Ser musulmán

 

Bismillahir Rahmanir Rahim

 

Cierto día, entre los compañeros del Profeta (saws), alguien quería saber lo que era la sinceridad, y a quien le había hecho la pregunta, le respondió: “Déjame que voy a preguntarle a otro.” Y así la pregunta se fue trasmitiendo hasta que, como nadie tenía la respuesta, finalmente le preguntaron al Profeta (saws), y a él, cuando le pidieron que definiera sinceridad dijo: “Voy a preguntarle al arcángel Gabriel (as).” Y el arcángel Gabriel (as), a su vez le preguntó a Allah (swt), entonces Allah (swt) le dijo: “Es un misterio entre los misterios, que he puesto en el corazón de Mis siervos”.

En la antigüedad, un criminal cometió todos los actos más aberrantes que entran dentro de las posibilidades del ser humano. Era tan notoria y terrible su fama, que todos le tenían un miedo absoluto y total. En un momento el alma de ese ser, como todas las almas creadas, sintió la necesidad de pedir perdón. Así pues, llamó a uno de los académicos de Islam, y le dijo: “¿Cómo hago para lograr que Allah (swt) Me perdone?”, el académico le respondió: “Con todos los pecados que has cometido, no tienes ninguna posibilidad, irás derecho al infierno.” Al escuchar esto, el criminal sacó su cimitarra y le cortó la cabeza.

Pero cuando el alma tiene una pregunta jamás nos deja en paz.

El asesino acudió a un santo, y éste le dijo: “No te puedo dar la respuesta, pero déjame tratar de averiguar de qué manera puedes lograr el perdón.” Esa noche, antes de dormir, el santo practicó un rezo especial y realizó la pregunta sobre el perdón de este terrible ser humano. Al día siguiente se reencontró nuevamente con el criminal, quien le preguntó: “¿Qué es lo que me vas a decir?”, el santo respondió: “No voy a decirte nada, nuestro Señor te envía este mensaje, y dijo: ‘Dile a Mi siervo…’.” Cuando el criminal oyó aquellas palabras lo interrumpió: “¡Deténgase, no diga más nada!” El sabio exclamó: “¿Es que no quieres saber el resto de la respuesta?” “No, no, -respondió el malhechor- no quiero saber nada más, para mí es suficiente que Mi Señor me haya llamado Su Siervo. Y eso es todo lo que deseo saber”.

Alguien me preguntó acerca del anhelo. El anhelo no existe si no existe el amor en el alma. Y para que el amor exista éste sólo puede existir en la tierra de la sinceridad.

Con el tiempo el alma del criminal ansiaba el perdón, y este anhelo no lo dejaba vivir tranquilo. Fue entonces a visitar a otro académico, sólo que este académico, además de ello, era un amante de Allah (swt).

Cuando el criminal le contó todo lo que había hecho, el amante se tapó los oídos y dijo: “No me expliques nada más, porque cuando una persona muere, cuando una persona se va al mas allá, tiene tres amigos”:

  • uno que queda
  • uno lo acompaña
  • y otro que va delante de él hacia el Más Allá.

El que queda es la propiedad, las posesiones que quedan en este mundo, e Insha’Allah, causan la felicidad de aquellos que lo heredan. Los que lo acompañan son aquellos que están en el camino con él. Porque en esta vida hay una sola cosa que es segura, y esa es que, así como comenzó esta vida terrenal, así también se va a acabar. Y en algún momento, todos los que estamos de compañeros, en esta búsqueda en la Tierra, Insha’Allah, en el Más Allá vamos a estar juntos. Porque en el Más Allá, Allah (swt) nos promete estar con aquellos a quienes amamos.

El tercer amigo, son las buenas acciones, lo que nos precede, las que van a abrir las puertas del Paraíso. Los malos hechos, en cambio, son los que nos van a hacer entrar en el infierno. Allah (swt) va a pesar en Su balanza divina lo que hemos enviado al Más Allá.

El ser humano ignora el objetivo de su vida. En algún momento todos pensamos: “¿Qué es lo que hago aquí, para qué vine, de dónde vengo, hacia dónde voy?” Sin embargo, ¿alguna vez nos detenemos a meditar sobre ello?

Estamos tan orgullosos de nuestro ser, pero si pensamos un poquito más de dónde salimos, de un coágulo de sangre que se forma en el vientre de la madre. Entonces ¿por qué esa arrogancia? ¿De qué estamos tan orgullosos? ¿Qué es lo que nos hace pensar que somos mejores que un perro sarnoso?

Allah (swt) creó al primer hombre, Adán (as), de los cuatro elementos: tierra, agua, fuego y aire o éter. A su vez nos dividió en cuatro grupos.

El primer grupo consiste en aquellos que adoran a Allah (swt) y es la gente de la Shari’ah, de la Ley Divina. Esa gente cumple con todos los ritos obligatorios del Islam, pero básicamente es la declaración de fe, que es algo que existe en todo lo creado. En algún momento, esa fe se hace conciente, llega a nuestros labios y decimos:

“Ash – hadu an la ilaha illa Allah, wa Ash-hadu ana Muhammadan  Rasulullah”.

Una vez que estas palabras son pronunciadas: “Oh Allah (swt), sólo Tú existes y Muhammad es Tu siervo y mensajero”, son estrictamente una promesa, una declaración que tiene solamente que ver entre el que la pronuncia y nuestro Señor. Es decir que, si alguna vez rompemos esa promesa, rompemos una promesa que le hicimos a Allah (swt).

Luego están los cinco rezos diarios, el Hajj, el peregrinaje una vez en la vida, el mes de ayuno de Ramadán, el zakat, la caridad obligatoria de aquellos que tienen hacia los que necesitan, la ablución que nos purifica para estar frente al Señor. En este grupo el elemento predominante es el éter.

El segundo grupo pertenece al grupo de los ascetas. Aquellos que continuamente recuerdan a Allah (swt), que se preocupan si se olvidan de Él. Son aquellos que alcanzan sus estados espirituales sin la ayuda de un guía espiritual o de un camino. Entonces esa estación espiritual es estrictamente una recompensa que Allah (swt) les envía por sus esfuerzos.

Dentro de la religión islámica hay dos grandes ramas: Sunnitas y Shiítas. Dentro de los Sunnitas hay cuatro grandes escuelas de leyes canónicas. A todos los musulmanes se les recomienda que pertenezcan a una de estas escuelas, y dentro del Shiísmo, algo similar existe.

A uno de los santos musulmanes, Mansur Al-Hallaj (ks), muy famoso por la manera en que vivió y la manera en que murió, le preguntaron a cuál de las escuelas pertenecía, y respondió: “A ninguna, pero he tomado lo más difícil de cada una y eso es lo que practico”.

Esto se puede equiparar a la pregunta que le hicieron una vez a un santo: “¿Cuándo uno pierde la ablución?” Es decir, cuándo uno pierde el estado de pureza que debemos tener para poder hacer los rezos. Y el santo le preguntó: “¿A qué te refieres? ¿Cuando tú pierdes la ablución o cuando yo pierdo la ablución?”. El creyente pensó que no existía ninguna diferencia, y le dijo: “¿No es para todos lo mismo?” El santo le dijo: “No, tú pierdes la ablución cuando vas al baño, cuando tienes relaciones íntimas, durante la noche, cuando pierdes sangre”. Y el creyente le preguntó: “¿Y usted cuándo pierde la ablución?”  El santo le dijo: “En cada momento en que me olvido de Allah (swt)”.

En los ascetas el elemento que predomina es el agua, porque el agua es pura y ellos son puros.

El nivel más elevado es el nivel de los amantes. Es el nivel de los Santos y los Profetas. Es el nivel de aquel que, al descubrir el amor por Allah (swt), primero hizo todo lo que Allah (swt) decía que lo satisfacía, porque lo amaba. Y cuando se dio cuenta de que Allah (swt) lo amaba, le entregó su corazón para que no quedara nada que lo pudiera separar de Su amado.

Cuando hacemos nuestra declaración de fe decimos: “Muhammad Abduhu”, siervo, y luego decimos mensajero. El estado de servidumbre es el más alto que ha logrado un ser humano, ser un siervo. Si alguna vez comprendemos el significado de eso, el resto de lo que ocurre, como dije antes, deja de tener relevancia.

Eso es ser musulmán. Eso es lo que buscamos. Ser siervos de Allah (swt), nada más ni nada menos. Eso es Islam. Islam es el final del camino y no el comienzo. Islam es sumisión.

Por eso el elemento de los amantes, aquellos que tienen ese estado más elevado, es el de la tierra, el de la arcilla. Porque uno la toma, la modela y hace lo que quiere con ella, tiene total sumisión. La arcilla no se puede negar a nada. La arrojamos al agua, se disuelve; la arrojamos al fuego, se endurece. El viento la seca. Está totalmente sometida. La arcilla es musulmán. La arcilla es el elemento preponderante en los amantes, aquellos que se han convertido en siervos de Allah (swt).

Ruego que Allah (swt) nos dé esa bendición a todos y a cada uno de nosotros. Uno debe trabajar en este mundo por el tiempo que va a estar en él. Y trabajar para el Más Allá, por el tiempo que va a estar en el Más Allá.

As Salam ‘alaykum wa rahmatullah wa barakatuh.

 

Sohbet de Hajji Orhan Baba. “La sinceridad en este camino.” 2-05-2009