El ojo del Corazón

Bismillahir Rahmanir Rahim.

Alguien quería saber acerca de lo que se denomina el “ojo del corazón”, como lo describió Hz. ‘Ali (ra) cuando destruyó los ídolos de la Ka’ba y dijo: “Todos los lugares se han convertido en la belleza del Mensajero (saws)”.

Esta frase siempre me impacta, por motivos obvios, cuando aparece en algún lugar escrito. Y especialmente desde ayer, cuando Sefer Baba nos ha pedido relatar nuestra experiencia acerca de la última vez que estuvimos frente a Sefer Efendi (ra) en Istanbul, en mil novecientos noventa y ocho, un día en el cual la vida de once personas, incluyendo a este faqir, cambió.

En mi caso, por la responsabilidad que Sefer Efendi (ra) me dio, y en el caso de los diez que estaban tomando bayat en ese momento, la vida de cada una de esas personas cambió fundamentalmente.

El nivel de comprensión de esa frase de Hz. ‘Ali (ra) tiene que ver con Tawhid, es decir, de la unión con lo divino: “La ilāha illa llah”.

Ésa unión, el significado de esa frase, realmente no puede ser descripto con palabras.

Para alcanzar ese nivel de comprensión, uno debe poner en acción el conocimiento desde lo más bajo de nuestro camino, hasta Insha’Allah, lo más elevado.

Es decir que comenzamos con algo tan simple como rezar.

Al hacer el salat en Islam cinco veces por día, si sumamos los minutos que podemos llegar a usar para realizar los cinco salat y demás, quizás el resultado sea de media hora, cuarenta y cinco minutos, en total, en todo el día, incluyendo la ablución, etc. Pero ése es el nivel más básico que existe, porque es el comienzo de dominar al perro, a nuestro ego, que no quiere esa disciplina.

El ego quiere estar conectado con el mundo, y nosotros al decir “La ilāha illa llah”, queremos simplemente lo opuesto; es decir, nuestro corazón, ese “ojo del corazón”, no quiere saber nada con este mundo.

Vale decir, que para alcanzar ese nivel de unión con lo divino debemos remover de nosotros nuestros deseos y nuestra idolatría: todos estos temas relacionados con el mundo.

Ahora bien, me dicen, “yo rezo tanto, y hago tantos Sunnah y hago rezos nafile”. Está todo muy bien, muy lindo.

La cuestión es que el Nur Muhammadi desciende sobre toda la Creación, pero donde se deposita es en el corazón de los Insan i-Kamil (Los hombres perfectos).

Para poder alcanzar ese nivel de abandono necesitamos la ayuda de un Insan i-Kamil, de un Hombre Perfecto.

Y eso fue lo que nos ocurrió, en mil novecientos noventa y ocho cuando llegamos a Dereseki, la parte asiática, al norte de Istanbul, a una casa donde vivía nuestro imborrable Sefer Efendi (ra).

Antes de viajar a Istanbul hice lo que correspondía, que era pedirle permiso a Sefer Efendi (ra) para ir a visitarlo. Y él dijo: “Sí, vengan”.

Preparamos todo, y desde el momento en que él dijo “sí, vengan” hasta que llegamos a Istanbul unas cuantas cosas sucedieron. Entre ellas, él tuvo que ser internado.

Cuando ustedes conocieron a Sefer Efendi (ra) un diez, quince por ciento de sus pulmones funcionaban, por supuesto esto le había traído problemas cardíacos, y éstos a su vez problemas con el aparato digestivo. Así es que se encontraba en un estado muy delicado.

Yo le di una fecha a Sefer Baba sobre cuando había tenido lugar este hecho, a esa reunión.

Sefer Efendi (ra) cuando se enteró que estábamos allí nos envía un mensaje indicando que nos vayamos a su casa en Dereseki. Nosotros estábamos en la parte europea de Istanbul, residiendo allí en un hotel.

Llegamos ese día contentísimos, el jardín estaba descuidado, y yo sabía que él amaba su jardín, así que nos pusimos a cortar el césped, y así embellecer todo para el momento en que él llegara.

Finalmente llega acompañado. Lo que hizo fue llamar a dos o tres de sus derviches, lo fueron a buscar al hospital, lo subieron a un coche y lo trajeron.

Este hombre estaba bajo supervisión médica y dejó todo por nosotros, por sus derviches.

Al llegar se sentó en su jardín, lo miró y se quedó muy contento.  Se puso a charlar, dio un sohbet, del turco traducido al inglés y, en mi caso, lo escuchaba en inglés y lo traducía al castellano.

Entiendo que Sefer Baba tiene un video o cd’ de esto y creo que usted también Suleyman Baba.

Esa noche, en el living de su casa se llevó a cabo la ceremonia del bayat para diez personas. A dos de ellos, Allah (swt) los llevó al Más Allá, a Mahmud Baba y a dervish Hassan.

Los demás están en este mundo, y todos, excepto dos que yo recuerde, son miembros de nuestra tariqa.

¿Pero qué sucedió en el momento en que estábamos frente a Sefer Efendi?

Ese Nur Muhammadi del cual hablé, que ilumina al Insan i-Kamil, estaba descendiendo frente a nosotros. Ese Insan i-Kamil llamado Sefer Efendi (ra) nos dio de su luz.

Y aquí estamos. Hoy en día estamos hablando y nos estamos viendo, simplemente porque eso ocurrió así. Porque esa luz ¿qué fue lo que hizo? Nos ayudó a disciplinarnos. Ayudó al intelecto a entender, y esto fue sin palabras, y para quienes acompañan a Suleyman Baba, y para aquellos que están escuchando que son nuevos en este camino, si hay alguno en Murillo, en el estado común del ser humano el intelecto piensa que tiene poder. Poder de decisión, “yo haré esto, mañana haré esto otro, me voy de aquí, voy hacia allá”, yo, yo, yo.

En el mundo Real, en el mundo con la Unión Divina, ese yo tiene que desaparecer.

No es que no iremos a trabajar o no haremos esto o lo otro. Todo lo contrario. Funcionamos en el mundo como cualquier otro ser humano, con una diferencia: queremos entregar todo, absolutamente todo lo que hacemos al Creador. Y vemos en todo lo creado Su mano.

Es decir, que de a poco nuestro intelecto se va uniendo al Intelecto Divino.

El concepto de Tawhid se hace parte de nuestra persona, se hace parte de nuestra comprensión sobre todo lo que nos rodea. Entendemos y miramos y vemos en cada cosa una expresión de Allahu Ta’ala.

Es más, si bajo ese concepto de Tawhid debemos mirar a Hz. Musa (as) y al Faraón, que se creía Dios, al mismo nivel, son solamente manifestaciones de lo mismo, del Uno.

Hay algunas manifestaciones que queremos imitar y otras que no queremos tocar en absoluto.

En el Sagrado Corán la única mujer que es mencionada por nombre es Hz. Maryam (as) la Virgen María.

La esposa del Faraón salvó, por orden divina, a Hz. Moisés (as) cuando fue puesto en una canasta en el río Nilo.  Y así hay ejemplos maravillosos de la virtud de la mujer.

La mujer tiene la fuerza y el poder de algo absolutamente positivo en la Creación: la mujer da vida.

La mujer no debe jamás realizar un trabajo donde lo opuesto sucede. No se trata de que puedan o no hacer lo mismo que el hombre.

De hecho pueden hacer las mismas cosas, incluso mejor que el hombre.

Pero la mujer no debe estar en un trabajo donde puede quitar vida, como un soldado, donde está obligada, en algún momento, a hacer lo que debe hacer como profesión. Porque la esencia de la mujer es absolutamente positiva, es dar vida.

Cuando alguien alcanza ese nivel de unicidad, decimos ¿cómo aceptamos la multiplicidad que vemos en el mundo? Si es así cómo aceptamos que Hz. ‘Aisha (ra) haya sido la preferida de Hz. Muhammad (saws), cómo aceptamos que Hz. Fatimah (ra) haya sido quien fue, la hija de Hz. Muhammad (saws) que cuando el padre fue llamado al Más Allá, en menos de seis meses ella también fue a reunirse con él.

Simplemente cuando alcanzamos ese nivel de entendimiento de la Unicidad Divina, es decir que vemos la manifestación del Creador en todo lo que nos rodea.

Si tenemos que corregir a alguien, sea quien sea, debemos hacerlo sin lastimar el corazón de esa persona.

Si un sheikh tiene un discípulo, y ese discípulo tiene una letra como la mía, que para entenderla hay que usar una lupa, es horrible, pero eso lo digo yo porque es mía.

Pero si un sheikh dice “¡Eso es horrible!”, y este discípulo simplemente trató de escribir algo, un poema, la descripción de algo, de una experiencia y se la muestra a su maestro, muy posiblemente este discípulo jamás vuelva a escribir algo y mostrárselo a su maestro. Pero no porque él se ofendió, sino porque no quiere que el maestro se moleste con la letra horrible.

Un día Hz. Abu Bakr (ra) estaba sentado con el Profeta (saws) y un hombre entró y empezó a hablar mal de Hz. Abu Bakr (ra). Éste lo escuchó pero bajó la cabeza y no dijo una sola palabra. Hz. Muhamamd (saws) sonrió.

El que estaba hablando mal se enojó más aún, y empezó a hablar mal de Hz. Abu Bakr (ra) con insultos. Y en ese momento Hz. Abu Bakr (ra) le dijo: “Un momento. No hables así de mí. Yo no soy esa persona que tú describes. No soy tan malo como tú dices”.

Hz. Muhammad (saws) en ese momento se levantó y comenzó a retirarse. A lo que Hz. Abu Bakr (ra) le dice: “¡Ia Rasulullah! ¿Por qué nos privarás de tu presencia?” Entonces Hz. Muhammad (saws) se da vuelta y le dice: “¡Ia Abu Bakr! Cuando escuchaste lo que ese hombre decía de ti al comienzo, bajaste la cabeza y no dijiste nada, los ángeles estaban haciendo dhikr alrededor tuyo. Y cuando empezó a insultarte tú empezaste a discutir con él. En ese momento  los ángeles salieron corriendo y apareció el shaytan, el maldito, y se sentó a tu lado, y un profeta no puede estar en el lugar donde está el shaytan, por eso me retiro”.

En otras palabras, Tawhid es silencio.

Tawhid es mirar y comprender, y basado en esa comprensión actuar de acuerdo a ello.

Este camino nos lleva a los más altos conceptos de humildad porque vemos que todo proviene de Él.

Hz. Ahmed er-Rifa’i (ks) uno de los cuatro grandes qutubs que nosotros mencionamos al comienzo del dhikr.

Todos conocían la increíble humildad que ese hombre vivía y demostraba, y así era su contacto con el mundo.

Un día uno de sus discípulos le dice, y se encontraban ayunando ambos: “¡Ia maestro! Quiero que venga a mi casa. Lo quiero invitar a que rompa el ayuno en mi casa. Por favor, ¿usted vendría?” El maestro le dice: “Sí, sí, cómo no”. 

Se levantan cuando llega la hora aproximada de ir a la casa del discípulo, y se van caminando.

El discípulo, como corresponde, golpeó la puerta de su casa, abrió y vinieron los hijos de él: “¡Papá, papá!” Lo abrazan y la esposa lo recibe también con una sonrisa.

A este discípulo le pasó lo mismo que me sucede a mí con mis nietos. Cuando están mis nietos me olvido del mundo.

El discípulo entró a su casa, cerró la puerta y se olvidó de Hz. Ahmed er Rifa’i (ks). La comida estaba preparada, comió, pero al rato se acuerda: “¡Allah, Allah!” Y sale corriendo para ir hasta la casa de Hz. Ahmed er Rifa’i (ks). Sin embargo Hz. Ahmed er Rifa’i (ks) estaba allí parado, en la puerta, esperando.

Que nos sirva de ejemplo.

Cuando el discípulo vio eso se arrojó a sus pies, los besó y no sabía cómo pedirle perdón. El maestro le dijo: “¡Levántate, levántate!” Y lo levantó Hz. Ahmed er Rifa’i (ks).  Le pregunta al discípulo: “¿Qué te hace pensar que yo estoy ofendido? ¡Vamos, vamos a la mezquita a rezar! Después habrá tiempo para comer”.

Hz. Ahmed er Rifa’i (ks) le dice a su discípulo: “Me sorprende que hayas pensado que yo estoy ofendido. ¿Acaso fuiste tú quien se olvidó de mí en ese momento o alguien decidió que yo debía quedarme allí y no romper mi ayuno? Y además no puedo ser tan egocéntrico y sentirme ofendido y marcharme porque cerraste la puerta.” Y agregó: “Un perro se quedaría ahí sentado esperando a que le dieran la comida. Y tú me miras como si estuviera por debajo del nivel de un perro”.

Hz. Ahmed er Rifa’i (ks) es uno de los cuatro grandes qutubs que son mencionados en nuestro dhikr. Sus vidas son un ejemplo, y espero que hayamos entendido el mensaje de estas historias.

Cuando nos quejamos y hacemos reproches, eso trae al shaytan.

Así es para nosotros, porque la silsila es lo que nos une a esos seres e Insha’Allah nuestra conducta llegue a imitar el nivel de esos seres humanos. Amin.

 

As Salam ‘alaykum wa rahmatullah wa barakatuhu.

Sohbet Hajji Orhan Baba. “El ojo del corazón” – Sábado 6-1-2018.