Abandonar la Existencia

 

 

Bismillahir Rahmanir Rahim

He estado leyendo unas frases acerca del Insan i-Kamil, el ser humano perfecto, tan nombrado en nuestra tradición.

Y deseaba hablar acerca de esto, porque muchas veces existen conexiones entre un maestro y sus discípulos, en las cuales éstos últimos, por amor, elevan a esa persona en sus corazones a un nivel similar al de Insan i-Kamil, sea el maestro un ser perfecto o no.

Es muy importante comprender esa relación.

En una oportunidad una joven estudiante le decía a su maestro: “Lo quiero mucho, con todo mi corazón.” A lo que el maestro le pregunta: “Bueno, pero ¿qué es lo que amas de mí? ¿Amas mis cejas, amas mi barba, amas mis ojos? ¿Eso es lo que amas de mí?” La estudiante le dice: “No. Eso no es.” El maestro nuevamente insiste con las preguntas, le dice: “Entonces ¿Qué es? ¿La manera en que hablo, las cosas que digo, el tono de mi voz?” La joven le responde: “No. Eso tampoco.” El maestro le explica: “Porque si amaras esas cosas, debes saber que todo eso desaparece. En la vida nada es permanente. Todo continuamente cambia.” Y continuó: “Si amas mis palabras, la coherencia, el tono, la manera en que hablo, eso también cambia, pasa con el tiempo. Pero si me amas porque lo que digo está basado en los dos grandes ejemplos que tenemos como musulmanes para transitar este camino, el Corán i- Kerim y la Sunnah de Hz. Muhammad (saws), eso sí es lo que vale. ¿Por qué? Porque estarías amando mi esencia. Y al amar mi esencia, amas la tuya, porque es la misma para todo lo creado”.

El maestro es aquel que tiene el rol de un agente catalítico. Es decir, el agente catalítico en una reacción química, no participa directamente en la misma, sino que la acelera, acelera el resultado.

Sefer Efendi (ra) decía: “Salvar a un corazón en el camino de Allah (swt) vale más que todos los tesoros, visibles e invisibles, que existen en esta dimensión.” En otras palabras, el maestro que habla de esa manera, el maestro que puede ayudar a quienes lo escuchan de esa manera, es aquel que logra que el que escucha se sumerja en su propia esencia, encuentre su propio significado en esta dimensión, en su conexión con el Creador y cómo es que eso trabaja.

Leyendo en otro libro, acerca del Profeta Muhammad (saws), donde él se encuentra con Abu Yahl (ustedes saben que él tenía un parentesco con Abu Yahl) y éste le dice: “¿Cómo es posible que la gente te siga? Nunca he visto a alguien más feo (y empezó a criticar todas las virtudes del Profeta [saws], ‘Audhu billahi minash shaytanir rayim) porque tú eres de lo más horrible que he visto aquí en el mundo.” Hz. Muhammad (saws) le respondió: “Es verdad.” Y se dio la media vuelta y se fue.

Después de esto Hz. Muhammad (saws) se encuentra con otro creyente, creo que era Hz. Abu Bakr (ra) y éste le dice: “¡Ya Muhammad! ¿cómo es posible que hayas estado de acuerdo con eso? Tú eres lo más hermoso que jamás haya existido en la Creación. No hay nada mejor ni más perfecto que tú. ¿Cómo puedes estar de acuerdo con lo que él dijo?” Y Hz. Muhammad (saws) le dijo: “Muy simple, amado compañero. Yo soy un espejo, y quien me mira, se ve a sí mismo”.

El ser humano está compuesto en un sesenta por ciento de agua.

Como ustedes saben, cuando Hz. Adam (as) vio escrito el nombre de nuestro Profeta (saws), y comprendió el sentido del amor estando en la dimensión donde él existía, pidió descender aquí, porque quería sentir eso que se llama amor.

Algunos de nosotros tenemos más tendencia que otros en tratar de tener ese sentimiento dentro de nuestro ser. A otros nos interesa más la parte intelectual que el amor, lo cual está bien. Sin embargo, recuerden que Hz. ‘Isa (as) regresará a esta dimensión hacia el Final de los Tiempos, para conocer el amor entre un hombre y una mujer, que él no pudo conocer durante los treinta y tres años de su vida en esta dimensión.

Regresando al tema del agua, muy importante en nuestras vidas, ¿por qué? Porque tenemos que tomar ablución para poder limpiar nuestro cuerpo, e Insha’Allah, nuestro interior, antes de iniciar cualquiera de las devociones obligatorias que debemos realizar, sea el salat, sea el Hajj, sea cualquier tipo de adoración, como el dhikr que ustedes, Insha’Allah, estarán haciendo en unos instantes.          

El tema de la ablución es fundamental, cada vez que usamos nuestro cuerpo para descargar debemos limpiar esas partes, y luego realizar el ritual de la ablución, de la manera que está escrito para nosotros.

La ablución en realidad es como una especie de sacrificio; significa limpiarnos de las impurezas que existen en esta dimensión, que nosotros incorporamos en nuestras personas. Ya sea porque no usamos correctamente lo que Allah (swt) nos dio: la vista, o el cuerpo, o lo que comemos, o lo que tocamos, o cómo nos comportamos. Pero necesitamos establecer el proceso, pues no solamente es la limpieza del cuerpo con el agua. Esa agua que Allah (swt) creó como la base de la vida.

Hace poco tiempo leí que habían pasado como cincuenta años desde la primera vez que, desde el espacio los seres humanos, pudieron fotografiar al planeta Tierra. Es hermosísima la imagen, no sé si la han visto: un globo celeste en el espacio, algo maravilloso. Nuestro cuerpo fue creado con agua y arcilla.

Vale decir, para nosotros la existencia en esta dimensión es posible gracias al agua.

El ser humano puede estar más de tres semanas sin comer, en cambio el período sin beber agua es mucho más corto. Tal es la importancia del ser humano para el ser humano, para poder vivir.

En otras palabras, nos limpiamos de las imperfecciones que hemos adquirido en esta dimensión, pero la limpieza verdadera, la limpieza interior, es a través de adoración y de la intención de acercarnos al Creador y que Él acepte eso que estamos haciendo como lo ordenó.

Hay gente que toma ablución y dice: “Voy a rezar, porque no quiero cometer más pecados. Quiero asegurarme, Insha’Allah, que a través de todas las cosas que hago, Allah (swt) me perdonará y tendré un lugar en el Paraíso.” Esa persona está comerciando, ese ser humano está comerciando.

No imaginen, ni siquiera por un segundo, que estoy diciendo que no debemos hacer eso. Todo lo opuesto. Solamente sugiero que consideremos hacer todo lo que hacemos, simplemente, por amor a Allah (swt), sin esperar nada como retribución.

Los otros días hablaba con uno de mis compañeros de camino, justamente, sobre este tema, sobre quién está más cerca y quién más lejos, etc. Y está todo muy bien, pero si vamos a hacer cosas porque esperamos recompensas en el mundo, por ejemplo, que alguien diga: “¡Qué lindo! Orhan dio una charla, ¡cómo está la gente!” No espero en absoluto ninguna reacción positiva de nadie. Quiero ser una canilla que Allah (swt) abre y que permita que cada palabra, cada sonido, cada significado que sale de esta boca que Él creó, llegue al corazón de quienes las oyen.

Como decía Hz. Rumi (ks), en el comienzo del “Mathnavi”, con la palabra “Escuchen”. Ésta es la palabra que es la carretera que entra por nuestros oídos y llega a nuestro ser.

El agua limpia nuestro exterior. La otra ablución, la otra agua, “el agua de la esencia”, la podemos dividir en dos: la esencia de la adoración y de los buenos hechos.

Hay que trabajar para servir a la Creación de Allah (swt), sólo por amor a Él, sin esperar que esa Creación nos vaya a decir: “Gracias”. Hacerlo por amor.

La otra parte de esa limpieza interior, de esa agua interior, de esa parte de la ablución, es la de amor y lágrimas. Las lágrimas son la ablución del alma, nada puede lavar al alma sino las lágrimas. Ésa es la verdadera ablución interior.

Si la ablución es incorrecta Allah (swt) no se va a manifestar en nosotros.

Hay cuatro cosas que deben suceder cuando uno toma la ablución, y procede a rezar y tratar de acercarse al Creador.

Una es abandonar este mundo. La segunda es abandonar el Más Allá. La tercera es abandonar la existencia. Y la cuarta es abandonar el abandono. Es decir, la intención de abandonar.

Hz. Hassan Al-Shadhili (ks), como ustedes saben es el Pir de la Tariqa Shadhiliyyah. La gente le preguntaba: “Con abandonar el mundo, ¿Estás sugiriendo que debemos ir a una cueva y quedarnos allí los años que nos quedan de vida, rezando y alejados del mundo?” Él respondió: “No. Todo lo contrario. Hay que abandonar el mundo aquí. Irse a una cueva es demasiado fácil”.

Aquí es donde debemos abandonar el mundo, y no sólo eso; debemos vestirnos con las mejores ropas y tratar de estar siempre lo más presentable, como agradecimiento a quien hizo posible que estemos aquí, en este momento, en el ahora.

Es decir, lucir hermosas, como todas mis hijas espirituales ahora, como las estoy viendo, es una forma de adoración.

Abandonar el mundo es, simplemente, someterse a los deseos de Allahu Ta’ala, y no dejar que lo que nos rodea se convierta en una distracción.

Abandonar el Más Allá significa, dejar de cometer pecados porque Él no nos permitirá entrar al Paraíso.  Es decir, no pecamos porque Él sentirá desagrado, y no porque queremos tener el Paraíso.

Abandonar la existencia (y me estoy hablando a mí mismo en este caso) es abandonar el yo. Dejar de decir: “Yo esto, yo lo otro.” Constantemente tenemos ese “yo” en los labios y en la mente, indicando que nosotros estamos haciendo algo por propia decisión. Simplemente no tenemos esa capacidad.

Muchas veces les hablé de que Sefer Efendi (ra), decía: “Todo lo que ocurre es porque Allah (swt) así lo desea.” Entonces, un europeo que estaba allá, Istanbul, le preguntó: “Si todo lo que sucede es la voluntad del Creador, ¿qué pasa con nuestra voluntad? ¿cómo influencia nuestra voluntad a lo que nos rodea?” Sefer Efendi (ra) miró a esa persona y le dijo: “Esta es nuestra voluntad. Este es el límite de nuestra voluntad”; seguido de una demostración gestual, abrió los ojos, cerró los ojos y los volvió a abrir. En otras palabras, podemos decidir ver y estar presentes, ahora, o cerrar los ojos e ignorar lo que Él creó.

Podemos pasarnos la vida adquiriendo todo el conocimiento, y llega un momento, como le sucedió a un compañero, a quien quiero mucho, aquí, en Spring Valley, que tuvo Alzheimer. Un hombre graduado y con doctorados, en la ciudad de New York. Bueno, se olvidó de todo, todo eso desapareció. ‘Audhu billahi minash shaytanir rayim. Espero que Allah (swt) nos preserve de tamaña tragedia, porque este hombre, muy raramente, reconoce a su familia.

Cuando comprendemos eso de la existencia, de pronto, empezamos a ver al Creador en todo, absolutamente en todo lo que nos rodea. Todo es Allah (swt). Es allí cuando la frase “La ilaha illa Allah”, adquiere su verdadera dimensión, si Allah (swt) nos regala ese estado. Es una muy alta estación espiritual.

Y cuando estamos, así en ese estado, en que vemos en todo a Allah (swt), entonces llega el momento de abandonar la intención de abandonar también. Eso desaparece, no tiene más vigencia en nuestro ser.

Es decir, que esto de lo que estoy hablando es la ablución de aquellos que buscan con sinceridad.

Muchos de nosotros nos quejamos de lo que tenemos que enfrentar a diario. Eso que Allah (swt) nos presenta son los ejercicios que tenemos que superar, diariamente, para poder progresar en el camino de retorno espiritual.  Si no los vemos como pruebas, si nos empezamos a preguntar o a quejarnos: “¿Por qué me tocó esto? ¿Por qué me toca aquello?”; no hemos visto, no hemos comprendido lo que el Señor nos ha dado.

No he podido corroborar esto que les voy a comentar, pero leí, que Allah (swt) le dijo a Hz. Musa (as): “Diles a Mis siervos que, si fuera posible, Me aniquilaría por ellos. Pero como eso no es posible porque Soy Eterno, siempre he vivido y viviré, entonces diles que para que dos existencias sean posibles, uno debe dejar de existir.” Es decir, nosotros, en la no existencia nos fundimos en el océano de Su amor, y eso se logra con sumisión y con humildad.

Me preocupa sobremanera la cuestión de comerciar con lo que Allah (swt) nos otorga. Me preocupa sobremanera que, mis compañeros y compañeras de camino, comprendan que nuestra entrega al Creador tiene que ser total y absoluta, lo cual no significa que debemos dejar de lado las obligaciones que tenemos en el mundo, con Su Creación. Significa que lo que hacemos es, solamente, por amor a Él.

 

Sohbet de Hajji Orhan Baba. Sábado 5-01-2019