Bismillahir Rahmanir Rahim.
Nuestro camino tiene temas muy interesantes, sin ninguna duda.
La mayoría de ustedes, quizás recuerde bien, la historia del Profeta Yusuf (as), de quien se decía que se encontraba entre los seres humanos más hermosos que jamás hayan estado en esta Tierra, así como lo fue Hz. Muhammad (saws).
Ustedes recordarán todas las peripecias que debió pasar para detener a unas mujeres que era muy enamoradizas; pero en especial una llamada Zulayka.
Por decisión del Creador el Profeta Yusuf (as) se escapaba de todos los avances que tenía. Además recordarán aquella cena en la que las mujeres lo vieron, y se quedaron tan absortas en su belleza, que se cortaron las manos mientras estaban pelando unas frutas.
Pero su belleza, hay que entender, no era solamente física. Porque todos sabemos que hay dos niveles de comunicación para el ser humano: una es usando los cinco sentidos básicos; y la otra es de corazón a corazón.
Cuando el marido de Zulayka se enteró de todo lo que quería ella, la echó de la casa. Y para esta mujer el resto de su vida fue muy difícil.
Ella pertenecía a la aristocracia de esa época, y de pronto se quedó sin nada.
En cierto momento, Hz. Yusuf (as) paseaba por la ciudad, cuando de pronto la ve y le pide a Allahu Ta’ala que por favor restaure su belleza.
Y luego de un intercambio de palabras, ella le dice: “Eso no es necesario, porque yo en realidad he descubierto el objeto de mi amor, y se trata de quien nos ha creado a ti y a mí.”
Cuando él se estaba acercando – Fariduddin ‘Attar relata esto en una de sus historias – Zulayka sabía de alguna manera la ruta que tomaría Hz. Yusuf (as).
Ella, ya avanzada en edad, la belleza esa tan especial de la que supo disfrutar en su juventud se había escapado de su físico por los años difíciles que pasó en la calle, sin dinero, como una mujer pobre. De todos modos, ella quería ver a su Yusuf (as). Él estaba por pasar y, cuando ella lo ve, pega un grito. Ese grito tuvo tal poder que el látigo con que Hz. Yusuf (as) azotaba a su camello se incendió, y lo tuvo que soltar. Entonces Zulayka dijo: “Oh Allah, ¿Qué está sucediendo? Él es Tu mensajero y yo soy una pobre mujer, sin embargo, un poquito del fuego que anida en mi corazón en mi forma de amor por Ti, ha causado que ese látigo se incendie”.
Fariduddin ‘Attar, quien escribió esta anécdota, dice: “Si no hubiera sido por las Zulaykas de esa época, ¿Quién podría llegar a tener idea del valor de Yusuf (as)?”
Ahora bien, este es un comentario que hay que tomarlo con mucho cuidado. ¿Por qué?
Porque lo que en realidad significa es, por ejemplo, que de no haber sido por el Profeta Muhammad (saws) ¿Podríamos nosotros, simplemente, haber concebido el valor del camino de acceso al Creador? Hubiese resultado imposible.
Porque todo lo que hacemos es imitar a Hz. Muhammad (saws).
En varias oportunidades últimamente y, hablando con diferentes personas, sentí que en algunos casos no estamos haciendo el salat como corresponde, las cinco veces por día. Eso apenó mucho mi corazón.
El salat es una cuestión de unión no sólo con el Creador, sino entre nosotros. Sin salat, sin rezo, no es posible avanzar hacia ningún lado. Por la sencilla razón de que esa llave no está en nuestros labios y no está en nuestro corazón.
Aquellos de nosotros que no estén realizando los rezos jamás alcanzarán el concepto de Tawhid. Pueden ustedes probar, e Insha’Allah El Creador les otorgue el estado de Tawhid, la estación de Tawhid, a pesar de que no recen en algunos de los casos o no completen su rezos diarios, en algunos otros casos. Pero para la mayoría de los seres humanos eso es imposible.
Cuando nosotros miramos la etimología de la palabra Islam, vemos que la raíz de la palabra proviene de Taslim, que significa “abrazar”; Muslim, “el que se somete”; y Salam, “el que acepta”.
Es decir, el Muslim es aquel que se sometió, y el que se sometió deja su voluntad en la puerta, porque está sometido, y si está sometido, debe obedecer a su Amo.
Ayer estuve hablando con dos personas acerca del Hajj, y estábamos observando las diferentes etapas que hay. Y como ustedes saben, el Hajj es una imitación de lo que hizo Hz. Abraham (as), su hijo Ismael (as) y su esposa.
Hz. Muhammad (saws) hizo un solo Hajj. El último verso del Corán i-Kerim fue revelado en ese momento; él regresó a Medina, y poco después Allah (swt) se llevó su alma al Más Allá.
El Profeta Abraham (as) quería tener hijos, ya estaba muy avanzado en edad, creo que tenía como noventa años y no tenía hijos. Estaba casado con Sarah (as) de avanzada edad también, y no había podido tener hijos.
Así pues, él quería tener descendencia y dejar a alguien que continuara con el mensaje que él había recibido como profeta de Allahu Ta’ala.
En un momento él promete que de ser necesario sacrificaría a su hijo, por el Creador.
El momento llegó muchos años más tarde, allá, en Meca.
Lo interesante de todo esto es que Isma’il (as), y quiero dejarles aclarado que en Islam el noventa o noventa y cinco por ciento de todos los musulmanes cree que fue Isma’il (as), pero hay algunos que dicen, entre ellos Hz. Ibn Arabi (ra) que fue el otro hijo de Abraham (as), Isaac (as); tal como lo dicen las viejas escrituras.
No estoy aquí para emitir juicio, solamente aclaro eso para que lo sepan.
Pero estamos hablando de Isma’il (as), y el estado de sometimiento que tenía que es casi inimitable.
Cuando su padre se disponía a cortarle el cuello con el cuchillo, sus manos temblando… Aquellos que han estado en el Hajj saben que el shaytanir rayim tentó a Hajar, a Isma’il (as) y a Abraham (as), en tres lugares, separados por treinta o cuarenta metros de distancia; allí están las columnas donde arrojamos las famosas piedritas. Pero ninguno de ellos escuchó lo que el shaytanir rayim quería decirles. Por ejemplo, les decía: “¿Cómo saben ustedes que eso no fue un sueño o producto de su imaginación?”
Ellos tenían tal estado de conexión con el Creador que no hubo ninguna duda. Así fue que Isma’il (as) puso su cuello.
Ustedes saben, una sola vez en mi vida vi una entrega similar. Y dicha entrega, alguien que ofrezca su cuello sabiendo que partirá al Más Allá, fue un cordero, propiedad de la hija de de un Sheikh en Spring Valley, cuando se estaba dedicando el terreno.
El dergah de Spring Valley fue comprado en dos etapas: primero un terreno inicial, y luego se adquirió el terreno de al lado. En el terreno inicial, tras colocar la piedra fundamental, iban a hacer un qurban.
Sefer Efendi (ra) se acercó a este corderito y le recitó algo al oído. Nunca pude averiguar qué fue lo que le recitó. No obstante, el cordero, tras lo recitado por Sefer Efendi (ra) puso su cuello, en señal de ofrenda.
Hz. Isma’il (as), en el mismo acto de entrega, puso su cuello y le dijo a Hz. Abraham (as): “Padre, debes hacer lo que te ha sido ordenado”.
¿Cuántos de nosotros sentimos eso o podríamos hacer eso? En ese momento no era necesario probar más nada. Y Allahu Ta’ala envió el cordero que el arcángel Gabriel (as) trajo a la Tierra, y ese fue el comienzo de la tradición de nuestros qurbans, por ello los Hajjis deben hacer al final del Hajj la ofrenda de un qurban.
Si Hz. Isma’il (as) no hubiera alcanzado ese estado de sometimiento, que es el verdadero significado de la palabra Islam, no podría haber ofrecido su vida, por una promesa que hizo el padre.
Y recuerden que la orden que recibió para realizar ese sacrificio fue una revelación que recibió el Profeta Abraham (as).
Nuevamente: para la mayoría de nosotros, seres humanos, y pienso en ustedes si tuvieran que hacer una cosa así con un hijo, no sé cuántos de nosotros podríamos pasar por eso.
Cuando empezamos a rezar y decimos: “Allahu Akbar”; ese Tawhid nos protege durante el rezo.
Nos permite, Insha’Allah, olvidarnos de los temas del mundo y concentrarnos en lo que estamos haciendo, que es ofrecer nuestro salat al Creador. Estamos diciendo, con nuestra intención: “Oh Allah, quiero sacrificarme en Tu presencia”.
Aquellos que rezan con ablución, con la intención de ofrecer su rezo al Creador, están haciendo lo mismo que el qurban.
En ese caso, en ese momento con el salat somos el qurban de Allahu Ta’ala.
El Profeta Muhammad (saws) decía: “El salat es la luz de mis ojos.”
Y si decimos que amamos al Creador, ¿cómo podemos no rezar? ¿Cómo podemos renunciar a hacer los cinco salat que debemos hacer durante el día? Todos los días, hasta que partamos al Más Allá.
Y hablamos del ego. Muchos dicen: “Quiero eliminar mi ego. Quiero matar mi ego.” Si entre nosotros existe un ser así, le ruego que se identifique porque quiero correr a besarle los pies. Porque sería una persona excepcional, fuera de este mundo.
Para el resto de nosotros, seres humanos comunes, necesitamos esto, el cuerpo.
Allah (swt) nos dio la forma perfecta para poder hacer el salat como Hz. Muhammad (saws) nos enseñó.
Lo importante es que la parte externa, el zahir, tiene que ser igual a la parte interna, el batin.
Es de extrema importancia, que aquellos que deben salats, cumplan con lo que deben.
Los que han de realizar el Hajj, si lo completan, todo lo que deben, se borra.
El más grande y mejor ejemplo de todo esto fue mi padre, que Allah (swt) lo bendiga y lo tenga en la gloria. Porque después de tener una vida bastante difícil, a los sesenta y pico de años, encontró Islam, encontró el Tasawwuf.
Fue dos veces al Hajj; una, con su permiso, hice el Hajj por él, en su nombre. Y en la otra oportunidad, me dijo: “No, yo quiero ir ahora al Hajj.” Entonces fuimos al Hajj nuevamente.
Él era un hombre al que creo que le funcionaba el veinte o quince por ciento de sus pulmones. Había fumado toda su vida y sus pulmones no funcionaban más. Y ustedes saben que cuando hay problemas con los pulmones hay problemas con el corazón, y cuando hay problemas con el corazón hay problemas con el aparato digestivo. Él tenía todas esas complicaciones de salud.
Le sugería que se despidiera de todos cuando iba al Hajj, porque el Hajj demanda mucho físicamente y yo pensaba que él no iba a regresar.
El día que estábamos en Arafat, en una jornada muy calurosa, en esas carpas, todos transpirando muertos de calor, esperando que llegara la noche, y en cambio él parecía un Buda sentado, fresquito, nada lo afectaba. Y no solamente hizo el Hajj, sino que regresó y estuvo en esta Tierra muchos años más. Pero el gran negocio que hizo fue que pudo realizar el Hajj en una etapa tardía en su vida y, de ese modo logró borrar todo lo que había hecho hasta ese momento. Ésa es la maravilla y la belleza de hacer el Hajj.
Recuerden esto. Cuando completen el Hajj, la gente querrá acercarse a ustedes, abrazarlos y besarles las manos, etc. Porque es lo mismo que hacían los derviches en la antigüedad cuando llovía: salían de sus casas para que las gotas los tocaran, y decían: “¡Allahu Akbar, Allahu Akbar!” ¿Por qué? porque esas gotas recién habían nacido y estuvieron en la presencia del Creador.
Ustedes cuando regresen del Hajj, estarán tan puros y puras, como cuando salieron de los vientres de sus madres.
Les ruego que sean constantes en sus salat, hasta que el corazón comience a hacer salat.
A nadie le es permitido dejar el rezo, debido a edad o debido a nada. Todo musulmán debe hacer el salat hasta el último momento que esté en esta Tierra.
En una oportunidad un sheikh sufí se encontró con una mujer. Esta mujer era una ‘arif.
‘Arif es aquel que tiene un gran conocimiento espiritual, que está en una muy elevada estación espiritual. Y le pregunta: “Hija mía, ¿por qué tú rezas? Cuando tú rezas hay, sin ninguna duda, una separación entre Él y tú. Porque tú estás rezando y ves a dos: tú eres quien hace el rezo y Él es a quien rezas”.
Es decir que uno adora a Allah (swt) como si fuera una entidad separada de nosotros.
Así pues, esta mujer miró al sheikh, le sonrió, y le dijo: “Es verdad lo que dices. Es así. Pero yo veo lágrimas en tus ojos. ¿Por qué? porque estás totalmente enamorado del Creador.” El sheikh afirmó: “Así es.” La mujer ‘arif repuso: “Si estás enamorado del Creador, significa que está el Amado y el amante. Es decir, que está Él y estás tú. Si no fuera así, ¿cómo puede uno estar enamorado de sí mismo si piensas que hay uno solo?”
Hay unicidad en la dualidad. Para que la unicidad exista tiene que existir la dualidad.
Allah (swt) ha creado todo en contrastes. Existe el día, y sabemos que el día existe, porque simplemente, sabemos que existe la noche y viceversa.
El hombre y la mujer se complementan y, por unos instantes, se convierten en uno, para que un ser llegue a este mundo: en la dualidad hay unicidad.
Recuerden eso. Y ruego que Allahu Ta’ala acepte vuestro salat, vuestro dhikr, todas vuestras devociones, y recuerden que este es el mes del Profeta Muhammad (saws).
Hay seres que tienen la virtud de amar el salat, entre ellos Hz. Pir Nureddin Al-Yerrahi (ks), que realizaba todas las noches cien rakats.
No sé cuántos de nosotros tratamos de imitar a Hz. Pir (ks). En mi caso tuve la bendición, estando al lado de mi maestro Tosun Baba, de poder realizar, frente a la Ka’aba, esos cien salats en una noche con él.
Los sauditas se morían de ganas de echarnos a palazos porque estábamos haciendo algo inusual, lo cual ellos no aprobaban, pero Alhamdulillah, alguien puso una barrera invisible y no nos molestaron hasta que completamos esos cien rakats.
Hz. Pir (ks) lo hacía todas las noches. Nada más quiero establecer las diferencias.
As Salam ‘alaykum wa rahmatullah wa barakatuh
Sohbet Hajji Orhan Baba. “La importancia del salat. Sobre el Hajj. Hadrat Ibrahim (as).” Sábado 21-4-2018