La Tariqa: Unión entre cielo y tierra

Bismillahir Rahmanir Rahim.

 

Una vez le preguntaron a Muzzafer Efendi (ra) si él podía definir el sendero, la tariqa. Cómo lo definiría.

Muchos de ustedes han escuchado este Sohbet, pero para aquellos que no han tenido la bendición de hacerlo, voy a reiterarlo insha´Allah con el permiso de nuestro Señor esta noche.

Y él respondió que la tariqa es un camino. Por decreto divino el alma fue enviada a la tierra a unirse a un cuerpo material. Es decir, que la tariqa es una unión entre el cielo y la tierra.

Como tantas veces hemos repetido, el cuerpo está controlado por el tiempo y el espacio: son las dos reglas que dominan nuestra existencia en esta dimensión.

En cambio el alma no está controlada ni por tiempo ni espacio y sin embargo desciende.

Esta etapa, habitar en el cuerpo humano, es la unión de estas dos dimensiones.

Se trata de un hermosísimo misterio sobre el cual deberíamos pensar: ¿Cómo es posible que eso suceda?

El alma, al no estar contenida ni por tiempo ni por espacio. Podría, en teoría, moverse, ir de aquí para allá. Pero no sucede.

Durante el período que Allah (swt) designa para cada uno de nosotros habita en nuestro cuerpo.

En la mitad, el próximo quince del mes de Sha´aban, Allah (swt) le dice a Su Creación quiénes van a descender en el año que se inicia, ese día quince de Sha´aban hasta el quince de Sha´aban del año próximo, y quiénes van a partir de regreso hacia Él de todo lo que existe.

Ahora bien, el alma no desea estar en nuestro cuerpo. Sabemos, nos dicen los que saben, que al descender atraviesa setenta mil velos. Setenta mil velos que la separan de ese estado de bendición en la cual existía antes de que le fuera ordenado su descenso.

Recordarán ustedes que hablamos hace un par de semanas lo que las almas perciben en esa dimensión del paraíso de las almas. Y es simplemente al Creador.

Sólo podemos hablar valiéndonos de simbolismos, porque este es un mundo material y aquél no.

Y las almas ven al Creador como nosotros vemos a la luna de noche, en los cielos.

Por supuesto, esa visión de estar en la presencia de Allahu Ta´ala, hace que las almas se olviden de su propia existencia. Viven totalmente obnubiladas por la por la visión de Allahu Ta´ala.

El descenso es un viaje increíblemente doloroso para ellas, porque tras cada velo que atraviesa, el alma sabe que se encuentra más separada de ese estado de bendición.

Y desciende a experimentar algo que el alma no conoce en ese estado, y es el amor. Pero el amor con todas las dimensiones de esta dimensión.

Hz. Adán (as) quiso descender a esta dimensión simplemente para sentir eso que llamamos amor.

Fíjense la importancia de ese sentimiento en nosotros.

Muhidin Efendi (ra) un sheikh que vivió los últimos años de su existencia terrenal aquí en Filadelfia (EE.UU.) una vez le preguntaron ¿Qué es esta separación? ¿Cuál es la separación entre un velo y el otro? Y él dijo: “Esa separación no la podemos ni siquiera imaginar”. Cada velo está separado, uno del otro, por cientos de años. En una oportunidad oí que decían quinientos años, y en otra seiscientos años.

Y como dijimos hace un par de semanas atrás, el bebé al salir al mundo ¿Por qué llora? Es el alma que pega un pequeño alarido desgarrador, porque sabe que atravesó el último velo y el más grueso de todos para entrar a esta dimensión.

Ahora bien, el alma desciende, no quiere estar en esta dimensión, lo sabemos. Pero al mismo tiempo comienza a ser intoxicada por las cosas que la rodean.

Cuando nosotros hacemos el Hajj, aquellos que han hecho el Hajj, recordarán que nos paramos frente a las columnas donde el shaytan trató de convencer a Hz. Abraham (as) a su esposa y a su hijo Isma´il (as) de no hacer lo que Hz. Abraham (as) había prometido al Creador.

En cada uno de esos puntos, donde ocurrió eso, hay columnas. En esas columnas tiramos unas pequeñas piedras. No relataré toda la ceremonia del Hajj que es hermosa, pero no es el  momento.

Y tiramos siete piedras, con cada una que arrojamos le pedimos a  Allahu Ta´ala que disminuya la influencia de aquello que nos separa de Él: los celos, la envidia, la arrogancia, la ira, el amor por las cosas del mundo, el amor por la riqueza, el amor por el poder. Esas cosas de este mundo intoxican al alma.

La tariqa, es decir la fe, nos llevan a deshacer eso, a separarnos de esa influencia y hacer que el alma vuelva a recordar al Creador como debe ser.

Por supuesto, es algo que requiere mucho trabajo.

Nosotros, musulmanes, hemos hecho una promesa al Creador cuando hicimos la shahada, y le hemos prometido observar lo que Él ordena para nosotros y servir a Su Creación e insha´Allah a través del rezo y de todo lo que va acompañado con ese rezo: la ablución, el pararnos frente a Él, tener conciencia de que estamos frente a Él, especialmente en ese momento porque lo hacemos con intención.

Cada uno de esos actos comienza a disminuir la influencia de esos pecados capitales que intoxican al alma y no permiten recordarlo a Él cada vez más. No hay ninguna razón por la cual no podamos recordar a Allahu Ta´ala veinticuatro horas por día, siete días a la semana, las cincuenta y dos semanas del año. No hay ninguna razón por la cual no podamos hacerlo.

Cuando comenzamos este camino de la tariqa nos dan unos tasbih, unas recitaciones que hacemos además de los rezos.

Los primeros siete niveles Lā ‘ilāha ‘illā-llāh,Ya Allah, Ya Hu, Ya Haqq, Ya Hayy, Ya Qayyum, Ya Qahhar. Son los primeros siete nombres de los veintiocho nombres que debemos transitar en esta tariqa.

No podemos pensar que avanzamos basados en nuestros esfuerzos. Porque si pensamos que avanzamos por lo que nosotros hacemos, estamos diciendo que existe Allah (swt) y que existimos nosotros. Entonces no podemos tomar crédito por ello.

Cuando decimos Lā ‘ilāha ‘illā-llāh,  “Nada existe sino Allah”, estamos indirectamente diciendo que todo el resto de lo que nuestros sentidos terrenales perciben son, simplemente, manifestaciones de Él, incluyéndonos a nosotros.

Otros han transitado este camino y nos han enseñado cómo hacerlo.

Esa es la silsila. Cuando alguien hace el bayat ingresa a la Orden, alguien da mano, y a su vez la persona que da mano está de la mano de su sheikh, y así retrocede a través de los siglos hasta llegar a Hz. Muhammad (saws).

En el dergah existe el adab.

Hz. Sefer Efendi (ra) mi sheikh decía siempre: “No me den respeto, prefiero el amor”. Y el amor es lo que nos une.

Si comprendemos eso y servimos a Su Creación avanzaremos en este camino. Pero si no comprendemos eso, pues nos quedaremos sentados por un largo tiempo.

Al principio las pruebas, las dificultades, las podemos ver. Corregir esto y lo otro, levantarnos a tiempo para hacer el salat, tener que dormir un poquito menos.

Cuando llega la hora del salat no podemos estar viendo a Messi que va a estar jugando en la selección o el Barcelona contra el Real Madrid o algunas de esas cosas. Simplemente debemos hacer la ablución, ir a hacer el salat y luego quizás, volver a ver el partido o no.

Una de las trampas fatales en la tariqa, ustedes lo saben, es la arrogancia espiritual. El creer que de pronto somos diferentes a otros musulmanes, que somos diferentes a otros derviches y que, incluso somos mejores que otros derviches, que otros musulmanes.

Los que saben nos dicen que hay tres clases de santos:

-En el primer nivel están los santos que Allah (swt) sabe que son santos y ellos también.

-En el segundo nivel están los santos que Allah (swt) sabe que son santos, pero ellos no.

-En el último nivel, en el tercer nivel, están aquellos que creen que son santos pero Allah (swt) no lo sabe.

Y créanme, hay algunos así. Que Allah (swt) nos proteja siempre, siempre de este tercer estado.

Tenemos maneras de recordar al Creador durante nuestro día.

En la mano derecha, ustedes recordarán esa luz de la Creación y demás, que es la luz que fue puesta en el dedo índice: Nur Muhammadi.

En el segundo dedo tenemos la luz de Hz. Abu Bakr (ra). En el tercer dedo, el anular, tenemos la luz de Hz. ´Umar (ra) y en el pequeño tenemos la luz de Hz. ´Uthman (ra).

En la otra mano tenemos la familia del Profeta Hz. Muhammad (saws): Hz. ´Ali (ra) Hz. Fatimah (ra) Hz. Husayn (ra) Hz. Hasan (ra).

Cuando estamos rezando, y recuerden ustedes cómo el ser humano se diferencia del resto.

La Creación, en el reino animal, en términos básicos está todo lo que se arrastra, está todo lo que camina en cuatro patas y todo lo que camina en dos patas: serpientes, lagartos y todo aquello que se arrastran por el suelo. Luego están los cuadrúpedos, y los animales, nuestra parte animal, pertenecemos al reino animal; andamos en dos patas pero piernas. Los patos también andan en dos patas.

Cuando rezamos parados, como el reino animal, luego descendemos al reino animal de los cuadrúpedos en la inclinación, y finalmente cuando apoyamos la cabeza en la postración, descendemos al reino de aquellos que deben vivir arrastrándose.

Finalmente el hombre se pone de pie nuevamente y regresa a su estado superior.

Hay que decidir, mientras vivimos en la tierra, cómo vivimos. De esas tres clasificaciones básicas del reino animal, ¿en cuáles vivimos? Y eso lo podemos apreciar si juzgamos nuestras acciones.

No necesito decirles lo que simboliza la serpiente, ni lo que simboliza el asno.

Y así, vivir como ser humano, como Allah (swt) nos ha creado, es fácil intelectualmente entenderlo ¿Pero lo hacemos a diario? ¿Somos musulmanes siete días por semana o somos musulmanes y pretendientes de derviches los jueves y los sábados cuando nos reunimos?

Cada uno de nosotros debe elegir y juzgar sus acciones y sus pensamientos de acuerdo a eso.

Cuando nos paramos a rezar y nos acomodamos, tenemos cinco dedos en el pie derecho, los cinco salat del día, deberían recordarlos. Y del lado izquierdo tenemos el zakat, punto cinco en cada dedo hace el dos y medio por ciento de los activos líquidos que debemos dar como zakat.

La importancia del zakat y la importancia del salat están establecidas. Nos paramos y ambos pies se encuentran en la misma línea.

Si tuviéramos que caminar en una sola pierna cualquiera que nos toca nos haría caer. No podríamos hacer las cosas como corresponde.

Si cumplimos con nuestras funciones básicas nos convertimos en mejores seres humanos, en servidores del Creador.

En el Más Allá también tenemos una conexión en la tierra: el dormir. Cuando nos vamos a dormir y soñamos ¿cómo podemos sentir lo que sentimos al soñar? ¿Qué parte de nosotros está conectada que nos permite ver como si fuera una película pero en otra realidad?

Y podemos elegir cuándo nos vamos a dormir si estamos muy cansados. Lo que no podemos elegir es cuándo nos vamos a despertar porque sucede o porque los ángeles nos despiertan para hacer tahajjud como sucede con Suleyman Baba, allá en Salta, todas las noches o simplemente porque no están más cansados.

¿Pero por qué si antes nos despertábamos a las once de la mañana ahora de alguna manera nos despertamos, en la mayoría de los casos, a tiempo para hacer el salat Al-Fayr?

A medida que avanzamos en este camino las obligaciones del Fayr también aumentan. Después de un tiempo no son solamente los cuatro rakats, los dos del Sunnah y los dos del fard, sino que hay otras recitaciones para los derviches que debemos agregar.

La muerte es como dormir. Uno cierra sus ojos, el alma parte y el cuerpo queda. Regresa a los cuatro elementos básicos de los cuales está compuesto en la tierra, pero el alma parte hacia el barzakh y queda suspendida en esa dimensión, viviendo de la manera en que vivió aquí en la tierra: como una serpiente, como un asno o como un ser humano.

El momento de elegir cómo vamos a ir al Más Allá es aquí, ahora, en este momento, ya.

El ser humano tiene voluntad. La voluntad nos permite hacer o no aquello que estamos obligados.

Fíjense que ninguna otra Creación de Allahu Ta´ala tiene ese regalo. El árbol no puede dejar de crecer o de dar frutos o morirse porque él lo decide. El árbol debe cumplir su función durante todo el período que le fue otorgado estar en esta dimensión. Lo mismo ocurre con los animales.

Nosotros, en cambio, podemos decir sí y podemos decir no.

Muchas veces, en el caso de las mujeres, surge la pregunta ¿Baba en esos días especiales podemos hacer dhikr o no podemos hacer dhikr?

Bueno, la respuesta de Muzzafer Efendi (ra) siempre fue la misma: “No hay nada, absolutamente nada que nos impida hacer dhikr”. Por supuesto, no se puede tocar el Corán, y esas cosas que son básicas y ya las conocemos. Pero eso nos impide recordar al Creador. Y lo mismo para nosotros, para los hombres.

Cuando a los ángeles les fue ordenado reverenciar la Luz de Muhammad (saws) que Allah (swt) originalmente puso en la frente de Hz. Adán (as)  ellos fueron testigos de la más maravillosa de las creaciones, la Luz Primordial, la Luz de Muhammad (saws) la Luz de Ahmed. Y aquellos que saben dicen que tan importante fue la Creación, el ser humano, que si fuera posible ver a todo lo que existe desde lejos, pues veríamos que tiene la forma de un ser humano. Todo lo que existe.

Una última historia y demás.

Les ruego que recuerden a Allahu Ta´ala siete días por semana.

Nosotros descendemos de lo mejor que esta dimensión ha visto, y es Hz. Muhammad (saws). Primero en esa Luz Primordial y luego en forma humana cuando llegó a la tierra.

Esa época fue una época de ascenso para la historia de la humanidad. La época de Hz. Muhammad (saws) fue la cúspide, y a partir de ese momento en que él se fue de este mundo comenzó la curva de descenso.

Aquellos que vivían al lado de Hz. Muhammad (saws) vieron la forma humana de lo mejor que fue creado y lo imitaron. Y él mismo dijo: “Imiten lo que yo hago”.

Nosotros sabemos que no podemos hacerlo como él lo hacía, pero podemos simplemente imitar, seguir su Sunnah. Agradecer que nos es permitido hacerlo, y hacerlo por el placer y en obediencia al Creador, nada más que eso. ¿Qué más necesitamos que vivir en ese estado?

Las trabas consisten en shaytan el maldito. El shaytan corre en nuestras venas. Ahora bien ¿Por qué el shaytan no puede entrar al dergah? ¿Al lugar donde está cada uno de ustedes? Porque cuando se recita el Adhan quiere estar lejos, no puede oír eso. Quiere estar lejos y no puede entrar. No hay nada que lo impida hacerlo. Si nosotros pensamos que tenemos el poder de detenerlo, les digo desde ya que eso no es posible. Pero sí, si vivimos como musulmanes, él siempre tratará de tentarnos porque ese es su trabajo.

Una última historia.

Recordarán la historia del leñador. Un leñador muy devoto y muy pobre que rezaba continuamente.

Un día oyó que en un pueblo cercano había gente que adoraba a un pino y lo consideraba  Dios.

Y dijo el leñador: “Esto no es posible. Iré hasta allá a cortar el pino”. Tomó su hacha, fue hacia ese lugar  y dijo: “Varias cosas van a suceder. Primero ayudaré a esta gente para que dejen de ser idólatras. Segundo, cortaré el pino en pedazos pequeños así puedo traer la madera y venderlo y alimentar a mi familia”.

Se iba de lo más contento con su hacha, cuando en el camino se aparece un hombre que le pregunta: “¿Adónde vas?” Y el leñador lo mira y le responde: “Voy a tal pueblo a cortar el pino”. Y este hombre le dice: “¿Y por qué vas a cortar el pino?” El leñador dice: “Porque la gente que vive allí lo considera Dios. Y eso está mal.” El hombre le dice: “Pero tú no irás hasta allí”.  El leñador replica: “¡Cómo que no iré hasta allá! ¿Acaso tú me lo impedirás?” El hombre le dice: “¡Yo te lo voy a impedir!” El leñador le dice: “¿Cómo me lo vas a impedir?” Entonces este hombre dice: “Bueno, este es mi trabajo. Yo soy el diablo y no dejaré que lo hagas”.

El leñador, al escuchar que el hombre dijo que era el mismo diablo, decidió agredirlo. Lo empujó, el diablo se cayó, le propinó un par de cachetadas, tomó su hacha, se sentó sobre el pecho del diablo y pronto ya a cortarle el cuello le dice: “¡Y ahora te voy a matar!” El diablo riéndose le dijo: “Tú no me puedes matar”. El leñador: “¿Cómo que no puedo matarte?” A lo que el  diablo  respondió: “Allah me permitió estar vivo hasta el final de los tiempos para causar problemas a gente como tú”.

¿Y por qué decimos esto? Mucha gente dice “yo no voy a los bares”, “yo no voy a los prostíbulos” o “no voy aquí o no voy allá, porque allá está el diablo”.

¡No señores! El diablo no está allí.  Ni en los bares, ni en los prostíbulos, ni en los lugares de vicio. ¿Y por qué no está ahí? Porque en esos lugares no quiere ir a perder el tiempo, allí ya tiene a sus discípulos. Él quiere nuevos discípulos: en los dergahs, en las mezquitas, en las iglesias, en las sinagogas.

Nosotros tenemos esos problemas. Entonces debemos hacer el Adhan. Y si no podemos hacerlo con la voz, pongamos una grabación con el volumen bien alto, para que cuando vayamos a hacer el salat él se mantenga lejos de nosotros y no nos moleste.

Recordé otra historia que le relaté a mi hermano Yemal los otros días.

Vaciando unas cajas aquí encontré unas cartas de mi sheikh Sefer Efendi (ra) que datan de la época de los años noventa.

Y en una de ellas, consultando por una cantidad de cosas, creo que me estaba quejando de mi estado como hacemos todos nosotros, y Sefer Efendi (ra) dice: “Con respecto a tu estado quiero contarte este hadiz”. Y relata que el Profeta (saws) estaba una noche con sus compañeros, y entre ellos había gentes que no eran musulmanes, había un judío.  Y uno de sus compañeros se quejaba: “Ya Rasulullah yo no sé cómo hacer, no puedo. Cada vez que me paro a hacer el salat empiezo a pensar en esto, en cuánto voy a vender aquello, pienso en mi mujer. Pienso en un montón de cosas del mundo, menos en estar concentrado en lo que estoy haciendo, rezar a Allahu Ta´ala”.

El judío que lo estaba oyendo, cuando termina de hablar el compañero del Profeta (saws) dice: “En mi caso, cuando voy a rezar, nada me impide pensar en el Creador”.

Entonces Hz. Muhammad (saws) lo mira a Hz. ´Ali (ra) y le dice: “Por favor responde a ese comentario.” Y Hz. ´Ali (ra) se da vuelta y le dice: “Lo que sucede es que los ladrones nunca van a una casa vacía”.

No seamos de esos, de la casa vacía.

Bueno, muy bien, prosiguiendo con la historia del leñador, éste estaba sentado sobre el shaytan, lo quería matar y el shaytan le dice: “Además si vas hasta ese pueblo y ven que le estás pegando hachazos a su dios muy posiblemente vengan y te maten a ti. Por lo tanto tu familia estaría diez veces peor de lo que está ahora. Porque quizás ahora no coman todos los días, pero de vez en cuando o cada día por medio lo pueden hacer. ¿Qué les pasaría a ellos sin ti?” Y agrega el diablo: “Yo te propongo un negocio.” El leñador le dice: “No quiero oírte porque tú engañas.” Y el diablo le dice: “Escucha lo que te voy a proponer, y si yo no cumplo con lo que te propongo mañana tomas tu hacha y vas a cortar el árbol”.  Entonces el leñador pregunta: “¿Y qué es lo que me propones?” El diablo le dice: “¿Cuánto ganas por día para mantener a tu familia?” Y responde el leñador: “Dos monedas de cobre.” El diablo le dice: “Mañana por la mañana levanta tu almohada y vas a encontrar dos monedas de oro, y con eso podrás alimentar a tu familia muchísimo mejor y cada vez que levantes tu almohada encontrarás dos monedas de oro desde ahora hasta el final de tus días en la tierra”.

El leñador se levantó, fue a su casa, se dispuso a dormir y cuando al otro día despierta, levanta su almohada y encuentra las dos monedas de oro. Y le cuenta lo sucedido a su mujer: “Querida, hice un trato con el diablo. De ahora en adelante se acabaron nuestros problemas. Hay dos monedas de oro, y vamos a poder comprar un montón de cosas, comer y demás.” Así pues, compraron la mejor comida, tuvieron una fiesta todo el día, y lo que les sobraba de comida y dinero se lo dieron a los vecinos, para compartir la buena suerte que habían tenido.

A la mañana siguiente el leñador despierta, levanta la almohada y no había monedas.

Así que lo maldijo al diablo, lo insultó y demás. Tomó nuevamente su hacha y se dijo: “Ahora nadie me detendrá. Voy a cortar ese árbol”.

En el camino se encuentra con el diablo, que estaba sentado, muy distendido,  con su proverbial arrogancia y le dice: “¿Qué pasa? ¿Adónde vas?” El leñador le dice: “Voy a cortar el árbol. Me engañaste. Yo sabía. Los que habían advertido sobre ti tenían razón. Ahora no me vas a detener”.

El diablo apenas lo tocó y el leñador salió volando por el aire, como si de un pedazo de paja se tratase, y se cayó.

El leñador le pregunta al diablo: “¿Cómo hiciste eso? Antes de ayer yo te pegué un cachetazo y te caíste. Yo me senté sobre tu pecho. Ahora en cambio apenas me tocas con un dedo y me haces volar.” Y el diablo le responde: “¡Ah! Porque ayer ibas a cortar el árbol por Allah. Ahora vas a cortar el árbol por dos monedas de oro”.

Nosotros decidimos cómo vivimos en esta tierra.

Que el mes de Rajab traiga todas las bendiciones que Allahu Ta´ala provee para aquellos que Lo recuerdan. En este mes, en el próximo y en el mes de Ramadán. Meses muy importantes, tienen muchísimas bendiciones, y también recuerden que los castigos son mayores si hacemos cosas que no son del placer del Creador.

 

As Salam ´alaykum wa rahmatullah wa barakatuh.

 

Sohbet Hayyi Orhan Baba – sábado 1-4-2017 – El descenso del alma a este plano de existencia