Bismillahir Rahmanir Rahim.
Adam (as) le pide por favor a Allahu Ta’ala que le muestre el amor a él y era Eva (as). Entonces Allah (swt) le dice: “Por el momento eso no es posible. En el Paraíso no existe la pasión, sólo existe la alegría, la paz, la felicidad de estar en Mi presencia. Para conocer el amor debes descender a otra dimensión.” Adam (as) pensó: “¿En dónde estará el conocimiento del amor?” Y esa es una historia que todos ya conocemos. Tomando la fruta del árbol que lo condena, y también a Eva (as). Ambos descienden a esta dimensión en la que existe la carne, la pasión.
La vida en esta Tierra es como un océano sin orillas, con olas que suben y bajan, momentos de turbulencia, momentos de calma, siempre cambiando. Y vivimos nosotros en el medio de ese océano, el cual llenamos con nuestras emociones positivas y negativas.
En ese océano encontramos un solo método de salvación: que haya un capitán y un bote. Pero por más que miremos aquí y allá, a los cuatro puntos cardinales, no encontraremos ni orillas ni tierras en este océano de la vida.
El bote es Islam. El capitán de ese bote es Hz. Muhammad (saws), y la soga que está allí, para que la tome quien quiera, es el Corán i-Kerim.
Allah (swt) nos da la oportunidad de tomar esa salvación a través del Corán i-Kerim, Su comunicación, Su palabra. Y nos dice en el Corán que nafila e ‘ibadah son las maneras de encontrar esa salvación. Entonces, nosotros, ¿qué es lo que hacemos? Hacemos rezos, devociones adicionales, ayunos adicionales, pero si nos ponemos a pensar un poco ¿A quién ayuda ese rezo adicional y ese ayuno adicional? Y se hace, por supuesto, para el placer de Allahu Ta’ala, pero el beneficio es individual.
La raíz de este árbol es ‘abd. ¿Y qué es ‘abd? El mejor, el primero y el último de todos los ‘abd, es y será Hz. Muhammad (saws), el siervo de Allah (swt).
¿Y cómo uno llega a ser siervo del Creador? El tipo de ‘ibadah que Allah (swt) nos ofrece, para que nos acerquemos a Él de la manera más rápida, es servir a Él a través de Su Creación. En otras palabras, servir a la Creación de Allahu Ta’ala, porque ese es un acto que no tiene egoísmo ni deseo de recompensa, que es lo que sucede cuando hacemos algo para nosotros mismos.
Cuando uno ayuda a alguien que necesita algo, es decir, preparar comida para el que ayuna, acariciar la cabeza de alguien que está triste o llorando, ayudar a cuidar a alguien, a darle comida a quien no tiene, abrazar a un hermano, así se está acercando a Allah (swt).
Ustedes han oído esta historia muchas veces, pero les ruego me permitan repetirla para aquellos que la ignoran.
Cuando Allah (swt) ordena a Hz. Nuh (as) a que comience a entregar Su mensaje a la creación, la tribu lo recibe con total hostilidad: lo torturaban con insultos, le tiraban piedras, insultaban a su familia, rompían sus pertenencias, robaban sus cosas, lo echaban a los lugares a los cuales él solía acudir. Le decían: “Si eres igual a nosotros ¿cómo puedes pretender ser mensajero de Allah?”
De toda la tribu muy pocos había que aceptaron el mensaje de Allah (swt).
Finalmente, aparece un anciano de la edad de Hz. Nuh (as), a quien éste quería y apreciaba muchísimo. Este hombre venía de la mano con su nieto, y cuando se acercó a Hz. Nuh (as) les dijo a todos: “Este hombre (Astaghfirullah, Astaghfirullah, Astaghfirullah) es un mentiroso. Ha venido a presumir a nuestra sociedad. Pretende ser diferente y nos dice que no nos comportamos de acuerdo a las reglas de nuestros antepasados. Aquí está este palo, debes odiarlo y pegarle.” El nieto, obedeciendo a su abuelo, le dio un palazo a Nuh (as), que le provocó una herida en su cabeza y comenzó a sangrar.
Hz. Nuh (as) no esperaba eso. Se dio vuelta, regresó a su casa, y dijo al Creador: “Oh Allah, Tú me has traído a esta tierra a entregar Tu mensaje. Ya los ves, no me creen. Están haciendo mi vida imposible entre ellos. ¿Qué es lo que debo hacer? ¿Alguna vez creerán en mí?” Y Allah (swt) le dice: “No Nuh. Los que creen ya lo hacen, y los que no, no lo harán.” Hz. Nuh (as) agrega un pedido: “Entonces maldícelos.” Allah (swt) aceptó el pedido. Por eso hay que tener muchísimo cuidado con lo que uno pide.
Allah (swt) le ordenó a Nuh (as) que construyera un bote, y le dio todas las indicaciones necesarias para tal construcción. Y así comienza la larga tarea, que se prolongó por años, para construir ese enorme navío, en un lugar muy lejano a los océanos y a las aguas.
Durante años la gente se reía, lo seguía insultando, saboteaba la construcción, y por último, decidieron hacer algo para ofender aún más al mensajero de Allah (swt): comenzaron a usar el bote como baño. Defecaban en el bote.
Así hacían, se reían y demás, y con el tiempo todo eso aumentó considerablemente el mal olor. ¿Pero qué sucede? La gente de la tribu empieza a sentir una picazón que no podían soportar. Estaban constantemente rascándose, no podían dormir, no podían comer, no podían hacer nada. Esa picazón los volvía locos. Pero a pesar de todo esto continuaban yendo al bote a hacer sus necesidades.
De pronto un día, uno de ellos llega al bote, hace sus necesidades, se pone de pie pero resbala con su propio excremento. Y al resbalarse con su excremento y ensuciarse, descubre que eso era como una crema para la picazón. Ésta desaparecía. Así pues, no lo podía creer. Corriendo bajó del bote y fue a contarles a todos lo que había sucedido. Entonces toda la tribu que estaba desesperada fue al bote y, una vez allí, la gente empezó a revolcarse en su propio excremento. Esto calmó y curó la picazón que padecían y dejaron el bote limpio.
Insha’Allah esta hermosa historia, bastante cruda, se grabe en vuestros corazones porque hay hermosas enseñanzas en ella.
Llega el día en que Allah (swt) ordena a Hz. Nuh (as) que reúna por pares a cada uno los animales que poblaban la Tierra. Así comenzó a llenarse el bote con los animales. Hz. Nuh (as) sabía que estaba llegando el momento en que toda la Tierra estaría inundada por las aguas.
El último animal en ingresar en el bote fue el burro.
Ustedes saben cómo es el burro. Se empecina en algo, no quiere moverse, se empaca y se acabó.
Hz. Nuh (as) lo mira, estaba muy impaciente, y no sabía qué hacer para que el burro subiera al bote para cerrar la puerta.
Lo que Hz. Nuh (as) no sabía era que el burro no subía porque el diablo lo había tomado de la cola, para que no tuviera un par de cada uno de los animales. Quería interrumpir el ciclo de lo que Allah (swt) había decretado para Su mundo animal.
Por último, Hz. Nuh (as) le dice: “¡Sube, maldito, de una vez!” El burro oyó la orden, hizo un esfuerzo y subió al bote. Lo que nadie vio fue que el diablo seguía agarrado de la cola del burro. Así, el diablo sube al bote. Y se le aparece a Nuh (as), éste le pregunta enojado: “¿Qué es lo que tú haces aquí? Nadie te invitó. Ciertamente yo no te di permiso para subir. Sé que Allahu Ta’ala tampoco te invitó. ¿Cómo es que estás aquí?” El diablo responde: “El que está equivocado eres tú. Tú me has invitado.” Nuh (as) le dice: “¡No hice eso!” Y el diablo nuevamente replica: “¡Sí, tú me has invitado! No dijiste, acaso, ¿sube, maldito, de una vez?” Nuh (as) le responde: “Sí, pero yo le dije eso al burro.” El diablo le dice: “Sí, pero yo estaba agarrado del burro”.
Cuando las aguas subieron la gente empezó a ver que lo que Hz. Nuh (as) había dicho era verdad. Entre la multitud que estaba mirando el bote se encontraba Canaán, el hijo de Nuh (as), que lo ve desesperado porque él lo quería mucho, y le dice: “Canaán, ¡Ven, ven, sube!” Canaán le dice: “No, no padre, No iré en ese navío. No te preocupes por mí. Subiré a una montaña bien alta, de manera que no me toquen las aguas.”
Hz. Nuh (as), sabiendo que las aguas cubrirían todas las tierras y que no habría montaña más alta que las aguas, se da vuelta e implora a Allah (swt): “Oh Allah, acepta a mi hijo, él es de mi sangre. ¡Sálvalo! ¡Ordénale que suba al navío!” Y Allah (swt) responde: “No Nuh. Él no es de tu sangre, él no es de los tuyos. Los tuyos son aquellos que creen en Mi palabra. Canaán no se encuentra entre ellos”.
El diablo continúa su conversación con Nuh (as) y le pregunta: “Nuh ¿por qué está sucediendo todo esto?” Hz. Nuh (as) le dice: “¿No lo ves? Mi hijo incluso no ha podido subir. Ellos no creyeron en la palabra de Allah, y Allah envía esto como castigo. No creyeron en mí.” Y el diablo dice: “No, el comienzo de esto no se debe a que ellos no creyeron en ti. El comienzo de todo esto que ocurre en el mundo es debido a la arrogancia y envidia.” Nuh (as) le pregunta: “¿Por qué dices eso?” El diablo lo mira y le dice: “Porque si yo no hubiera sentido envidia de Adam y arrogancia, pensando que sabía más que el Creador, y no me hubiera rebelado, nada de esto estaría pasando”.
Allah (swt) nos deja con una pregunta: “¿Qué es el mundo, un lugar sucio, feo, un lugar donde no queremos vivir o es lo opuesto?” Nuestra tradición nos enseña que si el mundo nos impide hacer nuestro ‘ibadah, no nos permite practicar nuestra religión, entonces es un lugar malo. Pero si el mundo causa el efecto opuesto, si nos invita a rezar, si nos invita a practicar nuestra religión, si nos lleva hacia donde están aquellos que creen en el Creador, entonces es un lugar hermoso.
Según esto creo que podemos deducir que nosotros hacemos el mundo en el cual vivimos (Astaghfirullah, Astaghfirullah, Astaghfirullah) a través de la práctica de nuestra religión, de Islam.
Islam no es un lugar donde uno va una vez por semana y se reúne a hacer el dhikr y estar con hermanos. Islam es una forma de vivir. Islam es someterse al Creador, con todo lo que eso significa. Islam es el final del camino, no es el comienzo. La gente dice: “Soy musulmán.” Yo digo: “Insha’Allah. Sí, sí. Porque has hecho la shahada.” Pero en vez de eso diría: “Entré al camino de Islam, porque musulmán seré Insha’Allah al final, si a través de Su regalo y de Su misericordia, desde Su aceptación de mi ‘ibadah, del servicio a la humanidad, Él finalmente Me permite convertirme en Su siervo y que sea, realmente, un musulmán.” Este es nuestro camino.
Hace un año, diez de los que están allí, en esa habitación, estaban en Meca con este faqir. Hajji Husayn y diez de ustedes, once, hicimos el Hajj. Fue una experiencia transformadora. Creo que nos cambió para siempre. Quien dice que regresó y que nada es diferente, es aquel que no hizo el Hajj o que su Hajj no fue aceptado. ¡Alhamdulillah! ninguno de nosotros está en esas condiciones. ¡Alhamdullilah, Alhamdulillah!
Les ruego que cuando tengan un momento de tranquilidad, agradezcan a Allahu Ta’ala, simplemente por permitirnos pronunciar Su nombre, por permitirnos estar en Su presencia, por permitirnos Insha’Allah estar en este camino y tratar de llegar a ser Sus siervos.
La tribu está ahí, allí afuera, del otro lado de la ventana, en la calle, en el resto de la ciudad y en el resto del mundo.
Ustedes están en el bote y lo tienen a Hz. Muhammad (saws) como el capitán de ese bote, y el Corán i-Kerim lo tienen en el corazón cada uno de ustedes.
Alguien con quien estuve hablando los otros días me dijo algo que me hizo llorar de alegría, acerca de un ayat del “Surah Ya Sin”, donde se describe la trayectoria del alma desde el comienzo hasta el final. Insha’Allah yo hubiera sido invitado al Islam de la misma manera que esa persona ha sido invitada. Es mi deseo y mi pedido a Allahu Ta’ala que acepte a esa persona entre nosotros, los musulmanes.
Insha’Allah el día del ‘Id se está acercando y sé que celebrarán con un qurban en casa de Karimah. Insha’Allah les toque un buen día y sea un hermoso pic-nic como uno de los tantos que hemos tenido.
As Salam ‘alaykum wa rahmatullah wa barakatuh.
Sohbet de Orhan Baba – 15 de Mayo de 2008