Bismillahir Rahmanir Rahim
Una serie de eventos han sucedido con gente que está a mi alrededor, por acá, en la parte norte de la Tierra.
Algo muy interesante sucedió, hacía muchísimo tiempo que no sentía ira, y lo que ocurrió abrió las puertas de la ira en mi ser.
Fue algo que me dolió muchísimo, no porque las acciones de una persona causaron esa ira, sino en realidad fue por haber permitido que ese sentimiento entrara a mi ser. ¿Cómo es posible que, simplemente, no le cerrara las puertas cuando apareció?
Y tuve que pedir mucho perdón, y les ruego a ustedes que pidan perdón por mí, por favor, al Creador, para que me perdone por ese sentimiento que no corresponde, ya que Él no ha creado nada imperfecto.
Estos anteojos que tengo estaban sucios. Nada más. Ese fue todo el problema que he tenido.
Hablamos de adab. Hablamos del adab del derviche, de aquel que sigue las enseñanzas de los que nos precedieron y nos mostraron estas cosas.
Hoy, hablando con uno de nuestros hermanos, le contaba acerca de un Sheikh que dejó que sus ojos estuvieran dando vueltas por lugares que no correspondían, e inmediatamente se dio cuenta, hizo como si escupiera, pero sin escupir, aunque en realidad estaba retándose a sí mismo.
Esto sucedió al comienzo de mi camino, allá, en los dos primeros años de la década del ochenta, y jamás puede olvidarme de eso. Porque cuando él miró hacia un lado, él estaba a mis espaldas, me doy vuelta para ver qué había visto él, y entendí por qué. No les diré el motivo, pero sí que estuvo totalmente correcto lo que hizo.
El adab de aquellos que quieren acercarse al Creador es, simplemente, ser testigos de la manifestación de Allah (swt) de todo cuanto nos rodea. Y si uno ve con los ojos del corazón, verán que no hay nada absolutamente imperfecto en todo lo que está creado.
Somos nosotros los que no vemos con ese corazón interno.
Adab es el carácter y la personalidad, una vez lograda esa conducta. Es el carácter y la personalidad del ser humano perfecto, del Insan i-Kamil, y todos nosotros, sin excepción, deseamos ese estado. Y dicho estado, potencialmente, se encuentra dentro de cada ser humano. Sólo debemos hallar el camino para llegar a Él.
Todas las religiones, y estudien, abran libros, léanlos, y verán que las religiones monoteístas, las religiones panteístas, indican lo mismo: que el camino hacia el Creador, el camino hacia esa esencia, hacia esa verdad absoluta, es hacia adentro, no hacia afuera.
El adab es el estado de Hz. Adam (as). Él quiso descender a esta dimensión para encontrar amor, él quería sentir amor. Hablamos de esto en el sohbet anterior.
Lo primero que él vio fue la frase La ilaha illa Allah, y después el nombre de Hz. Muhammad (saws) escrito, y preguntó quién iba a ser Muhammad (saws). Allah (swt) le respondió: “Es alguien que descenderá de ti.” Y esa inspiración, ese sentimiento de amor apareció en su ser. Pero recuerden esto: él no tenía cuerpo en el Más Allá.
El amor es un estado de esta dimensión, y para sentir amor este cuerpo tiene que existir.
Hablamos también, durante el último sohbet, que Hz. ‘Isa (as) retornará a esta dimensión hacia el final de los tiempos, no solamente para luchar contra el diablo, sino también para completar su ciclo. Y para hacerlo necesita amar a una mujer.
Les hablé también de Hz. Muhammad (saws), cuando su esposa, la madre de Hz. Fatimah (ra) estaba en el lecho de muerte, él se acerca a ella y le susurra algo al oído, y ella hace como una expresión de dolor. Hz. Fatimah (ra) le pregunta: “Padre ¿qué le has dicho a ella que está por partir al Más Allá?” El Profeta (saws) le respondió: “Le dije que en el Más Allá me voy a casar con Hz. Maryam (as). Cuando le dije esto, ella sintió celos, y le faltaba sentir celos para completarse como ser humano”.
Generalmente, pensamos que esto de los celos es algo negativo, pero no: todo lo creado por el Creador es perfecto. Nada está fuera de lugar.
Nuestro trabajo en esta dimensión es encontrar ese adab, esa conducta que nos hace ver la manifestación del Creador en todo lo que existe, y recuerden que todo lo creado existe para nosotros, para permitirnos esta existencia, aquí; y nosotros fuimos creados para Él.
Todo lo que desciende, todo lo que sucede es porque Allah (swt) lo permite. El significado de esta expresión aparece en el Corán i-Kerim: “Allah es la Luz de los cielos y de la tierra. Su Luz es comparable a una hornacina en la que hay un pabilo encendido. El pabilo está en un recipiente de vidrio, que es como si fuera una estrella fulgurante. Se enciende de un árbol bendito, un olivo, que no es del Oriente ni del Occidente, y cuyo aceite casi alumbra aun sin haber sido tocado por el fuego. ¡Luz sobre Luz! Allah dirige a Su Luz a quien Él quiere. Allah propone parábolas a los hombres. Allah es Omnisciente”. (Surah An-Nur, ayat 35)
En este verso esa lámpara está en nuestros pechos, está dentro del ser humano. El vidrio de la lámpara es el corazón del ser humano. La llama de la misma es el secreto del ser humano. Y el secreto está en eso que llamamos adab.
En otras palabras, esa luz reside en todos y cada uno de nosotros. Es una luz que está inerte, y debemos encenderla con nuestra conducta. Y ésta debe llevarnos a lo que dije al comienzo, que es ver a Allah (swt) manifestado en todo lo que existe. Este es el estado del ser humano perfecto, del Insan i-Kamil.
El árbol del olivo hace referencia a la Verdad Absoluta, la Verdad del Creador, de la que se habla en este ayat.
Cuando dice que no puede ser atribuido ni al este ni al oeste se refiere a que nosotros debemos tomar un camino en el medio, entre lo que se llama Tanzih y lo que se llama Tashbih. Tanzih es trascendencia. Tashbih es inmanencia.
Trascendencia, como ustedes saben, significa que en este nivel no hay nada que exista, en Su Creación que pueda compararse a Él. Allah (swt) está más allá de todo lo creado.
La inmanencia es Su manifestación en todo lo creado.
El camino del medio es no ir hacia uno o hacia otro lado.
Trascendencia es ver a Allahu Ta’ala más allá de todo lo creado. Su existencia es tan sublime que no puede ser comprendida por nosotros, sin embargo, Él no ha creado para manifestar Sus atributos en nosotros.
El camino del medio es llegar a Él, entendiendo lo uno, la trascendencia; y lo otro, la inmanencia en Su Creación.
E este tema se habla de dos estados, aparentemente, disímiles entre sí que, sin embargo, están íntimamente ligados en esa grandiosa frase, La ilaha illa Allah.
Cuando uno enciende la lámpara de la que hablábamos, todo lo demás deja de existir en nosotros, incluyendo el concepto de existencia. Sólo lo vemos a Él y nada más. Como cuando Hz. Hasan Al-Basri (ks) le pidió casamiento a Hz. Rabi’ah Al-Adawiyyah (ks), y ella le dijo: “¿Cómo voy a responderte? Sólo podría responderte si yo tuviera algo para dar. Pero yo no existo, Él es mi dueño, a Él debes pedirle mi mano”.
La transformación de ese adab, la inclusión entre los Insan i-Kamil sólo sucede si Él lo permite, es Su regalo. Pero para que eso llegue alguna vez a suceder (Insha’Allah les ocurra a todos y a cada uno de nosotros) tiene que existir el deseo de alcanzar ese estado, ahora, donde estamos. Y comprendemos que nos encontramos en estados inferiores a este que he descripto.
Si quieren saber lo que significa el verdadero ser humano, hay que leer la “Surah Al- Ya Sin”, donde dice que aquel que pasa el Árbol del Loto, recordarán que fue el árbol que pasó Hz. Muhammad (saws) en su Ascensión, y el arcángel Gabriel (as) se tuvo que dar de este lado; ese es el nivel del ser humano, ahí se habla de nosotros y todo el resto de lo creado. Inclusive alguien como Hz. Gabriel (as), quien trajo el Corán i-Kerim para Hz. Muhammad (saws) y para todos nosotros, durante un período de veintitrés años, a pesar de ser el mensajero del Creador no pudo pasar más allá de ese límite.
La persona que puede pasar ese árbol, ese límite, es la que deja el intelecto atrás, que trasciende todo tiempo y lugar con amor, que se entrega a Quien nos creó con todo su ser. Eso es ser un Insan i-Kamil.
Pero nosotros pensamos que hay todo tipo de problemas aquí, en la tierra. Cuando comencé el sohbet les relaté el problema que tuve con la manifestación de la ira en mí, y cómo me descuidé y dejé que ese sentimiento entre en mi ser, y sentí ira hacia otro ser humano. En ese momento estuve ciego. En ese momento estuve en el lugar exactamente opuesto del que les estoy describiendo, y ruego y espero que el Creador me perdone.
Hemos oído hablar de quien tiene el trabajo de desviarnos de ese camino. Hablamos de Iblis, el maldito, y hablamos de shaytan, el maldito. Muchas veces pensamos que es el mismo, y no es así.
El trabajo del shaytan en esta creación es tentarnos. Conmigo hizo un buen trabajo hace unas horas atrás. Iblis es el ángel que, cuando Allah (swt) ordena a toda Su Creación que se postre ante Adam (as), se negó. Y dijo: “Yo estoy hecho de fuego y él (Adam [as]) está hecho de tierra”.
Ahora bien, ¿cuáles son las cualidades de la tierra? En la tierra hay humildad, vemos algo muy bajo, algo que ha descendido. En la tierra nosotros escupimos, defecamos, y la tratamos como si fuera algo para ignorar.
Les conté una vez, al comienzo de este camino, yo fumaba. Había terminado un paquete de cigarrillos, lo agarré y le hice un bollito, mientras caminaba detrás de Sefer Efendi (ra), Muzaffer Efendi (ra), en aquel momento, estaba aún vivo también. Entonces tomé el paquete de cigarrillos y lo tiré en la calle y seguí caminando. Sefer Efendi (ra) sin mirar, sin darse vuelta, se paró y me dijo: “Ia Orhan, ¿quién es mejor? ¿Tú o la tierra?” Una pregunta recontracargada. Y me quedé un minuto pensando, me tiré de cabeza adonde había arrojado el bollito, lo guardé en el bolsillo, Sefer Efendi (ra) no se dio vuelta en ningún momento, dijo: “¡Alhamdulillah, Orhan!”, y continuó caminando.
Esa tierra en la cual escupimos y defecamos nos da semillas, nos da plantas, nos da comidas, árboles, oxígeno para existir, nos brinda todo lo que nos permite estar en esta dimensión.
El fuego del ángel causa arrogancia, causa altivez, y quema.
Necesitamos estar en esta dimensión para que todos esos atributos del Creador se manifiesten en nosotros. Y estoy haciendo hincapié en eso para que comprendamos que, cuando recitamos los nombres que nos han sido dados en el tasbih, o cuando leamos en los libros los noventa y nueve nombres, por favor, hagamos una costumbre de aprender el significado de esos nombres y cómo se relacionan con nosotros. Busquemos esa manifestación del Creador, aquí y ahora. Porque si llega mañana, podría ser el último momento en que estemos aquí, en esta dimensión, y no habrá más tiempo para recuperar ni para cambiar. Ahora es el momento.
Ruego que Allah (swt) acepte todas vuestras devociones, que Allah (swt) permita que eso se manifieste en todos y cada uno de nosotros, que el camino de regreso sea posible y que Él lo haga más fácil para nosotros, Su Creación.
As Salam ‘alaykum wa rahmatullah wa barakatuh.
Sohbet de Hajji Orhan Baba. Sábado 19-01-2019