Una historia sobre el amor.

 

Bismillahir Rahmanir Rahim.

Ustedes saben que aquí, en invierno, el mes de febrero es muy frío.

Y esta historia ustedes la han oído en muchas oportunidades, pero para aquellos que no lo han hecho pensaba mencionarles que, en enero de mil novecientos setenta y cinco, mi esposa y este faqir, vivíamos en una granja situada al noroeste del estado de New Jersey. Una granja en la que seguí las enseñanzas de Gurdjieff.

En una oportunidad le pregunté, a quien era el maestro, cuándo comenzaba él a hablar de amor. Él me miró y sonrió y me dijo: “Nunca, eso no es parte de nuestra enseñanza”.

Luego de escuchar esto supe que mis días estaban contados en ese lugar, porque no podía concebir un camino hacia el Creador que no incluyera amor.

Enero y febrero son meses de extremo frío en esta zona del mundo.

Mi esposa y yo compartíamos una casa, entre las muchas que había en esa granja, con otra pareja. En ese lugar había una biblioteca como la que tengo aquí. Ya había decidido irme. Pero entre los libros que encontré, apareció uno llamado “Los sufís”, escrito por Idries Shah. Este libro cambió mi destino, no lo sabía en ese momento, por supuesto.

Cuando comencé a leerlo le dije a mi esposa Kevser: “Quiero encontrar a quienes practican este camino”.

Les repito, era el año mil novecientos setenta y cinco, un día muy frío. Un tiempo después tuvimos que dejar la granja porque mi esposa estaba por traer al mundo a mi hija Kadriye. Fue el último día que residimos en esa granja.

Yo quería encontrar a los sufís, quiénes eran los sufís, dónde estaban y demás.

Tenía un trabajo que me permitía conocer muchos lugares diferentes de Estados Unidos, entre ellos California. La compañía me transfirió a California, en mil novecientos setenta y cinco, dos o tres meses después de que Kadriye llegó al mundo.

Así pues, viajamos a California y busqué a los sufís por todos lados. Allí apareció un grupo llamado “Sufis of de west”.

Desde temprana edad, en mi adolescencia sabía que, el día que encontrara el camino que yo debía seguir, simplemente lo iba a saber. Nada más, es la única manera en que puedo describirlo.

Después apareció otro grupo. Pedí una cita, llegamos, entré a un lugar que era muy pequeño. Me senté en un sillón, me pidieron que esperara. Pasó media hora, cuarenta y cinco minutos, una hora, y nadie salía a decir: “Hola. ¿En qué puedo ayudarlos?” Era una actitud muy extraña, así que me levanté y me fui.

Repito, siempre buscando la señal que indicara que el amor era la esencia de esa enseñanza.

Pasó el tiempo, la compañía para la cual trabajaba me transfiere nuevamente a New Jersey, y aquí trabajé en mil novecientos setenta y nueve. Quería, simplemente, encontrar a los sufís y le escribí a Idries Shah, para que me permitiera ir a visitarlo, aunque él nunca me contestó, y lo entiendo porque él era una persona muy ocupada, y si debía responder a  cada uno de aquellos que leía sus libros, no hubiera podido escribir. Entonces, era más importante escribir que atender a aquellos que como yo tenían preguntas basadas en curiosidad.

En un libro que publicó Nur Baba, un Sheikh de aquí, de New York, uno de los primeros khalifas de Muzaffer Efendi (ra), encontré la dirección del dergah de Spring Valley.

Allí fui, creo en enero o febrero de mil novecientos ochenta, había hablado antes con Yamila Baci, pregunté si aceptaban familias, y me respondió que sí. Me invitó para ir un día sábado.

Cuando llegué, abrí la puerta y allí mismo supe que ese era mi camino. Es la única manera en que lo puedo describir.

Tuve la bendición de conocer a Idries Shah un tiempo más tarde, en San Francisco, en una conferencia que él dio. Pero mi corazón había sido atrapado por Muzaffer Efendi (ra) y sus Yerrahis dervishes.

Ustedes se preguntarán por qué estoy relatando estos temas que son, nada más autobiográficos y cuál es la conexión.

Hoy los cielos están de fiesta porque un niño, allí en Salta, dio la shahada, el hijo de nuestra hermana ‘Aisha.

Salman hoy dio ese paso. Tiene trece años. Es algo increíble.

Suleyman Baba me ha pedido que eligiera un nombre para ese niño. Yo le dije que era responsabilidad de él, que le preguntara a su corazón cuál era el nombre que el niño debía tener como musulmán. Y eligió Salman.

El nombre Salman significa feliz, bendito, en árabe. Es un muy hermoso nombre. Y, sin ninguna duda, es bendito en este momento porque los ángeles en el cielo están celebrando su entrada a Islam.

Y esto me recordó mucho la historia de uno de los compañeros más íntimos del Profeta Muhammad (saws), Salman Al-Farsi (ks).

Quería hablar un poco de eso, porque Salman Al-Farsi (ks) fue el primer persa en convertirse a Islam. Pero su conversión no fue algo que sucedió en un momento.

Él nació en Persia, de un padre muy pudiente, que tenía campos y demás. Era jefe del pueblo en donde ellos vivían. Quería que su hijo se convirtiera en un prelado de la religión de la antigua Persia. La religión de los zoroastrianos que adoraban el fuego y la relación de éste con la luz.

Él se llamaba Ruzbeh entre los persas. Su padre quería que estuviera dedicado a la religión. Él fue estudiando y ascendiendo en la jerarquía de los zoroastrianos.

Un día su padre le pide que vaya a ver sus campos, y él sale y pasa delante de una iglesia cristina. Ruzbeh desconocía la existencia de alguna otra religión. Entonces se detiene, y escucha de lo que estaban hablando. Decide entrar. Su corazón se transformó. Quería conocer los que la religión cristiana predicaba.

De regreso a su casa le manifestó a su padre que no creía más en el fuego y que deseaba ser cristiano. Su padre se enojó muchísimo, le puso cadenas en los pies y no lo dejaba salir de la casa.

De alguna manera Ruzbeh le envió un mensaje a los cristianos pidiéndoles que si ellos conocían de alguna caravana que fueran hasta otros lugares cristianos le avisaran porque él quería irse.

Al poco tiempo le avisan que había una caravana que iba a Irak. De alguna forma logró escaparse, y el poco dinero que tenía se lo dio a quienes dirigían la caravana, y así llega a Irak.

Por unos cuantos años se dedica a estudiar cristianismo en el norte de Irak, en Mosul.

Buscaba trabajo para poder pagar su estadía y además vivía en las iglesias.

Finalmente conoce un prelado en el pueblo de Amuriyya. Este prelado le dice que según las escrituras un  profeta nacería en Arabia, y que viviría en una ciudad con muchas palmas datileras.

¿Por qué estoy relatando la historia de Salman Al-Farsi (ks)? Porque todos nosotros acaso ¿somos árabes? O si tenemos sangre árabe no lo sabemos. Yo sospecho que en mi familia hay algo de sangre morisca, porque estuvieron cientos de años en España, pero no estoy seguro de ello. Así que todos nosotros somos un poco farsis, como lo fue Salman.

Él era un persa entre los árabes.

Cuando oye hablar de la historia de este profeta, al poco tiempo, el monje cristiano muere. Pero él deseaba llegar a Arabia Saudita para conocer al profeta.

Tras todo esto se contacta con una caravana que iba hasta el Hiyaz, él quería llegar hasta Meca, les da el poco dinero que tiene, emprende el viaje en ella, pero la gente que dirigía la caravana lo traiciona y lo vende como esclavo a un judío que vivía en el norte de Arabia Saudita.

Un familiar de este judío ve trabajar a Salman en la granja de quien era su dueño, ve que su desempeño era muy bueno y le pide que se lo venda a él. Éste se lo lleva a Yathrib, viejo nombre de Medina.

Salman Al-Farsi (ks) continúa trabajando como un esclavo, por años, esperando la llegada de Hz. Muhammad (saws).

El viejo monje de Amuriyya le había dicho que vería tres señales en este profeta. Una de ellas era que aceptaba regalos, otra, que no aceptaba sadaqah, y la última señal de la profecía la tendría entre los omóplatos.

Un día llega, y estaba trabajando en la copa de la palmera, bajando dátiles, y llega otro familiar del dueño de Salman Al-Farsi (ks), y le comunica que había llegado alguien que decía que era el profeta de los árabes, y le dice también el lugar en donde se encontraba.

Hz. Muhammad (saws) estaba en Quba en ese momento.

Ustedes que tienen la bendición, Insha’Allah, de hacer el Hajj sé que estarán en Medina por poco tiempo, pero Quba está situada en las afueras de Medina, y fue el primer lugar donde el Profeta (saws) llegó, y descansó.

Había un pequeño oasis de agua, y el bendito camello hembra del Profeta (saws) bebió en ese oasis.

En aquella época las mezquitas estaban hechas de tres paredes y el techo de hojas de palmera. Y allí en Quba se construyó la primera mezquita.

Dicen que si uno toma ablución en esa mezquita y hace dos rakats eso equivale a un ‘Umra. Si tienen el tiempo y el deseo, cuando estén cerca, quizás consideren ir a visitar ese lugar. El lugar está a dos kilómetros de la Mezquita del Profeta (saws).

Salman Al-Farsi (ks) al oír eso se puso tan ansioso que tenía miedo de caerse, pues se enteró que el Profeta (saws) había arribado a Yathrib. Le pide entonces permiso a su dueño para ir a visitar al Profeta (saws), y la respuesta que recibió fue una tremenda trompada en el rostro.

Esa noche, cuando ya todos se habían ido a dormir, él toma unos dátiles de los que había recogido y se dirige a Quba caminando, y lleva consigo los dátiles para dárselos al Profeta (saws). Al llegar le dice al Profeta (saws): “Toma estos dátiles, porque sé que has llegado y quienes te acompañaron están necesitados de todo tipo de ayuda. Esta es mi caridad para ellos.” El Profeta (saws) lo miró, recibió los dátiles, los repartió entre sus compañeros pero él no comió ninguno. Salman Al-Farsi (ks) luego de esto fue a su casa.

A la noche siguiente hizo lo mismo. Al volver donde el Profeta (saws) le dijo: “Esto es un regalo.” Esta vez el Profeta (saws) comió los dátiles.

Estas historias tocan el corazón, cuando vemos cómo Allah (swt) elige a Sus siervos, a los que permite rezar y regresar a Él.

Este sohbet está dedicado a ese niño, a Salman, allí en Salta, y a todos y cada uno de ustedes. Porque todos somos, de alguna manera, persas, por el hecho de que no somos árabes y, sin embargo, Él nos ha invitado a este camino para poder adorarlo, para tratar de acercarnos a Él con nuestras devociones y nuestro deseo de, Insha’Allah, poder estar en el Más Allá con aquellos que Lo han amado y han sido nuestro ejemplo en este mundo. Salman Al-Farsi (ks) está entre esa gente.

Ustedes, los que van al Hajj, estarán caminando en esas tierras sagradas. Estarán haciendo lo que hizo Hz. Muhammad (saws), imitando el ejemplo de Hz. Ibrahim (as), porque eso es lo que significa el Hajj.

Hz. Salman Al-Farsi (ks) sirvió a Islam. Al respecto relataré una anécdota más.

En cierto momento, en la célebre batalla del Foso, de la Trinchera o batalla de Ahzab, en el año 627 (DH), se reúne un enorme ejército de gente que quería destruir a Islam.

El Profeta (saws) estaba preocupado porque la parte norte de la ciudad de Medina estaba débil como para defenderse, y ellos eran muy pocos para enfrentarse a un ejército que contaba con miles y miles de guerreros.

A todo esto Hz. Salman Al-Farsi (ks) propone: “¿Por qué no hacemos un pozo?” Y pasa a describirle la idea a Hz. Muhammad (saws), a quien le pareció muy buena, puesto que era algo que los árabes no conocían. No tenían ni el menor concepto de ese tipo de defensa.

Hz. Muhammad (saws) decide hacer un foso que debía tener cinco mil metros de longitud, por nueve metros de ancho, y siete metros de profundidad.

Ahora bien, piensen que estos eran apenas unos pocos cientos de hombres y que tenían herramientas rústicas, que usaban para cavar y cultivar la tierra. De todos modos, haciendo dhikr se dispusieron a abrir este pozo.

Pero cuando llega la tribu de los Quraysh, asociados a otras que querían terminar con los musulmanes, se encuentran con el foso, y no pudieron atravesarlo, no podían hacer nada.

Y así fue como, luego de un largo asedio, los musulmanes se salvaron de ser aniquilados. Gracias a la sugerencia de Hz. Salman Al-Farsi (ks). Luego de esto él continuó sirviendo a Islam constantemente.

Vivió muchos años, no se sabe exactamente a qué edad murió. Algunos dicen que en el año 656 de la era cristiana, otros piensan que vivió un poco más.

A la edad de ochenta y ocho años él se aisló de todo el resto, porque no podía soportar quedarse donde había estado Hz. Muhammad (saws).

Pero cuando Hz. ‘Ali (ra) se convierte en el cuarto khalifa de Islam, él se llenó de alegría y se puso a su disposición.

¿Por qué él es tan importante y por qué quería tanto a Hz. ‘Ali (ra)? Lo quería, simplemente, porque Hz. Muhammad (saws) lo amaba tanto.

En una oportunidad, esto mucho tiempo antes, se encontraban en la mezquita, y la gente quería saber de dónde venía Salman Al-Farsi (ks), entonces cada uno empezaba a decir de qué tribu provenía. Finalmente se dan vuelta y le preguntan a él de dónde era, a qué tribu pertenecía. Y él les dijo: “Yo soy de la tribu de Islam, de los hijos de Adam”.

Años después, Hz. ‘Ali (ra) le pide que sea gobernador de una zona llamada Al-Mada’in, cerca del centro de Irak. Fue una ciudad importante a través de los siglos. Falleció al poco tiempo de ser nombrado gobernador, y dicen que su cuerpo está enterrado allí, donde hay una mezquita que lleva su nombre. Otros dicen que el cuerpo no está allí. Pero lo importante es que Hz. Salman Al-Farsi (ks) nos dejó su ejemplo para que nosotros lo imitemos.

No sé si alguno de ustedes, repito, tiene sangre árabe, pero diría que el noventa y nueve por ciento de nosotros somos como fue Salman Al-Farsi (ks), como también fue Hz. Uways Al-Qarani (ks).

Otra anécdota está relacionada con el momento en que estaban cavando el foso, y llegan a una roca enorme, de color blanco. Querían quebrarla y no podían, necesitaban sacarla para que no se convirtiera en una suerte de puente para los atacantes.

Finalmente llega Hz. Muhammad (saws) pide que mojen la roca, y diciendo: “¡Allahu Akbar!” con una especie de pico le pega y una tercera parte se deshizo.

Hz. Muhammad (saws) se da vuelta y dice: “Allah nos acaba de entregar Jerusalén”. Él estaba hablando del futuro. Pide más agua para mojar la roca, le da otro golpe diciendo: “¡Allahu Akbar!” Se deshace otra tercera parte de la roca, y dice: “Allah nos acaba de entregar Persia”. Y así pide otro poco más de agua, golpea la roca con el pico, diciendo: “¡Allahu Akbar!” Otra tercera parte de la roca se deshace, y dice: “Allah nos acaba de entregar Yemen”.

Yemen tenía una importancia particular en aquella época porque era el puerto de las especias. Allí llegaban todas las especias que provenían del norte, pasaban por la Península Arábiga, llegaban a Yemen y de ahí iban hacia la India. Existía un comercio de muchísima riqueza entre la India y la Península Arábiga en aquella época.

Ruego que la enseñanza, el ejemplo, el compromiso de Hz. Salman Al-Farsi (ks) para todos y cada uno de nosotros en nuestro camino de regreso al Creador. Y ruego, Insha’Allah, que ese niño, por quien los cielos están de fiesta, se convierta en una luz para todos los sedientos como nosotros que deseamos llegar a Allahu Ta’ala.

Bienvenido Salman, un enorme abrazo, me alegro muchísimo de que hayas hecho la shahada. Y ruego que Allah (swt) te ayude a vos y a tu bendita familia, aquí y en el Más Allá.

Algunos de los que irán al Hajj lo harán por segunda vez, así que saben de lo que hablo. Es una experiencia que no puede ser descripta con palabras. Es un antes y un después en la vida de los seres humanos.

Mi sugerencia para esto es que todas las noches, cuando vayan a dormir o temprano en la mañana, lean el Corán i-Kerim y le pidan al Creador que los ayude a pasar esta prueba con éxito, agradeciéndole la generosidad que Él ha tenido en invitarlos a ir a Su casa terrenal.

El hajji, durante todos esos días, es como un ser que está muerto. Es decir, que vamos con la intención de dejar todo aquello impuro que hayamos hecho o que no haya sido del agrado del Creador, para que quede allí y seamos perdonados, y que al final del día de nueve de ‘Arafat, estaremos tan puros como el momento en que llegamos al mundo desde el vientre de nuestras madres.

El que está en el Hajj es como si estuviera muerto. Por ejemplo, no se puede romper algo que está vivo, no se puede tomar la flor de una planta, no podemos romper una rama, no podemos matar un animal, no podemos hacer nada que quite vida, porque simplemente no estamos ahí, estamos muertos, espiritualmente hablando. Es una transición, es una ceremonia de pureza.

Estamos imitando lo que Hz. Ibrahim (as) hizo cuando prometió la vida de su hijo al Creador. Y diferentes cosas ocurrieron en su vida, desde el momento en que él lleva a Hagar (as) y a su hijo Isma’il (as) y los deja en Meca, hasta su regreso cuando reconstruye la Ka’aba con su hijo.

En el lugar donde él rezaba hay una parte de la pared llamada, “La estación de Ibrahim (as)”.

Ahí cerca de la Ka’aba hay un lugar donde está impreso el  pie del Profeta Ibrahim (as).

El Sa’i es una parte de la ceremonia que significa caminar rápidamente entre dos pequeños montes, Safa Y Marwa, como lo hizo Haga (as) desesperadamente buscando agua. El arcángel Gabriel (as) desciende la séptima vez que ella hace ese recorrido, y toca con su bastón el pie de Hz. Isma’il (as) que era un bebé. Éste golpea con su talón la tierra y comienza a salir el agua, Haga (as) al ver esto enloquece y  empieza a decir: “¡Zam, Zam, Zam!” para que el agua se detenga, pues temía que se acabara.

El agua de Zam Zam correrá hasta el final de los tiempos. El acceso al lugar donde sale el agua está dentro de la mezquita, en Meca.

Es un viaje maravilloso. Pero no olvidemos que somos seres humanos y que tenemos necesidades humanas de este mundo.

Los hombres llevarán puesto dos pedazos de tela blanca, semejante a toallas blancas, pero sin costura.

Sugiero que lleven unos cinturones, ya Sefer Baba les explicará, para poder llevar cosas que necesiten, como un tasbih. Y con eso también pueden ayudar a sostener la parte de abajo. Hay dos piezas, una va cubre el pecho, va sobre el hombre y baja, y la otra que cubre las partes privadas. Esto solamente para los hombres, las mujeres no se tienen que preocupar, pueden ir vestidas normalmente. Pero los hombres van a andar con eso y no se puede usar calzoncillos, mis queridos compañeros de camino. Así que tengan mucho cuidado y estén conscientes de todas estas cosas.

Otra sugerencia es que no se puede caminar, tanto hombres como mujeres,  con los talones cubiertos ni con los dedos de los pies cubiertos, así que hay que usar sandalias cómodas ahora, y ablándenlas antes de ir. Porque si le salen ampollas puede llegar a ser un problema, por si sale sangre y se puede perder la ablución.

No olviden la parte de este mundo, con respecto al cuerpo. Lo tienen que cuidar porque Allah (swt) nos lo ha regalado y es el vehículo en el cual el alma transita esta dimensión, y hay que cuidarlo con mucho cariño y mucho aprecio.

Van a caminar y mucho. Mucho más de lo que caminan en la ciudad. La distancia entre Meca y ‘Arafat es de doce kilómetros. En algunos momentos los van a llevar en ómnibus, pero nosotros en otras oportunidades elegimos caminar, porque ir en ómnibus implicaba esperar unas caravanas de coches  durante seis o siete horas, rodeados de todo el humo de los escapes. Entonces caminábamos hasta Meca, es posible hacerlo.

De todas maneras caminarán mucho dentro de la ciudad, haciendo Tawaf.

El hajji no puede mirarse en un espejo para ver si está lindo o feo. Está muerto, pero puede mirarse en un espejo para ver si tiene una lastimadura o algo así.

El Hajj es un viaje hacia el interior, hacia esa alma que desea ser purificada.  Y ese será el momento en que más cerca estará a aquél momento en que estuvo en el Paraíso de las almas esperando para descender, el momento de mayor pureza que tendrá en esta dimensión.

Recuerden agradecer a Allah (swt) en todo momento. Tienen cosas para aprender, como lo que hay que recitar, cómo, cuándo y demás, que Sefer Baba se los enseñará.

Los musulmanes hajjis que no viven en Meca tiene que hacer Hajj Al-Tamattu’, que consiste en realizar primero ‘Umrah y después el Hajj, es decir, se hacen dos peregrinajes en uno. ‘Umrah es el pequeño peregrinaje y Hajj el que tenemos obligación de hacer.

Sefer Baba les dará los detalles. El Sa’i deberán hacerlo dos veces, uno por ‘Umrah y otro por el Hajj. El Tawaf deberán hacerlo siete veces alrededor de la Ka’aba, se hacen du’as. En fin, son momentos muy hermosos.

Y cunado visiten Medina Al-Munawarah, recuerden lo que eso representa.

El día diez del mes de Dhul Hijjah es el ‘Id Al-Adha, día de celebración, y todos tienen que pagar para el Qurban. La gente que los lleva va a arreglar y solucionar eso.

Nosotros dejamos el Qurban para que lo sauditas lo repartan en lugares del mundo donde no tienen comida, porque ¿nosotros qué vamos a hacer con un Qurban allí en Meca? Así que eso lo dejamos y entregamos a la Creación de Allahu Ta’ala. Eso es el día siguiente al de ‘Arafat, en donde hay que estar todo un día.

Ruego que Allah (swt) acepte todas vuestras devociones con las cuales van a terminar este día, desde hoy hasta que lleguen a ‘Arafat, Insha’Allah.

 

As Salam ‘alaykum wa rahmatullah wa barakatuh.

 Sohbet Hajji Orhan Baba. 4 de Agosto de 2018