se viajaba hace tantos siglos atrás, y resultaba ser una travesía que duraba meses.
El desierto al este de Medina, lo llaman “el lugar vacío”. Tan seco, tan árido, tan inhóspito, para quienes no viven en esa zona. Por lo tanto Uways Al-Qarani (q.s.) llega a esta zona, averigua dónde se encontraba Hz. Muhammad (s.a.w.s.). La condición que su madre le había impuesto era la siguiente: “Ve, llega hasta su casa, y si él no está, inmediatamente retorna aquí”. Entonces llegó a Madinah Al- Munawarah, golpeó la puerta donde Hz. Muhammad (s.a.w.s.) vivía con Hz. ´Aisha (r.a.) y ella desde adentro, sin abrir la puerta, pregunta de quién se trataba y él pregunta por Hz. Muhammad (s.a.w.s.) a lo que ella dice que él no estaba, y Hz. Muhammad (s.a.w.s.) se encontraba allí nomás, en la mezquita, rezando, a pocos metros de la casa. Uways Al-Qarani (q.s.) dijo: “eyvallah”, se dio media vuelta y regresó, haciendo lo que su madre le había pedido. Pongámonos todos en ese estado de pensamiento, y tratemos de recordar si nosotros hemos hecho por nuestras madres algo así. Yo sé que no lo hice y ruego a Allah (s.w.t.) con todo mi ser que me perdone. Amaba y respetaba muchísimo a mi madre y mi padre. Ellos fueron los primeros derviches Yerrahis en la Argentina.

Ahora bien, Uways Al-Qarani (q.s.) regresó a su casa y continuó con su vida como siempre. Cuando Hz. Muhammad (s.a.w.s.) luego de un rato regresa a su casa, respira y dice: “Huelo el perfume de un amigo. ¿Quién estuvo aquí?”. Hz. ´Aisha (r.a.) que no sabía de quién se trataba la visita, sin embargo él sí supo quien era el que había golpeado la puerta.

Hz. Muhammad (s.a.w.s.) tenía dos mantos, y le obsequió una de esos mantos a Hz. Uways Al-Qarani (q.s.) y quedaron como responsables Hz. ´Umar (r.a.) y Hz. ´Ali (r.a.) de llevarlo al lugar en donde él vivía, en el noreste de Yemen, Hadramaut. Y así lo hicieron. Cuando llegan preguntaron dónde estaba y se acercaron a una cueva donde Hz. Uways Al-Qarani (q.s.) se retiraba a realizar sus khalwats, y lo llaman y él no responde. Dejaron pasar un largo rato y vuelven a llamar, pero tampoco responde. Nuevamente llaman y dicen: “En el nombre de Allah”. Tras decir esto Hz. Uways Al-Qarani (q.s.) interrumpió su rezo, sale y los ve y les dice: “Cuando ustedes llamaron por primera vez yo estaba pidiéndole a Allah que perdone a toda su humanidad y Él había perdonado a una tercera parte, cuando llamaron por segunda vez Allah había perdonado a otra tercera parte, pero cuando ustedes dijeron “en nombre de Allah”, tuve que interrumpir mi rezo y la última tercera parte no recibió su perdón”. Y así, le entregaron el manto de Hz. Muhammad (s.a.w.s.)

Hz. Uways Al-Qarani (q.s.) jamás se casó. Llevó una vida totalmente ascética. Pero tenía hermanos. Cuando él partió al más allá sus hermanos cuidaron del manto por siglos. Durante todos esos siglos el manto estuvo en Yemen, con ellos, hasta que el Imperio Otomano conquistó todo lo que es la Península Arábiga, y los sultanes deciden llevar los dos mantos de Hz. Muhammad (s.a.w.s.) a Istanbul, donde se encuentran hoy día.

Uno de los mantos, nosotros estuvimos allí con algunos de ustedes, en el Palacio Topkapi o el Palacio de los Sultanes, que se encuentra situado justo a orillas del Bósforo, y allí, en un salón de reliquias, donde se pueden encontrar varias cosas históricas relacionadas con nuestra religión, como la espada de doble hoja de Hz. ´Ali (r.a.) muy famosa, hay también cabellos de la barba del Profeta (s.a.w.s.) como así nuestra orden tiene cabellos de la barba de Hz. Muhammad (s.a.w.s.). Y está uno de los mantos del Profeta (s.a.w.s.) donde veinticuatro horas por día se reza el Corán i-Karim. El otro manto se encuentra en la Mezquita llamada Hirka Sharif, en la zona antigua de Istanbul, donde está nuestro dergah y la Mezquita de Fatih. Precisamente en la Mezquita de Hirka Sharif está el manto que Hz. Muhammad (s.a.w.s.) le regaló a Hz. Uways Al-Qarani (q.s.) y quien se encuentra como custodio, como guardia, allí mismo, es el nieto número cincuenta y nueve del hermano de Hz. Uways Al-Qarani (q.s.) es decir, que siguen cuidando ese manto, que les pertenece.

A principios de la década de mil novecientos ochenta, estando en Istanbul, durante el mes de Ramadán es cuando permiten, en esa mezquita, a los que acuden a rezar, a que pasen y vean el manto del Profeta (s.a.w.s.) que se halla en el interior de una caja de vidrio, cerrado y permanentemente custodiado. Nosotros fuimos, como ya hemos estado hablando, con el Sheikh Muzzafer Efendi (r.a.) que era conocido por el imam de la mezquita, y a modo de regalo levantaron el vidrio y nos permitieron acercarnos y oler el perfume que emanaba de ese manto. El guardián, de nombre Barish, decía que expertos habían estudiado el material del que estaba hecho el manto y que no parecía que se tratara de una tela de este mundo. Es importante tener en cuenta, que cada cosa que nos rodea, cada cosa que usamos, cada lugar que habitamos, las vibraciones, las ondas que emanan esas adoraciones impregna todo cuanto nos rodea. Nosotros no podemos imaginar quién era Hz. Muhammad (s.a.w.s.) El más alto de toda esta Creación fue quien dijo que él fue Profeta cuando Hz. Adán (a.s.) aún no había nacido. Y no hay más profetas, él fue el último: el Sello de la Profecía se cerró con él. Pero es posible que esa tela, que quizás haya sido una tela común, quizás no, tal vez se la trajo el Arcángel Gabriel (a.s.) No sabemos de esas cuestiones. En cambio, si queremos ejemplos de esto, recordemos que la camisa del Profeta Yusuf (a.s.) cuando sus hermanos lo tiraron en un pozo y estaban celosos de que el padre tenía preferencia por él, porque el padre era un santo y sabía cuál de sus hijos tenía el espíritu más limpio. Cuando el Profeta Yusuf (a.s.) fue rescatado, la camisa que llevaba puesta salió como si nada hubiera ocurrido. Lo mismo sucedió con el Profeta Abraham (a.s.) Como ustedes recordarán el Arcángel Gabriel (a.s.) trajo una ropa que el Profeta Abraham (a.s.) usó y lo salvó de la hoguera, el fuego no lo tocó. Ni la demás ropa que llevaba puesta se quemó.

Todo lo que nos rodea cambia en el dhikr, y lo primero que cambia es nuestro corazón. Para aquellos que entran en este camino y luego lo abandonan, deben recordar que la promesa de la shahada y la promesa del bayah, son hechas al Creador y no a un sheikh o a un hermano, o alguien presente. Es un compromiso, un contrato, entre el ser humano y su Dueño. Por lo tanto, sugiero que recordemos, por favor, esa promesa cuantas veces podamos durante el día.

Cuando uno se encuentra en estado de wudu, en estado de pureza espiritual, todo cambia y el derviche tiene obligación de hallarse en estado de pureza todas las horas del día en que uno está despierto. Irse a dormir con ablución y al despertar ir rápidamente correr a hacérsela. Yo lo veía a Muzzafer Efendi (r.a.) que dormía casi nada por la noche. A veces estaba hablando por largo rato, cuando venía a América y de pronto se quedaba dormido por unos minutos y cuando se levantaba, se paraba y salía corriendo a tomar ablución.

Una vez un derviche le preguntó a un maestro, un santo, acerca de cuándo uno debe tomar ablución. Y el santo le dice: “¿Para quién es la pregunta? ¿Te refieres a ti o te refieres a mí?” El derviche lo miró, como diciendo que todos tenemos obligación de tener ablución. Entonces el derviche pidió explicación: “¿Por qué hay diferencia? Por favor, explíqueme”. El santo respondió: “En tu caso, cada vez que vas a hacer tus necesidades biológicas en el baño o cuando estás en contacto con tu esposa. Hay diferentes niveles de ablución. Esto rige para la mujer y para el hombre”. Y el derviche pregunta: “En su caso sheikh, ¿cuándo debe tomar ablución?” El sheikh responde: “Cada vez que mi lengua se detiene de decir Allah”.

Y algo último para agregar como un pedido: el origen del turbante. Hemos hablado los días anteriores que los Yerrahis tenemos nuestra taqiyya: los hombres tienen la parte interior, y las mujeres tienen la otra mitad, con el pañuelo verde. Uniendo el pañuelo verde con la taqiyya se forma el turbante.

En la antigüedad el ángel de la muerte se le apareció a un pobre campesino, que era ya un anciano y estaba viajando entre dos pueblos del desierto. Cuando ve al ángel de la muerte le pregunta: “¿Para qué has venido?” y el hombre rompe en llanto. El ángel le pregunta: “¿Por qué lloras?” Y el hombre responde: “Bueno, mi yilaba está toda rota, sucia, de tantos viajes y de tanto uso. Y, posiblemente, cuando te lleves mi alma, va a pasar días o semanas o quizás meses hasta que alguien descubra mi cuerpo aquí. Y mi cuerpo estará descompuesto y tendrá el olor de la muerte. Y algún pobre infeliz que descubra mi cuerpo en esas condiciones va a tener que taparse la nariz y enterrarme así como me encuentre. Mi yilaba se va a deshacer en sus manos. Y no me cubrirá como corresponde”. Fíjense ustedes un verdadero creyente. Hasta con pudor por su cuerpo muerto, cómo iba a estar en presencia del Creador en algún momento. Entonces este hombre le pide permiso al ángel de la muerte, si le podía conceder tres días, porque quería llegar hasta el próximo pueblo, comprar ropa nueva y regresar. El ángel sonrió y dijo: “Eyvallah, te espero”. El anciano se fue, llegó hasta el otro pueblo, con su yilaba, tenía su turbante, y al regresar el ángel se lleva su alma y su cuerpo queda allí, en el desierto. Al tiempo, encuentran la yilaba, y por supuesto, su cuerpo estaba como él había dicho, podrido, con malos olores y demás y la yilaba no se podía usar para enterrarlo, para cubrirlo, antes de ponerlo en la tierra. Entonces sacaron la tela de su turbante, con eso lo cubrieron y lo enterraron.

Los árabes de hoy día ignoran el propósito del turbante. Simplemente para llevar con lo que nos vamos a cubrir. Las mujeres, lo usan porque tienen los pañuelos que se cierran y se tapan.

Por eso les pido, si es mi destino irme al más allá, en Buenos Aires, que tomen mi turbante, la taqiyya, que es la corona que todos tenemos, y me cubran con esa tela, Insha´Allah, Allah (s.w.t.) me acepte así.
Este camino de sumisión es de entrega total al Creador. Los verdaderos maestros nunca mueren, siempre están allí. Fahreddin Efendi decía, “La puerta del dergah es una puerta vaivén. Se abre para los que quieren entrar y para aquellos que quieren salir, también los ayuda”. Es decir que nada está cerrado, todo está abierto, la unión es de corazón a corazón. Y nada más. Nada más importa, nada más vale.

As salam ´alaykum wa rahmatullah wa barakatuhu.