La Capacidad de Oír

 

Bismillahir Rahmanir Rahim

 

En un verso del Corán i-Kerim, de la Surah “Al-An’am”, Allah (swt) nos dice: “Sólo aquellos que aceptan y concuerdan contigo, Oh Mi amado mensajero, son capaces de oírte”.

Todas las veces que Allah (swt) lo permite nos encontramos a través de este medio electrónico. Ustedes saben por lo que hemos hablado en tantas ocasiones, que no me considero mejor, ni más sabio, ni con más conocimiento, que cualquiera de ustedes, porque cada vida es un mundo. Ustedes también saben que no he pedido tener este trabajo, fui forzado a aceptarlo, y uso esta palabra “forzado”, dentro de la terminología de la Tariqa, y Alhamdulillah, así fue.

Muchas veces me pregunto ¿de qué es lo que puedo hablar con ustedes? Porque después de todo, cada momento de nuestras vidas, es precioso. Es un tesoro que gastamos y no podemos recuperar, no importa lo que hagamos para lograrlo.

Trato de que las palabras del Corán i-Kerim, como recién fueron expresadas, y la Sunnah de Hz. Muhammad (saws), es decir, sus acciones, su ejemplo, se transmitan a través de estas palabras. Pero también siento, y debo confesarlo, que muchas veces mis hermanos y hermanas en este camino, no me escuchan.

Quería relatar una historia que ustedes han oído cientos de veces. Se centra en la época de Harún Al-Rashid. En su palacio él vivía con un santo, Bahlul Hudana. Muchos decían que era medio su medio hermano, es decir, que ambos tenían el mismo padre pero diferentes madres.

Bahlul Hudana aparentaba estar un poco alterado mentalmente. Y un día decidió que iba a ocupar un lugar en el gran bazar, se sienta con un pedazo de tela y coloca tres cráneos sobre esa tela. Delante de uno puso un precio de un centavo, delante de otro puso un precio de diez pesos, y delante del otro se leía  que era impagable, no tenía precio.

Así pues, se sienta muy contento, muy sonriente, dispuesto a atender a los clientes que iban a comprar esos cráneos.

Se acerca uno de los mercaderes, con muchos años de experiencia, y le pregunta qué era lo que estaba haciendo, si no tenía un poco de vergüenza por sentarse a vender cráneos de seres que ya se habían ido de este mundo. También le cuestionó el haber puesto diferentes precios delante de esos cráneos. Entonces él respondió con una sonrisa: “No, no tengo vergüenza porque todo esto tiene un propósito, y ya que me has hecho una pregunta, responderé cuál es el propósito de estas acciones.” Tomó el primer cráneo que valía un centavo, lo coloca entre sus piernas, toma un destornillador afilado, un martillo, y lo pone en un costado, por el lado del orificio del oído, golpea con el martillo y el destornillador no entraba en absoluto. Y dijo al mercader: “Ya lo ves, por eso vale un centavo.” Y lo ubicó nuevamente en su lugar. El mercader pregunta: “¿Y el otro de diez pesos?” Bahlul Hudana le dice: “Ah sí, pon atención.” Coloca el destornillador al costado, le pega con el martillo una vez, entró el destornillador por un lado y salió por el otro. Por último el mercader pregunta: “¿Y aquel que no tiene precio, por qué es tan maravilloso?” Bahlul le dice: “Por esto.” A continuación, le pega con el martillo al destornillador y éste entra por el cráneo, pero no sale por el otro lado.

Así es con muchos de nosotros, y recuerden que me hablo a mí mismo en primer lugar.

En la época del Profeta (saws) había muchos Abu Yahls, para nosotros, para los musulmanes, y  para el resto de toda la Creación esa fue la mejor de todas las épocas, porque al Amado de Allah (swt) vivía en el mundo, estaba presente; y a pesar de las bendiciones de su presencia había Abu Yahls, como mencioné, para los cuales la palabra de Allahu Ta’ala emitida a través del Profeta (saws) y las acciones de éste, no entraban en sus mentes. En otros, entraban y salían por el otro lado, sin quedarse en absoluto, y por último estaban aquellos, en los que cada uno de los sonidos y de las acciones de Hz. Muhammad (saws) entraban, los invadía y todo lo transformaban.

Si aquellos que perdieron la oportunidad de oír y de aprender de esa enseñanza hubieran sabido, mientras residían en esta tierra, el tesoro que había dejado al irse, no la habrían desaprovechado.

Cuando leemos y recitamos el Corán i-Kerim, y leemos sobre la vida del Profeta (saws), de la gente que lo acompañaba y entendió y aceptó su mensaje, se supone que tenemos que entender, y si entendemos, a nosotros nos corresponde imitar  ese ejemplo utilizando esas enseñanzas. En cambio muchos decimos: “El Corán i-Kerim, la palabra de Allah (swt).” ¿La palabra de quién? ¿De alguien a quien no vemos, que es invisible? ¿Dónde está? ¿Será verdad aquello que dicen que es la palabra de Allah (swt)?

Luego tenemos en esta época al resto, los ejemplos, las acciones, las enseñanzas, de alguien que vivió hace más de mil cuatrocientos años atrás. Es decir que tenemos a alguien que fue y no es más, Hz. Muhammad (saws). Y por otro lado tenemos a alguien que es invisible, que no está, que no podemos ver y no vamos a ver, sin importar lo que hagamos.

Él nos habla de cosas simples: de rezar cinco veces por día, de ayunar durante el mes de Ramadán, de pagar nuestro zakat, de ser generosos, de ser gentiles, de expresar amor, de acariciar y ayudar al necesitado, de darle de comer a aquel que no tiene. Y también nos dice aquello que no debemos hacer, y entre esas cosas evitar el chisme, la murmuración, la crítica. Además habla de no fornicar, es decir, que nuestra vida es muy simple.

Cuando alguien comienza  en este camino, en lugar de regar esa planta con amor, algunos la riegan con la orina del chisme. Y cuando ponen orina de chisme en una planta que está creciendo, se seca y se va. Y por ello digo que no me escuchan.

Para un musulmán, especialmente un derviche, si ve a una mujer con la cual no está casado, y esa mujer es muy atractiva por la manera en que se viste, por lo que emite y demás, debe bajar la cabeza y continuar sin mirarla, porque si la mira por segunda vez está pecando. Bueno, señores, nosotros no solamente la continuamos mirando, sino que sin estar casados, vivimos con ella. Por eso digo que no me escuchan, por eso sostengo que no leen el Corán i-Kerim, por eso sostengo que si continuamos viviendo de esa manera, esas son señales de kufur.

¿Qué podemos hacer para abrir los oídos, para asegurarnos de que aquello que entra quede aquí y que esto se convierta en un modo de vida?

Que esto se convierta en un modo de vida y no en algo que venimos a hacer una vez por semana a ese lugar que llamamos templo de Allah (swt) y cuando salimos nos olvidamos de todo eso que oímos y que debemos practicar. Nos olvidamos que ese templo no es más que unas cuantas paredes de material. El templo está en nuestro corazón y lo llevamos por dentro veinticuatro horas por día. Y si hacemos algo que está equivocado e incorrecto los que ensuciamos esa casa somos nosotros mismos.

¿Pero cómo voy a convencerme a mí mismo que debo vivir de esta manera? ¿Qué debo oír, qué debo oler, qué debo ver, qué debo, Insha’Allah, ser?

Allah (swt) nos ha dado los cinco sentidos: ver, oír, oler, saborear, tocar, conectarnos. Es lo más básico de nuestra creación. Pero hay algo que no les dio a los animales y se llama ‘aql (inteligencia).

Debemos entender que la inteligencia es la dueña de los sentidos. Es decir, la inteligencia le da significado a aquello que los sentidos adquieren. En otras palabras, los sentidos son esclavos de esa inteligencia.

Además, Allah (swt) nos dio la vida, un período de tiempo en este mundo. La inteligencia es esclava de la vida. Entonces si nuestra vida está dominada por este mundo, la inteligencia le va a dar el significado que los sentidos perciban. Así, los sentidos nos permitirán vivir en un estado de la imaginación, suponiendo que esto es lo que es real. Y en esos estados, el chismoseo, es algo normal, ¿por qué no?

En cambio, si recordamos hay un hadiz que dice que cuando hablamos mal de la Creación de Allah (swt) es como comer la carne de esa persona, como si lo estuviésemos comiendo vivo a ese otro ser. Y esa carne se convierte en veneno, en veneno, sin ninguna duda, espiritual.

‘Aql, inteligencia, razón, ¿cómo podemos hacer para que estos elementos cambien, para que esta inteligencia que domina los sentidos se convierta en un elemento de ayuda? ¿Qué podemos hacer para cortar esas cadenas que nos atan al mundo? Sin ninguna duda no hay mucho que podamos hacer por nosotros mismos.

Hagan esto, y ese esto es: “Siervo Mío acércate a Mí. Acércate a Mí a través de nafile e ‘ibada, de devociones supererogatorias, porque cuando tú, siervo Mío te acercas a Mí, Yo corro hacia ti. Y tus manos se convierten en Mis manos, con las cuales tomas las cosas. Tus ojos son Mis ojos, con los cuales ves. Tus oídos son Mis oídos, con los cuales oyes.” Y así con el resto de los sentidos.

Esa transformación, señores, es algo que el derviche tiene la obligación de practicar.

Mi hermano ha dicho correctamente que la Sunnah se convierte en algo casi obligatorio. Diría obligatorio, pero no pretendo cambiar las leyes religiosas, pero para nosotros es algo obligatorio. Tan obligatorio como quedarse dos o tres horas más en el dergah, a rezar, a leer el Corán i-Kerim, a hacer cualquiera de estas cosas que podemos llegar a hacer para poder acercarnos a Él. En cambio, no lo hacemos, y podríamos hacerlo. No nos estamos acercando a nuestro Señor.

 

Cuando nos quedamos en casa porque tenemos sueño o estamos cansados o queda lejos… bueno, como dije antes, cada minuto, cada segundo en esta tierra es un tesoro que no podemos recuperar.

El derviche es un ser del momento, del ahora, tiene que estar aquí, presente, consciente. Y si desobedece las reglas, que voluntariamente, pedimos y aceptamos, bueno, eso es kufur.

Estamos en estos meses sagrados. Son oportunidades extraordinarias, es decir, fuera de lo común para poner en práctica estas cosas.

Para aquellos que viven vidas sin límites sugiero que se detengan a pensar muy seriamente qué es lo que van a hacer.

 

As Salam ‘alaykum wa rahmatullah wa barakatuh.

Sohbet de Hajji Orhan Baba. “Surah Al-An’am. Sagrado Corán. La Sunnah de Hz. Muhammad (saws).” Jueves 22-07-2010