El temor de Allah

 

Bismillahir Rahmanir Rahim

 

Aquel que es cercano Allah (swt) – lo dice en el Corán i-Kerim – Hz. Muhammad (saws) decía: “Aquel que tiene temor de Allah (swt) toda la Creación tiene temor de él.” Y quiero aclarar esto. Aquel que ama a Allah (swt) y es amado por Allah (swt) toda la creación lo ama.

En una oportunidad había un ‘alim, un sabio en jurisprudencia islámica, que tenía una duda y fue a ver a un Sheikh de Tasawwuf. Y en aquella época no había psicólogos, no había psiquiatras, no existían todas las ramas de las diferentes ciencias que hoy se practican. Lo que le pregunta el ‘alim al santo es: “¿Cómo se puede hacer para curar los males del corazón?” El santo le sugiere que vaya a ver a alguien que se especializaba en estados emocionales. Pero al lado del santo había una persona que no estaba en control total de sus funciones mentales, y pregunta si él podía responder la pregunta del ‘alim, porque esta persona había entendido que la pregunta era otra, y le dice al Sheikh: “No creo que él esté haciendo la pregunta de la manera en que tú la respondes. Creo que lo que él quiere saber es otra cosa.”

En nuestra tradición hay muchas personas con estas particularidades, que aparentaba no tener control de sí mismo, sin embargo, son maestros de Tasawwuf. El caso más conocido es el de Bahlul Hudana, en la corte del famoso Sultán Harún i-Rashid, que algunos decían que se trataba de su medio hermano. Y él andaba haciendo sus payadas en el palacio como un bufón. En cambio, cuando Harún i-Rashid tenía que consultar algo lo llamaba a él.

Un día, este bufón decide pasar por donde estaba el salón del trono y ve las puertas entreabiertas. Mira para un lado, mira para el otro, no ve a nadie, abre las puertas un poquito más, mete la cabeza, no ve a nadie, entra despacito y en puntas de pie va a sentarse en el trono. Estaba muy contento, pero hizo un ruido, unos guardias que estaban cerca inmediatamente entraron a la sala del trono, lo vieron sentado y empezaron a darle palazos, y Bahlul Hudana empezó a los gritos. El Sultán oyó esos gritos, va hacia la sala del trono y, viendo tal situación, ordena a los guardias que se detengan. No le pegaron más pero el bufón seguía llorando y gritando. Entonces el Sultán le dice: “¿Por qué estás llorando y gritando si ya no te están pegando más?” el bufón le dice: “No, yo no estoy llorando por mí, sino por ti. Estuve treinta segundos en el trono y mira la paliza que me han propinado. ¿Qué es lo que te espera a ti en el Más Allá?”

Este camino de regreso a Allahu Ta’ala necesita un estado de conciencia. Necesitamos saber dónde estamos, quiénes somos, de dónde venimos, y hacia dónde vamos.

Retomando el relato original, la persona con aparentes problemas mentales recibe la aprobación del santo para responder la pregunta del ‘alim, y le dice: “Tú lo que en realidad quieres es una cura para el mal de corazón que tú tienes y que todos nosotros tenemos. Para eso hay una receta que se encuentra en la farmacia del Corán i-Kerim. Con esa receta es necesario ir al hospital de Islam para que te vea el doctor. Y cuando uno llega al hospital quiere encontrar al mejor de todos los doctores que, en este caso, es Hz. Muhammad (saws). La receta consiste en tomar las raíces de la conciencia (saber dónde estamos, quiénes somos, de dónde venimos, hacia dónde vamos) y luego tratar de encontrar las hojas del Paraíso, que son las hojas del arrepentimiento de aquello que podríamos haber hecho y no hicimos, arrepentimiento por aquellos actos de conciencia o resultados de nuestras acciones que realizamos a propósito para dañar a alguien, o hacer algo negativo. (Si hay alguien de aquí que jamás haya hecho algo así, por favor párese para poder besarle mano, porque quiero ser discípulo de ese Sheikh). Una vez que tenemos esas dos partes hay que tener presente que necesitamos un contenedor para mezclar esos componentes, y ese contenedor es el corazón. El corazón al que Allah (swt) mira. Allah (swt) no mira si somos altos, bajos, lindos o no, gordos, jóvenes o viejos. Ni siquiera mira nuestras cuentas bancarias. No le interesa. Hablamos de conectar estas cuatro raíces porque si no tenemos ese estado de conciencia no podemos curar nada, pues no podemos discernir lo que es correcto y lo que es incorrecto. A esta mezcla hay que agregarle un líquido, y el mismo son las lágrimas de nuestra vergüenza cuando nos damos cuenta de lo que hemos hecho en nuestra trayectoria terrenal. Se mezcla todo eso con un objeto llamado mano de mortero que es nada más y nada menos que: ‘La ilaha illa Allah’. Si pudiésemos llegar a producir esta mezcla, Allah (swt) nos daría la oportunidad de presentarla en ese corazón que tiene cuatro paredes. Allah (swt) dice que Él no cabe en los cielos ni en la Tierra que ha creado, pero sí en el corazón de Su siervo creyente. Esas cuatro paredes del corazón son el salat, el zakat, el ayuno, y el Hajj. Y ese corazón tiene dos puertas de entrada con dos hojas, en una dice: ‘La ilaha illa Allah’, y en la otra dice: ‘Muhammad Rasulullah’. Todo eso se debe cocinar con el calor del amor lentamente porque, una vez que comenzamos este proceso, cuando tomamos estado de conciencia ya no podemos negar quiénes somos, quiénes hemos sido, porque no podemos negar lo que sabemos”.

Allahu Ta’ala dice que Él habita en el corazón de Su siervo.

Ustedes recuerdan la historia de un famoso bandido llamado ‘Ali Baba, de las tradiciones antiguas. Hizo de todo un poco en su vida: robó, mató, tomó esclavos, etc. pero un día se encontró con uno de nuestros Pirs, Hz. Abdul Qadir Al-Gilani (ks), a quien su madre envía, teniendo él unos diez u once años, al Hajj. Así que él va a la caravana, y en aquella época era peligroso viajar por el desierto, justamente porque había gente que robaba a las caravanas en el largo camino hacia Meca. La madre le había dado dinero para que él pudiera pagar su comida y demás, para llegar a Meca y regresar. Ese dinero se lo había puesto dentro de una bolsita que llevaba atada. Entonces los ladrones de la banda de ‘Ali Baba paran la caravana, robaron a todo el mundo y llegó el turno de él, de Hz. Abdul Qadir Al-Gilani (ks), y uno de los otros bandidos de ‘Ali Baba le pregunta: “Y tú, ¿qué tienes? ¿Tienes dinero?” “Sí”, le responde él. el bandido le dice: “¡Qué va a tener dinero un niño como tú!” y él le reitera: “Sí, tengo dinero.” El bandido le pregunta: “¿Y dónde tienes el dinero?”, él le responde: “Aquí, debajo de mi brazo.” El bandido creyó que le estaba haciendo una broma, pero por las dudas le ordena que se quede cerca de ‘Ali Baba. Terminan de hacer su redada y ‘Ali Baba les pregunta cuánto habían robado, joyas, telas, alfombras, todo lo de valor. Y el bandido le dice: “Lo único que ocurrió es que hay un niño que está allí sentado y que dice que tiene dinero debajo del brazo.” ‘Ali Baba ordena entonces: “¡Tráiganmelo!”, así lo hacen y le pregunta al niño: “¿Es verdad que tienes dinero debajo del brazo?” y él le responde: “Sí”, el conocido ladrón le dice: “¿Y por qué dices que tienes dinero si nosotros lo que queremos es robar?”, el niño le responde con una pregunta: “¿Por qué habría yo de mentir frente a Aquel que todo lo sabe? Tu compañero me hizo una pregunta y le respondí con la verdad.” ‘Ali Baba le pide: “Dame tu chaqueta.” El niño se la da, la toca y nota que tenía dinero, y le pregunta: “¿Cómo es que has confesado esto?”, a lo que el niño vuelve a responder lo mismo: “No puedo mentir frente a Aquel que todo lo sabe y todo lo ve.” ‘Ali Baba se quedó pensando porque había una parte de él que necesitaba salir a la superficie, eran las hojas del Paraíso que mencioné antes, y que es el arrepentimiento, y se puso a llorar. Y él, un hombre maduro, que había cometido las monstruosidades que podamos llegar a imaginar, frente a un niño que estaba destinado a ser un gran Qutub, el más grande de los maestros espirituales. Así que le pregunta cómo podía hacer para cambiar su vida. El niño indudablemente nació con un estado espiritual avanzado, y le responde al bandido: “Lo que tienes que hacer es ir a pedir perdón a cada uno de los que hayas robado y hecho mal.” ‘Ali Baba le pregunta: “¿Y cómo hago eso?” El pequeño le dice: “Si quieres ser perdonado eso es lo que tienes que hacer.” Después de eso ‘Ali Baba abandona su banda y empieza a devolver todo lo que había robado a cada persona que asaltó e hizo daño. Finalmente llegó a todos, menos a uno. Luego de muchos años de buscar, ya de grande, encuentra a Hz. Abdul Qadir Al-Gilani (ks) y le pide por favor que le pregunte a Allahu Ta’ala si lo había perdonado, ya que él se arrepintió por todo lo que hizo en el pasado y además porque había hecho todo lo que él le había dicho en todos esos años. Hz. Abdul Qadir Al-Gilani (ks) trata de interceder, hace preguntas, y no conseguía una respuesta positiva para ‘Ali Baba. La respuesta era: “Dile a Mi siervo…”  seguida de una cantidad de advertencias sobre lo que le sucedería en el Más Allá. tiempo después ‘Ali Baba regresa y vuelve a preguntar si había una respuesta para él. Hz. Abdul Qadir Al-Gilani (ks) le transmite la misma, y le dice: “Sí: ‘Dile a Mi siervo’…” ‘Ali Baba dijo: “¡Detente! No hables más.” “¿Cómo que no hable más?, ¿acaso no quieres saber la respuesta?” le dice Hz. Abdul Qadir Al-Gilani (ks), “No, no deseo saber la respuesta. Él me llamó: ‘Mi siervo’ y eso es suficiente para mí.” ¡Qué maravilloso sería alcanzar un estado así! Pero acá está la fórmula para hacerlo. Y si cocemos esa mezcla con el calor de nuestro amor, y una vez cocida tomamos esa mezcla con la cuchara del contentamiento, el dolor y la preocupación, cosas que encontramos en este mundo, dejan de existir, no tienen más vigencia. Porque estaríamos contentos con lo que Él nos da. Lo que nos toca es lo que nos corresponde, ni un poco más ni un poco menos. Jamás debemos atrevernos a pedir que cambie algo, porque Él no hace nada erróneo. Somos nosotros los que nos hemos equivocado porque no hemos limpiado nuestros anteojos. Si consiguiéramos beber esa mezcla con la cuchara del contentamiento estaríamos en un estado en el que no podríamos pedir absolutamente nada, porque si extendiéramos la mano para pedirle algo veríamos que no tenemos manos y el deseo de no desear sería vigente.

El que ama a Allah (swt) es amado por Su Creación.

Cuando hablé al comienzo de tener temor de Allah (swt), no hablaba de tener miedo al castigo que es algo que, sin ninguna duda puede ocurrir, hablaba de tener miedo de perder Su Amor, y perder la posibilidad de poder estar en Su Presencia.

Para poder llegar a sentir ese amor por Allah (swt) tenemos que vaciarnos de todo lo demás.

Hz. Muhammad (saws) le pregunta a Hz. ‘Ali (ra): “¿Tú amas a Allah (swt)?” y él dijo: “Sí.” “¿Me amas a mí?” y Hz. ‘Ali (ra) respondió: “¡Sí Rasulullah!” “¡Ya, ‘Ali!” Preguntó nuevamente Hz. Muhammad (saws) “¿Amas a Fatimah, mi hija?”, “¡Sí Rasulullah!” respondió Hz. ‘Ali (ra). “¡Ya, ‘Ali! ¿Amas a Hasan y Huseyn, los hijos de Fatimah, mis nietos, tus hijos?” preguntó Hz. Muhammad (saws). “¡Ya, ‘Ali! ¿Cómo puedes tener tantos amores en un solo corazón?”, preguntó finalmente Hz. Muhammad (saws).

Hz. ‘Ali (ra) es la puerta a la ciudad del conocimiento, todas las Tariqahs, todos los caminos místicos en Islam descienden de él. Hz. ‘Ali (ra) entendió. Insha’Allah que nosotros también entendamos como él lo hizo.

Una vez Hz. Muzaffer Efendi (ra), quien dio este sohbet, estaba como él lo hacía, en el Bazar, en la ciudad de Istanbul. Y cuando salía de la mezquita, después de hacer el salat, alguien le preguntó: “¡Ya, Efendi! ¿Me puede dar la dirección de la farmacia donde pueda encontrar estas cosas?” y Efendi le respondió: “La farmacia está en el hospital que es Islam”, y si tomamos el Corán i-Kerim, y si aprendemos de aquel que era el doctor del corazón, el más grande, no hay ninguna duda de que aprenderemos a preparar esta mezcla, a cocerla, a cocinarla con todo nuestro corazón, Insha’Allah, podremos alcanzar esos estados de los cuales estamos hablando.

¡Ya Rahman! ¡Ya Rahim! ¡Ya Karim! Te rogamos que nos escuches, te rogamos que por Hz. Muhammad (saws) Nos conduzcas por el camino correcto, que no Nos abandones, que permitas que recojamos estas raíces de un estado de conciencia necesario para que, junto a nuestro arrepentimiento, y las lágrimas de nuestra vergüenza poder lograr limpiar la casa que es Tu habitación en nuestro ser. Amin.

¡Ya Rahman! ¡Ya Rahim! ¡Ya Karim! Ruego que Allah (swt) ilumine el camino de todos y cada uno de nosotros, sea el camino que fuere de regreso hacia Él. Amin.

 

As Salam ‘alaykum wa rahmatullah wa barakatuh

 

Sohbet de Hajji Orhan Baba “Temor a Allah (swt). El santo y el ‘alim. Historia de Hz. Pir Abdul Qadir Al-Gilani (ks).” Jueves 25-11-2010