El recuerdo permanente de Nuestro Señor

Bismillahir Rahmanir Rahim

 

Hoy Yemal Baba,  quien está viajando, como ustedes saben, me ha enviado una foto, creo que él se encuentra en Nueva Delhi, en India.

Y me envió una foto de dos monos jugando.

Se suponía que debía ser una foto de tono jocoso, y lo era.

Estos monos estaban en la ciudad, debajo de un árbol, jugando. Y con esta situación recordé comentarios de Muzaffer Efendi (ra) y Sefer Efendi (ra) diciendo que: “Los monos nacieron de un castigo que Allah le envió a unos seres en algún momento, y los transformó en eso, en monos”.

Ellos nunca dijeron eso en público. Lo dijeron solamente para nosotros, los derviches. Y no puedo darles más información que esa. Es todo lo que sé.

Inmediatamente los pensamientos continuaron y uno de ellos fue, ¿Cuál es el propósito de nuestra existencia terrenal? ¿Qué es lo que hacemos así vestidos en un día sábado por la noche, en que podríamos estar divirtiéndonos en otros lados, supuestamente? Y sin embargo, hemos elegido esto: camino de devoción, de adoración, y que tiene como objetivo llegar al Creador, Insha’Allah, en cierta manera “morir antes de morir”. Es decir, dejar aquello que nos tienta en el mundo, y reemplazarlo por el amor y la devoción a Él (swt).

Muchas veces hemos hablado de amor, de paciencia, destino, y decimos cuán importantes son todas estas características de nuestra vida.

Pero la adoración es una obligación, desde el momento en que nuestras almas fueron concebidas y formadas, y esperaron su turno para descender a la Tierra cuando Allah (swt) lo ordenó. Esto ocurre el día quince del mes de Sha’ban, todos los años, cuando Allah (swt) ordena qué almas descenderán ese año, los seres humanos que nacerán ese año hasta el próximo quince de Sha’ban, y qué almas han de partir de regreso hacia Él (swt); al Barzakh, a esperar el Día del Juicio Final.

Ahora bien, si hablamos de adoración, ¿qué es lo que podemos llegar a decir?

Un sabio, un ‘Arifin Billahi, alguien que tenía conocimiento de este camino, se encontraba cierto día, en una mezquita, oyendo un sermón.

Y ese día, el Imam de la mezquita decidió hablar sobre el infierno, acerca de qué nos llevaba a él, cómo seríamos elegidos unos, para ir al Paraíso, otros al infierno, y además qué pasa en el infierno, cómo se iban a quemar allí las almas. Y profundizó en extensísimos detalles en su jutba, acerca de estos temas.

Así pues, este santo, este ‘arif, se puso muy triste. Entonces le dice al Imam: “Imam, Allah no nos preguntará todo eso el Día del Juicio Final. Él hará una sola pregunta. Cuando estemos allí, solos, desnudos, sin nadie de aquellos que hemos amado en la Tierra con nosotros para defendernos. Solamente tendremos la intercesión, los musulmanes, de Hz. Muhammad (saws). Pero ese día, estaremos todos allí, para ser juzgados y para que nuestros destinos sean decididos en ese momento. Así que la única pregunta que Allah nos hará es: ‘Siervo mío, Yo he estado con ustedes durante toda vuestra existencia, y Mi pregunta es: ‘¿Ustedes con quién estaban?’”.

¿Podemos decir, acaso con sinceridad, que estamos cada segundo pensando en Él (swt)?

Hz. Rumi (ks) dice: “Piedad, es el fuego de la adoración. Piedad ha quemado todo en el mundo, excepto a Allah”.

Si amamos con piedad a Su Creación, como corresponde a un creyente, todo el resto desaparece y sólo queda Él (swt).

Un santo, en un verso, decía: “¿No es acaso Allah total belleza? Todo lo que es bello es prueba de Su poder. Ser testigo de esa belleza es adorar.” ¿Por qué? Porque Él (swt) no ha creado nada feo, absolutamente. Somos nosotros los que tenemos los anteojos sucios.

Nadie nos pide que seamos ascetas escondidos en una cueva. Esa no es nuestra función. Algunos tienen ese destino.

El derviche tiene una función de la que derivan muchos aspectos: servir al Creador a través de Su Creación. Es decir, cuando miramos lo que nos rodea con ojos de piedad y, servimos a lo que nos rodea en Su nombre, entonces cada cosa que hacemos se convierte en un rezo, en un acto de devoción, en un acto de sumisión. Porque estamos diciendo: “¡Oh Allah, esto es en Tu nombre, por favor!”

Ustedes saben muy bien que el nombre Adam (as) refiriéndose, al primer profeta, al primer hombre, quien fuera creado mucho antes de Islam, si lo escribimos en árabe, veremos que la primera letra alif  ( ا), representa al hombre, al ser humano, parado, orgulloso, sobre sus dos piernas, como diciendo: “Aquí estoy yo”.  Y Allah (swt) dice: “¡Adórame!” La segunda letra, dal (د) representa la inclinación o ruku’. Y la última letra, siempre siguiendo la escritura en árabe, es la mim (م), que representa la postración o sujud. Y éste es el estado al cual, Insha’Allah, deseamos llegar continuamente.

Es decir, ¿qué significa Adam? Hombre rezando. De la arrogancia a la sumisión.

Allah (swt) creó al hombre en un día muy hermoso. Esto que les voy a relatar creo que me lo envió mi hermano Suleyman Baba, Sefer Baba o Saleh Baba.

Así pues, Allah (swt) le preguntó al hombre luego de haberlo creado: “¿Qué quieres?” Y el hombre le respondió: “Quiero vivir en paz. Quiero adorarte, quiero servirte. Sé que si hago todas estas cosas tendré paz, por favor. Me has preguntado y esto es lo que deseo. Otórgamelo.”  Entonces Allah (swt) le dice: “Muy bien. ¿Qué es lo que necesitas?” El hombre responde: “Necesito ser rey.” Allah (swt) dice: “Está bien, de ahora en adelante serás rey.”  El hombre dice: “Si yo soy rey tendré más autoridad, voy a dominar, podré adorarte en paz, podré hacer todo lo que es necesario frente a Ti”.

Luego de un tiempo Allah (swt) pregunta al hombre: “¿Cómo estás? ¿Estás en paz?” Y éste le responde: “No Allah. Además de ser rey necesito tener riqueza, así puedo comprar todo lo que me sea necesario y no tener que preocuparme por esas cosas, y pueda adorarte y alcanzar ese estado que estoy buscando.” Allah (swt) le dice: “Bueno. Todas las riquezas del mundo aquí están, son para ti. Así estás contento”.

Pasa nuevamente un tiempo, y le pregunta Allah (swt) al hombre: “¿Estás contento?” El hombre responde: “No Allah. ¿Cómo voy a estar contento?” Entonces Allah (swt) otra vez le pregunta: “¿Pero qué te falta?” El hombre le dice: “¡Y qué me va a faltar! Una hermosa mujer como compañera, inteligente, devota, que me traiga alegrías, y demás”.

El tiempo transcurre y Allah (swt) pregunta al hombre: “¿Estás en paz?” El hombre responde: “No. Necesito un palacio, pero un palacio como esos que existen allá en el Paraíso. ¿Me lo podrías dar? Así puedo estar tranquilo y en paz.” Allah (swt) le dice: “Sí, cómo no. Ahí está.” Apareció entonces el palacio.

Allah (swt) al tiempo vuelve a preguntarle al hombre: “¿Estás ahora contento?” El hombre responde: “No Allah.” Allah (swt) pregunta nuevamente: “¿Qué te falta?” El hombre explica: “Me falta un jardín con hermosas flores, arbustos, para que pueda pasear y meditar.”  Allah (swt) le otorga el pedido.

Pasa cierto tiempo, Allah (swt) pregunta al hombre: “¿Cómo te sientes ahora?” Responde el hombre: “Mal. El perfume y el polen de estas flores me causan alergias. ¿Me podrías dar una brisa fresca, que se lleve todo esto así puedo estar en paz?” Allah (swt)  le concede la brida fresca.

Al tiempo Allah (swt) atiende al hombre que seguía infeliz, y éste le pide: “Necesito tener hijos.” Allah (swt) le da hijos.

Después de un tiempo nuevamente Allah (swt) le pregunta al hombre: “¿Estás contento?” El hombre responde: “No Allah.” Allah (swt) pregunta: “¿Qué es lo que necesitas?” El hombre le pide: “Necesito hacer milagros para que la gente respete mi autoridad, y me considere un hombre con ese poder”.

En otra oportunidad el hombre pide un barco para visitar tierras lejanas, visitar los siete continentes, atravesar los siete océanos, conocer todos los países. Y cada vez que Allah (swt) le hace una pregunta, el hombre tiene algo de que quejarse.

Finalmente Allah (swt) le hace una nueva pregunta: “¿Qué es lo que quieres?”  El hombre le dice: “Estoy flaco, feo, medio enfermo, apenas puedo caminar.” Allah (swt) le dice: “Lo que tú no entiendes es que, para encontrar paz, Mis cualidades deben estar en ti; y Mi sabiduría debe llegarte. Sin estas dos cosas no encontrarás paz jamás”.

Tenemos el Corán i-Kerim, tenemos los hadices, y tenemos el uno al otro. El dergah es una clínica donde todos llegamos con diferentes necesidades y, si en algún momento nos caemos, tenemos al de lado para usar como muletas y apoyarnos. Eso es el dergah, eso es el camino. Todos nosotros somos pacientes en este mundo, pacientes en un hospital espiritual por medio del cual queremos llegar a Él (swt) Insha’Allah.

Ruego que nos otorgue eso. Ruego que en el último momento en esta Tierra nos permita decir: “La ilāha illa lah Ash-hadu ana Muhammadan Abduhu wa Rasuluhu, que es la llave del Paraíso.

Hz. Muhammad (saws) dijo eso, e Insha’Allah, nos sea otorgado.

Que Allah (swt) acepte vuestro dhikr, vuestro salat, vuestra dedicación y el compromiso con esta vida.

 

As Salam ‘alaykum wa rahmatullah wa barakatuhu

Sohbet Hajji Orhan Baba –  “El recuerdo permanente de Nuestro Señor” –  Sábado 24-2-2018