NACIMIENTO DEL PROFETA BENDITO (SAWS)

Bismillahir Rahmanir Rahim
En el Nombre de Dios Clemente Misericordioso

La noche del 12 de Rabi’u-l’Awwal marca el aniversario del nacimiento de nuestro Profeta Muhammad (saws).

Esta noche es llamada Laylat al-Mawlud.


 

Fue durante la mañana de un lunes que nació nuestro Maestro, el noble Mensajero. Su migración desde la Meca, su arribo a Medina, su revelación final, su ascensión y la conquista de la Meca, todas esas cosas sucedieron en un día Lunes. También fue en un lunes que partió hacia el honor del mundo de la eternidad.

El nacimiento de nuestro Maestro, el noble Mensajero, ocurrió durante la mañana del Lunes, el 12 de Rabi u-l’Awwal, que coincidió con el 20 ó 21 de Abril. Es por eso que las lluvias de Abril siempre fueron benditas, refrescantes y una causa de prosperidad. En la víspera del nacimiento de nuestro Maestro, La Kaaba se partió en dos. Este suceso aterró a los Quraysh y ofrecieron muchas explicaciones. Algunos de ellos sugirieron que se debía al hecho de que el padre de la venerable Amina se había ido al mundo eterno esa noche. Porque Wahb ibn Abd Manaf, el abuelo materno del venerable Mensajero, era una figura reverenciada entre los Arabes. La noticia de su muerte se estaba difundiendo en la Meca en la víspera del nacimiento del Profeta.

Mientras los Quraysh se involucraban en estas discusiones, oyeron una voz que venía del interior de la Kaaba, diciendo: “Oh tribu de Quraysh, La Kaaba no es la causa de la muerte de nadie. Sin embargo, Muhammad ibn Abdullah, la luz de este mundo, la gloria del Más Allá, el cordero del Paraíso, está a punto de emerger del vientre de su madre. Es el más noble de los Mensajeros, y limpiará la Kaaba que los politeístas han contaminado con sus ídolos, dioses falsos y transgresiones blasfemas. Limpiándola de sus errores y abusos, restaurará mi belleza a su resplandor anterior y me llenará con la luz de la fe. Me convertirá en la dirección hacia la cual se vuelven los hombres cuando oran, y su comunidad vendrá de lugares distantes para hacer peregrinajes anuales hacia mí, la Kaaba”. Así, la Kaaba misma habló a los Quraysh que oyeron decir a su voz: “Ahí está el honor por cuya razón me partí en dos”.

En la víspera del nacimiento de nuestro Maestro, Allah dio esta orden a Sus ángeles: “¡En la mañana en que nazca mi bienamado, debéis abrir todas las puertas del cielo, embellecer el Paraíso, abrir todos los niveles del Paraíso y las puertas de sus ocho jardines!”

Ese día el sol brilló más resplandeciente que en otros días. Su brillante resplandor iluminó el mundo entero para que toda la gente de la tierra pudiera regocijarse dándose cuenta de la noble llegada de la Luz Primordial, el venerable Muhammad Mustafá.

La venerable Amina dice: “Estaba a punto de dar a luz a mi Muhammad. No había nadie conmigo, ni hombre ni mujer. Mi suegro, Abd al-Muttalib, se había ido a circunvalar la Kaaba. Se me apareció algo extraño y atemorizante. Oí una voz y sentí temor, luego apareció un pájaro blanco y acarició mi pecho. El temor me abandonó. No sentí rastro de dolor, pena, incomodidad o temor. Me dieron una taza de refresco blanco. Cuando bebí ese refresco mi corazón se llenó de un espléndido resplandor. Había alcanzado una dichosa felicidad. Luego vi un grupo de jóvenes mujeres, altas, espigadas y extremadamente bellas, que eran extranjeras a la Meca. No eran las hijas de Abd Manaf, aunque se parecían a ellas. Me rodearon mientras yo pensaba para mí misma, ‘no hay nadie en la casa, ¿de dónde pueden haber venido esos seres?’ Una de ellas me dijo, ‘Yo soy Eva, la esposa del venerable Adán’; otra sonrió mientras decía: ‘Yo soy Sarah, la esposa del venerable Abraham’; Una tercera también sonrió mientras decía: ‘Yo soy María, madre del venerable Jesús’; y una cuarta dijo afectuosamente: ‘Yo soy la esposa del Faraón, Asiya, la que creyó en el venerable Moisés. Las demás son las huríes del Paraíso’. Ellas dijeron: ‘Hemos venido a ofrecer nuestros respetos y alabanzas al noble Profeta que está por aparecer’. A cada momento el ruido y la conmoción se hacían mayores y más intensos, sin embargo me había abandonado todo temor. Se hizo descender una cortina de seda blanca del cielo. Esa poderosa cortina me ocultó de los jinn. Los pájaros llegaron en bandadas; sus picos eran de verdes esmeraldas y sus alas de rubíes. Se me acercaron hasta que sus picos y sus alas tocaron mi pecho. Fue como si me hubieran estado besando. Luego volaron alrededor mío. El Exaltado levantó el velo de mis ojos y me mostró el universo entero. Vi el mundo entero, este y oeste. Trajeron tres nobles estandartes, plantando uno de ellos en el este, uno en el oeste y el tercero sobre la Kaaba. Vi hombres en el cielo. Se movían a través del espacio llevando cuencos y jarros enjoyados y recipientes de oro. En ese momento, mi Muhammad nació fácilmente y sin dolor. [Que Allah bendiga a nuestro Maestro Muhammad y a la familia y los compañeros de Muhammad, y les dé paz.] Miré y vi que sus ojos ya estaban ungidos con colirio, que su cordón umbilical estaba cortado y que ya estaba circuncidado. Envuelto en un chal blanco, apoyó su cabeza bendita sobre el piso en postración, levantó el dedo índice de su bendita mano derecha y ofreció una oración de súplica a Dios, Glorioso y Exaltado es Él”.

“Cuando me incliné y escuché, oí que le oraba a su Señor y Creador, diciendo con esa boca pequeñita, ‘Atestiguo que no hay dios sino Allah, y que yo soy el Mensajero de Allah. Allah es de lejos el más grande y alabanza debida a Allah en abundancia, Gloria entonces a Allah, mañana y noche. Oh Allah, mi Comunidad, mi Comunidad’ ”.

En otro relato, Safiya bint Abd al-Muttalib dice: “Cuando entré a la habitación de Amina esa noche, aún no había dado a luz, pero había aparecido una luz. Nos bañó a nosotras y a la habitación entera. Fui testigo de seis signos: primero, él se postró en el momento en que nació; segundo, alzó su cabeza de bebé y dijo muy claramente: ‘la ilaha illah wa-inni rasulu-llah’[1]; tercero, un magnífico resplandor era aparente; cuarto, cuando intenté lavarlo, una voz me dijo: ‘Oh Safiya, no te preocupes, ya lo hemos lavado y dejado limpio; quinto, nació ya circuncidado y con su cordón umbilical ya cortado; sexto, cuando estaba por envolverlo, vi que ya estaba envuelto en una tela de seda con un sello en la espalda. Inscriptas en el sello estaban las palabras: ‘Tabahbah ya lahyay Muhammad; anta haysurun tawajjah  haythu shi’ta innaka mansurun; la ilaha illah-llah; Muhammadun rasulu-llah’[2]”.

“Cuando se postró, vi que sus labios se movían. Puse mi oreja junto a su boca bendita y oí que le rezaba su Señor: ‘Mi Comunidad, mi Comunidad’ ”.

Sheij Muzaffer Okak (qs) – Irshad II

[1] “No hay dios sino Allah y yo soy el Mensajero de Allah”.

[2] Abríos completamente, fauces de Muhammad; tú eres un león, dondequiera que te dirijas, eres victorioso; no hay dios sino Allah; Muhammad es el Mensajero de Allah.