Sohbet Hadrat Sheij Orhan Efendi – Jueves 12-05-2016
Historia de los Primeros musulmanes en Islam.
Bismillahir Rahmanir Rahim.
Siguiendo con los relatos de la vida del Profeta (s.a.w.s) dado que este es el mes de Hz. Muhammad (s.a.w.s) y es en su honor que hacemos muchos de los rezos supererogatorios.
Durante el último sohbet nos hemos referido a ese pequeño grupo de seis árabes, provenientes de Yathrib, lo que nosotros conocemos como Medina Al-Munawwarah (“La iluminada”). Recordarán las charlas que mantuvieron entre sí y con Hz. Muhammad (s.a.w.s) como así también que estos hayyis (peregrinos) tomaron shahada en ese momento. Tras esto regresaron a Medina. No olvidemos pues, que en Medina se vivía una situación caótica. Estos representantes de los árabes que venían de Medina, pertenecían a una tribu llamada Khasraj.
Para tener un panorama más esclarecedor de aquella época, de cuanto sucedía en Arabia, antes bien, es dable decir que Medina, anteriormente, estuvo habitada por Judíos. Existía un valle muy fértil, muy bien irrigado. En consecuencia, la gente hasta llegaba a pelearse para poder vivir en dicha zona. Aquellos que han visitado Arabia Saudita, se encuentran en la actualidad con un país muy diferente al de aquella época. Nosotros, en la primera mitad de la década del ochenta, vimos los rastros de lo que había sido. Hoy día hay árboles, y esa es una zona increíblemente árida. Los sauditas han hecho una notable obra para lograr que nuestro Hayy (peregrinaje) sea mucho más cómodo.
Retomando lo que sucedía en el siglo VII, nos referiremos a dos tribus árabes que luchaban entre sí, puesto que existía entre ellas una enorme enemistad: una era la tribu de Aus y la otra llamada Khasraj. Estas dos tribus compartían un antecesor común que se llamó Kaiba. Provenían del Yemen, alrededor del siglo VI, aproximadamente el año 550. Más tarde se mudarían del Yemen a Yathrib (Medina). Como hemos recordado, Medina se encontraba dominada por las tribus judías. Y se les otorga a estos inmigrantes del Yemen, cultivar unas tierras, pero de menor calidad. Con el correr del tiempo fueron creciendo en número y demás aspectos. Lamentablemente comenzaron las luchas entre sí.
Los problemas que existían en la Arabia Saudita del siglo VII, eran el politeísmo, puesto que habían olvidado las enseñanzas del Profeta Abraham (a.s.) y su hijo Ismael (a.s.), como así también había desbordado libertinaje, en épocas de grandes sequías, por ende los alimentos escaseaban, además de la eliminación de menores. Es decir, sus costumbres eran muy drásticas.
Bien, estos seis habitantes de Medina, regresan con su Islam, y comienzan a hablar y comentar al resto de la gente sobre este nuevo camino. Pero también sabían, que para evitar estas guerras que se sucedían entre ellos, necesitaban un líder, alguien que pudiera unir a las tribus, alguien que lograra presentarse y al que los demás obedecerían, por el conocimiento y la capacidad de liderazgo que esa persona iba a ejercer. Por lo tanto, estos peregrinos (hayyis) que pertenecían a la tribu de Khasraj, regresan, y les hablan a su grupo sobre Hz. Muhammad (s.a.w.s) y la promesa recíproca que tenían entre sí. En ese primer juramento que hicieron en ´Aqabah, prometieron no robar, no fornicar, no matar, teniendo en cuenta a los menores, y que no desobedecerían en todo esto al Profeta (s.a.w.s)
El Profeta (s.a.w.s) les dijo: “si ustedes hacen eso van a lograr llegar al Paraíso”. Pues entonces se van, y por supuesto, comienzan a transmitir el mensaje. Mientras éstos estaban en Medina, la gente que pertenecía a la tribu de Aus también quería saber de qué se trataba el mensaje.
Las tribus estaban compuestas de diferentes clanes. Estos clanes, luchaban entre sí, capturaban, raptaban, etc. Y además de haber tenido lugar matrimonios, acordados entre una tribu y la otra, hecho que contribuía a suavizar la conflictiva situación, a todo esto, sin embargo, nunca pudieron evitar las guerras. Y recordemos que se encontraban en medio de una guerra civil.
En cierto momento, estos que retornan (los hayyis, peregrinos) el Profeta (s.a.w.s) envió con ellos a uno de los primeros musulmanes, uno de los primeros convertido al Islam, que había ido a Abisinia y regresó tempranamente, llamado Mus´ab. El Profeta (s.a.w.s) lo envía con los seis hayyis, a recitar el Corán y demás. A su vez este hombre debía enseñarles a rezar y desempeñarse como Imam, simplemente porque la otra tribu no aceptaría que un integrante de los Khasraj tuviera ese poder, esa autoridad.
De modo tal que Mus´ab sabía moverse entre los clanes y hablar sobre este tipo de cosas. En un momento va donde un determinado clan a recitar el Corán y a enseñarles Islam. Él se hallaba alojado en la casa de alguien de nombre Asad. Debido a estos matrimonios que se acordaban de tribu a tribu, Asad era primo de un hombre llamado Sa´ad, persona que no tenía ningún tipo de interés en saber del Islam. No obstante, Sa´ad descubre que Mus´ab se encontraba reunido con un grupo de personas sentadas en un jardín, hablando muy placenteramente, sonriendo. Y en este punto recordemos que Asad era primo de Sa´ad, es decir, hijo de la hermana de la esposa de Sa´ad. Por tal motivo, y por verse impedido de ir a echar a esta gente que se encontraba gratamente conversando, hace un pedido. Por lo tanto ordena al número dos de su tribu, al segundo en importancia, digamos, llamado Useid, que se dirija a estas personas y los eche del lugar. Useid se acerca y les cuestiona sobre qué estaban hablando, si no sentían vergüenza de traer ese mensaje, que solamente los más débiles de sus clanes lo aceptaban.
Mus´ab, el enviado del Profeta (s.a.w.s) lo dejó hablar, y en determinado momento le dice: “Por favor, siéntate y escucha lo que tengo que decirte”. A todo esto Usaid se aproximaba a ellos con una lanza, dispuesto a echarlos de una u otra manera. Pero algo, en el modo de expresarse de Mus´ab, tocó su corazón. Usaid se sienta entonces, y se dispone a escuchar el mensaje. A Usaid le agradaba el modo en que hablaba Mus´ab, el enviado del Profeta (s.a.w.s). Cuando Mus´ab comienza a recitar el Corán, todo su rostro, todo su ser cambia, y finalmente pregunta: “¿Qué debo hacer para unirme a esta religión?” a lo que Mus´ab responde: “Debes estar totalmente limpio. Tomar una ablución total (ghusl) y tu vestimenta debe estar limpia también”. Por consiguiente Usaid va a unos de los ríos y se sumerge, se lava, toma ablución total, como le fue indicado, lava además su ropa, se viste con la ropa mojada y regresa y hace la shahada. Ni bien termina con eso, se dirige a Mus´ab y a los dos hombres que lo acompañaban: “Hay alguien detrás de mí, y si esa persona acepta vuestra religión, todo el resto del clan, inmediatamente, va a unirse a ustedes (al Islam)”. Mus´ab le dice entonces que lo envíe. Usaid se da vuelta y regresa con el otro grupo, mientras lo ven llegar ya se habían dado cuenta que algo sucedió; pues lo vieron cambiado, mojado, con una sonrisa, una expresión diferente, a lo que Sa´ad comienza a reprocharle respecto de por qué había fallado en lo que se le ordenó. Usaid explica que esos hombres no revestían peligro alguno, que no son lo que estaban pensando, y además lo invita a Sa´ad a que vaya y escuche el mensaje que traen. Por supuesto, Sa´ad totalmente iracundo, se levanta y se dirige a donde estaban estos pacíficos hombres, dispuesto a echarlos, ya que no quería oír nada. Pero cuando ve a su primo Asad, que allí se encontraba, lo empieza a insultar y a reclamar el motivo por el que trajo a gente extraña, quiénes son, qué tipo de mensaje traen, puesto que ellos ya tenían su cultura, costumbres y demás. Cosas que todos nos reclamamos cuando cambios drásticos nos son presentados.
Nuevamente Mus´ab lo deja hablar y después le pide amablemente que Sa´ad se siente y le permita explicar quiénes son y qué es lo que ofrecen. Con la condición de que si la explicación no llegaba a interesar a este último, Mu´sab y los demás que estaban con él, se levantarían y se marcharían. El mismo proceso por el que pasó Usaid le sucedió a Sa´ad. Por consiguiente, su rostro cambió, realizó la shahada, regresó donde su clan acampaba, los llamó a todos y les preguntó: “¿Quién soy yo para ustedes?”, a lo que ellos responden, por supuesto, que él es su líder, la persona que los inspira, los ayuda, que posee la sabiduría para ordenar sus vidas. A todo esto Sa´ad dice: “Juro que no hablaré con ninguno de ustedes, hombre o mujer, joven, niño o anciano, que no crea en Dios, de la manera en que se me ha explicado a mí, y en el Dios en el cual ahora yo creo”. No había acabado el día cuando todo el resto de ese clan había tomado la shahada.
Pasa el año, llega la época del Hayy (Peregrinaje). Puesto que los politeístas también hacían su peregrinaje, era una costumbre. Y entre todos estos estaba Mus´ab, que se había quedado con ellos por el lapso de once meses, había continuado pregonando el mensaje del Islam, y un grupo de setenta y dos hombres y tres mujeres van hacia La Meca a hacer el Hayy, ya como musulmanes. Van en una caravana de politeístas, pues era un numeroso grupo que iba de Yathrib hacia Meca a hacer el peregrinaje. Los setenta y dos más tres musulmanes de Medina, fueron a realizar el hayy y deseaban reunirse con el Profeta (s.a.w.s). Cuando llegan a La Meca preguntan a un árabe cómo debían hacer para encontrarse con Muhammad (s.a.w.s) que ellos no conocían. La mayoría no lo conocía. Así pues, el árabe les pregunta si ellos conocían a Ibn ´Abbas (r.a.), que era un comerciante que viajaba frecuentemente por todos lados, y sobre todo a Medina. Se trataba de un comerciante muy conocido. Este grupo responde que tenía conocimiento de Ibn ´Abbas (r.a.), y el árabe les indica que el hombre que se encontraba en la mezquita, al lado de Ibn ´Abbas (r.a.), es decir, en el recinto de la Ka´aba, es el profeta a quien ustedes están buscando. Luego un hecho interesante tiene lugar en ese momento. Acuerdan encontrarse con él, dos días después del Hayy, en medio de la noche, para no despertar celos con los Quraysh. Y posteriormente se reúnen en ´Aqabah, en el año 621, donde tiene lugar, por segunda vez, el acto de bay´ah. De allí la importancia de recordarlo, pues este acto de bay´ah se considera el primero en nuestra tradición.
En la primera bay´ah, que sucedió con aquellos seis hayyis (peregrinos) ya mencionamos lo que habían prometido. En la segunda, estos hombres prometieron lo mismo, además agregaron que ellos eran guerreros y contaban con armas que habían heredado de sus antecesores y que si era necesario ir a la guerra por él, Hz. Muhammad (s.a.w.s) lo iban a hacer.
El primer bay´ah es llamado “El bay´ah de las mujeres”; porque no se había mencionado la guerra. Esto tuvo lugar en el año anterior. El segundo es llamado “El bay´ah de los hombres”, porque ellos prometen que si era necesario ir a la guerra para defenderse, estarían dispuestos a hacerlo. En tanto se preguntaban muchas cosas. Hasta que uno, de este grupo, de ellos solicita la palabra. Le una pregunta entonces al Profeta (s.a.w.s) haciendo uso de un lenguaje muy hermoso. Y llegado a este punto debemos recordar, que la poesía en el mundo árabe, ha sido practicada desde tiempo inmemorial. Más aún, las familias pudientes de aquellas épocas enviaban a sus hijos a vivir con los beduinos, pues éstos hablaban un árabe de mayor calidad que el que se hablaba en las ciudades. Y escuchaban por la noche, cuando los beduinos se reunían a comer y culminar la jornada, recitación de poesías. Era éste un lenguaje muy florido, muy especial. Ahora bien, con este mismo lenguaje, el hombre que interpeló al Profeta (s.a.w.s) le dijo: “Nosotros estamos prometiendo todo esto, incluso ir a la guerra, por ti”. El Profeta (s.a.w.s) les dice a este grupo, que él emigraría a Medina, que iba a vivir con ellos. Éstos reponen: “Bueno, muy bien, nosotros te protegeremos”.
Hz. Ibn ´Abbas (r.a.) que estaba al lado de Hz. Muhammad (s.a.w.s) y le brindaba su protección en Meca, quería oír lo que esta gente prometería, a pesar de que él todavía no era musulmán, no había hecho shahada. Deseaba oír y saber, para determinar si las promesas revestían validez o no. Mientras un integrante de la tribu de los Khasraj se dirige al Profeta (s.a.w.s) y le dice: “Tú has de emigrar a Medina. ¿Y qué sucederá si luego de pasado un tiempo te vuelves victorioso y nos dejas?”, es decir, que obtenga la victoria en las diversas guerras que se desatarían. Hz. Muhammad (s.a.w.s) le dijo: “Eso jamás va a ocurrir: ustedes son míos y yo soy de ustedes”. Luego los demás, habiendo escuchado esas palabras, dicen: “Entonces queremos hacer nuestro juramento de lealtad”. Y Hz. Muhammad (s.a.w.s) agrega: “Denme vuestras manos”. Y así, este fue el primer acto de bay´ah en la historia del Islam. Exactamente lo que hacemos en el dergah cuando tomamos bay´ah, el mismo procedimiento, las mismas promesas básicas.
No olvidemos jamás esto. Porque sin esta gente, sin los Ánsar (del árabe: auxiliadores, ayudantes) el Islam no existiría hoy. ¡Astagfirullah! ¡Astagfirullah! ¡Astagfirullah! Hablando, claramente, desde el punto de vista del mundo.
Hz. Muhammad (s.a.w.s) necesitaba un lugar donde estar, necesitaba un grupo de gente que lo siguiera para poder defenderse de lo que estaba ocurriendo allí.
Al año siguiente, se realiza otro peregrinaje (Hayy) y Hz. Muhammad (s.a.w.s) les dice a los musulmanes que se encontraban con él, que comiencen a emigrar a Medina, en grupos pequeños, de dos y tres. A todo esto, transcurre cierto tiempo y la tribu de Quraysh tomó estado de lo que sucedía, que la gente se estaba yendo. Al enterarse de que pasaban fue cuando deciden matar a Hz. Muhammad (s.a.w.s)
Entre la gente de Yathrib, había un hombre llamado Bara, quien era líder de uno de los clanes, muy respetado. Cuando nuevamente hacen el Hayy, él decía: “Los árabes han hecho peregrinaje a la Ka´aba desde tiempo inmemorial, ¿por qué debemos hacer la salah en dirección a Siria?” vale decir, mirando hacia Jerusalém, como era costumbre en aquella época. La revelación en el Corán i-Karim de que todos se dirijan hacia la Ka´aba, cuando rezaban, en ese entonces aún no descendía. Bara murió poco tiempo después de hacer este Hayy. Dicen los que saben, que a veces, ciertos creyentes tienen premoniciones. Bara lo que hizo, durante todo el viaje, desde Medina hasta Meca, fue rezar en dirección hacia la Ka´aba; y no hacia Jerusalém como hacían todos. Cuando llegan a Meca se lo comunica al Profeta (s.a.w.s) y éste le responde algo que puede ser interpretado de muchas maneras: “Si ya tenías una dirección hacia donde rezabas, quizás debías haber continuado”. Pero habría que ver a qué nivel le dijo estas palabras el Profeta (s.a.w.s) puesto que también podría interpretarse como que había una dirección en el corazón que le indicaba hacia donde debía rezar, es decir, la Ka´aba. En fin, fue la primera vez que un musulmán de Medina dirigió su rezo, el salah, hacia la Ka´ba, durante el siglo 621.
El shaytán estaba, cuando esto ocurría en la Ka´aba, cuando el primer acto de bay´ah ocurre, él estaba mirando, mientras sonreía pensando en todo lo que haría para evitar que toda esta gente continuara creciendo. Y el Profeta de Allah (s.a.w.s) lo mira al shaytán y le dirige estas palabras: “¡Oh, enemigo de Allah, no te daré jamás descanso!”. Lo cual significaba que el Profeta (s.a.w.s) lucharía siempre en contra de él. A todo esto ya sabemos quién obtuvo el triunfo.
As salam ´alaykum wa rahmatullah wa barakatuhu.