La verdadera sumisión al Creador

 

 

 

Bismillahir Rahmanir Rahim

 

Estuve hablando con diferentes miembros de nuestros dergahs y continuamente surge la preocupación por la sumisión al Creador, islam.

Nosotros tenemos un maravilloso ejemplo de sumisión para aquellos que han ido al Hajj, han recorrido las tierras donde uno de esos maravillosos actos de sumisión ocurrió. Fue el sacrificio que Hz. Abraham (as) estaba dispuesto a realizar con su hijo.

Una parte muy interesante de este acto de sumisión de Hz. Abraham (as) fue la contestación que su hijo Ismael (as) le dio cuando él le habló de lo que Allah (swt) le había ordenado hacer, y que se trataba de una respuesta a una promesa que Hz. Abraham (as) había hecho hacía mucho tiempo antes. Hz. Ismael (as) le dijo: “Padre, haz lo que el Señor te ha ordenado”. Y eso era, nada más y nada menos, que cortarle el cuello como si fuera un qurban.

Hz. Ismael (as) estaba en una estación espiritual que no se podía asemejar a la de su padre en ese momento, pero si él no hubiera estado listo para aceptar ese sacrificio, es decir, para aceptar lo que el padre le decía, no habría sido posible para él la ascensión espiritual.

Nuestros hajjis han visitado esos lugares. Nuestro Hajj es una de las cinco obligaciones que tienen todos los musulmanes en el mundo, y hay ciertas condiciones, pero todos los musulmanes en el mundo tienen la obligación de realizar el Hajj. Repito, hay ciertas condiciones.

Un millón y medio de personas que viven en este momento y que son musulmanes. No estoy contando los cientos de millones o miles de millones que desde la época de Hz. Muhammad (saws), mil cuatrocientos años atrás, e Insha’Allah los que van a existir cuando nosotros ya no estemos en este mundo.

Nosotros visitamos los lugares donde esto ocurrió, tan importante es ese ejemplo de sumisión para nosotros.

Cuando uno va a ver a un psiquiatra, que está tan de moda, psiquiatras y psicólogos, y entiendo que Argentina es el segundo país en el mundo donde los psicólogos tienen más pacientes. Es verdad, hay ciertas estadísticas que dicen eso. Una de las preguntas que nos hacen es: “¿Está usted dispuesto a reconocer que está enfermo o enferma? ¿Acepta que está enfermo?” No sé si esa es la pregunta número uno o número cinco, pero en algún momento los psicólogos hacen esa pregunta a quien es su paciente.

Allahu Ta’ala quiere esa confesión de cada uno de nosotros.

Cuando recitamos el takbir: “¡Allahu Akbar!” esas palabras protegen a la persona que reza. Es decirle a Allah (swt): “Me he sacrificado en Tu presencia. Me entrego.” Es decir, elimino todo lo que mi nafs quiere de mí para poder estar espiritualmente puro frente a Ti, mi Señor.

Esta sumisión, sin ninguna duda, se convierte en algo muy difícil de lograr para aquellos que no rezan. Para aquellos que les es permitido rezar son como el qurban, el animal que fue sacrificado para poder estar en la presencia de su Señor.

El salat es una expresión de sacrificio hacia el Creador.

He oído y leído también que algunos dicen que, llegada cierta edad en el ser humano, no tiene que rezar más.  Seguramente ustedes estarán pensando cuándo. Cuando lleguen a los noventa años, eso es lo que dicen.

Ahora bien, Hz. Muhammad (saws) rezó hasta el último instante que estuvo en este mundo. Sí, él no vivió hasta los noventa años, pero si seguimos lo que dice el Corán i-Kerim y seguimos el ejemplo de Hz. Muhammad (saws), que era quien demostraba lo que era vivir de acuerdo a lo que el Corán i-Kerim, que es  la palabra de Allahu Ta’ala donde expresa lo que Él desea de nosotros, veremos que Hz. Muhammad (saws) rezó hasta el último instante que estuvo en este mundo. Porque alguien puede llegar a asumir que no es necesario rezar.

Si Allah (swt) nos da la oportunidad de estar más tiempo en este mundo, Insha’Allah, sirviéndolo, hasta ese último instante, hasta ese último aliento, Su nombre: “Allah” tiene que estar en nuestros labios y en nuestro corazón.

Yunus Emre, uno de los autores de ilahis que nosotros cantamos y en uno de ellos dice: “Nuestra dirección (la quibla) es el rostro de nuestro Amado. Nuestro rezo es continuo, amor es nuestro iman, y el corazón iluminado es nuestra comunidad.” Para eso vivimos.

Nunca conocí a nadie que haya renunciado a rezar. Pero algunos tienen conceptos interesantes. Por ejemplo, una mujer; lo único que conozco de ella es esto, que es la madre de Yemal Nur, la madre de otra mujer. Esta madre era una ‘arif.

Un día se encuentra con un Sheikh sufí, sin ninguna duda un creyente muy puro.

Entonces este Sheikh que admiraba a la madre de Yemal Nur le pregunta: “Hija mía, ¿por qué tú rezas? ¿No te das cuenta de que cuando lo haces hay una separación entre Él y tú? Es decir que hay dos.” Les pido que entendamos el concepto.  Uno quiere unicidad con el Creador. Y en lo que este señor de manera intelectual dice hay cierta razón.

Uno reza a Él. Es decir, hay dos en esta situación. La conversación prosigue y la mujer le responde al Sheikh sufí: “Tienes total razón en lo que dices. Ahora, durante esta conversación he visto que han salido lágrimas de tus ojos cuando piensas en Él. Es decir, que tú eres alguien que ama al Creador. Estás enamorado de tu Señor. Por ende existe un Amado y un amante. Estás tú y está Allah, pero si sólo debe ser una persona, ¿acaso uno puede estar enamorado de sí mismo? ¿Por qué estabas llorando? El secreto es justamente ese: en la dualidad hay unidad”.

En la multitud hay unidad, porque nuestra forma humana necesita de los dos lados para poder realizar este concepto espiritual.

Hz. Adam (as) fue, sin ninguna duda, un Insan i-Kamil, un “hombre perfecto.” Él descendió, como hablábamos con mi hermano hoy. ¿Por qué descendió Adam (as) del Paraíso, donde tenía todo lo que podía llegar a desear, espiritualmente hablando?  Tenía cuerpo también. Su espíritu tenía todo lo que podía llegar a desear, sin embargo él quiso conocer al amor. Y para ello tuvo que descender a esta dimensión.

Ahora, ¿cómo sabemos lo que es amor? Por supuesto, porque sentimos. Pero para conocer lo que es amor también tenemos que conocer lo que es el odio. En otras palabras, necesitamos de ambos conceptos para entender el propósito de nuestra existencia terrenal.

El ser humano es la manifestación de Allahu Ta’ala en Su Creación.

Nosotros somos los únicos, dentro de la Creación de Allah (swt) en esta dimensión, que pueden adoptar la costumbre de vivir de acuerdo a lo que Él ha manifestado en Su Creación. Y manifestamos eso a través de nuestras acciones, de nuestra sabiduría, de nuestro conocimiento, de nuestro servicio.

Hz. Ibn Arabi (ks) decía que cuando uno está parado para comenzar el rezo se encuentra en la misma estación y la misma recompensa que todos los árboles y todo lo que está parado en esta tierra.

Cuando hacemos la primera inclinación, llevamos las manos a las rodillas, imitamos al reino animal, en cuatro patas; y cuando finalmente apoyamos nuestra frente en el suelo, estamos imitando a todos los animales que se arrastran y recibimos las recompensas de todo lo que ellos reciben. Pero ellos no pueden sentir lo que nosotros sentimos en nuestros corazones: sólo el ser humano puede comprender el concepto de amor por el Creador porque tenemos ambos aspectos.

Los ángeles son creados, por ejemplo, con un solo propósito. Un ángel fue creado para custodiar  las puertas del Paraíso. Lo único que tiene que hacer durante toda su existencia, no importa la cantidad de años que viva, si son miles o cientos de miles de años, es todo lo que hará. No puede renunciar, no puede cambiar, no puede elegir.

Nuestro destino está escrito en el libro que contiene el archivo de nuestras vidas, que fue decretado por el Creador cuando creó nuestras almas, en el Paraíso de las almas. Yo usé un ejemplo un poco crudo, y es que si nosotros vamos a quitar la vida a otro ser humano, eso ya está escrito. Es decir que no podemos no hacerlo. En algún momento vamos a estar en la posición de tener que quitarle la vida a un semejante.

El Profeta Daud (as) tuvo que hacer eso, pero claro, un profeta no es un ser humano común. En cambio estas son las diferencias: un ser humano que mata a otro porque le da placer, por cualquiera de los sentimientos negativos que puede impulsar a uno de nosotros a ser peor que todo el resto de la Creación, eso es ser un asesino. Sin embargo, si nosotros tenemos un arma porque tenemos que matar a otro para defender una nación, para defender nuestra religión, para defender nuestra familia, para defender nuestra comunidad, para defender nuestra vida, somos considerados héroes. En otras palabras, tenemos la habilidad, heredamos el regalo de poder elegir ciertas cosas. Y, para entender esto, lo primero que tenemos que hacer es llegar al acto de ser testigos, como se dice en inglés witnessing (testimoniar, presenciar), una hermosa palabra.

Cuando el misterio del rezo se manifiesta en nosotros, cuando entregamos nuestras almas al Creador cuando nos arrodillamos frente a Él en sumisión, cuando los siete puntos de nuestros cuerpos están allí, la cabeza tocando el piso, estamos en la posición más vulnerable, en la posición de total sumisión al Creador. En ese momento, si nos entregamos, la unicidad se logra.

Hay otros seres que tienen otros regalos, Hz. Pir Nureddin Al-Yerrahi (ks) rezaba cien rakats todas las noches.

Un día estábamos haciendo el Hajj con Tosun Baba (ra) y él me dice: “¿Vamos esta noche a hacer cien rakats frente a la Ka’aba?” Le respondí: “Eyvallah Baba.” Yo sabía que la policía religiosa no iba a echar al ver que estábamos haciendo cien rakats, cosas que ellos generalmente no permiten.

En un momento alguien se estaba por acercar y decidió irse. Pero pudimos rezar esa noche los cien rakats casi hasta la hora del salat Al-Fayr, por supuesto nos quedamos a hacer el salat. Por otra parte tuve la impresión de que nos habíamos convertido en algo invisible, pero no se trataba de que fuéramos invisibles ya que éramos las únicas dos personas que subían y bajaban haciendo los cien rakats, y lo pudimos lograr. También, al mismo tiempo, pude entender la dimensión de lo que hacía Hz. Pir Nureddin Al-Yerrahi (ks) y vivió pocos años en esta tierra.

Los que hacían salat junto con él sobre la orilla del Bósforo, iban a la Ka’aba; no sé si él se llevaba a todos a la Ka’aba o ésta iba donde estaban ellos, pero la Ka’aba estaba frente a ellos cuando rezaban.

En otro momento hablaremos de la Surah Al-Fatiha porque es muy hermoso todo lo que dice.

Insha’Allah ruego que Allahu Ta’ala acepte de  todos y cada uno de ustedes todas las alabanzas que expresen al Creador.

El estado de poder recitar alabanzas al Señor es todavía más alto que el estado de agradecimiento. Insha’Allah todos y cada uno de ustedes se encuentre en ese estado en el cual la entrega es total, con el salat, con el dhikr, con todas las formas de alabanzas. Y ruego también que la alabanza no sea algo que solamente se hace los días jueves.

Acabo de hablar del salat. Que todos los días ese estado de alabanza viva en nuestros corazones.

As Salam ‘alaykum wa rahmatullah wa barakatuh.

Sohbet de Hajji Orhan Baba

Sábado 3-11-2018