El Miraj

 

Bismillahir Rahmanir Rahim

 

Se está acercando el final de este hermoso mes y Allah (swt) continúa regalándonos momentos que son maravillosos, y para algunos de nosotros momentos que son, quizás, más difíciles, pero todo tiene un motivo. El Creador sabe por qué lo envía y nosotros debemos aceptar aquello que está frente a nosotros como algo que está escrito en nuestro destino. Y rogamos que en los momentos difíciles sean más livianos.

Este domingo es el día del Mi’raj, la celebración del Mi’raj. El mismo fue un antes y después en Islam. Fue un hito en nuestra religión. Fue un momento, un hecho que los musulmanes aceptaron y, lamentablemente, algunos no. Se fueron de nuestra religión, porque no podían concebir que un ser humano, hecho de carne y hueso como todos nosotros, pudiera ser trasladado a enormes distancias en cuestión de minutos.

Allah (swt) nos pone a prueba continuamente con cosas mucho más livianas que esas. El año seiscientos diecinueve es un año con muchos problemas para Hz. Muhammad (saws) y los musulmanes. Un año en que la base, la columna, el sostén de su vida terrenal, que era Hz. Jadiyah (ra), Allah (swt) se la llevó al Más Allá. También partió al Más Allá a su tío, Abu Talib.

Nosotros sabemos que en esas tierras las conexiones tribales comandan la vida diaria. Hoy en día sucede exactamente eso. Viene desde tiempo inmemorial, y repito, ahora en el siglo XXI, esas conexiones tribales continúan dirigiendo, regulando la vida diaria de la gente en esa zona del mundo.

Cuando su tío Abu Talib, que Allah esté muy contento con su alma, parte al Más Allá, la protección que Hz. Muhammad (saws) y los musulmanes que lo rodeaban recibían, se fue con él. y así los momentos difíciles se incrementaron. Las torturas, las peleas, las burlas sobre todo lo que hacía y decía Hz. Muhammad (saws) se volvieron cada vez más complejas.

El Profeta (saws) en un momento visitó una ciudad, lo que visitaron Meca habrán oído hablar, está allí cerca, la ciudad de Taif, de donde proceden unas muy famosas rosas negras. Y se hace un perfume que es algo sensacional con esas rosas negras. Es el único lugar en el mundo donde existen. Pero cuando Hz. Muhammad (saws) fue allí a llevar la Palabra de Allahu Ta’ala, le tiraron piedras, lo echaron, y lo hirieron. Allah (swt), en ese momento de gran dificultad, le otorga el milagro del Isra’, La Travesía Nocturna, y el Mi’raj, La Ascensión.

Piensen en esto, un ser de carne y hueso, hemos hablado durante el viaje a Istanbul de este tema, que está condicionado como todos nosotros a tiempo y espacio. No podemos escapar de eso, es el ambiente donde nos movemos, donde existimos. Y tenemos un elemento en nuestro cuerpo, el alma, que es atemporal: no está controlada por tiempo ni por espacio. Un cuerpo sin alma es un cadáver. Así que el alma es lo que nos da vida, es lo que nos permite hacer lo que hacemos todos los días. Y sabemos que, para trasladarnos de un lugar a otro, necesitamos un medio.

En aquella época ir de Meca a Jerusalén era una larga travesía. Y lo que ocurrió en esta travesía, las cosas que el Profeta (saws) vio: a los habitantes del Paraíso, a los habitantes del infierno, al diablo, al mundo con un aspecto de bruja, llena de joyas, que representa el simbolismo del mundo, todas estas cosas y muchas otras fue viendo durante esta trayectoria.

Ahora bien, algunos entre nosotros se preguntan en cierto momento si Allah (swt) nos juzgará en el Día del Juicio Final ¿cómo es posible que Hz. Muhammad (saws) haya visto gente en el Paraíso y en el infierno, lo cual significa que ellos ya fueron juzgados? Bueno, esta trayectoria no está controlada por estos elementos que van más allá de nuestra comprensión.

Recuerden la historia de Hz. Musa (as) cuando pide ver a Allah (swt), y el Creador dice: “No Me puedo mostrar en esa dimensión, porque si así lo hiciera todo lo creado desaparecería. Me manifestaré en esa montaña que se encuentra a tu lado y verás lo que sucede.” Así es que Allah (swt) se muestra en esa montaña y ésta desapareció.

Lo que estoy tratando de decir es que toda esta jornada fue algo especialísimo, en la cual todos esos elementos que controlan nuestra existencia terrenal dejaron de tener vigencia para el Profeta (saws), y por eso es extraordinaria, y por eso es única y está descripta en el Corán i-Kerim. Allí Allah (swt) nos cuenta qué sucedió con muy pocos detalles.

Hz. Muhammad (saws) fue llevado a Jerusalén. Antes de llegar el arcángel Gabriel (as) le pidió que se desmontara de Buraq, ese animal celestial blanco, en el cual el Profeta (saws) estaba montado y lo usó para trasladarse desde Meca hasta Jerusalén, y que hiciera dos rakats en la ciudad de Medina. Así es que el arcángel Gabriel (as) le fue mostrando aspectos de las revelaciones que había recibido. Le estaba mostrando lo quera y lo que iba a ser, el por qué de las cosas. Recordemos también que antes de que tuviera lugar esta jornada, los techos de la casa donde habitaba Hz. Muhammad (saws) se abrieron y descendió el arcángel Gabriel (as), abrió el pecho de Hz. Muhammad (saws) y lo lavó. Lavó su interior y echó algo, un líquido, con lo cual incrementaba la habilidad de Hz. Muhammad (saws) de adquirir sabiduría, conocimiento, y le iba a permitir realizar la jornada que él no sabía que iba a suceder, pero sí el arcángel Gabriel (as). En dicha travesía va hasta Jerusalén y en la Mezquita Al-Aqsa encuentra a todos los Profetas que habían descendido a este mundo, desde Hz. Adam (as) hasta su predecesor, Hz. ‘Isa (as). Todo estaban allí, esperándolo. Y él dirigió el salat, él fue el Imam. No es necesario aclarar todas estas coas ni el significado de ello, creo que está claro. Desde allí Allah (swt) lo eleva, con el arcángel Gabriel (as) a su lado, hacia Él. Le permite recorrer todos los niveles del infierno y todos los niveles del Paraíso. Y en cada nivel de los siete niveles del Paraíso encuentra a diferentes Profetas. A Hz. Adam (as) en el primer nivel, en el segundo nivel a Hz. ‘Isa (as) y a Hz. Yahya (as). En el tercer nivel encuentra al Profeta Yusuf (as), en quien Allah (swt), dicen, puso la mitad de la belleza, en el cuarto nivel encuentra a Hz. Idris (as), en el quinto a Harún (as), hermano de Hz. Musa (as), en el sexto nivel encuentra a Hz. Musa (as) precisamente, y en el séptimo a Hz. Abraham (as). En cada uno de esos lugares los Profetas rezan por él y le confían cosas.

Finalmente, llega al árbol que es el límite de todo lo creado. Nadie puede pasar más allá de ese límite, ni siquiera el arcángel Gabriel (as). Y desde allí Hz. Muhammad (saws) continuó paras estar en la presencia del Creador.

Nosotros, intelectualmente, no podemos concebir eso, no nos podemos imaginar lo que es todo eso. Solamente nos podemos guiar por lo que dicen los hadices y el Corán i-Kerim.

Aquellos que saben dicen que Hz. Muhammad (saws) intercambió noventa mil palabras con nuestro Creador. Treinta mil de ellas fueron, exclusivamente, entre él y Allah (swt). Otras treinta mil fueron para él y lo que se llama la élite, y las otras treinta mil para todos nosotros, para todo el resto de la Creación, en especial para los musulmanes. También desciende con una orden en la que dice que debemos hacer cincuenta rezos por día. Pero cuando estaba descendiendo se encuentra con Hz. Musa (as) y éste le pregunta: “¿Qué es lo que traes de Allah (swt)?” y Hz. Muhammad (saws) le relata: “Y además Nos ha otorgado a nosotros, a Su congregación la orden de hacer cincuenta rezos diarios”, a lo que Hz. Musa (as) agrega: “Vuelve a hablar con el Creador” y Hz. Muhammad (saws) le pregunta: “¿Y por qué? Si eso es lo que Allah (swt) ordena.” Hz. Musa (as) le dice: “Porque tengo experiencia con mi pueblo y sé lo que pasó. Por favor ve y pide al Creador que sean menos la cantidad de rezos.” Y así fue, y regresó nueve veces. Cada vez que iba Allah (swt) reducía cinco de esos rezos hasta que, finalmente, nos quedamos con los cinco rezos, que a duras penas cumplimos muchos días. Veremos qué sucede ahora con el mundial de fútbol, que Allah (swt) no permita que nos encontremos con tal debilidad. Amin.

Hz. Muhammad (saws) regresa a Jerusalén y de allí a Meca nuevamente, todo esto en una noche. Dicen aquellos que saben que cuando él partió de Meca su cuerpo rozó una rama, una hoja que comenzó a moverse, y cuando él regresa de todo este itinerario esa hoja estaba todavía moviéndose.

Al día siguiente, muy contento, va y le cuenta a la gente de Meca lo que había sucedido. Muchos abandonaron Islam. Por eso estoy hablando de un hito, porque esto fue un milagro único, incomprensible para nuestro intelecto en la explicación de tiempo, espacio, distancia, geografía, y los medios de aquella época. Fue la primera gran prueba, fuera de sucesos terrenales, a la que los musulmanes fuimos sometidos: creer o no creer. Los árabes se reían cuando el Profeta (saws) decía esto, cuando comentaba lo que había ocurrido. Y uno de ellos le dijo a Hz. Abu Bakr (ra): “¿Has oído lo que está diciendo tu compañero?” Hz. Abu Bakr (ra) dice: “Sí”, y el árabe insiste: “¿Tú crees en eso?”  Hz. Abu Bakr (ra) responde: “Si él lo dijo es verdad.” A partir de ese momento Hz. Abu Bakr (ra) se ganó el nombre de As-Siddiq.

Hz. Muhammad (saws), incluyendo las pruebas a las que fue sometido por los habitantes de Meca, le pidieron que describiera la Mezquita Al-Aqsa, pues ellos sabían que él nunca había estado en Jerusalén antes de este evento. El Profeta (saws) describió la Mezquita de Al-Aqsa y todo lo que la rodeaba perfectamente, con todos los detalles. Les comentó, además, de caravanas que ellos estaban esperando, dónde estaban, qué les había sucedido. Y cuando las caravanas llegan a Meca confirman todo lo que Hz. Muhammad (saws) les había contado hacía ya cuatro semanas.

Todos los profetas han tenido el regalo de poder hacer milagros que en realidad ellos no hacían, sino que eran instrumentos del Creador a través de los cuales los milagros se realizaban.

Las verdaderas pruebas en este camino son pruebas de fe, y hay que entender estas pruebas de fe.

En el camino de Meca a Jerusalén, Hz. Muhammad (saws) y el arcángel Gabriel (as) pasaron había una tumba de la cual salía un perfume exquisito. Y Hz. Muhammad (saws) le pregunta al arcángel Gabriel (as): “¿De dónde viene este perfume? ¿Por qué?” y el arcángel Gabriel (as) le dice: “Déjame relatarte una historia. En el pasado había una mujer, en la corte del Faraón, y su trabajo era peinar la cabellera de la hija del Faraón. Un día, mientras estaba haciendo eso, se le cayó el peine y ella se agacha, toma el peine y dice: ‘Bismillah.’ Y la hija del Faraón al oír eso, le pregunta: ‘Tú crees en otro dios aparte de mi padre.’ Y ella le dijo: ‘Sí, creo en el Dios, que es Dios de tu padre y Dios mío. Amin.’ La hija del Faraón fue a contarle al padre lo que había dicho su sierva. El Faraón la manda a llamar y delante de la corte le pide que renuncie a eso, a la sumisión. Ella dijo: ‘No, no puedo. ¿cómo voy a dejar de creer en quien es nuestro Dios, nuestro Creador?’ Finalmente, el Faraón le dice: ‘Si no dejas de creer en eso voy a matar a todos tus hijos’, pero ella le dijo: ‘No voy a cambiar de creencia.’ El Faraón ordena traer un caldero enorme, comienzan a hervir agua. La sierva tenía cuatro hijos, uno de ellos un bebé. Y los empiezan a tirar en el caldero uno por uno. Le llegó el turno al bebé, que todavía estaba siendo amamantado. La sierva sintió un inmenso dolor en ese momento, por todos sus hijos, pero en especial por el pequeño, ya que recién había venido a la vida. Y cuando estaban a punto de tirarlo, y ella desesperada tratando de que no fuera así, al bebé le fue permitida la palabra, se da vuelta y dice: ‘Oh, madre, no te arrepientas, todo está bien. Lo que tú crees es lo correcto, no cambies nada’, y luego lo tiraron al caldero, después le tocó a ella. Lo único que le pidió al Faraón es que los huesos de todos ellos fueran enterrados juntos, en la misma tumba.” Y el perfume que sintió Hz. Muhammad (saws) provenía de la tumba de todos esos seres. Tal es la estación de ellos en el Más Allá.

Roguemos que Allah (swt) nos proteja de nosotros mismos, y que jamás, jamás, nuestra fe abandone nuestros corazones.

Insha’Allah el domingo para quienes tengan ganas, fuerzas y tiempo puedan reunirse y celebrar juntos el milagro de una noche como esa, que tuvo lugar hace más de mil cuatrocientos años atrás.

Ruego que todos vuestros rezos sean aceptados, que la fe que hay en el corazón de cada uno se incremente cien veces más, como es el premio que Allah (swt) nos otorga en este mes por cada buena acción que realizamos. Y que el número de musulmanes en ambos lugares se incremente, no sólo en cantidad sino en calidad. Que los seres que llegan a nuestras puertas sean aquellos que decidan y deseen transitar este camino de la mano de Hz. Muhammad (saws).

Insha’Allah, si celebran el Mi’raj el día domingo, que esa celebración los eleve al nivel de esa mujer con los cuatro niños que estaban enterrados y el perfume de sus espíritus que rozó la nariz de nuestro Profeta Muhammad (saws).

 

 

As Salam ‘alaykum wa rahmatullah wa barakatuh.           

 

 

Sohbet de Hajji Orhan Baba. “El Mi’raj.” Jueves 22-05-2014