Las Creaciones de Allah

Bismillahir Rahmanir Rahim

Ayer les escribí acerca de cómo tratar a los vecinos mientras acababa de leer una parte de la historia de Hz. Pir (ks).

Para aquellos que estuvieron en Istanbul conocen la mezquita que está en la esquina del dergah.  En dicha mezquita Hz. Pir (ks) llegó e hizo su primer khalwat, junto a los dos Sheikhs que le dio Hz. Kostendili (ks).

Así pues, el vecino de la propiedad donde hoy está el dergah se quejaba de los ruidos que hacían los derviches al hacer el dhikr. Tuvieron problemas hasta que, finalmente, pidió disculpas, porque en una oportunidad insultó a Hz. Pir (ks) y éste no dijo absolutamente nada. Se retiró sin decir una sola palabra, sin quejarse.

Este santo, el qutub en su momento, para toda la humanidad, al bajar la cabeza y no decir absolutamente nada, trajo lágrimas a mis ojos. Y era mi esperanza de que nosotros, Insha’Allah, tomáramos una actitud similar con aquellos que son nuestros vecinos. Me alegro que así haya resultado. Es más, Insha’Allah, en el futuro, cuando a ustedes les parezca conveniente, los inviten a subir y vean lo hermoso que va a quedar ese espacio, y así comprueben que esta es una obra hecha simplemente por el amor que sentimos los unos por los otros, y que es nuestra casa para quien esté sediento y con necesidad de refugio.

Una serie de cosas han pasado en estas últimas dos o tres semanas, muy extrañas, que no me han permitido estar con ustedes. Hoy Allah (swt) que siempre es tan generoso, habrá perdonado mis faltas y me ha permitido tener el honor, y no lo digo con ningún otro sentimiento más que la verdad, de poder estar frente a ustedes.

Lo digo así porque veo a ese pequeño grupo de personas en un lugar como Buenos Aires, sé que en este momento hace un calor terrible, y sin embargo veo que están allí, mientras podrían estar tomándose un trago en algún boliche, y en cambio están allí con sus haidarias, sus taqiyyas, y escuchando a alguien que está a muchos miles de kilómetros, desde un lugar que está súper congelado. En este momento hará como veinte grados bajo cero.

En varias oportunidades, leí algunos comentarios y preocupaciones. Quería simplemente hacer notar a todos nosotros que todos provenimos del mismo árbol, no hay diferencias. Allah (swt) creó una semilla, una  esencia y de ésta creció, permítanme usar el ejemplo del árbol, y éste produjo frutas.

Y a pesar de que algunas frutas de ese árbol y estoy hablando exclusivamente de nosotros, unos somos más altos, otros más bajos, otros más gordos, otros con menos peso, a otro se les cae el cabello, otros son jóvenes y otros tienen más edad, algunos están más cerca de la muerte que los jóvenes e Insha’Allah tengan muchos años para vivir. Pero todos provenimos de esa primera semilla.

Y recuerden ustedes que cuando un árbol da frutas no puede elegir qué frutas dar. Da las frutas para lo cual ha sido creado. De la misma manera que nosotros somos productos de esa semilla que anidó en el vientre de nuestras madres, y no podemos ser una mezcla de otra cosa. Esa semilla trae el mensaje que fue pasando a través  de cientos de miles de generaciones y produjo a cada uno de nosotros. Y uno aunque quisiera no puede ser otro. Así es como es, nada más.

Pero debemos recordar que el árbol crece, las frutas maduran, y cuando éstas caen lo hacen muy cerca una de la otra. Las frutas no caen a miles de kilómetros de distancia. Cae una al lado de la otra. Eso es hermandad. Eso es ser hermano el uno del otro. ¡Si pudiésemos entender un día ese concepto en su total plenitud! Cuando miremos las frutas veremos cuán juntas están.

Recuerden que cuando la fruta se pudre, cuando está disuelta en la tierra no podemos notar cuál era una y cuál la otra, están mezcladas. Lo que quedó está mezclado allí, en esa tierra.

Ahora bien, cuando hablamos de hermandad de fraternidad, de amistad, esto no está totalmente restringido a los seres humanos.

Están las cuatro clases de creación: mineral, vegetal, animal y los seres humanos. Son todos productos de esa esencia. Así que el meshreb del musulmán, el meshreb del sufí, es ser amigo, hermano de toda la creación.

Si miramos a ese  árbol del cual estoy hablando, podemos ver que hay dos clases de existencia: una es aquella que no tiene principio ni final, es decir que no está limitada por tiempo o espacio. En realidad hay una sola: Ahad, Wahid.  Y cuando mencionamos esa existencia decimos: Huda, Rab, Allah. Porque es lo único que está definido por esas palabras, y le pido disculpas a Allah (swt) por usar palabras para definirlo  a Él, que no tiene descripción ni comparación. Pero nosotros no entendemos estos conceptos si no es través de palabras que son elaboradas por el intelecto.

La otra tiene principio y tiene final, es decir, Su creación. Esta creación es creada por Él, a través de Él. Hay un hadiz qudsí que dice: “Yo era un tesoro escondido y deseaba ser conocido, y con ese amor he creado la creación.”  Hay también un ayat en el Corán i-Kerim que dice. “Yo he creado al jinn y al hombre con un propósito: para que me adoren”.

La palabra que usa Allah (swt) ‘abd, que proviene de  siervo, y cuando el siervo actúa sólo puede hacerlo de una manera: sirviendo. Es lo que ustedes hacen Insha’Allah cuando alguien está necesitado.

El siervo no tiene otra función que no sea servir. Lo que es interesante es que los sufís, la interpretación que le dan a ese ayat es la siguiente: Allah (swt) creó a los genios y al hombre para que lo conozcan.

Cuando hablamos de la creación Allah (swt) creó esa primera semilla, y de esa primera esencia la Luz Divina, y de ésta creó el Nur de Muhammad (saws). Luego de crear el Nur Muhammadi con amor, esa luz se activó. Con lo que quedaba de esa Luz Divina, Él entonces creó a los Profetas Elegidos, que son todos aquellos que se mencionan en el Corán i-Kerim, como Hz. ‘Isa (as); Hz. Musa (as); Hz. Isma’il (as); Hz. Ibrahim (as); Hz. Nuh (as); Hz. Adam (as), etc.

Siempre estableciendo que no hacemos diferencia entre uno y otro, pero no todos los profetas que son conocidos a través de los libros son mencionados en el Corán i-Kerim.

Entonces con lo que quedaba de esa Luz Divina, Allah (swt) creó las almas de los nabi, que son de acuerdo con Hz. Ibn Arabi (ks) ciento veinticuatro mil, y todos sus nombres realmente no son conocidos. Luego creó las almas de los rasuls, los mensajeros de Allah (swt). Y con lo que quedaba creó  a los ‘arif, los sabios de Allah (swt). Con lo que quedaba, luego de todas estas creaciones, creó a los shahid, los mártires. Después creó las almas de la gente de la derecha, después creó las almas de los mu’min, y luego creó nuestras almas, que estamos entre mu’min y kafir, porque no hemos podido abandonar el mundo. Y con lo que quedaba de esa Luz Divina creó el alma de los kafir, y luego el alma de los animales y los vegetales.

Si suman esas creaciones, incluyendo la primera, verán que son catorce. Presten atención a esto. Estas catorce creaciones, las almas de todas estas creaciones, son indivisibles. Es decir que estas almas se mueven con la voluntad de Allah (swt).

En el Paraíso de las Almas dijo: “¿No soy Yo vuestro señor?” Todos dijimos: “Sí. Tú lo eres.” Las almas obedecen la voluntad de Allah (swt).

Esta es la regla del batin, del mundo invisible, pero recuerden ustedes que un poquito de ese mundo invisible está contenido en cada uno de estos cuerpos que habitamos.

Para nosotros no es posible conocer cosas si no conocemos su otro lado, lo opuesto, como cuando Él creó esa Luz Divina también fue creada inmediatamente la oscuridad.  Y en esta oscuridad había cuatro oscuridades: el fuego, el aire, el agua y la tierra.

Cuando recitamos los Asma Al-Husna sabemos que están ambos lados representados, porque a través de la comparación de dos opuestos es que conocemos y aprendemos a diferenciar.

Entonces, Él creó Su trono, Su escabel, Su cálamo, los seis niveles de los cielos, y por último, el séptimo nivel del cielo, y el mundo que nosotros habitamos: el universo, los planetas, y todo lo que ha sido creado que nosotros podemos percibir.

Con los elementos mencionados anteriormente, el aire, el agua, el fuego y la tierra, creó los minerales, los vegetales, los animales, y finalmente también a Adam (as). Sumamos estas creaciones y veremos que también son catorce. Entonces tenemos catorce del batin, y catorce de este mundo visible, zahir. Hay cosas que no podemos percibir, pero ninguna de estas cosas en esta tabla pertenece a la primera. Así, sumamos catorce y catorce y tenemos veintiocho; la misma cantidad de letras que hay en el alfabeto árabe.

Cuando hablamos de analfabeto, como llamaban a Hz. Muhammad (saws) (¡Astaghfirullah, Astaghfirullah, Astaghfirullah!), decimos que sí, que él era analfabeto, pero sólo en relación al papel y a la tinta con los que uno puede escribir. En cambio él leía el libro del universo, donde era el más sabio de toda la Creación de Allahu Ta’ala.

Con estas veintiocho letras podemos definir con nuestro limitado intelecto todo lo creado. Y el Corán está escrito, el libro de Allah (swt), la palabra de Allah (swt), con estas veintiocho letras. El libro del cual Hz. Muhammad (saws) era la expresión viva, el ejemplo, para toda la creación.

Hz. Muhammad (saws) es el comienzo, con el Nur Muhammadi, y su final porque a él le fue revelado el Corán i-Kerim, por eso dijo: “Yo era profeta cuando Adam estaba entre la tierra y el agua”.

Creo que esto es suficiente, por el momento, para comprender un poco la importancia de dos cosas: no solamente aprender el libro de la existencia a través del Corán i-Kerim, sino aprender por qué es necesario aprender  de ese amor del que hablamos al comienzo, por toda la Creación de Allahu Ta’ala.

Es bueno saber que son catorce las posiciones que existen en el dergah, pero catorce sólo pertenecen al Asitane, el resto de los dergahs tiene siete. Así que debemos preocuparnos solamente por las siete.

 

As Salam ‘alaykum wa rahmatullah wa barakatuh.