De los Agradecidos

Bismillahir Rahmanir Rahim

 

Dos cosas quiero mencionar.

Una es la práctica del recitado de ilahis. El meshk en el dergah de Murillo está alcanzando muy hermosos niveles.

Les agradezco profundamente la dedicación que evidentemente tienen.

En el pasado, cuando alguien recitaba casidas, que es una especie de lamento, yo me quedaba transformado con la voz de Kemal Baba. Bueno, mi hermano ‘Isa se está acercando a ese nivel ¡Masha’Allah! Es realmente hermoso observar progreso, crecimiento, en este camino.

¿Por qué estamos buscando a Allah (swt)? ¿Por qué estamos deseando buscar al Creador en esta vida? Y muchos dicen que es paz, la paz que emana de esa conexión con Allahu Ta’ala.

Simplemente quiero comentarles que quizás es la base, el comienzo de nuestro camino.

Porque cuando uno en la vida tiene objetivos y alcanza los mismos, debería sentirse satisfecho. Y es así con la mayoría de las cosas de este mundo.

Pero con Allahu Ta’ala, nuestro Creador, es algo diferente por una simple razón: el amante de Allah (swt), aquel a quien es permitido hacer lo que hacemos, rezar, recordarlo. En un mundo que cada día se aleja más del Creador.

Pero a quien le es permitido acercarse a Él, desea estar más cerca, estar en una relación más íntima con Allah (swt). Sin embargo hay un problema: Allah (swt) es ilimitado. Está más allá de lo que es posible concebir para nuestro intelecto. Ni siquiera podemos imaginarlo, en esta dimensión, en este estado.

No olvidemos que las almas que permiten que este cuerpo sea una entidad viva, de acuerdo a las reglas y las restricciones de esta dimensión, estuvo en la presencia del Creador. El alma de cada uno de nosotros, el alma de cada ser que vive estuvo en la presencia del Creador en algún momento, antes de que le fuera ordenado a esa alma descender al cuerpo concebido por la unión de los elementos aportados, por el hombre y la mujer.

Nosotros no elegimos venir a este mundo, ni siquiera sabíamos que íbamos a estar aquí. Como así tampoco elegiremos irnos. Eso está decretado, escrito, y cuando llegue ese instante, así partiremos.

Pero el alma jamás olvidó el estado de éxtasis que sintió frente al Creador. Es más, era tal ese estado que las almas olvidaron su propia existencia. Y es por ello que Allah (swt) nos hizo descender aquí, a un cuerpo que está restringido por el tiempo. Su existencia está restringida por el tiempo para que podamos regresar a Él. En esta existencia tomar conciencia de Su existencia y regresar a Él.

Es por eso que aquel que se encuentra en estado de fana fillah nunca está satisfecho. ¿Por qué? Porque cuanto más cerca del Creador más desea estarlo. Y finalmente entiende el alma que esto es un camino sin fin.

Jamás podríamos llegar al final de esta relación.

Y después está la otra parte. Lo que sucede con la mayoría de la humanidad que se ha olvidado de la existencia del Creador, entonces se encuentra libre de esta preocupación, porque no tiene conocimiento de lo que debe hacer.

Es decir que cerró las puertas al alma, la cubrió con la coraza de este mundo y no responde a las invitaciones del alma.

Algunos de nosotros, de los que están escuchando estas palabras, han sido invitados a la fe a través de sueños, a través de sensaciones, a través de deseos. Y cada uno de nosotros se toma su tiempo en aceptar o no esa invitación, sin tener en cuenta si dentro de sesenta segundos estaremos aún en este mundo o no.

Una vez que dejamos el cuerpo y la obligación que teníamos de existir aquí no es cumplida, no podemos regresar a lo que debíamos hacer en el Más Allá.

Esa puerta se cierra con la existencia en este mundo.

Entonces si alguno ha visto el árbol de la fe, como ha ocurrido en algunos casos, no esperen mucho para tomar esa decisión.

Nosotros a veces pensamos que porque estamos en este camino somos seres elegidos o diferentes.

Les ruego que jamás, jamás acepten esa manera de pensar.

Nuestro hermano Sefer Baba me dijo alguna vez. “Baba cuénteme anécdotas de sus experiencias con Muzzafer Efendi (ra) y Sefer Efendi (ra)”.

En cada momento que los recuerdo esas anécdotas emergen en dos visiones.

Muzzafer Efendi (ra) y sabiduría eran uno, un carisma fuera de este mundo. Estar en su presencia era nuevamente estar obnubilados por una fuerza que no podíamos describir.

Con Sefer Efendi (ra) la sensación era diferente. Él simbolizaba el amor. Pero un amor que lo cubría todo. Estar en su presencia era estar en presencia del amor. Él era el amor y todo lo que existía alrededor de él era amor. Incluso nosotros éramos parte de ese amor.

Esas son las anécdotas que cada vez que pienso en ellos emergen en mí.

Islam comenzó como todas las cosas, así semejante a un grupo como ustedes: gente que de pronto tenía fe.

Jadiya (ra) la primera esposa de Hz. Muhammad (saws) que cuando empezó a recibir sus inspiraciones él pensaba que había enloquecido, que algo había pasado, tenía miedo; ella supo inmediatamente qué era lo que él había recibido.

Es más, lo llevó a ver a su primo Waraka para que confirmara que lo que él estaba recibiendo era lo que ya estaba escrito en los libros que habían precedido al Corán i-Kerim.

El profeta descendiente de Isma’il (as) un nombre maravilloso como el que usted tiene Ishmael, allí en Perú. No lo olvide jamás.

Y Hz. Muhammad (saws) era ése profeta y Jadiya (ra) no tuvo la menor duda desde el comienzo.

Es decir, que el primer musulmán fue una mujer ¡qué mujer! Pero fue una mujer, Jadiya (ra).

Nuestra hermana, si está por allí, en el dergah de Murillo tiene el mismo nombre.

Y el segundo musulmán fue un chico Astaghfirullah, Astaghfirullah, Astaghfirullah, que tenía tan sólo trece años, Hz. ‘Ali (ra).

Ése fue el comienzo de Islam.

Nuestra religión como todas las religiones, ha abrazado a quienes tienen intenciones sinceras de cambio.

En Turkmenistán, en la ciudad de Merv que era un oasis y parte de la “Ruta de la seda”, nació allí un santo, Fudayl bin ‘Ayyad (ra) que en sus comienzos fue un ladrón Astaghfirullah, Astaghfirullah, Astaghfirullah.

Esta historia aparece relatada también con el nombre de ‘Ali Baba’ en otros libros y demás.

Yo creo que ésta es la verdadera historia, pero lo importante de las historias son las enseñanzas que nos dejan.

Fudayl bin ‘Ayyad (ra) se convirtió en una de las cabezas de un grupo que se llamó “Los amigos de Allah” y era uno de los líderes, dentro de dicho grupo, que se llamaba “Los miembros que estaban en la presencia Divina”.

Él se convirtió en uno de los más grandes sheikhs de su época.

Antes de que esto ocurriera, estaba en los caminos robando con su banda a las caravanas que iban hacia Merv o que dejaban Merv y continuaban hacia la China o hacia Damasco en Siria.

Ahora bien, a pesar de lo que él era, se trataba de un buen ser humano. A pesar de que era un ladrón. No sé si podemos aceptar ambas cosas.

Cuando su banda detenía a las caravanas, jamás se acercó a una mujer para abusar de ella. Le quitaban de todo a los que iban en las caravanas, pero les dejaban lo suficiente para que pudieran continuar su camino, y tuvieran comida y dinero para sufragar los gastos del camino.

En una oportunidad un mercader de Merv preparó una caravana. Y alguien le dijo: “Recuerda que Fudayl anda por allí y él es un buen hombre”.

Este mercader pensó en tomar los servicios de un qari, alguien que conoce el Corán i-Kerim de memoria, que lo sabe recitar.

El mercader le compró un camello al qari, y le pidió que recitara el Corán i-Kerim durante todo el viaje y, por supuesto, le pagó por sus servicios.

Cuando llegan a la zona donde Fudayl se encontraba con su banda, el qari estaba recitando un verso en el cual Allah (swt) pregunta: “¿No ha llegado el tiempo para los creyentes que su corazón en toda humildad debe participar en el recuerdo de Allah y de La Verdad que les ha sido revelada, y que no deben ser como aquellos a quienes se le dio la Revelación antes, pero pasaron largos siglos y sus corazones se endurecieron, porque muchos de ellos son rebeldes transgresores?” Sura Al-Hadid (57: 16).

En cuanto Fudayl escuchó esa recitación su alma inmediatamente le ordenó cesar la manera en la cual él vivía. Y dedicó así el resto de su vida a obedecer lo que ese ayat, lo que Allah (swt) había ordenado a través del Corán i-Kerim, la Revelación que descendió a Hz. Muhammad (saws). Fue lo que hizo, y se convirtió con el correr de los años en un siervo de Allah (swt).

Él tenía las características que recién mencioné en Sefer Efendi (ra) y Muzzafer Efendi (ra).

Lo crean o no, a través de su carrera de bandido él anotaba lo que robaba a la gente y el nombre de la persona a la cual había robado. Entonces dedicó mucho tiempo en devolver a cada uno lo que él se había llevado.

Se mudó a Meca, donde conoció a muchos sheikhs, más tarde a Kufa. Y vivió en la compañía del imam Abu Hanifa (ra) por muchos años.

Se especializó en hadith con el correr del tiempo y en Tasawwuf.

Y él decía: “Aquél que conoce a Allah lo adora con cada parte de su ser constantemente”.

¿Por qué hace eso? Porque uno conoce a Allah (swt) a través de Su generosidad, de Sus regalos. Y nos ha permitido rezar, nos permite ayunar, nos permite usar esto (taqiyya). La otra mitad de este turbante está en las cabezas de nuestras hermanas, en ese pañuelo verde.

Y esto (taqiyya) junto con el pañuelo verde forma el turbante de Hz. Pir (ks).

Más amamos al Creador, más fácil nos es rezar, más rezamos, más cerca estamos, más deseamos hacerlo.

Dejamos de observar defectos en aquellos que nos rodean, porque a través del intelecto nos damos cuenta que aquello que observamos en los que nos rodean lo podemos reconocer simplemente porque también existe en nosotros. De lo contrario no podemos hablar de lo que no conocemos.

Si veo que alguien es arrogante es porque yo también lo soy, si veo que alguien miente es porque yo también miento. Si veo alguien que es hipócrita es porque yo tengo hipocresía en mí. Sino ¿Cómo podría reconocer esos defectos en otras personas?

Hz. Adam (as) en su forma etérea, en el Paraíso, reconoció todas estas cosas que existían más allá de esa dimensión, y conoció la posibilidad de amar; cosa que no existe en el Paraíso.

En el Paraíso la existencia es de bendición que no necesita de la pasión del amor para ser expresada.

Para expresar amor necesitamos este cuerpo. Y necesitamos todas las cosas que fueron creadas en este cuerpo.

Esa dedicación a Allahu Ta’ala está increíblemente bien expresada en un ejemplo de Hz. Muhammad (saws).

Una noche él estaba en sus aposentos con Hz. ‘Aisha (ra) y aquellos que han hecho el Hajj o visitado Medina saben a qué me refiero.

Su residencia tendría cuatro metros de ancho por quince metros de largo.

Antes no existían los aposentos de súper lujo como tienen ustedes allí. Existía lo mínimo y necesario.

Hz. Muhammad (saws) “El mejor de la Creación”, vivía en ese espacio.

Una noche se levantó muy cuidadosamente y Hz. ‘Aisha (ra) de inmediato se dio cuenta que él había salido y lo siguió. Lo encontró en la mezquita.

La mezquita está ahí, al lado, donde está ahora.

Y lo vio frente al mimbar rezando y llorando. Así se quedó hasta que Hz. Bilal (ra) recitó el Adhan de la manera hermosa que mi hermano ‘Isa está tratando de imitar, porque no se trata solamente del sonido, sino de lo que uno pone en esa intención.

Hz. Muhammad (saws) hizo el salat y regresó a su casa. Cuando lo hace Hz. ‘Aisha (ra) vio que sus pies estaban hinchados y que un líquido amarillo salía de los dedos del pie. No sé qué era ese líquido amarillo ni lo explican en la historia. Pero Hz. ‘Aisha (ra) se dio vuelta y le dijo: “¡Ya Mensajero de Allah! Allah ya ha perdonado todos tus pecados ¿Por qué pasas horas y horas parado de manera que tus pies se hinchan y eso sale de tu cuerpo?” Y él le respondió: “Oh ‘Aisha. ¿Debo yo estar entre los desagradecidos?”

Es lo que tenemos que pensar nosotros.

Cuando llegan los momentos de dudas sobre ciertas cosas debemos decidir si estamos entre los agradecidos o desagradecidos.

Hay diferentes variedades del árbol de olivo.

Una vez, en uno de esos lugares en el mundo, alguien ve un viejo cavando un pozo para plantar un árbol de olivo.  Y en sus distintas variedades algunos dan frutos a los dos años, otros a los tres, otros a los siete, otros a los diez años.

Alguien que pasaba por el camino le pregunta al viejo que estaba plantando árboles de olivo: “¿Por qué lo haces? ¿Piensas que vas a vivir para recoger los frutos de ese árbol?” Y él le dijo: “No, no pienso en eso. Esto lo dejo para los que me siguen. ¿Acaso debo yo estar entre los desagradecidos? ¿No he comido yo aceitunas de árboles que otros han plantado y han dejado para mí?”

Así debe ser nuestra existencia. ServirLo sirviendo a Su Creación. Lo que hagamos lo hacemos porque lo dejamos para los que nos siguen. Y eso comienza por el ejemplo.

Ruego que Allahu Ta’ala nos permita recordar esto.

Y que Allah (swt) les permita ese acercamiento que todos deseamos, aunque estemos en una etapa, en un camino que sabemos no tiene final, porque Él está más allá de esa comprensión.

Ruego que Allahu Ta’ala convierta esto en una realidad para todos y cada uno de nosotros.

As Salam ‘alaykum wa rahmatullah wa barakatuh.

Sohbet Hayyi Orhan Baba – Sábado 5 de Agosto de 2017 – Nuestra verdadera estadía en este mundo. Hz. Fudayl (K.S)