Sobre Ramadan

Bismillahir Rahmanir Rahim.

 

Entonces Tosun Baba (ra) pidió el plato más caro, para ayudar en el negocio, sin hacer caridad.  Así pues ¿qué es lo que sucede? Le aclaré en castellano a este señor: nada que tenga cerdo. El señor comenzó a explicarme lo que el plato tenía. Tosun Baba (ra) había pedido que le traigan el mejor plato, y el mejor era una brochette.  También le pregunté cuál era la mejor carne que tenía, a lo que el señor me respondió que era lomo. El señor explicó que un pedacito de lomo costaría tres dólares con cincuenta.

El señor trae a la meza panceta, entre medio. Y le digo: “¿Usted se acuerda que le pedí el plato sin cerdo? No lo podemos comer. Lléveselo de nuevo.” Y el hombre dice: “Esto es panceta, no es cerdo.”  No entendía. Le dije nuevamente: “No podemos  realmente comerlo.” El hombre se quedó parado, como si el mundo se le hubiera venido abajo, porque era, posiblemente, la ganancia para él, de una semana.

Por lo tanto le pedimos que se lo llevara al asador, que separara todas las partes, que la volviera a cocinar, pero eso continúa siendo haram, esa comida hay que tirarla, pues ya está tocada con la grasa del cerdo.

Tosun Baba (ra) pidió que trajeran el plato de nuevo, después de estar ya cocinado. Tratamos de  separar, sacar todo lo que pudimos y comimos finalmente la carne, para que este hombre no se ofendiera y para poder pagárselo, puesto que era una persona tan honesta que si le decíamos que no la íbamos a comer, no nos cobraría. De modo tal que en vez de hacerle un gran favor, le hubiéramos  hecho un gran daño. Quiero dejar en claro que, de todos modos, la comida seguía siendo haram, puesto que había sido cocida con la panceta.

Una hermana del público plantea la siguiente cuestión.

En las relaciones sociales aquellos que no son musulmanes vienen a nuestros hogares para compartir una comida y demás. Muchas veces amigos y familiares traen alcohol y, al respecto Sefer Efendi (ra) ha dicho, que si un musulmán abre una botella de vino en su casa los ángeles no visitan ese lugar. ¿Qué se puede hacer en estos casos?

Hajji Orhan Baba responde: es un caso que me ha sucedido muchas veces, y realmente la conclusión es que se puede hacer muy poquito o nada. Usted no los puede echar de su casa, los no musulmanes tienen derechos sobre nosotros. Si nosotros los tratamos mal o como bestias o los rechazamos en el Día del Juicio Final ellos tendrán reclamos y tomarán de nuestra fe. Así que hay que tener muchísimo cuidado con lo que hacemos con ellos. Son situaciones muy difíciles. A mí me sucede con mi propia familia y mi madre es testigo.

Mi hermano toma vino con sus comidas, menos mi madre y yo cuando estamos de visita allí. ¿Qué hago? ¿No veo más a mi familia? ¿No voy más a su casa? No puedo hacerlo.  Porque mi esperanza es que Allah (swt) en algún momento derramará sobre ellos Su misericordia y los guiará a Islam.

Y hay otro caso, con mis otros hermanos. Ocurrió algo inusual.

Sucedió cuando llevamos el cuerpo de mi padre, tras su fallecimiento, para lavarlo. Estaba allí el presidente del Centro Islámico, y yo le dije que quería hacerlo junto con él. El hombre me respondió que sí, y también le indiqué que allí estaban mis hermanos y querían entrar. Nos permitió pasar a todos. Le aclaré que ellos dos no eran musulmanes.

El hombre nos dijo que lo ayudemos a tener el cuerpo y la fuente con agua y demás.

Uno de mis hermanos, mantenía una relación muy compleja durante muchos años con mi padre: no lo podía abrazar ni besar.

Mi hermano decía que mi padre no lo quería, y era vehemente en esa afirmación. Yo pienso que todas las personas saben muy bien que el odio y amor están muy cerca. Realmente casi no hay diferencia. Muchas veces uno confunde el uno con el otro. Y en este caso mi hermano no podía distinguir eso.

Mis hermanos querían estar allí también con el cuerpo de mi padre, ayudando con el lavado. Y pudieron hacerlo.

Esto lo cambió totalmente a mi hermano. De pronto su corazón se abrió. Es una situación muy poco común, un no musulmán lavando el cuerpo de un musulmán. Pero este musulmán era el padre de este no musulmán. ¿Cómo se maneja esto? Todo llega sin quebrantar la ley, y dentro de lo posible, trabajar en lo más precioso que tiene un ser humano, su corazón.

Así pues, mi hermano se puso a llorar, pudo abrazar a mi padre y darle besos cuando estaba en el cajón. Y fue al entierro pero ya había cambiado el corazón de mi hermano.

Esto es Islam. Mi hermano no hubiera podido ver nada de todo esto si se hubiera tratado de un entierro cristiano, en el que no se puede tocar el cuerpo, no se lo ve, lo maquillan, y le ponen esto y lo otro. Pero lo que sucedió con el entierro musulmán de mi padre humanizó a la muerte y a mi hermano le abrió el corazón.

Y la esposa de mi hermano, de pronto, estando expuesta a todo esto que es Islam, y expresó su agrado por todo lo que estaba presenciando.

No sé si Allah (swt) será misericordioso o no. Lo ha sido con muchos de nosotros ¿no? ¿Cuántos de los aquí presentes han nacido musulmanes? Bueno, una sola persona de todo este grupo.

La primera vez que vi cerveza sin alcohol fue en Meca, me quedé con la boca abierta. En Estados Unidos también hay, por supuesto. Pero creo que en mil novecientos ochenta o mil novecientos ochenta y dos, una de las veces que hice el Hajj la vimos en Meca por primera vez junto con Tosun Baba (ra) y ambos nos quedamos con la boca abierta. Pero hay gente que viene, y si ve eso aquí, se va.

Una hermana comenta: mis hermanos toman vino y yo tomo Terma. Les dije que yo no puedo tomar vino y nada de alcohol, y ahora, sin darme cuenta, ellos también toman Terma.

Hajji Orhan Baba explica al respecto: Esos son corazones sensibles. Es lo que corresponde hacer cada vez que nosotros (musulmanes) estamos sentados  a la mesa. Mientras usted no compre ni sirva la botella de vino no hay problema. Tampoco se puede abrir ni servir. No puede hacer nada. Hay que rogar que Allah (swt) los perdone y continuar.

Hay gelatina, hay jabones, hay shampoo también que contiene compuestos haram. Pero no se puede hacer nada. Habría que hacer una lista de cosas y vivir, así, enloquecidos y controlar esas cosas. Se pierde así un tiempo precioso, una energía preciosa, en vez de concentrarse en lo más importante de todo que consiste en limpiarnos por dentro.

Como musulmanes nos preocupamos para que no entre nada en la boca durante el mes de ayuno, pero no nos preocupamos en absoluto por aquello que sale: si nuestra palabra es una caricia, si nuestra palabra es de amor, si nuestra palabra es una enseñanza y decimos, en cambio, cualquier barbaridad.

Ustedes saben muy bien que en el mundo islámico los momentos de mayor nerviosismo para la gente son las dos últimas horas antes de romper el ayuno.  Se producen unos líos impresionantes, y estamos ayunando.

Los que saben dicen que hay tres niveles de ayuno.

El nivel común es el que hacemos la mayoría de los musulmanes. Nos privamos de comer, de beber y de  tener relaciones amorosas durante el ayuno. Alhamdulillah que se nos permite hacer eso.

Después hay un segundo nivel de ayuno. Es aquel en el que se ayuna con los ojos, los oídos, la boca, todos los miembros. No se levanta la vista para ver nada que no deba ver, no se oye nada que no deba oírse, solamente las recitaciones del Sagrado Corán; y tampoco se toma nada que no corresponda. Con las manos se ayuda, se acaricia a los huérfanos, se da de comer a los demás antes de hacerlo uno mismo, de su boca sólo salen palabras de amor. Así es el segundo nivel que Insha’Allah los miembros de este dergah aspiramos a llegar en algún momento si no lo podemos hacer muy seguido.

Después están aquellos que ayunan, pero lo hacen con todo su cuerpo. No les importa nada de nada, ni el Paraíso ni el infierno, nada de lo existente, solamente Allah (swt). Para esas personas el ayuno es permanente y el mismo se rompe en cada segundo que se olvidan de Allah (swt). A este nivel pertenece el ayuno de Hz. Muhammad (saws) y de algunos otros que han venido a esta Tierra siguiéndolo a él, no se comparan con él, pero han podido Alhamdulillah, llegar a ese nivel.

No sé si algunos de ustedes pretende llegar a ese nivel pero Insha’Allah podamos llegar a ese segundo nivel en que se ayuna con todos los miembros, al menos durante el mes de Ramadán.

Y esta misma filosofía debemos aplicar a cada cosa, a cada relación que tenemos  con los demás seres humanos. El que bebe no sabe el terrible dañe que se hace.

En mi caso provengo del seno de una familia cristiana. En otras épocas también tomaba vino y hacía ese tipo de cosas. No tenía la menor idea, en absoluto, del daño que me hacía eso, hasta que Allah (swt) me aclaró el concepto.

Pregunta del hermano Saleh Baba y su esposa: un señor se olvidó una botella de vino en el nuestro auto. Cuando pasaron los recolectores se las di. ¿Está bien eso? Porque al señor que olvidó la botella no lo vimos más, entonces pasó gente que pedía y se lo dimos.

Hajji Orhan Baba: ¿Eso lo dejaron a cuidado suyo o él señor se lo olvidó?

Saleh Baba: El señor pidió que le llevara las botellas pero no pude ir. Así que las regalé.

Hajji Orhan Baba: Mire, si alguien olvidó algo en su auto usted, inmediatamente, se convierte en responsable por ello, aunque sea eso haram, como el caso del vino.  Generalmente si le pidieron que lo llevara debía hacerlo, y no tenía derecho a regalarlo tampoco, ni a tirarlo, a menos que el dueño se lo hubiera permitido.

Otro hermano, Abdul Latif Baba, agrega a todos estos casos uno muy particular: En mi caso encontré una billetera tirada con unos cuantos dólares y documentos. La devolví, y como obsequio, me regalaron una botella de vino.

Continúa Hajji Orhan Baba: Con el hermano Jemal fuimos a Meca a hacer el Hajj, y se extravió su billetera con todo su dinero, todo lo que tenía para viajar. Quedó sin nada. No podía pagar el hotel ni la comida.

Lo que hicimos fue muy simple: preguntamos cuánto dinero tenía en la billetera, lo dividimos entre todos los que estábamos, cada uno aportó su parte y se le repuso el dinero inmediatamente.

Esa billetera que se le había extraviado, tres meses después, estaba en la puerta de su casa, en Estados Unidos. Completa, no le faltaba nada. La había encontrado un hajji, que empezó a averiguar a quién pertenecía la billetera y sabía que era un americano. Porque los americanos en aquella época, al principio de los años ochenta eran contados con los dedos.

Así que fue a ver a ese americano al hotel. El americano era periodista y andaba viajando. El hajji le pidió que cuando retornara a los Estados Unidos entregara la billetera al hermano Jemal. De este modo llevó la billetera a  la casa del hermano Jemal.

No hemos venido a este mundo a dormir, descansar o a sentirnos cansados. Vivimos casi como si no tuviéramos derecho a sentirnos cansados. Y entiendan esto por favor. No estoy hablando de exageraciones.

El Profeta Muhammad (saws) decía: “El mejor de los caminos es el del medio.”  Recuerden que él dormía la siesta, por si a alguno ahora se le ocurre que no duerme más. No estoy hablando de ese tipo de caso.

Estoy diciendo, simplemente, que nunca debemos sentirnos contentos con la situación espiritual en la que nos encontramos.

Hablamos de pobreza, de que no tenemos dinero para esto o lo otro.

Muzaffer Efendi (ra), un sabio, todos lo conocen, el predecesor de Sefer Efendi (ra) escuchaba que la gente decía: “Somos pobres. No podemos hacer esto y lo otro.” Entonces él les decía: “Bueno, si están pobres les pido un favor. ¿Por qué no me venden un dedo? ¿Cuánto cuesta un dedo, o los dientes o una mano? ¿Me pueden vender un brazo,  un hígado?” La gente nunca está contenta con lo que tiene.

La pobreza en el faqir no tiene nada que ver con posiciones económicas. El que es pobre en el camino de Islam, en la Tariqa, es aquel que nunca tiene suficiente amor por Allah (swt). El que nunca está contento con eso, ése es el faqir, ése es el pobre de Islam.

¿Cómo podemos hacer para acercarnos a Él? Por supuesto están los rezos supererogatorios, están los tasbih, hacer salats en medio de la noche, están los rezos Sunnah, los rakats de Tarawih, que vamos a hacer ahora.

¿Ustedes saben de dónde viene esa práctica, los rakats de Tarawih? El Profeta (saws) algunas veces lo hacía y otras veces no, para que tengamos en claro que no es obligatorio hacerlo. Pero en la época de Hz. ‘Umar (ra) él comenzó, y nosotros tomamos de su ejemplo.

Pero todas estas devociones extras, todos esos ayunos, todas esas expresiones de devoción y demás, por favor, continúen haciéndolo. Es para ustedes y cada uno de nosotros. Eso no beneficia a nadie más que a la persona que lo hace.

La mejor manera de acercarse a Allah (swt) es servir a Su Creación, trabajar para Su Creación. No se olviden. No estoy hablando de trabajar para musulmanes ni de trabajar para la Creación de Allah (swt). Por supuesto, tenemos nuestras obligaciones con el mundo islámico y con cada uno de los miembros y hermanos. Como en el caso del zakat, éste se puede dar en casos excepcionales, como el de un hermano o hermana que está en una situación totalmente desesperada. Pero la pregunta que yo me haría en este caso es ¿cómo es posible que hayamos permitido que esa persona llegue a esa situación desesperada? ¿Por qué no la ayudamos antes?

También podemos ayudarlos con trabajo, financieramente, con palabras, con lo que se necesite, de manera que no deban vivir nuevamente esas situaciones. Y debemos ayudarlos antes de que lo pidan. Es decir que tenemos que saber qué es lo que pasa en cada uno.

No quiero desviarme del tema, pero recuerden lo que dijo Tosun Baba (ra), él sabía cuándo Gul Baba tenía hemorroides. Y a él también le dolían a pesar de no tenerlas.  Así es la unión dentro de la Tariqa. Pero toda la responsabilidad que tenemos aquí, en este mundo, es trabajar y acercarnos a Allah (swt), y nos podemos acercar  a Él, únicamente, si servimos a Su Creación.

Este es un caso real.

En una época, un ladrón y asesino, falsificador, pervertido, había cometido todos los errores que se pueden cometer en este mundo: una persona totalmente enviciada y dominada por el mundo.

Un día estaba en una montaña, acechando a una caravana, y oye una voz que le dice: “¿Oh Baba, ¿para qué te envié al mundo?” Este hombre se da vuelta, estaba rodeado de todos sus compinches, mira para todos lados y no había nadie. Creyó que era su imaginación. A los pocos segundos, una voz que no venía ni de adentro ni de afuera le dice: “Oh Baba, ¿para qué te envié a este mundo?” Se dio vuelta y creyó que se trataba de uno de sus compañeros que le estaba haciendo una broma. Entonces sin más, le pegó un tiro. Continuó mirando a la caravana para asegurarse de que no le hicieran más ese tipo de bromas. Él no lo podía permitir porque era el jefe.  Pasa algunos segundos más y la voz le dice: “Oh Baba ¿para qué te envié al mundo?”  Esta vez logró darse cuenta de donde provenía la voz.

Así pues empieza a hacer un recuento de todas las atrocidades que había cometido. Entonces acude a un santo, un sabio, para preguntarle qué podía hacer con ese tipo de cosas. Sin saberlo, el bandido, estaba pidiéndole eso a un profeta, y éste se podía comunicar con Allah (swt). Le da la lista al profeta y le dice: “Esto es todo lo que he hecho. ¿Tengo alguna esperanza?” El profeta le dice: “Realmente no lo sé, con toda esta lista de cosas que tú tienes”. El hombre le pide antes de irse: “Por favor, pregúntele a Allah”.

El nombre de este profeta era Moisés (as). Va, le pregunta a Allah (swt) y le da todos esos detalles.  Allah (swt) escuchaba todo eso que ya sabía, y le dice a Moisés (as). “Dile a Mi siervo todo esto…” Y le da toda una serie de instrucciones y detalles.

El profeta Moisés (as) vuelve con esta persona que quería saber lo que Allah (swt) le había dicho. Moisés (as) empieza a contarle, diciendo la frase: “Dile a Mi siervo…” Cuando el ladrón oyó eso, le dijo a Moisés (as): “¡Detente! No quiero saber más nada.” Y el profeta Moisés (as) le dice: “¡Pero cómo! ¿No quieres saber los resultados?” Dice el ladrón: “Allah me llamó Mi siervo y eso era todo lo que yo quería oír”.

Llegar al estado de servidumbre es encontrarse en el estado de Hz. Muhammad (saws). Por supuesto, no podemos aspirar a eso ninguno de nosotros, pero al menos podemos mirar eso como un grado de perfección, porque no hay nadie que puede ser un ‘abd como él lo fue. Sin ninguna duda no podemos aspirar a eso como una meta, como un objetivo, de la misma manera que ninguno de nosotros puede pretender ser Allah (swt), en cambio sí podemos llegar a quererlo a Él de tal modo que si, Insha’Allah, pudiéramos desaparecer en el océano de Su amor, lo haríamos. ¿Quién de nosotros si tuviera esa oportunidad no lo haría?

¿Por qué estamos hablando de estas cosas? ¿Por qué estamos hablando de servicio, de ‘abd, de servidumbre, de imitar a Hz. Muhammad (saws)? Antes que todo porque ése es el motivo de nuestra creación. Solamente para eso fuimos creados, nada más. No fuimos creados para ser lindos ni feos, ni flacos ni gordos, ni altos ni bajos, no blancos ni negros. Éstas son características de Él, que seamos diferentes como somos. Somos diferentes expresiones de Su misericordia, de Su generosidad.

Realmente no veo ninguna diferencia entre nosotros, no hay ninguna.

Pero ese motivo de la intención de servir a Allah (swt) y este mes de Ramadán es uno de los regalos más grandes. Por supuesto, el regalo más grande es el regalo de la fe. El poder hacer nuestro salat, es el primero y más básico. Si la gente supiera lo que significa ese regalo. La mayoría de nosotros no lo sabe, lo descubrimos en el Más Allá.

Mi padre, Alhamdulillah, es uno de esos bendecidos, que sé que nunca perdió un salat en su vida desde que aceptó Islam. Yo he visto a mi padre hacer el salat en la cama, sin poder inclinarse, con los ojos. Eso está permitido y creo que ustedes lo saben. Y murió con la cabeza hacia la derecha, yo no lo coloqué así.

Allah (swt) no da el regalo de la fe, y después dice: “Hacia el final de los tiempos le daré a la congregación de Mi amado Muhammad un regalo, un mes de ayuno”.

Todos recuerdan la historia que Tosun Baba (ra) contó acerca del ego, qué fue lo que dominó al ego.

En este mes de Ramadán, cuando hablamos de recompensas, se dice que si uno recita cierta cantidad de salawats hay tal recompensa, o que si se hace un buen acto hay siete por uno o setenta por uno o siete mil por uno. Para todo hay un sistema de recompensas escrito y establecido que dice que si hacemos cierta cantidad de cosas obtendremos esto o lo otro.

Hay tradiciones que dicen que cuando le preguntaron a Allah (swt) acerca de cuál sería la recompensa por ayunar, Él dijo: “Yo”.

No sé si nos damos cuenta de esto. Lo que les dije hoy, si pueden, recuérdenlo mañana, con respecto al momento de ayunar. Somos los únicos a los que Allah (swt) anunció que se manifestará en día que nosotros rompamos el ayuno. No hay ninguna otra religión que tenga ese regalo.

Por supuesto, muchas veces estamos mirando la hora, o porque estamos muertos de sed o porque queremos comer, o no pasan más la horas o por lo que sea. Tratemos de llegar a ese momento en que podamos ver a Allahu Ta’ala dentro de nosotros, ese regalo que Él nos quiere dar. Solamente nosotros lo estamos bloqueando por este amor al mundo que tenemos.

Si pudiéramos hacer los rezos a tiempo, los salats, los Sunnah, si pudiéramos hacer los tasbih, siempre, sin olvidarnos, y si pudiéramos trabajar ayudando a Su Creación, no importa quién sea, todos nosotros podríamos llegar a experimentar eso.

Hay gente que dice: “No me da tiempo por mis ocupaciones personales, Baba habla de cosas hermosísimas”. Buscamos excusas  para no cumplir nuestras responsabilidades por trabajo, porque estoy sucio, por esto y lo otro, muchas veces valederas.  Muchas veces porque tenemos pereza. Llegó las cinco de la tarde, momento del Salat  Al-‘Asr,  y decimos: “Ay mi Dios, es la hora de la siesta, no me puedo despertar. Media horita más, diez minutos, quince minutos”. Y así se hacen las cinco y cuarto, cinco y media, seis menos cuarto. ¿Por qué? Si Allah (swt) estableció esa hora para nosotros. Si eso no es un esfuerzo o no debería serlo. Debería ser el momento que estamos buscando para rendir cuentas por aquello que hicimos entre el rezo del mediodía y el rezo del atardecer, o para que no tengamos que rendir cuenta de todo eso en el Día del Juicio Final.

Si podemos quitarnos un poquito de la tierra que tenemos encima, pedir perdón, e Insha’Allah, serán menos las cuentas que tendremos que rendir en el Juicio Final.

No hay religiones como la nuestra. No hay ninguna en la que se nos presenten estas oportunidades.

Para aquellos que realmente tienen experiencias en Ramadán, de pureza, de limpiarse, recuerden lo siguiente: el primer tercio del mes de Ramadán, equivale a un tercio de misericordia de Allah (swt).  Él no envía Su misericordia incesantemente.

Además, en este mes, las puertas del infierno están cerradas para nosotros. Así es que los que nos andan molestando, lo hacen mucho menos.

El segundo tercio del mes de Ramadán corresponde al período del perdón.

El último tercio corresponde al período de la salvación del fuego del infierno.

Dicen que si Allah (swt) envía a Sus ángeles a mirar, o Él mismo observa a aquellos que están rompiendo su ayuno por Él, nada en el Más Allá los puede tocar.

El ayuno, si se quiere, es un acto de adoración que puede ser secreto.  Nadie tiene por qué saber que estamos ayunando, a menos que se acerquen a nosotros en la última media hora en el mes de Ramadán.  ¿Alguien sabe lo que Allah (swt) dice sobre el aliento del que está ayunando?  Que prefiere el mal aliento del ayunante, al buen aliento del que no lo hace. Ése es nuestro Allah (swt).

Traten de reunirse, todo lo que les sea posible. Si no pueden venir aquí busquen juntarse con otros musulmanes. Este es un mes en el que tienen que ayudar, alimentar a otra gente que tenga hambre, por favor, no se olviden de eso.

Si deben pagar el zakat, háganlo antes de que finalice este mes. También pueden hacer caridad extra. Este es un mes para todo ese tipo de cosas. Un mes en el que recibimos increíbles bendiciones.

Traten de ver de dónde viene la comida que ingieren. Traten de comer halal todo lo que sea posible, a pesar de que estamos en occidente. Y si no, recuerden la historia de Abu Hanifa (ra).

Thabit, el padre de Abu Hanifa (ra), un día se encontraba caminando a orillas de un río. Había pasado mucho tiempo caminando y estaba sediento. De pronto ve una hermosa manzana flotando, y la toma. Estaba tan hambriento que, sin pensar, la muerde. Con el mordisco cortó la piel de la manzana, y entonces dijo: “Astaghfirullah, Astaghfirullah, Astaghfirullah. ¡Cómo puedo hacer esto con algo que no me pertenece!”

Algunos de nosotros trabajando a salario para  otra persona, hemos dicho: “Media horita me voy a fumar un cigarrillo, total nadie se da cuenta y me escondo.”  Bueno, esa media horita que se pasaron fumando sin permiso, es dinero que no nos correspondía en el salario. Yo lo hice, algún momento.

Retomando la historia de la manzana.

Thabit comienza a preguntar de dónde provenía la manzana, va buscando el manzanar  para saber de dónde provenía la fruta y no encontraba el lugar.

Pasaron horas hasta que finalmente llega al lugar. Le explicó al dueño del manzanar lo que había sucedido y le pidió, por favor, que lo hiciera halal. Quería pagar por el corte que le había hecho a la manzana y quería pagar.

El dueño del manzanar lo miró y le dijo: “No, no, no. ¿Cree que se escapará tan fácilmente de esto que ha hecho, tomando algo que no le pertenecía? No, no. Usted debe trabajar para mí tres años.” 

Thabit entonces trabajó tres años, solamente por su techo y comida. Cuando pasaron los tres años le dijo al dueño del manzanar: “Ya cumplí. Declare, por favor, ese mordisco y esa manzana halal, así me puedo ir y continuar mi camino.” El señor le dice. “No, no, no. Falta todavía una cosa más. Tengo una hija que es ciega, sorda y muda. Necesito que se case con ella. Si usted se casa con ella yo lo perdono, y puede continuar su camino con ella.”

Thabit no tenía otro recurso que aceptar,  porque había cometido una falta.

Se hicieron las preparaciones y demás. Por supuesto, como en los tiempos antiguos, él no podía ver a su futura esposa hasta el momento de casarse.

Llega ese día y Thabit  piensa: “¡Allah, Allah! Ciega, sorda y muda, debe ser horrible.”

Aparece entonces la novia, levanta el velo, y era alguien hermosísimo. Tenía unos ojos almendrados increíblemente bellos. Thabit le pregunta: “¿Cuál es tu nombre?”  Ella le responde. Veía, oía y hablaba.  Así que Thabit viendo esto va a hablar con el padre de la novia.  Le dice: “Usted se habrá confundido de hija. Debe tener más de una hija. Usted me dijo que era ciega, sorda, y muda. Ella ve, oye y habla.” El hombre le dice: “Sí, sí. Yo no dije que fuera físicamente ciega, sorda y muda. Dije que era ciega para el mundo, no ve a nadie más que Allah en todo lo que la rodea. Solamente tiene oídos para el Tawhid, la Unidad. Y de su boca únicamente salen recitaciones del Corán.” Thabit le pregunta: “¿Y por qué me entregará este tesoro a mí?” Y el hombre le responde: “Porque nunca conocí un Thabit que viniera a pagar una deuda porque le dio un mordisco a una manzana”. El hombre se había dado cuenta qué clase de ser humano Thabit era.

Así pues, de la unión de Thabit y de este ser tan puro, nació el Imam Abu Hanifa (ra).

Estos son los ejemplos que nosotros debemos seguir en la vida, los ejemplos de esta gente, de estos santos, que han andado este camino antes que nosotros. No se olviden de eso.

Paguen el zakat y hagan caridad. El dinero que tienen no es de ustedes, es prestado, señores y señoras. No son dueños de él. El dueño es Allah (swt).

Si no tienen, den más todavía, pues Él sabe cómo hacer para que eso se reproduzca y retorne a ustedes en mayor cantidad.

Por favor les pido que consideren lo que les pedí en la mesa.

Ahorren dinero, por favor. Aquellos que no han hecho el Hajj, ahorren dinero para hacerlo, porque el Hajj para nosotros es una obligación.

Tratemos de formar un pequeño grupo para ir. Me gustaría  poder llevar a Tosun Baba (ra) con nosotros. Y para aquellos que no han visto el dergah de Istanbul, sería una linda experiencia para visitar a Hz. Pir (ks) antes de ir al Hajj.

 

As Salam ‘alaykum wa rahmmatullah wa barakatuh.

 

Diálogo de Hajji Orhan Baba en Argentina. “Acerca del mes de Ramadán. Lo halal y haram”.