Sohbet Sheikh Orhan Baba – sábado -8-10-2016 – Pensar, realidad virtual, meditar, el 10 de Muharram

Bismillahir Rahmanir Rahim.

 

Siempre hay herramientas para aprender.

Estuve unos días con mi hija y con mis nietos. Hace unos dos o tres días estábamos caminando por un shopping, pasábamos por uno de los locales de Microsoft, y veo a un chico, un adolescente, con uno de esos nuevos aparatos, y se veía en una pantalla lo que él estaba viviendo, la realidad virtual, es decir,  lo que se transmitía desde la computadora a ese aparato. Y en ese momento, el concepto de realidad virtual, me impactó más que en otros momentos: por lo que significa. Lo que significa para la raza humana, lo que significa para nuestro futuro, lo que significa para el mundo y para esos bebés que están allí corriendo, por el dergah. Lo que ellos van a ver y tener en el futuro.

Quiero dejar en claro que yo no estoy en contra en absoluto del progreso, para nada. Pero veo una tendencia, como hemos hablado en tantas oportunidades, a cambiar el proceso de nuestra mente, de la manera en que Allah (swt) lo hizo.

El hecho de pensar, implica en sí, un ordenamiento natural de las cosas: que el ser humano busque percepciones, conocimientos que no tiene. Es natural en nosotros esa búsqueda, esa sensación, esa necesidad de aprender. Y eso se produce cuando pensamos.

Ahora me pregunto ¿Qué sucede cuando nos colocamos esos aparatos así, y éstos copan, acaparan, nuestra capacidad de integrarnos al medio ambiente y nos trasladan a esa otra semidimensión que llaman “realidad virtual”? ¿Y por qué digo eso? Porque nuestro organismo está diseñado de tal manera, que aquello que no necesitamos mucho, lo va dejando de lado. No digo anulando, pero va decreciendo su importancia y deja de aparecer frente a nosotros.

Una de las funciones básicas que tenemos es respirar. Cuando respiramos se produce todo un proceso químico en nuestro organismo. Proceso que lleva ese oxígeno que necesitamos a los lugares más íntimos de nuestro ser, viajando en la sangre. Y eso alimenta todo este organismo que es un vehículo para el alma. Es decir, que para que exista el ser humano, ambas partes son absolutamente necesarias.

El ser humano, por miles de años, con ese proceso de pensar, esa capacidad de pensar, ha buscado los secretos de ciertas funciones: respirar, meditar, qué sucede y cómo elevamos nuestros estados de conciencia a través de ciertas prácticas. Al respecto nadie ha hecho más que los orientales, en cuanto a descubrir esas posibilidades.

Bueno ¿Por qué en occidente estamos olvidando eso? ¿Por qué no estamos considerando meditar? ¿Por qué no consideramos, simplemente, en algún momento del día, sentarnos y calmar nuestro ser, nuestro interior con unas prácticas de meditación muy simples? ¿Quiénes hacen eso? Y me atrevo a preguntar, incluso a quienes me están escuchando, y me atrevo a decir que en un alto porcentaje no le prestan la menor atención a esa función. Sin embargo, cada veinte minutos, el aire cambia el lugar por el cual entra en la nariz: por un orificio o por el otro. Es decir, no se detiene, pero hay mayor inhalación en un lado que en el otro, y cada veinte minutos eso cambia, de un lado hacia el otro.

Cuando tratamos de poner nuestra mente en blanco, si recuerdan como hemos dicho en algunas oportunidades, diciendo “La ilaha ila llah”, y en algún momento tratar de conectarse en ambos puntos, el punto de negación y el punto de afirmación. Entre el corazón y el esternón, en el medio del cuerpo: el lugar donde, dicen los que saben, habita el alma. Aunque el alma no se encuentra restringida ni por tiempo, ni por espacio. Pero en nuestro cuerpo es donde la llevamos.

Si llegamos a concentrarnos en esos dos puntos nuestra mente se calma, y luego seguimos la respiración y demás, se producen cambios internos. Es básico, pero no lo hacemos. En cambio no dudamos, en algún momento, por lo menos en este país en donde la gente es muy rica, en ir a gastar lo que sea en uno de esos aparatos para poder vivir en una realidad virtual. Quizás nuestra hermana Nuriyye, que sabe muchísimo de psicología, nos pueda explicar por qué el ser humano quiere evadirse. (La hermana Nuriyye dice: “Para no sufrir, es una trampa”)

Entonces usamos esas cosas, otros usamos drogas, otros alcohol, y así el ser humano se va degradando.

Allah (swt) nos ha dado una fe, nos ha dado un camino, a nosotros, por lo menos. Lo ha dado al universo entero. Todos son invitados. Nuestros corazones han respondido a esa invitación cuando hicimos la shahadda y aceptamos Islam  o pedimos ser aceptados en Islam, y luego, dentro de tasawwuf: la parte mística de nuestro camino.

Piensen en esto de la meditación. ¿Por qué? Pues porque este martes, uno de los días más importantes del año, el día diez de Muharram. Todos conocen esto.

Recuerdo que Muzzafer Efendi (ra) decía cuando explicaba el significado de “La ilaha ila llah”, “Lo voy a repetir diez mil veces. Si en una de esas veces alguien, que es parte de los que me escuchan, se siente impactado por el significado y se convierte en una realidad, ése es un irremplazable tesoro para esa persona”.

Lo que ha ocurrido en la raza humana el día diez del mes de Muharram, es increíblemente importante.

Hz. Muhammad (saws) ustedes saben, como Quraysh, él celebraba el día diez de Muharram, porque los Quraysh lo hacían desde tiempos preislámicos.

La celebración del día diez de Muharram viene desde el principio de la humanidad. Pero especialmente dentro de la cadena abrahámica de nuestra religión.

Dicen, que el significado secreto del día diez de Muharram, es justamente ése número, el número diez.

Cuando lo miramos desde el punto de vista islámico, el número diez es el uno más el cero. Es decir, que el uno es Allah (swt) el objeto de nuestra búsqueda. Y el cero, somos nosotros, que buscamos la no-existencia. Alcanzar el estado de sumisión total, significa totalmente y absolutamente someterse al Creador, sin cuestionamientos, sin pensamientos, sin nada.

Meditemos, pongamos la mente en blanco, y busquemos ese camino que es interior.

Recuerden ustedes cuando le preguntaron a Hz. Ibn-Arabi (qs) cuánto debía haber viajado para alcanzar los estados que él describe en sus libros. Y él miró con una sonrisa a quien le había formulado esa pregunta y respondió: “¡No, no, no! Yo nunca me he movido de aquí mismo”. Y le dijeron: “¿Cómo no te has movido de aquí mismo?” y respondió: “¡No, no, no! Porque ese viaje es hacia adentro”.

Nuestro viaje es hacia adentro. Hacia el lugar donde nuestro Creador reside, en nosotros.

Muharram es uno de los cuatro meses sagrados. Estos cuatro meses sagrados son mencionados en el Corán, en la Surah n°9. Mencionados por Hz. Muhammad (saws) quien lo nombró, y a los dos meses que lo preceden. Luego el mes de Sha´ban.

En esos cuatro meses estaba prohibido peleas, guerras, en la cultura de la península arábiga.

Cuando Hz. Muhammad (saws) llega a Medina, encuentra que las tribus judías eran numerosas, y conformaban una parte muy importante de la población de Medina en aquella época. Y se encontraban ayunando el día diez de Muharram. A todo esto cuando él llega y los ve, les pregunta qué estaban haciendo, y le respondieron que se trataba de un día de expiación, y que además lo hacían por Hz. Musa (as) pues el día diez de Muharram él recibió los Diez Mandamientos, y también, cuarenta años antes, ese mismo día las aguas se abrieron, el pueblo hebreo pudo cruzar, y luego se cerraron sobre los soldados del faraón.

Hz. Adán (as) descendió a la Tierra, por el pecado mortal. Lo mismo hizo nuestra madre Eva (as).

Cuando Hz. Adán (as) desciende a la Tierra sus pecados lo oscurecieron. Y rezó por muchos años, por muy largo período, hasta que fue perdonado. Y el día que fue perdonado fue el día diez del mes de Muharram.

También dicen que el día diez de Muharram, él y Eva (as) se encontraron en ´Arafah. Hz. Adán (as) había descendido en Sri Lanka.

En el mismo día el Profeta Ayub (as) fue curado. El día en que el Arca de Nuh (as) tocó tierra firme.

El día que Hz. ´Isa, Jesús (as) fue elevado a los Cielos, donde reside, vivo; donde está en estos momentos, hasta que llegue el día en que descienda nuevamente a la Tierra.

El Profeta Yusuf (as) volvió a encontrar a su padre, quien lloró por todo los años en que Yusuf (as) estuvo ausente.

Y fue el día en que nuestro amado Husayn (ra) fue muerto en Kerbala.

Él sabía, antes de partir de Medina, dicen, lo que iba a ocurrir. Y ustedes recordarán que en un momento Hz. Hassan (ra) y Hz. Husayn (ra) eran aún niños, el arcángel Gabriel (as) descendió con un pañuelo de color rojo, y otro de color amarillo. Allah (swt) lo envió para que se los pusiera en el cuello, el amarillo a Hz. Hassan (ra) y el de color rojo a Hz. Husayn (ra).

Hz. Muhammad (saws) a través de ese acto también supo el destino de sus nietos, cómo iban a partir al Más Allá.

Y ustedes dirán, “estas son historias que escribe la gente”, y es verdad. Es verdad que se trata del conocimiento que ha descendido a través de cientos de siglos, desde la época de Hz. Adán (as).

Pero si tenemos dudas, también tenemos que pensar qué sucede si esto es así, como lo estamos describiendo. Es lo mismo que cuestionar la fe. Uno tiene fe o no.

El diez de Muharram es un día muy especial, sobre todo para los Yerrahis, porque ese día ayunamos. Muchos otros musulmanes lo hacen.

Sugiero que ayunemos el día diez de Muharram. Porque cuando Hz. Muhammad (saws) llega a Medina, él impone el ayuno ése día y un día más.

En algunos casos es el día anterior, el nueve de Muharram. En otro casos el día once de Muharram. Y así fue hasta que descendió la Revelación en el mes de Ramadán. Fue lo que Allah (swt) quería que los musulmanes hicieran. Entonces el ayuno del día diez de Muharram quedó como algo no obligatorio, pero Hz. Muhammad (saws) es nuestro ejemplo, y por ello insha´Allah ayunaremos.

Nuestro hermano Suleyman Baba recogió más información sobre el día diez de Muharram. Sugiero que aquellos que lo han recibido, lo lean, porque trata de todos los beneficios del día de ayuno, y qué sucede cuando uno alimenta a los que están ayunando, toca la cabeza de un huérfano, etc.

Y si ese día podemos hacer algo especial, un acto de caridad, un acto de amor, por alguien, por algún necesitado, no importa el color, no importa la religión, no importa de dónde sea, esos beneficios no solamente van a ir a la persona que recibe lo que nosotros generosamente podamos hacer por esa persona, sino también nosotros, porque Allah (swt) estará muy complacido con nuestros actos.

Es una hermosísima oportunidad para ayunar y ofrecer eso al Creador.

Un último verso que deseo leer para ustedes.

Un poeta, `Umar ibn `Alī ibn al-Fārid escribió lo siguiente, como si Allah (swt) estuviera hablando:

“No estarás apasionado por Mí

 En tanto no te extingas en Mí.

 Y no te extinguirás en Mí

  En tanto no contemples Mi forma en ti”.

 

As Salam ´alaykum wa rahmatullah wa barakatuhu.