Sobre la Paciencia

 

Bismillahir Rahmanir Rahim

 

Hablamos la semana pasada sobre la paciencia, que es algo que deseamos tener, que comprendemos intelectualmente, pero en la mayoría de nosotros no es un concepto que está afianzado en nuestros corazones. Y la comprensión intelectual no significa que nuestra esencia esté en sintonía con ese concepto.

Muzaffer Efendi (ra) nos dice que entrar a este mundo es entrar a una dimensión en la cual la pena, el sufrimiento, los cambios, son un elemento constante. Sin embargo, es posible sortear estos diferentes estados a los que estamos sometidos continuamente, a través de fe, de sinceridad, de amar a la Creación de Allah (swt) y de obedecer a lo que Él nos ordena a hacer en el Corán i-Kerim.

Muzaffer Efendi (ra) habla en el “Irshad” del Surah Al- ‘Asr, y el Creador hace un juramento con respecto al tiempo, y hay muchas discusiones relacionadas con lo que Allah (swt) quiere decir en esa frase, a qué tiempo se refiere, qué es el tiempo. Ustedes saben que algunos dicen que Allah (swt) se refiere a la época en la que el Profeta (saws) descendió a esta dimensión y vivió.

Sabemos que durante la existencia del Profeta (saws) el sello de todos los libros sagrados descendió en un período de veintitrés años, y es el Corán i-Kerim. Sabemos también que la estación de la profecía se cerró con él. No hay más profetas después del Profeta Muhammad (saws). A pesar de ello hay algunos que dicen que la revelación continuará descendiendo, no en la forma de un libro como el Corán i-Kerim, sino en revelaciones religiosas, a aquellos que están más cercanos a Allahu Ta’ala.

Otros, cuando hablan del tiempo, dicen que es el período entre la aparición de Hz. Muhammad (saws) en la Tierra y el Día del Juicio Final. Sea cual fuese el significado del tiempo como Allah (swt) lo dice en el Corán i-Kerim.

Todos sabemos que en este mundo todos vamos a tener problemas, vamos a tener que pasar vicisitudes, y que hay diferentes maneras de hacerlo.

En el mundo moderno todo nos empuja hacia estados en los cuales estamos alejados de nuestro Creador. Todo está diseñado, primeramente, para hacernos olvidar de nosotros mismos, y luego de todas las demás razones por las cuales practicamos una religión. El bombardeo de información para el hombre moderno es constante, incesante. No es posible absorber la cantidad de información que cada segundo desciende alrededor nuestro. ¿Cuántas veces encontramos un instante para meditar durante el día? En el pasado, aquellos que podían, se escapaban de la multitud.

El gran Qutb Hz. Abdul Qadir Al-Gilani (ks), decía: “Escápense a lugares donde hay poca gente, en el desierto, y entren en comunión con el Amado.” Hoy en día no es posible hacerlo.

Más de la mitad de la población mundial, en este momento, vive en ciudades, y dicen que para el año dos mil cincuenta, el setenta por ciento de toda la población terrestre vivirá en ciudades, ¿se imaginan el ruido? ¿será posible escuchar el silencio en esos momentos? ¿va a ser posible para el ser humano estar presente en el ahora, en el presente con toda nuestra esencia? Es por eso que llegará un momento en que dos rakats de namaz tendrán el mismo valor que todos los actos de adoración que practicaban a diario los Compañeros del Profeta (saws). Imagínense eso.

La virtud de la paciencia cada vez cobrará más importancia para nosotros, porque las fuerzas que nos llevarán a olvidarnos de lo que debemos hacer se van a intensificar. Sin embargo, y a pesar de todas estas cosas, ninguno de nosotros ha sido sometido a las cosas que aquellos de antaño sufrieron. A los cristianos los tiraban a los leones. Aquellos que eran desmembrados, cuando los ataban a los camellos, uno tiraba para un lado, otro camello para otro lado, esos terribles tormentos que sufrieron. Muzaffer Efendi (ra) menciona en el “Irshad” un caso bien claro, el del gran santo de Abisinia, Hz. Bilal (ra). Los tormentos que él sufrió para que renunciara a su religión, los tormentos de Yasir, padre de ‘Ammar, a quien Abu Yahl mató, y así tantos que no renunciaron a Islam pese a las torturas a las que los idólatras los sometían.

Un estado aún más elevado que el de paciencia es el de satisfacción. Es el estado de aquellos a quienes no importando lo que les suceda, lo reciben con una sonrisa, porque simplemente dependen de una frase: “La ilaha illa Allah”, “Nada existe, sólo Allah”, y por ende todo lo que sucede proviene de Él. y si proviene de Él, ¿cómo puede ser algo malo? Es un concepto muy simple, muy básico y muy poco aplicado.

Debemos decir: “La hawla wa la quwwata illa bilahi ‘Aliyyil ‘Adhim”, al comienzo del día y al final del día. Decir esta frase en cada momento en que algo nos sucede y seguir aceptando intelectualmente que eso es así, que todo viene de Él y que todo pasará.

Dentro de unos días comienza el primer día de Dhu’l Hiyyah. Son diez días importantes los primeros diez días del mes. Los que han sido hajjis saben por qué, y los que no han sido también lo saben. Y es importante para tratar de encontrar esos días que no tenemos y ofrecer unos rezos nafile.

Practiquemos, en lo posible, esto de la paciencia y tratemos de manera consciente de tomar refugio en nuestro Creador. Cada letra, cada palabra, cada sonido del Corán i-Kerim que pronunciemos será testigo en nuestro favor el Día del Juicio Final.

Aquellos que quieran ofrecer un qurban para el ‘Id, en la fiesta en la cual el qurban es ofrecido sería importante que tengan un lugar para guardar una tercera parte para cada familia, y el resto donarlo para aquellos que no tienen para comer.

Hz. Abdul Qadir Al-Gilani (ks) decía: “Dediquen una hora a este mundo, otra hora por día al Más Allá, otra hora por día a uno mismo, otra hora por día a la familia, y el resto del tiempo al Creador”.

 

As Salam ‘alaykum wa rahmatullah wa barakatuh.

Sohbet de Hajji Orhan Baba. “Paciencia llevada a la práctica. Surah Al-‘Asr. Sobre el retiro espiritual.” Jueves 4-11-2010