Las tres luces

 

Bismillahir Rahmanir Rahim

 

Nosotros conocimos a Muzaffer Efendi (ra) en mil novecientos ochenta. Él había llegado a América un par de años antes. Mi hija tenía cinco años. Ella creció en este Camino, ¡Alhamdulillah!

Ayer estábamos hablando de Hz. Adam (as) y recordando lo que dijo Allah (swt) en un Hadiz Qudsí: “Yo era un tesoro escondido y deseaba ser conocido, por eso creé la Creación.” Con este hadiz Allah (swt) nos dice que no hay nada en esta creación que tenga la capacidad de conocerlo, excepto el ser humano.

Ahora bien, como todas las cosas un regalo crea un compromiso. El compromiso de conocerlo a Él requiere el resto de nuestras vidas.

Bajo el concepto de que nosotros fuimos creados para Allah (swt) y todo lo que existe fue creado para nosotros, el hombre se convierte en el macrocosmos. Y lo que consideramos el macrocosmos es, en realidad, el microcosmos. Es decir, que nosotros somos pequeños en tamaño, pero inmensamente grandes en potencial. El universo es lo opuesto. Es inimaginable en su grandeza, pero pequeño en su esencia, ¿por qué? porque fue creado para nosotros, para que nuestra existencia en esta dimensión sea posible.

Cuando Allah (swt) creó a Hz. Adam (as) (lo hizo de barro), la primera parte que le permitió tomar aspecto humano fue la cabeza, así como la vemos hoy en día: los ojos, la nariz, la boca, los oídos y el cuello. Porque Adam (as) estaba en un proceso de comenzar a entender qué era esta dimensión, ese cuerpo, lo que estaba preparado para él que no conocía. Él vivía en el mundo de lo sutil, en el Paraíso, donde el cuerpo material no es necesario. Para que el cuerpo sobreviva hay que alimentarlo. Y al permitirle a la cabeza tomar forma, ver, Hz. Adam (as) pudo ver que estaba hecho de barro, y que no era nada más que una mezcla de agua y arcilla. Cuando el alma deba partir al Más Allá nuestros cuerpos se van a descomponer en dichos elementos. Todos los cuerpos retornan a los básico, excepto el cuerpo de los santos y de los profetas. Esos no se descomponen.

Cuando Hz. Adam (as) tomó forma humana, así como estamos nosotros, Allah (swt) le ordena que mire hacia su derecha, a su hombro derecho, y él vio tres luces. Y Allah (swt) le ordena que les pregunte a las tres luces qué eran, qué representaban. Entonces Hz. Adam (as) se da vuelta, mira a la primera luz y le pregunta: “¿Quién eres tú y dónde habitas?” La luz le responde: “Soy la inteligencia y resido en tu cabeza.”  Le pregunta lo mismo a la segunda luz y ésta le responde: “Soy la consciencia y resido en tus ojos.”  Y mira a la tercera luz que era intensamente brillante, hasta tal punto que él tuvo que cerrar los ojos por un momento, y le pregunta: “¿Y tú quién eres y dónde habitas?” y ésta le responde: “Soy la compasión y habito en tu corazón.” Allah (swt) le ordena que mire hacia su izquierda y ahí vio tres oscuridades. Y el Creador le dice a Hz. Adam (as): “Pregúntale quiénes son.”  Entonces le pregunta a la primera oscuridad y ésta le responde: “Soy la arrogancia.” Hz. Adam (as) le hace otra pregunta: “¿Y dónde vives?” la oscuridad responde: “En tu cabeza”, y Hz. Adam (as) le dice: “¡Imposible! En mi cabeza está la inteligencia.” La oscuridad le dice: “Sí, la inteligencia reside en tu cabeza hasta que yo entro, y cuando eso sucede la inteligencia se va.” Así pues, Hz. Adam (as) mira otra vez a su izquierda y ve a la segunda oscuridad, y le pregunta: “¿Y tú quién eres?” La oscuridad le responde: “Soy la ambición insaciable y vivo en los ojos.” Hz. Adam (as) dice: “¡Imposible! Allí está mi consciencia.” La segunda oscuridad le dice: “Sí, hasta que yo entro y ella parte.” Finalmente, hace la misma pregunta a la tercera y ésta le responde: “Soy la envidia y habito en tu corazón.” Hz. Adam (as) le dice: “¡Imposible! Mi corazón ya tiene dueño y es la compasión”, y la oscuridad le dice: “La compasión reside en el corazón hasta que la envidia entra”.

Nosotros llegamos al mundo con dolor. El dolor de la madre que nos trae, el dolor del niño al nacer, el llanto y el grito del niño, ¿por qué? porque el alma sabe que atravesó el último velo y el más grueso de todos, al entrar al mundo, al entrar a esta dimensión. Venimos desnudos, pasamos una vida, una etapa en la cual hay alegría y hay dolor. Y partimos al Más Allá tal como hemos venido. Nos iremos desnudos, sin poder llevar con nosotros ni una sola de las cosas que hemos acumulado en este mundo. Eso no significa que no debemos trabajar. Solamente la Virgen María (ra) fue alimentada por Allah (swt) cuando estaba embarazada de Hz. ‘Isa (as). Pero nosotros no tenemos ese estado espiritual. Debemos trabajar, obtener el sustento, y aún más para poder ayudar a quien no tiene.

Hz. Al-Ghazali (ra) es uno de los santos más reconocidos de nuestra tradición, decía que el que está ebrio no tiene ninguna consciencia de su ebriedad. Y aquel que está ebrio puede llegar a entender el concepto de lo que significa estarlo, pero no sabe lo que es estar ebrio, porque no ha pasado por ese estado.

Una vez le preguntaron a Muzaffer Efendi (ra): “¿Qué es lo que uno puede llegar a sentir en el dhikr?” y él le dio una respuesta similar a lo que dijo Hz. Al-Ghazali (ra), respondió: “Tírese usted de un edificio y me describe lo que siente y entonces yo compartiré con usted lo que se siente en el dhikr”.

El ser humano se para en dos piernas, erecto, en la posición de qiyam. El dhikr del ser humano es el salat.

Hz. Muhammad (saws) nos mostró lo que es el Corán i-Kerim y lo que dice el Corán i-Kerim. Tenemos esos dos ejemplos para guiarnos. El Corán y la Sunnah.

Exactamente dentro de una semana comienza el mes de Ramadán, nuestro mes. Una de las experiencias más hermosas de este Camino es ayunar.

Cuando Allah (swt) creó al ego le preguntó: “¿Quién eres tú y quién soy Yo?”, el ego le respondió: “Tú eres Tú y yo soy yo.” Entonces Allah (swt) lo puso un millón de años en el fuego. Pasado ese millón de años lo quitó de allí y le volvió a preguntar: “¿Quién eres tú y quién soy Yo?” El ego volvió a responder como la primera vez: “Tú eres Tú y yo soy yo.” Allah (swt) lo puso otro millón de años en el infierno de hielo. Nuevamente pasado otro millón de años le preguntó: “¿Quién eres tú y quién soy Yo?” El ego volvió a responder: “Tú eres Tú y yo soy yo.” Así que Allah (swt) le ordenó que hiciera treinta días de ayuno. Pasaron los treinta días y le preguntó una vez más: “¿Quién eres tú y quién soy Yo?” Por fin el ego respondió: “Tú eres Tú y yo no soy.”

Nuestra parte animal se transforma con el ayuno. Nos convertimos en otro ser. Es como estar en otra dimensión, y lo más hermoso de todo eso es que nadie más debe saber que estamos ayunando. Es algo entre Él y nosotros. Las puertas del infierno se cierran. Los diablos están atados. Es un mes donde la dulzura debería imperar.

Si tuviéramos consciencia de la importancia de la creación del ser humano cuán diferente nos comportaríamos.

Cuando se colocó la piedra fundamental, aquí en Spring Valley, del primer dergah Yerrahi estaba Muzaffer Efendi (ra) y también Sefer Efendi (ra). Y una de las cosas que se hacían, además de hacer el salat y el dhikr, fue hacer un qurban.

Este faqir estaba al lado de Sefer Efendi (ra) cuando le traen un cordero, veo que se arrodilla, toma la cabeza del cordero muy amorosamente y el cordero no se movía, y él recitó algo en los oídos del cordero. El animal estiró el cuello y se quedó. Sefer Efendi (ra) tenía el cuchillo atrás escondido, lo movió e hizo el qurban. “¿Cómo es posible que el animal no se haya movido?” Le pregunté luego y él me explicó: “Porque todo está clasificado en la creación de acuerdo a lo que Allah (swt) designó para cada una de las partes de todo lo creado.” El oro es mejor que la plata. En el mundo animal el mejor de todos los animales es la oveja. Es más, el shaytanir rayim puede tomar la forma de todo lo que existe, excepto de Hz. Muhammad (saws) y de la oveja. Tiene prohibido tomar esas formas. Por ello nosotros hacemos el dhikr sobre pieles de oveja.

La carne de oveja cuando está hecha es para nosotros la mejor de todas las carnes. Pero incluso la carne de la oveja tenemos que comer con mesura, como Hz. Muhammad (saws) que recomendaba comer carne sólo dos veces por semana. ¿Por qué? Porque la carne nos bloquea espiritualmente. Así pues, más carne comemos, más bloqueados estamos con respecto a poder transitar el mundo espiritual. Pero para la oveja esa transición es la única manera en que ella puede alcanzar a su amado, a Allahu Ta’ala. Ella tiene consciencia de la existencia del Creador, y sabe que la única manera de llegar a Él es a través de nosotros, por eso se ofrece. Al comerla comemos su esencia, y la esencia de ella se convierte en la nuestra. Lo opuesto también es verdad. Uno de los animales más sucios y viciosos, en todos los aspectos que se puedan llegar a imaginar es el cerdo. Este animal no diferencia en nada, cuando tiene sus necesidades, sea madre, padre, hijo, abuela, tía, lo que sea. Come todo lo sucio, es sucio. Entonces si comemos cerdo la esencia de ese animal se convierte en parte de nuestra esencia.

Muzaffer Efendi (ra) contaba la siguiente historia. Un Sheikh tenía una hija hermosísima, lo más hermoso que se pueda llegar a concebir, y tenía muchos pretendientes que deseaban casarse con ella. El Sheikh en el pueblo a todos los pretendientes que se reunieran a tal día, tal hora, frente a su casa y que les iba a dar tres tareas y les iba a hacer tres preguntas. Todos esperanzados van frente al Sheikh y éste les dice: “Deseo que piensen que lo que sea más dulce en la Tierra, y les pido que vayan a buscarlo y lo traigan ante mi presencia. La persona que traiga lo más dulce ganará esta primera etapa.”

Entonces todos se van buscando por todos lados. Al día siguiente, a la mañana, a la hora que el Sheikh había designado cada uno trae lo que había encontrado. Y estaban todos en fila. El Sheikh los miraba: “Mmm, mmm”, iban pasando y detrás de todos había un derviche que era medio debilucho, no tenía mucha personalidad, pero tenía una cajita en la mano. De pronto el Sheikh lo mira porque era su derviche, y le dice: “Mehmed, ¿qué estás haciendo en la fila?” El derviche le responde: “Usted dijo que buscáramos lo más dulce y yo estoy muy enamorado de su hija, la he visto muchas veces. Vivo soñando con ella. Espero que usted me permita estar en la competencia.” El Sheikh ya no podía cambiar las reglas, pero no estaba muy convencido de que Mehmed sea el candidato correcto para su hija.

Mehmed era increíblemente pobre, no tenía nada, sin embargo, frente a todos los demás no podía más que escuchar lo que el derviche había traído. Entonces el Sheikh le pregunta: “Mehmed, ¿qué es lo más dulce que has traído?” Mehmed le dice: “Esto”, abrió la tapa y dentro de la misma estaba la lengua entera de un buey. El Sheikh dio un salto hacia atrás y dijo: “Pero ¡qué es esto! ¿Es un chiste acaso?” Mehmed le dijo: “No, no, mi Sheikh. Humildemente recuerdo sus propias palabras, que la lengua podía ser lo más dulce que existe en el mundo al dar palabras de sosiego, palabras de amor, calmar a quien está triste, alegrarlo, cuidar a los niños. Con la lengua uno puede hacer cosas maravillosas, y es el más dulce de todos los regalos.” El Sheikh lo miró y dijo: “Muy bien. Es verdad. Tú has ganado esta primera etapa.”

El Sheikh les dice a todos: “Muy bien. Mañana traen todos lo más amargo que existe en este planeta.” Así pies, se van todos y al día siguiente regresan trayendo todo tipo de cosas exóticas: hierbas, bilis, etc. Mehmed, por supuesto, estaba en la fila. Al final llega el turno de Mehmed, el Shiekh estaba bastante molesto, y le dice: “Bueno Mehmed, ¿qué es lo que has traído?” El derviche abre la caja y estaba otra vez la misma lengua del buey. El Sheikh al ver esto le dice: “¡Ahora sí estás haciéndote el chistoso!” Mehmed le dice: “No, no, no. Así como la lengua es lo más dulce que existe en la creación puede llegar a ser exactamente lo opuesto, castigando, haciendo daño, rompiendo corazones.” El Sheikh le dice: “Muy bien, has ganado las dos etapas. Ven conmigo adentro del dergah. Había allí un caldero donde se calentaban todo tipo de cosas, y le dice a Mehmed: “Sírveme un té o un café.” El derviche dice: “Eyvallah mi Sheikh.” Va a donde estaba la cocina, de hace doscientos años atrás, se calentaba todo con leña, trae la cafetera y la iba moviendo arriba del caldero para que se calentara hasta que empieza a hervir y emitía un sonido. El Sheikh le pregunta a Mehmed: “¡Ya Mehmed! ¿qué es lo que dice el agua?” Mehmed ponía el oído al lado de la cafetera oyendo los sonidos, como no entendiendo la pregunta del Sheikh, y responde: “Mi Sheikh, la verdad es que no lo sé.” El Sheikh le dice: “Ve a tu casa a dormir, piensa, y mañana me traes la respuesta. Si traes la respuesta correcta te daré la mano de mi hija y si te equivocas te irás con las manos vacías.” Mehmed pide permiso a su Sheikh y se retira totalmente desolado porque no tenía la menor idea de lo que decía el agua.

A todo esto, la hija del Sheikh sabía que Mehmed estaba totalmente enamorado de ella, y a través del amor que emanaba del corazón de Mehmed, ella se enamora de él, y quería que él ganara la competición. Sabía que su padre era muy rígido y sabía que no iba a aceptar a Mehmed a menos que le diera la respuesta correcta. Entonces esa noche ella entra en la habitación del padre y le dice: “¡Oh papá! ¿Te gustaría tomar un café?” El padre le dice: “Sí, me encantaría.” Mientras tanto la hija va y hace todo el mismo proceso que había hecho Mehmed. Lleva el agua al caldero, se pone a escuchar el sonido y muy inocentemente le pregunta al padre: “¡Qué interesante sonido! ¿Dice algo? ¿Qué significa esto?” El padre la mira y le dice: “Lo que dice es lo siguiente: que era una gota de agua que estaba en una nube, y de pronto la nube se condensó y cayó a la tierra como gota de agua, y al caer lo hace sobre una semilla, lo cual le permitió a la semilla crecer y convertirse en un árbol. Un día viene un leñador porque necesitaba parte de ese árbol para la leña y corta ramas y pedazos, lo lleva a la cocina, enciende el carbón, lo escuchaba, y el agua al hervir decía: ‘Eso que me quema viene de mí’, porque fue el agua lo que permitió que el árbol creciera, que se convierta en carbón y la volviese a calentar, que se convirtiese en vapor y se eleve.” La hija le dijo: “Padre estoy muy contenta, ¡Muchas gracias!” Y ella le pide a una dama de compañía, una sirvienta: “Por favor anota esto y dáselo a Mehmed porque mañana se lo van a preguntar”, y tomo nota exactamente de lo que había dicho el padre.

Al otro día aparece Mehmed con la notita en el bolsillo y el Sheikh le pide: “Prepárame un café Mehmed. El derviche muy ceremonioso preparó nuevamente el café, vuelve a hervir el agua, el sonido aparece, y él vuelve a acercar la oreja al lado del agua, y el Sheikh le pregunta: “¡Ya Mehmed! ¿Qué es lo que dice el agua?” y Mehmed le repitió palabra por palabra lo que el Sheikh le había dicho la noche anterior a su hija. Se había memorizado todo. Y el Sheikh, rojo de la bronca, lo miró y le dijo: “¡Ya Mehmed! Y lo que me quema a mí viene de mí”.

As Salam ‘alaykum wa rahmatullah wa barakatuh

 

Sohbet de Hajji Orhan Baba. “Las tres luces. Historias.” Jueves 11-06-2015