Sobre Hz. Al Khidr (as)

 

Bismillahir Rahmanir Rahim

 

Hablamos el jueves pasado de uno de los cuatro Qutubs que mencionamos al comienzo de nuestra ceremonia de dhikr, Hz. Abdul Qadir Al-Gilani (ks). Pero hay otros seres superiores a los Qutubs, como los Profetas. Y entre éstos recuerdo que, cuando por primera vez fuimos a Chile con Tosun Baba (ra), conocimos a algunos de nuestros hermanos chilenos en Santiago. Muchos de ellos hablaban de Hz. Al-Khidr (as), que tiene muchos apodos, como el de “el hombre verde”.  Y muchos decían que habían tenido sueños con Hz. Al-Khidr (as) y especialmente con Hz. ‘Isa (as). Y no es de sorprenderse porque Hz. ‘Isa (as) es parte de la tradición de nuestras tierras. El Profeta Al-Khidr (as) es, sin embargo, alguien muy diferente. Allah (swt) lo menciona en el Corán i-Kerim en el “Surah Al-Kahf”, e imagino que muchos de ustedes han leído esa Surah y posiblemente hayan leído libros sobre las historias de Hz. Moisés (as) y Hz. Al-Khidr (as). Pero a veces es bueno repasar algunas de estas historias y tomar ejemplo de la manera en que este Camino se aprende. Y esto va dirigido especialmente para aquellos que son nuevos en este Camino.

Para aquellos que aún no han podido saborear la dulzura de descubrir los aspectos de uno mismo, aunque a veces esa dulzura se transforma en lágrimas porque, quizás, lo que vemos en el espejo no nos agrada mucho. Ambas cosas están muy bien, e Insha’Allah que pasen aquellos que son nuevos y que continúen sucediendo a nosotros que hemos transitado este Camino por un tiempo más prolongado que ustedes. Porque la tarea de conocernos a nosotros mismos no debe cesar siquiera por un instante. Si ese fuera el objetivo de nuestra existencia, si en verdad creyéramos que es así, si en realidad pudiéramos vivir para que así sea, todo el resto de lo que sucede en la vida dejaría de tener importancia, porque nuestro ser entero estaría ocupado con Allah (swt), con Dios, y nada más. Entonces no habría angustias, no habría tampoco alegrías: sería un estado de éxtasis permanente. La mejor de todas las drogas es recordar en cada instante, en cada respiro, al Creador.

Hz. Al-Khidr (as) no solamente es mencionado en el Corán i-Kerim, sino también en hadices. Hz. Abu Hurairah (ra) decía: “La tierra es verde y fértil donde Al-Khidr (as) ha hecho su salat.” Hz. Ibn Abbas (ra) decía: “Al-Khidr (as) se aparecía muy frecuentemente en la presencia de Hz. Muhammad (saws), pero sin anunciar quién era él.” También hay un hadiz en el cual Al-Khidr (as) reportó: “Si alguien ha vivido su vida con arrogancia, y es cabeza dura, debe saber el resto de los seres humanos que esa persona ha malgastado su existencia en este mundo y en al Más Allá, porque nosotros pensamos que nuestras acciones se detienen aquí y no es así. Debemos recordar que en cada instante estamos sembrando para la vida del Más Allá”.

Y antes de comenzar con Al-Khidr (as) quisiera leerles una historia que hoy llegó a mis manos. Agradezco muchísimo que me lo hayan enviado. Creo que es una hermosa historia para que aprendamos. Es de la filosofía Zen.

Un soldado de nombre Nobushige fue ver a Hakuin, que imagino era un sabio. Y el soldado le pregunta: “¿Existe un Paraíso y un infierno?” Esto es una viene como acotación de lo que estaba hablando sobre sembrar en el Más Allá. “¿Y tú quién eres?”, le pregunto Hakuin al soldado. “Soy un samurái”, respondió el guerrero. “¡Tú! ¿un soldado?” dijo Hakuin. “¿Qué clase de gobernante te aceptaría como su guardia? Tu cara parece la de un pordiosero.” Nobushige se enfadó tanto que comenzó a sacar su espada, pero Hakuin continuó: “¡Así que tienes una espada! Tu arma probablemente sea demasiado burda para cortar mi cabeza.” Mientras Nobushige sacaba su espada, Hakuin remarcó: “¡Aquí se abren las puertas del infierno!” Ante estas palabras, el samurái, comprendiendo al maestro, envainó su espada e hizo una reverencia. “¡Aquí se abren las puertas del Paraíso!” dijo Hakuin.

La historia de Al-Khidr (as) es muy extensa. Pero hay una cosa que hay que mencionar porque es muy interesante. Hz. Ibn Abbas (ra) también reportó: “Hay cinco siervos de Allah (swt), que Él ha elegido y ha mantenido vivos inclusive hoy. Dos están en los cielos, y esos son Hz. ‘Isa (as) y Hz. Idris (as). Y otros tres están en la Tierra. Esos son Al-Khidr (as), Ilyas (as) y Al-Mahdi (as)”.          

Muchos santos, entre ellos Hz. Ibn Arabi (ks), Hz. Imam Al-Ghazzali (ks), Hz. Abdul Qadir Al-Gilani (ks), Hz. Niazi Misri (ks), se han encontrado con Al-Khidr (as) y han conversado con él.

Hz. Al-Khidr (as) nació en la época de Hz. Noé (as), en un lugar llamado Shiraz. Su nombre real es Milkan Abul Abbas.

Se dice que Hz. Noé (as) pidió que por favor alguien se traslade a la isla de Serendip (antiguo nombre persa de Ceilán), hoy en día Sri Lanka, y que le trajeran los cuerpos de Hz. Adam (as) y de Hz. Hawa (as). Al-Khidr (as) se presentó como voluntario y trajo los cuerpos ante la presencia de Hz. Noé (as). Cuando eso sucedió Hz. Noé (as) rezó para que Allah (swt) otorgue una larga vida a Hz. Al-Khidr (as). Y su rezo, como son los rezos de los Profetas, fue aceptado. A Hz. Al-Khidr (as) Allah (swt) le otorgó vivir hasta la era de Alejandro Magno. En cierto momento el filósofo Platón le sugiere a Alejandro Magno que envíe a alguien a buscar las fuentes de la vida eterna en las tierras del oeste, y éste que conocía a Al-Khidr (as), lo envió junto con su compañero Ilyas (as) para dicha tarea. Entonces se van, viajan hacia el oeste y encuentran una fuente de la cual emitía una extraña luz. Mientras estaban tomando ablución con esas aguas dejaron un pez que llevaban con ellos para comer en el camino. Cuando unas gotas de la ablución de ellos tocaron al pez, éste volvió a la vida y saltó al agua. Ellos encontraron la fuente de la vida eterna y bebieron de esas aguas, lo cual les permitió vivir hasta hoy en día y están en algún lugar de la Tierra. Por supuesto, nosotros no creo que podamos llegar a verlos. Allah (swt) extiende la existencia de ellos cada quinientos años hasta el Final del Mundo.

Ilyas (as) tiene la tarea de ayudar a la gente en el agua. Todo lo que sucede en los océanos está bajo su supervisión. Por supuesto, las órdenes de lo que sucede Allah (swt) lo determina. Todas las noches él y Hz. Al-Khidr (as) se reúnen en una rampa que Alejandro Magno ordenó construir en la vieja Alejandría, en Egipto, donde el Nilo se une con el Mar Mediterráneo. Todos los años ellos realizan ‘Umrah y Hajj. Y todos los años toman ablución en la fuente de Zam Zam, y todos los años beben del agua de Zam Zam, y eso es todo de lo que ellos se alimentan.

Hz. Al-Khidr (as) se aparece en cualquier lugar, en cualquier forma, pero cualquiera de ustedes, cualquier persona en la calle puede ser él. Jamás lo podríamos reconocer, jamás se identifica; solamente si alguien le pregunta de dónde es la respuesta que quizás lo delate es: “Yo soy de las tierras del oeste”. Además, se casó muchas veces y tuvo muchos hijos, pero eso dejó de suceder hace ya muchos siglos atrás y ningún descendiente de él está hoy vivo.

¿Por qué estoy mencionando esto? Porque la relación entre un maestro y un discípulo toma aspectos que son importantes llegar a saber.

Hace unos días estuve hablando con mi hermano, quien propuso presentar algo sobre adab, pero no es algo entre ustedes y un hermano mayor como este faqir. Es el adab que tiene que existir entre ustedes y tiene que existir con cualquier otro ser humano porque todos fuimos creados por Allahu Ta’ala. Y si nos conducimos de esa manera frente a la Creación de Allah (swt), simplemente porque somos discípulos de Hz. Muhammad (saws), que fue enviado como una misericordia para toda la creación, en el mundo visible y en el mundo invisible. ¿Cómo podemos llegar a preocuparnos por nada en el Más Allá? Porque si pudiéramos comportarnos de esa manera lo que estamos sembrando sería amor, amor por el prójimo, amor por todo lo creado, no importa qué color, no importa qué sexo, no importa la edad, no importa de dónde sea. Porque si vemos diferencias no estamos apreciando a Quien creó todo.

En una oportunidad Hz. Moisés (as) estaba hablando con su gente, y alguien le preguntó si él conocía a otro ser humano que tuviera más conocimiento sobre Dios que el que él tenía. Hz. Moisés (as) respondió con la verdad que él conocía: “No. No hay nadie que sea superior a mí en ese conocimiento.” Le llegó en ese momento una revelación de Allahu Ta’ala: “¡Oh, Musa! Hay un siervo entre Mis siervos cuyo conocimiento es infinitamente superior al tuyo.” Entonces Musa (as) le pidió a Allah (swt) conocer y aprender de esa persona que se convertiría en el futuro en su maestro. La historia de ellos está en el “Surah Al-Kahf”, en el Corán i-Kerim. Allah (swt) le responde: “¡Oh, Musa! Tu alimento te llevará a él.”  En esa misma Surah Allah (swt) habla acerca de ese maestro y de que Musa (as) lo iba a encontrar en un lugar donde los dos mares se unían. Así pues, Musa (as) decide que iba a buscar ese lugar, aunque tuviera que caminar y viajar por años. La interpretación que dan algunos maestros en nuestro Camino sobre ese ayat es que los dos mares son la Shari’ah que, como ustedes saben establece las reglas de conducta que debe tener un creyente como se encuentra establecido en el Corán i-Kerim y como nos dio el ejemplo nuestro Profeta (saws), en el caso de los musulmanes, y todos los demás Profetas al resto de la creación. La Shari’ah es el cimiento. Y el otro mar se interpreta que es la Haqiqa, la Verdad Divina. Allah (swt) le dijo: “Vas a encontrar a Al-Khidr donde los dos mares se unen.” Y entendemos por eso que Al-Khidr (as) tiene el conocimiento de la Shari’ah y de la Haqiqa, la Verdad Divina.

Hz. Musa (as) le pide a su siervo, a quien lo atendía, de nombre Yusha, que por favor preparara un pescado con sal, porque viajaban durante mucho tiempo y eso es lo que iban a comer. Y en tres días ellos llegaron al lugar donde los dos mares se unen, pero no encontraron a nadie, por supuesto todo esto tiene un sentido alegórico. Y Hz. Musa (as) se pone a rezar sobre una roca plana. Su ayudante toma ablución en esas aguas y nuevamente cae una gota sobre el pescado que tenían para comer y el pescado salta volviendo a la vida y se interna en el mar.

El punto es que el final de esta historia nos lleva a entender que la verdadera sabiduría de este Camino se adquiere de dos maneras, intelectualmente con respecto a los conocimientos básicos de nuestra religión, a través del Corán i-Kerim y a través de los hadices de Hz. Muhammad (saws). Pero la otra parte de este aprendizaje es a través del ejemplo de aquellos que saben. Los nuevos deben prestar mucha atención a lo que hacen aquellos que saben. Pues es a través del ejemplo que podemos ver nuestras propias imperfecciones, es través del ejemplo de los que saben que podemos mirarnos y ver quiénes somos. “Conócete a ti mismo y conocerás a tu Señor.” Es el ejemplo que adquirimos a través de esta historia.

Quería decirles que Hz. Ilyas (as), y no hay certeza de quién es exactamente Ilyas (as), pero está mencionado en el Corán i-Kerim como uno de estos seres especiales. Y si es Ilyas, Elijah, como se menciona en la Biblia y la Torah, es un Profeta que vivió en el siglo IX, a.C. en lo que era el reino de Israel, durante el reinado de un tal Acab. Dicen que Allah (swt) lo hizo ascender en un carruaje con caballos en llamas, y que él es uno de los que anunciará hacia el Final de los Tiempos la llegada del Mesías. Idris (as), uno de los dos Profetas que están vivos en los cielos, es mencionado dos veces en el Corán i-Kerim. Dicen que era un hombre que sólo hablaba la verdad y lo hacía con absoluta sinceridad. Dicen que cuando Hz. Muhammad (saws) hizo su Mir’aj encontró a Hz. Idris (as) en el cuarto cielo.  Muy interesante.

Es muy importante leer y educarse en este Camino. Este no es un Camino en el que uno espera qué dirá el Sheikh los días jueves. Uno debe aprender y leer todos los días, al menos unos versículos del Corán i-Kerim, y si no podemos leerlos, aunque más no sea abrirlo y pasar nuestros ojos y nuestras manos por lo que está escrito en árabe, con el respeto que puede llegar a inspirar el comprender que esa es la palabra de Allahu Ta’ala, y además de ello hay suficientes libros y cosas escritas en lengua castellana como para aprender algo nuevo todos los días. Y si hacemos eso estaremos cumpliendo con uno de los consejos de Hz. Muhammad (saws), porque aquel que no aprende algo nuevo cada día ha malgastado las veinticuatro horas que Allah (swt) le regaló en esa oportunidad. Esto va dirigido a todos aquellos que no usan su tiempo de manera sabia, es decir, en el tiempo libre, un ratito, a aprender algo más sobre este maravilloso Camino.

 

As Salam ‘alaykum wa rahmatullah wa barakatuh   

Sohbet de Hajji Orhan Baba. “Adab. Hz. Moisés (as) y Hz. Al-Khidr (as).” Jueves 13-01-2011