Bismillahir Rahmanir Rahim
Estoy hablando de alguien que transitó este Camino con nosotros. La partida de Mahmud Baba (ra) ha sido inesperada, al menos para este faqir y por algunos de ustedes. Él fue mi amigo, mi compañero y, si bien hemos tenido algunas desavenencias en el pasado, todo eso queda en la pila de la nada. Así que esta noche será breve mi sohbet, simplemente dedicado a su partida.
Hay varias cosas para observar y vemos cómo la Justicia Divina no tiene nada que ver con nuestra concepción de lo que es y de lo que nosotros pensamos que debe ser.
Mahmud Baba (ra) llegó a Istanbul el domingo pasado y el lunes, caminando por las calles de dicha ciudad Allah (swt), de pronto, tomó su alma y se la llevó al Más Allá. Ustedes saben que él era diabético. No sé si lo fue toda su vida, pero era alguien que tomaba medicamentos constantemente. Y en mi caso, ¡Alhamdulillah! por esas cosas que tiene el destino, me lo encontré en Buenos Aires aproximadamente en mil novecientos noventa y siete o mil novecientos noventa y ocho, un período de dos años que pasé en esa hermosa ciudad. Y nos apoyamos mucho. Llegué a Buenos Aires por motivos que nada tenían que ver con el dergah. Mis padres, Muhammad ‘Ali Haedo y Fatimah Haedo, que Allah (swt) los tenga en la gloria y esté complacido con sus almas, fueron los dos primeros derviches Yerrahis en Argentina.
Y en un momento difícil Mahmud Baba (ra) me abrazó y lo abracé. Años antes había conocido a Saleh Baba, a su esposa, a su suegro y a su suegra. Allí empezó el otro dergah en Buenos Aires. Hermosos momentos aquellos que añoro.
Mahmud Baba (ra) se fue en esa hermosa ciudad de Istanbul, y quiero repetir esto para todos, pero es importante que todos sepamos de esto. Mi amadísimo Muzaffer Efendi (ra) dijo que, si él tuviera el poder de declarar sagrada a una ciudad, lo haría con la ciudad de Istanbul, luego de Meca, de Medina y Jerusalén. Por todos los ‘alims de Allah (swt) que están enterrados en esa ciudad y sus alrededores, y por lo que esta ciudad significó para Islam. Allah (swt) se llevó su alma así.
Dicen que cuando Allah (swt) lleva un alma de la misma manera en que uno quita un cabello de un pan de manteca. Así parece haberse llevado el alma de Mahmud Baba (ra). Además, ustedes habrán visto fotos.
El cajón que guardaba el cuerpo de Mahmud Baba (ra) estaba ahí cerca, a metros nomás de nuestro Santo Fundador, Hz. Pir (ks) y de los Sheikhs en el Asitane que continuaron luego de Hz. Pir (ks) y que siguen enterrados allí. Increíble.
Entiendo que el rezo que se hace por aquellos que parten al Más Allá se realiza en la mezquita que está situada al lado del Asitane, nuestro dergah en Istanbul, donde Hz. Pir (ks) y sus khalifas hicieron el retiro cuando llegaron a esa parte de Istanbul, antes de fundar la Yerrahiyyah.
No necesito decirles más. Creo que esto es suficiente para todos nosotros.
Les pido encarecidamente a todos, hombres y mujeres, y sé que las mujeres no tienen obligación, pero aquellas que puedan asistan a acompañar los restos de nuestro hermano, que entiendo lo enterrarán junto a su madre el lunes. Por favor, si pueden tomarse el tiempo acompañen el cuerpo de él porque es mi derviche, lo mismo que su mujer y su hijastra.
Quiero leerles algo que llegó hoy y considero muy apropiado. Dice así: “Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, aprovecharía ese tiempo lo más que pudiera. Posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo. Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan. Dormiría poco, soñaría más. Entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos perdemos sesenta segundos de luz. Andaría cuando los demás se detienen. Despertaría cuando los demás duermen. Si Dios me ha obsequiado un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol dejando al descubierto no sólo mi cuerpo, sino mi alma. A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse. A un niño le daría alas, pero dejaría que él solo aprendiese a volar. A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido. Tantas cosas he aprendido de ustedes los hombres. He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada. Me apartaría de los necios, los habladores, de las gentes con malas costumbres y actitudes. Sería siempre honesto y mantendría llenas de amor y atenciones a la gente a mi alrededor. Siempre trataría de dar lo mejor. He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño por primera vez el dedo de su padre o de su madre los tiene atrapados por siempre. He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo cuando ha de ayudarlo a levantarse. Son tantas cosas las que he aprendido de ustedes, pero realmente de mucho no habrá de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo. Trata de decir siempre lo que sientes y haz siempre lo que piensas dentro de tu corazón. Si supiera que hoy fuera la última vez que te voy a ver dormir te abrazaría fuertemente y rezaría al Señor para poder ser el guardián de tu alma. Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo te diría: ‘Te quiero’, y no asumiría tontamente que lo sabes. Siempre hay una mañana y la vida nos da siempre otra oportunidad para hacer bien las cosas, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte todo lo que te quiero y que nunca te olvidaré. El mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo. Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas, por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que si mañana nunca llega seguramente lamentarás el día que no te tomaste tiempo para una sonrisa, un abrazo, un beso, y que estuviste muy ocupado para concederles un último deseo. Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesitas. Quiérelos y trátalos bien. Tómate tiempo para decirles: ‘lo siento, perdóname, por favor, gracias’, y todas las palabras de amor que conoces.”
Para Mahmud Baba (ra), esto es de mi parte: “Amado Baba, lo siento, perdóname, por favor y gracias. Me hubiera gustado poder darte un abrazo.” Estas últimas palabras son mías, las anteriores las escribió en estos días Gabriel García Márquez, a quien le han encontrado un cáncer linfático y ha escrito estas palabras de despedida.
Sohbet de Hajji Orhan Baba. “Despedida a Mahmud Baba (ra).” Jueves 3-03-2016