Arrogancia

 

Bismillahir Rahmanir Rahim

 

En el camino de Tasawwuf muchas de las cosas que pasan están directamente relacionadas con el esfuerzo de deshacernos de las ideas y preconceptos que tenemos sobre nosotros mismos y encontrar al verdadero ser. Es un camino de búsqueda interior.

Aquellos que llegaron a este dergah decidieron quedarse por propia voluntad y, sin duda los que estamos en él, pensamos que es el camino más directo de regreso a Allah (swt). Pero esta es nuestra opinión y es la opinión de aquellos que nos han precedido y han llegado más lejos que nosotros.

Entonces debemos comportamos de acuerdo a las normas de Tasawwuf, y en esas normas no hay lugar para la arrogancia, pero sí para la humildad.

Arrogancia es un estado que nos impulsa y nos llega a convencer de que estamos por encima de otros, que somos superiores y que tenemos derecho a esa superioridad. Es un mal mortal en este camino y, si no lo detenemos a tiempo, no se puede recuperar. En cuanto pensemos que somos mejores que el perro sarnoso que está dando vueltas por la calle, vamos a perder ese hilo que nos une a Allah (swt), el cual es generado por nuestras devociones hacia Él. Al realizarlas el hilo viene de Él hacia nosotros, y si lo cortamos con nuestra arrogancia o con nuestras acciones, lo que tenemos en nuestra mano no es nada más que un conflicto. Así queda nuestro interior.

La arrogancia es algo que está prohibido en el Islam. Sin embargo, hay actos de arrogancia que están permitidos, como ser arrogante con el arrogante simplemente para que cuando nos vea actuar observe cuán horrible es ese estado; está permitido ser arrogante con el tirano y, por último, en el campo de batalla, cuando defendemos nuestra religión o nuestra tierra.

Hay un hadiz de Hz. Muhammad (saws) que dice: “El único estado de orgullo que está permitido es en el campo de batalla o mientras estamos haciendo un acto de generosidad”.

Esto último debe ser bien entendido, ya que expresa que mientras estamos realizando ese acto de generosidad es cuando disminuimos la importancia de ese acto diciendo que podríamos haberlo hecho mejor.

Arrogancia no es solamente algo que manifestamos caminando de manera pomposa o mostrándonos importantes, sino que también es el exceso de humildad que no es real. Esto, además de arrogancia, se acerca a la hipocresía. Arrogancia e hipocresía: dos de los pecados que nos pueden llevar a los niveles más bajos del infierno.

Cuando Ibn Salam, uno de los Compañeros del Profeta (saws), y quien poseía una gran riqueza, fue visto caminando por el mercado de la ciudad de Medina con una carga de leña en su espalda, le preguntaron: “¡Oh, Ibn Salam! Tú no tienes necesidad de hacer eso. ¿Por qué lo haces?” A lo que él respondió: “¡Porque el Profeta (saws) dijo que aquel que tenga un poco de orgullo y de arrogancia en su corazón, aunque sea del tamaño de una semilla de mostaza, no entrará al Paraíso! Y deseo que cuando ese momento llegue, nada de eso esté dentro de mi”.

Hz. ‘Umar (ra) se encontraba un día con su ejército y había llegado el momento de acampar. Siendo en aquella época el Sultán de los Musulmanes, tomó a su camello, le quitó las monturas, y se metió al agua junto con él. Abu Hurayra (ra), que estaba cerca observando la situación, se le acercó y le dijo: “¡Oh Sultán, Rey de los Musulmanes! ¡Nuestro Soberano! ¿Por qué haces esto delante de todo tu ejército? ¡Todos te están observando!” Hz. ‘Umar (ra) provenía de una familia pudiente y era un guerrero por excelencia. Todos sabemos quién es él y sus comienzos en el Islam, y Abu Hurayra (ra) le estaba diciendo que se comportaba de manera demasiado humilde. Así pues, Hz. ‘Umar (ra) le respondió: “¡Oh compañero de camino! Espero que nadie más comparta tu opinión, porque jamás debemos olvidar de dónde venimos. Nosotros éramos y somos gente de bajo entendimiento, y Allah (swt) nos sacó de ese estado y nos elevó a la categoría de seres humanos. El día que olvidemos de dónde venimos, ese día, Quien nos dio Islam, posiblemente nos lo quite”.

Con tremenda vergüenza, veo que algo similar está pasando en estos días con nuestros hermanos musulmanes en todo el mundo. Nuestro Sheikh Muzaffer Efendi (ra) se encontraba un día en Jerusalén y fue a realizar el Salat Al-Yumu’ah, en el Domo de la Roca. Ese día, la mezquita estaba prácticamente vacía. Sucedió casi un año antes de la “Guerra de los Seis Días”, un día viernes, en el Tercer Lugar Sagrado del Islam. Viendo eso, Efendi (ra) se dio la vuelta y, dirigiéndose a sus compañeros, les dijo: “Los musulmanes estamos desperdiciando el Sagrado Corán, y este será en poco tiempo territorio de los israelíes.” Y así sucedió, como todos sabemos.

Roguemos que nuestro camino esté embellecido con la adquisición de conocimiento, que es una obligación del musulmán para compartirlo con el resto de la Creación. Roguemos que ese sea nuestro destino. Roguemos que cada miembro de este dergah sea una luz para ayudar a los demás.

As Salam ‘alaykum wa rahmatullah wa barakatuh.

Sohbet de Hajji Orhan Baba. “Sobre la arrogancia.” 4-06-2009