Sobre los Milagros

Bismillahir Rahmanir Rahim.

Un par de hermanos me habían preguntado acerca de cómo podían prepararse para el viaje a Turquía. Para visitar lugares donde tantos santos de Islam descansan.

Y me he puesto a pensar que nosotros, en los países en los cuales vivimos, podemos profesar libremente nuestra religión sin el temor de ser perseguidos.

Y hablando de milagros, pues esto es un milagro: el hecho de vivir en países que permiten este tipo de libertad.

Ustedes conocen el comienzo de Islam.

Un caso particular llamó mi atención, y es el caso de Hz. ‘Umar Ibn Al-Jattab (ra) y sus comienzos en Islam.

Hz. ‘Umar (ra) tenía una personalidad muy apasionada, y tenía gran determinación para el logro de sus objetivos.

La gente, cuando él caminaba por la ciudad de Meca, se apartaba para dejarlo pasar. Tal era la imagen y la presencia que él tenía.

Tenía mucho orgullo respecto de la tribu a la cual él pertenecía, y toda su ascendencia, sus costumbres tribales, su cultura.

Todo esto lo llevó a estar, en el principio de esta nueva religión, entre los enemigos de Islam, a tal punto que era uno de aquellos que  causó enormes problemas a Hz. Muhammad (saws) y sus discípulos.

Entiendo que él comprendió que para resolver este problema debía matar a Hz. Muhammad (saws) y así acabar con la nueva religión que había comenzado a formarse en esas tierras.

Un día decide ir a terminar con la vida de Hz. Muhammad (saws) y cuando estaba camino hacia donde el Profeta Muhammad (saws) se encontraba en ese momento, alguien lo detuvo y le dijo: “Oh ‘Umar, tu hermana ya es discípulo de Muhammad (saws) y aceptó el Islam”.

Él en su ira, en su deseo de corregir todo eso, que estaba cambiando la tela, la fibra de la sociedad de Meca, decide ir donde su hermana, con la misma determinación con la que iba a ultimar  Hz. Muhammad (saws). Empuñó su espada y salió.

Cuando se acercaba a la casa de su hermana, escuchó el Sagrado Corán que se estaba recitando. Esas palabras, el sonido, lo que estaba oyendo, lo detuvo.

Hoy en día está enterrado en Medina junto a Hz. Muhammad (saws)

Ustedes me preguntan cómo estar listos para visitar sitios donde gente de ese nivel reside. Gente que como en el caso de Hz. ‘Umar (ra) iba decidido a matar a su hermana, y a quienes estuviesen con su hermana. Pues él era un guerrero muy poderoso físicamente.

Años más tarde, cuando Hz. Muhammad (saws) partió al Más Allá, él fue el segundo khalifa en Medina. Uno de los cuatro que sucedieron a Hz. Muhammad (saws). Milagros ¡ésos son milagros!

Milagro es estar donde están ustedes en este momento. En un lugar destinado a adorar al Creador, sin nada más que la fe que habita en vuestros corazones.

Hoy, alguien que no está aquí con nosotros, se encuentra en Europa, me preguntó por teléfono, si un amigo que estaba con él podía asistir a un dergah así como el nuestro.

Y este amigo no es musulmán. Nuestro hermano, el amigo de él, sí lo es.

Estaba preocupado por los problemas de adab que pudieran suscitarse, y ese tipo de cosas.

Mi respuesta fue, que por supuesto puede ir.

Nosotros no decidimos quién viene o quién se va. Mostramos cómo somos, quiénes somos, y nada más. Quién se queda y quién se va en un dergah es la decisión de Allahu Ta’ala, el dueño de estos lugares de recitación.

Así como en un instante, el corazón, la intención, la esencia de Hz. ‘Umar (ra) fue cambiada, al escuchar esa palabra no creada del Corán i-Kerim. Su vida se transformó, dejó todo por esto.

A través de los siglos las demostraciones de estos milagros ocurren de diferentes formas.

Hz. ‘Umar (ra) no se transformó porque vio a Allahu Ta’ala. La transformación tuvo lugar cuando él escuchó las palabras reveladas en el Corán i-Kerim.

En la época de Hz. Moisés (as) era necesario hacer cosas parecidas a la magia.

Cuando su bastón se convirtió en una serpiente o cuando elevando su báculo se abrieron las aguas del Mar Rojo para que así pasara el pueblo judío.

Si en este momento nos ponemos a pensar si esos hechos fueron milagros, no hay ninguna duda de que así fue.

En la época de Jesús (as) le pedían que hiciera milagros: curar al leproso, revivir a quien había muerto, etc.

La gente lo veía como alguien que tenía el regalo de poder de curar a otros seres humanos.

Y en el caso de Hz. Muhammad (saws) el milagro más grande fue el de haber recibido la revelación del Sagrado Corán. Ése es nuestro milagro.

Quienes viajarán deben hacer dos rakats pidiéndole permiso a Allahu Ta’ala para hacer sólo aquello que ÉL aprueba. Y que les impida hacer aquello que Él no aprueba. Eso es suficiente.

En mi caso, en mil novecientos ochenta, lo conté muchas veces y ahora que tenemos gente que no ha escuchado esta historia, la reitero.

Simplemente, cuando llegué al dergah de Spring Valley, sabía que había llegado a casa. No tuve ninguna duda acerca de cuál sería mi futuro.

En la primavera de mil novecientos ochenta llegó Muzaffer Efendi (ra) con sus acompañantes aquí, en New York. Los invité a casa para que vinieran a almorzar un fin de semana. Vinieron, se divirtieron, jugaron al fútbol en el jardín, comieron, luego entraron y Muzaffer Efendi (ra) dio un sohbet.

Cuando finalizó el Sohbet le pedí por favor si podía ser testigo de nuestra shahada, de la de mi esposa y la mía.

Y allí en mi casa hice la shahada, y también le pedí a Muzaffer Efendi (ra) ser su discípulo, si él me aceptaba, y me dijo: “En la próxima reunión del dergah, frente a los demás, haremos la ceremonia del bayat”.

Pasaron treinta y siete años desde aquel entonces.

Ese mismo año, durante el mes de Ramadán, viajé a Turquía.

Allí nos reunimos en el lado asiático de Istanbul, Beykoz, ciudad donde nació nuestro amado Sami Baba.

El imam de la mezquita de Beykoz era un discípulo de Muzaffer Efendi (ra) e hicieron en la plaza que está frente a la mezquita, muy similar a los que encontramos en cualquier pueblo de la Argentina: la plaza principal, la iglesia, la casa de gobierno y demás. Lo mismo sucede en Beykoz.

En esa plaza hicieron una enorme mesa, y la gente estaba invitada a romper el ayuno.

En un momento Muzaffer Efendi (ra) estaba a unos cuantos metros de donde yo estaba sentado, se dio vuelta y me dijo: “Orhan, tu legajo ha sido leído”.

Él se refería al resultado, al récord de mi vida. Luego comprendí por qué decía eso, y tuvo absoluta razón.

Raga Baba relata en su libro “El amor es el vino” su primer encuentro con Muzaffer Efendi (ra).

Yo soy testigo de ese primer encuentro, exactamente como él lo relata.

Él era director de Transpersonal Psychology, y para entrar había un corredor extenso con un par de oficinas a un costado, y Muzaffer Efendi (ra) fue invitado a dar una charla en ese instituto.

Nosotros, los nuevos derviches, estábamos detrás de él. En ese momento Muzaffer Efendi (ra) estaba un par de pasos delante de donde yo me encontraba.

Algo muy interesante sucedió. Raga Baba, como director del instituto, no salió a saludar a Muzaffer Efendi (ra). Se quedó en su oficina.

Yo vi que Muzaffer Efendi (ra) caminaba derecho, con paso muy ágil, y de pronto mira de costado, un segundo, en dirección a la oficina en donde estaba Raga Baba.

Lean “El amor es el vino” y encontrarán allí este hecho, que esa mirada transformó a Raga Baba.

Raga Baba es de origen judío, un intelectual de primerísimo nivel, hombre de una gran capacidad espiritual, aprendió artes marciales durante muchos años, y ese movimiento Transpersonal Psychology, transformó el estudio de la psicología en Estados Unidos.

Sin embargo, un vistazo del sheikh Muzaffer Efendi (ra), le robó el corazón.

Este camino tiene muchos, muchos, muchos regalos. Aquellos que pueden abrir los ojos del corazón para apreciarlos los reciben. Los regalos están siempre allí, para tomarlos. Es lo que Allahu Ta’ala nos da.

El viaje a Istanbul, y a otras zonas de Turquía como piensan ir, es simplemente para cimentar, afianzar y ver cómo es el lugar en el mundo, donde más de un noventa por ciento de la población es lo opuesto de lo que es allí en Argentina, y de lo que es aquí. Son todos musulmanes.

Y cuando oigan el llamado al rezo, cinco veces por día, multiplicado por mil mezquitas; un sonido que cubre toda la ciudad, que el shaytanir rayim odia, y se aleja todo lo que puede para evitar oírlo. Ése es el lugar que irán a visitar.

Les ruego que vayan pidiendo que Allah (swt) les permita hacer lo que Él aprueba. Nada más. No esperen nada en retribución. Dejen que Allah (swt) les otorgue lo que cada uno de ustedes se merece.

Y creo que regresarán con mucho más de lo que ustedes pueden llegar a pedir. Abran sus corazones, vayan en paz. Hagan la intención de entregar todo para el placer de Allahu Ta’ala.

Ruego que lleven en vuestros corazones un dulce recuerdo, los invitados allí en Salta, de parte de los amantes de Allahu Ta’ala.

 

As Salam ‘alaykum wa rahmatullah wa barakatuh.

Sohbet Hayyi Orhan Baba – Hadrat ‘Umar Ibn Al-Jattab (r.a.) – Bendito Corán i-Kerim – Sábado 28-10-2017