La Vía Mística

 

Bismillahir Rahmanir Rahim.  

 

El Sufismo está basado en el Coran-i-Kerim y en la Sunnah del Profeta (saws).

Es la Vía Mística, el camino espiritual llamado Tariqah, el Sendero Recto que es el más corto y directo camino de retorno a Allah (swt).

Consiste en reconocer conocimiento y acción, como aspectos igualmente necesarios. Apunta a eliminar los obstáculos de orden personal y a purificar el carácter de sus defectos.

Es un camino en el que la purificación consiste, ante todo, en limpiar el corazón de todo lo que no sea Allah (swt), que comienza por la fusión del corazón en la mansión de Allah (swt), y acaba por la total aniquilación en Él.

Sin embargo, este punto al cual se llega no es más que un comienzo. Lo que precede, el proceso de purificación y sus etapas, no son más que la antecámara.

Cuando el místico llega a ese estado, contempla a los ángeles y a los espíritus de los Profetas y los santos, oye sus voces y recibe el beneficio de sus consejos. A ese estado, el de la visión de la imagen y los símbolos, los siguen otros estados inefables, imposibles de describir con la palabra.

Los místicos llegan así a una proximidad que, para algunos, podría ser casi la inherencia o fusión del ser en el Océano del Amor Divino y, para otros, es la Unión o identificación y la Unión íntima.

Hemos dicho anteriormente que estos estados espirituales no pueden ser descritos con la palabra, por ende, aquel que no ha tenido el privilegio de la gustación, no conoce de la realidad de la profecía más que el nombre.

Quien transita el camino experimenta estados de éxtasis semejantes. Y aquél que no los ha experimentado aún, puede, frecuentando a los místicos, recoger directamente su testimonio, cuyo contexto le dará plena certeza; o bien, asistiendo a sus sesiones, beneficiarse con su fe.

Dijimos al principio que la Vía Mística es reconocer conocimiento y acción como igualmente necesarios.

Ahora bien, el conocimiento es la verificación a través de la prueba. La degustación es el conocimiento íntimo del éxtasis y la fe que, fundada en la conjetura, es la aceptación de los testimonios escritos (Corán i-Kerim), orales (Hadices y obras de los santos) y los de la experiencia personal.

Estos son los tres grados mencionados en el Sagrado Corán:

“Allah elevará en un grado a los que de vosotros crean y a los que han recibido el conocimiento.” (58: 11)

Hemos mencionado la realidad de la profecía. La sustancia del hombre, en su naturaleza original, ha sido creada vacía, simple, sin conocimiento de la pluralidad de los mundos de Allah (swt), que sólo el Altísimo puede conocer.

El ser humano no entra en relación con el mundo sino mediante la percepción, destinada a permitirle esa toma de contacto con el mundo de los seres, es decir: el mundo inteligible, el mundo de las formas y las dimensiones.

El primer sentido es el del tacto. Gracias a él, se percibe lo caliente y lo frío, lo húmedo y lo seco, lo liso y lo áspero. En cambio, los colores y los sonidos se le escapan: no existen para el tacto. Y así sucesivamente, hasta que finalmente adquiere el gusto.

Luego de esta etapa, franquea los límites del mundo de los sentidos, gracias al discernimiento que adquiere alrededor de los siete años de vida. Luego llega el intelecto, que le permite captar lo que es necesario, posible e imposible, y lo que no habría percibido en las etapas anteriores.

Más allá del intelecto se extiende otro dominio, otra facultad nueva de visión que permite ver lo que está oculto, lo que ocurrirá en el futuro y de muchas otras cosas, tan extrañas al intelecto como lo son los conocimientos racionales respecto del discernimiento y la percepción de los sentidos.

Muchas veces sucede que personas que han permanecido en la etapa del intelecto niegan, aduciendo inverosimilitud, lo que es transmitido por los Profetas a través de esa facultad suprarracional. Al no poseerla niegan su existencia de la misma manera que un ciego de nacimiento, que jamás ha oído hablar de las formas y los colores, negaría su realidad si de pronto alguien le relatara su existencia.

Allah (swt) nos ha hecho inteligibles estas dificultades dándoles a Sus criaturas, con el sueño, un ejemplo de las propiedades proféticas. Quien duerme, muchas veces tiene sueños premonitorios, a veces transparentes, a veces simbólicos.

Ahora bien, si tuviéramos que explicar a alguien que nunca haya tenido una experiencia personal de soñar, y uno le describiera esa vivencia diciéndole que hay personas que caen en letargo, pierden la conciencia, la sensibilidad, el oído, la vista y que perciben lo invisible, negarían ese cuento increíble aduciendo lo siguiente: “Las facultades sensibles son los factores de la percepción; ¿cómo es posible que aquel que no perciba ciertas cosas en estado de vigilia, las perciba mientras duerme?”

Sabemos, sin embargo, que esto es una realidad y que los sueños existen en otra dimensión, diferente al estado de vigilia.

De la misma manera que el intelecto nos permite elevar el nivel de adquisición de conocimientos, los Profetas, a quienes Allah (swt) ha otorgado ese “tercer ojo”, pueden acceder a la dimensión suprarracional, a aquello que es invisible al intelecto.

Hay otras propiedades de la profecía, las cuales son percibidas a través de los estados experimentados en la Vía Mística.

Recordemos que la facultad llamada conocimiento suprarracional podría llegar a ser comprendida intelectualmente, explorando lo explicado anteriormente con respecto al sueño.

Cuando hablamos de otras propiedades de la Profecía que pueden ser percibidas parcialmente a través de la experiencia en la Vía Mística, no podemos ofrecer ninguna prueba.

El camino de retorno a Allah (swt) en vida consiste en la oración, las devociones, el amor por el Creador y el servicio para con Su Creación.

El derviche ruega para que, en Su Infinita Generosidad, Allah (swt) nos regale la experiencia de aquellos seres que gozan de Su Cercanía.

Sabemos que ese sentimiento llamado amor, es el resultado de la inclinación del corazón a todo aquello que encontramos placentero y delicioso a nuestra naturaleza. Cuando esta condición se asienta y crece en intensidad, la llamamos el Poder Soberano del Amor, pues domina cada fibra de nuestro ser.

El amante en ese estado sacrifica todo, absolutamente todo por su Amado. Aquel que toma una actitud diferente no puede conocer la intensidad del amor al que nos referimos.

Zulayka, la esposa de Putifar, era increíblemente hermosa. Por amor a Yusuf (as) destrozó la botella de la modestia, la vergüenza, y sacrificó su riqueza, su propiedad, su status, su honor y buen nombre por ese amor. Su fortuna consistía en setenta camellos cargados de oro, plata, diamantes, perlas y esmeraldas, palacios, sedas, etc.

Veía a Yusuf (as) en las estrellas e imaginaba su nombre escrito en la luna y el sol. Compensaba con joyas y oro a quien le traía noticias de él, o si le comentaban que lo habían visto.

Zulayka estaba en realidad enamorada de Allah (swt). La Verdad Divina se había manifestado a ella a través de Yusuf (as).

En realidad, todo lo que es amor está relacionado y se refiere al Verdadero Amado. Aquel que es sabio no se detiene en el amor metafórico y, tarde o temprano, obtiene el verdadero amor.

Zulayka lo sacrificó todo por amor a Yusuf (as), y su juventud y belleza fueron restauradas por pedido de él cuando la encontró deambulando por las calles, años más tarde.

Allah (swt) acudió a su pedido y se casaron. Zulayka alcanzó en ese momento la dimensión, el objetivo real de Su amor, y comenzó a dar excusas a Yusuf (as) para no compartir su lecho.

Ante la insistencia de Yusuf (as), ella replicó que el último velo que la separaba de Su Creador había sido removido y que cuando un corazón está lleno de amor por Allah (swt), no queda lugar para ningún otro.

Esto es Islam, esto es el Sufismo.

 

As Salam ‘alaykum wa rahmatullah wa barakatuh.

 

Sohbet de Hajji Orhan Baba. “Acerca de Sufismo e Islam.” 02-10-2009