Comenzar el camino

Bismillahir Rahmanir Rahim.

 

Estas últimas semanas han sido muy interesantes en todo aspecto, ante las posibilidades de percibir las pruebas a las que Allah (swt) no somete en este mundo.

Muchos decimos ¿Por qué sucede o que sucede? Pues bien, el que tiene ojos para ver lo sabe. Aquel que está ciego no lo puede percibir, y es muy difícil explicarle, al que no quiere ver, por qué está ciego.

Muchas cosas han tenido lugar en este tiempo, además de enfermedades y cosas así. Aunque algo muy hermoso le sucedió a mi nieta.

Sefer Baba me pidió que se lo relatara, y por eso lo compartiré con ustedes.

Como todos ustedes saben, los hijos de musulmanes que alcanzan cierta edad y van entrando en la adolescencia, deben hacer la shahada.

En este caso Leila tiene dieciocho años y no lo había hecho.

Ella decide tomarse un año libre, luego de culminar sus estudios en el nivel secundario.  Y decide partir con una mochila y recorrer Europa y demás.

Fue éste un viaje de iniciación, sólo que ella no lo veía así.

La gente de la zona en la que ella vive con su núcleo familiar, California, al norte de San Francisco, se encuentra en una muy buena posición económica. Es decir, de alto poder adquisitivo.

Y los compañeros de clase de ella provienen de familias muy pudientes. Por ende, ella cursó toda la escuela secundaria en ese ambiente.

“Dime con quién andas y te diré quién eres”… ¿No es cierto? Así que Leila creció con la influencia de un ambiente de gente de alto poder adquisitivo, tal era su visión del mundo.

Comienza entonces su aventura por Europa: partió de San Francisco y terminó en Islandia. Porque el asunto, como ustedes saben, es gastar la menor cantidad de dinero posible, ya que viajan en calidad de mochileros.

Leila entonces termina en Islandia, y se encuentra con un mundo y una cultura totalmente diferentes.

La gente de Islandia desciende de los vikingos.

Los vikingos, recordemos, son aquellos que habían descubierto América mucho tiempo antes que Cristóbal Colón. Hay pruebas de esto. Pero es como es, nada más.

Y de Islandia fue pasando por otros países como Alemania, España, Francia, Italia y demás.

Continúa en ese ambiente de alto poder adquisitivo de occidente, viendo las muestras de la cultura renacentista, monumentos, esculturas, iglesias, casas, historias, etc. Hasta que, en algo que ya tenía programado realizar, llega  a Grecia.

A través de la hija de un derviche de New York, pudo conseguir trabajo como voluntaria en un campo de refugiados afganos, a unos sesenta u ochenta kilómetros aproximadamente de Atenas.

De este mundo de opulencia, da toda la vuelta y llega a ese campamento de gente que reside hace años y que no tiene absolutamente nada.

No recuerdo si les relaté estas dos pequeñas anécdotas sobre su estadía en ese campamento, pero bien vale la pena escucharlas, porque ustedes también viven en la opulencia, aunque no estén de acuerdo conmigo. Se los aseguro. Es así.

En ese campamento hay gente que hace años vive en una carpa.

Para llegar al destino que ellos requieren, generalmente los países del norte de Europa, Alemania, los países escandinavos, deben pagarle a un contrabandista de seres humanos la suma de cuatro mil euros, para que de este modo los hagan llegar a través de Europa a uno de esos lugares o destinos. Con la posibilidad de que en esos países tampoco les den asilo y los devuelvan nuevamente a Afganistán.

Si esto último sucede, y caen en la zona habitada por los talibanes, es altamente factible que no vivan mucho tiempo más.

Una familia, mientras Leila estaba allí, desesperada para poder llegar a Alemania, mandó a su hija de tan sólo diez años con uno de esos contrabandistas de personas al país germano.

A todo esto, esa zona de Europa tiene uno de los más altos índices de pedofilia en el mundo. No necesito agregar más nada a todo esto ¿verdad? Eso es no tener nada.

Leila sale y llega a Istanbul, donde se encontró con mi hijo Suleyman Baba, y con mis hijos ‘Ali y Hasana.

En Istanbul, entre los muchos lugares que visitaron, fueron al lugar en donde se encuentra la tumba de Hz. Kostandili (ks) quien fuera maestro de nuestro Pir (ks).

Nuestro hermano Sefer Baba tiene escrito en su historia de la Yerrahiyyah, que Hz. Kostandili (ks) fue el maestro de tres Pirs.

Mientras Leila y los demás estaban visitando la tumba del segundo Pir,  Hz. Ahmed Raufi (ks).

Entiendo que la orden que él fundó no existe más.

Leila estaba rezando Al-Fatiha frente a la tumba de este santo cuando ve a un anciano vestido enteramente de blanco, con cabellos blancos que le llegaban hasta los hombros, con barba blanca, que la miraba y que con un gesto de su mano la invitaba a entrar a algo.

Leila, después de esto, decidió ir hasta el coche en el cual se transportaban, y se quedó totalmente sorprendida, arrobada por esa experiencia. Cierra los ojos, y ve nuevamente esa mano que la invitaba, y detrás de esa mano había una puerta, enfrente de la mano una verja que cruzaba y se interponía, como impidiendo el acceso.

Estos hechos tienen mucha transcendencia para aquellos a quienes les ocurren.

Ver algo así con los ojos abiertos es muy poco común.

Mi nieta estaba buscando su camino espiritual.

Pidió que interpretara lo que había visto, y mi respuesta fue que eso no necesitaba interpretación. Estaba claro: vivo lo que vio, y lo vio con sus ojos. Y lo vio con su ser, lo vio con su corazón.

La verja que estaba frente a su mano era la barrera que debía romper para poder entrar adonde estuviera su destino espiritual. Y quiero dejar bien en claro que cuando ella nació le recitamos el Adhan y el Qadi Iqama en los oídos. Creció musulmana, es de una familia musulmana, pero no había hecho su shahada.

Así que esa fue mi respuesta. Nadie conoce el destino de otro ser humano, Allahu Ta’ala es quien decide hacia dónde vamos, y dónde estaremos a nivel espiritual durante esta travesía terrenal.

Esta experiencia mercó a Leila, y días después frente a Suleyman Baba, hizo su shahada en Istanbul.

Me pidió que le enviara la planilla que utilizamos nosotros para rezar, porque se había olvidado. Pasaron años. Y está en ese camino.

Este es uno de los milagros del que he sido testigo a través de la palabra, ellos: Suleyman Baba, Sema, ‘Ali, Hasana, lo vivieron al lado de ella.

Tiene que ver con el amor, tiene que ver con el deseo de rezar a Quien nos creó. Sin eso nuestra existencia no tiene razón de ser.

El sufí lucha toda su vida para eliminar la dualidad existente entre el sujeto y el objeto del amor. Y eso requiere una observación, de nuestra persona, de manera constante. Porque queremos estar aquí, en el ahora, en este momento, presentes frente a Quien nos creó, en todo momento. Y esto se logra con el esfuerzo personal, con el deseo de llegar, de unirse al Creador.

Justamente hablando de estar presente.

Muzaffer Efendi (ra) que Allah (swt) lo bendiga y esté complacido con su alma, tenía muchos conceptos no reales acerca de vivir en este mundo.

En uno de ellos, en su libro “El jardín de los derviches”, cuenta la historia de un joven que estaba enamorado de otra joven.

Ella era muy hermosa y él la veía pasar.

Un día él vence su timidez y le solicita acompañarla hacia donde ella iba. Y desafío a todos los que están escuchando a ver si alguna vez no han hecho lo mismo.

Yo lo hice antes de Islam. Lo reconozco y pido que me disculpe Allah (swt) y el objeto de mi atención también.

La joven cuestiona acerca del pedido, y él le explica que la había visto durante  meses pasar delante de su casa, que estaba enamorado, que no deseaba nada más que estar con ella. Mientras tanto ella lo escuchaba, se detiene un momento y le dice: “Realmente me siento muy halagada por tus comentarios y el hecho de que estés expresando ese amor tan intenso debido a mi belleza personal. Pero eso se debe a que aún no has visto a mi hermana. Ella viene caminando ahí detrás y es mucho más hermosa que yo”. El joven se da vuelta y pregunta: “¿Sí, a dónde?” Y al darse vuelta recibió una bofetada en la cabeza, que todavía le debe estar doliendo. La joven le respondió: “¡Vete! Cuando aprendas sobre el amor regresa a mí”.

Esa dicotomía es lo que queremos remover. Esa dicotomía es lo que queremos eliminar de nuestro concepto de realidad.

Les he mencionado a Hz. Rabi’ah Al-Adawiyyah (ra).

Ustedes saben que ella siendo muy joven perdió a sus padres. Fue vendida en esclavitud y tenía un dueño.

Este hombre usaba a Rabi’ah para lo que él quería y necesitaba.

En estas tierras benditas del sur del mundo, ustedes no han tenido contacto con conceptos de esclavitud.

Yo hace más de cuarenta años que vivo aquí, y desde mi arribo muchas cosas les han sucedido a personas cuyos antecesores fueron traídos como esclavos a este país. El concepto de esclavitud es algo terrible.

Y en medio de ese infierno en el cual vivía Hz. Rabi’ah Al-Adawiyyah (ra) deseaba una sola cosa: unión con su amo y señor, con el Creador.

Y pasaba noche tras noche, semanas y semanas, y en lugar de dormir, rezaba.

Finalmente, su dueño terrenal, pasa por el cuarto donde ella se encontraba, y observa una luz de tono verdoso debajo de la puerta. Abre entonces la puerta y la ve rodeada de esa luz.

Se aterrorizó e inmediatamente le otorgó su total libertad, y Hz. Rabi’ah Al-Adawiyyah (ra) se va al desierto.

A través del proceso de aniquilación espiritual con respecto a temas del mundo, ella consigue llegar al estado de fana fillah, es decir, de unirse al Creador.

En realidad, es la primera sheikha de Tasawwuf en la historia de nuestra tradición.

Era tal su estado espiritual que uno de los grandes maestros de esa época, Hz. Hasan Al-Basri (ks) sentía que estaba espiritualmente en bancarrota cuando se encontraba en su presencia.

Ella expresaba su conexión con el Creador a través de versos. Y voy a leer algunos si ustedes me lo permiten, trataré de traducirlos.

“Tú eres mi aliento, mi esperanza,

Mi compañero, mi deseo, mi riqueza.

Sin Ti, mi amor, mi vida,

Jamás hubiera estado deambulando por esos países”.

Y concluye con este verso expresando ese inmenso amor por el Creador. Un amor que la hacía prescindir de sus necesidades físicas.

La búsqueda, para la mayoría de nosotros, es algo que no llegaremos a concretar. Pero la fuerza de ese amor debe ser tal que jamás nos permita alejarnos.

Muy, muy pocos llegan al estado de fana fillah. Para nosotros es suficiente su ejemplo.

El sufí es como aquella novia que se casó, y se tomó un tiempo para cambiarse y esperar por su esposo.

Se sienta en la cama a esperarlo. Y espera, espera, espera; sabiendo que el esposo nunca va a llegar, en cambio para ella, el amor que siente por él, es suficiente.

Hz. Rumi (ks) es el Pir de la Mevleviyyah. En una de sus obras, “La apología de Iblis”, que conocí a través de otro autor, él sostiene que el diablo se negó a obedecer a Allah (swt) y que eso fue por amor a Allah (swt) y no por desobediencia. Yo no estoy elaborando juicios sobre este tema, estoy hablando de lo que Hz. Rumi (ks) escribió. Pero encuentro el concepto muy interesante para ver hasta dónde esa concepción del amor puede llegar a cambiar nuestro destino.

Desde lo más profundos de los infiernos donde él reside, donde fue enviado, él continúa deseando al Creador. Es más, fue uno de los ángeles que más lo adoró. Lo llamaban Hariz  “El ambicioso”. Y ese amor total y absoluto lo llevó a caer en la desobediencia por celos. Porque Allah (swt) creó al ser humano como Su khalifa en la tierra. Y ordena a los ángeles que se arrodillen frente a Él.

El velo de la dualidad debe ser removido. Pero sólo puede ser removido si trabajamos en nosotros mismos para hacerlo.

El proceso es lento pero constante.

Sefer Efendi (ra) decía: “Agrega algo siempre, pero que sea poco. Y ese poco que sea constante.”

Un poquito más todos los días. Tomamos el Corán i-Kerim y leemos una página, media página. Ábranlo y besen el libro. Lean una línea. Tomamos el tesbih y recitamos La ilāha illa llah.

El amor por lo divino no reconoce ni la fe ni la blasfemia. ¿Y por qué digo que no la reconoce? Simplemente porque nada de eso existe.

Sólo Allah (swt) existe. Entonces todas esas otras cosas son pantallazos, pinceladas en el cuadro de la vida, que hace que nosotros seamos quienes somos. Que hace que nosotros estemos condicionados por el ambiente en el cual nos movemos y el cual nos influencia.

Si queremos llegar a Allahu Ta’ala todo eso lentamente debe ser removido, y la manera de hacerlo es reemplazar al mundo todos los días, siempre un poquito más de adoración.

Alguien de Chile me preguntó acerca del origen de la palabra Halveti, khalwat, seclusión.

En el pasado los Halvetis, nosotros descendemos de ellos, solían hacer, por un período de cuarenta días, seclusión.

Los que han estado en Istanbul y los que irán Insha’Allah verán que en la mezquita que se encuentra al lado del dergah, en la esquina, allí es donde llegó Hz. Pir (ks). Él y sus dos khalifas hicieron un período de seclusión de cuarenta días dentro de la mezquita. Allí mismo se encuentra el área donde Hz. Pir (ks) estuvo.

Los cuartos de seclusión de los Halvetis tienen tres paredes, y la cuarta no es una pared sino una cortina. El que quiere se levanta, atraviesa la cortina y se acabó la seclusión.

En el pasado realizaban la seclusión para proteger al mundo de sus defectos.

El último en hacer la seclusión (khalwat) fue Fahreddin Efendi (ra) quien fuera el sheikh tanto de Muzaffer Efendi (ra) como de Sefer Efendi (ra).

Fahreddin Efendi (ra) decretó que todos los Yerrahis debían estar en estado de seclusión, pero de forma permanente, en el mundo.

Es decir, que ahora, todos los Yerrahis, estamos en estado de seclusión.

Estamos en el mundo pero no somos del mundo, supuestamente.

Eso es lo que debemos romper. Eso es lo que debía romper Leila.

A Leila le ocurrió ese milagro, esa visión, por una razón principal: no buscaba nada. No tenía ningún deseo. Solamente estaba imitando lo que hacían los mayores que la acompañaban.

Insha’Allah si decimos fana fillah, perdernos en el amor de Allah (swt), perdernos en Allah (swt). Traerá lo mismo. No desear nada, sólo a Él.

Hz. Hallaj Al-Mansur (ks) si no saben quién fue, Suleyman Baba y Sefer Baba les explicarán al respecto.

Él dijo: “Yo soy a quien amo. Y Aquel a quien amo soy yo. Nosotros somos dos espíritus ocupando un cuerpo. Aquel que me ve a mí lo ve a Él. Y aquel que lo ve a Él, nos ve a ambos”.

Que Allah (swt) acepte todas vuestras devociones, ayunos y qurbans. Todo lo que hayan hecho como agradecimiento. Y que ésta sea una noche más de mayor acercamiento  al Creador.

Que todo aquello que han ofrecido por amor a Él retorne exponencialmente.

As Salam ‘alaykum wa rahmatullah wa barakatuh.

Sohbet Hayyi Orhan Baba – Comenzar a transitar este camino – Sábado 14-10-2017