El Amante y el Amado

 

Bismillahir Rahmanir Rahim

 

Algunas gentes separan el sufismo de la religión porque piensan que, si lo separan de la religión, preservan la universalidad del sufismo. Nada está más alejado de la verdad, porque sufismo es la síntesis de la Majestad y de la Belleza de Dios.

El sufismo es el revestimiento de una cualidad nuestra, quienes somos aspirantes a sufís en este camino, en cambio nuestro objetivo real es adorar a Dios y, a través de ello, lograr la santidad. A pesar de que entendemos que ese logro no se obtiene enteramente de nuestros esfuerzos, ya que si pensamos así estamos totalmente equivocados, si aceptamos ese logro como un regalo sobre el cual no tenemos absolutamente ningún control, entonces es posible que ese estado germine en nuestro interior.

Cuando uno se viste con estas cualidades divinas, significa que el alma se despoja de las limitaciones del hombre caído, de los hábitos y de los prejuicios de esa segunda personalidad adquirida, al estar rodeados de una sociedad que alimenta esa conducta, esos conceptos y esas limitaciones. Y, simplemente al despojarnos, al reducir la influencia de esas cualidades en nosotros, las reemplazamos con las características de la naturaleza primordial del ser humano, la naturaleza primordial que manifiesta que el hombre a sido creado a semejanza de Dios.

En cierta manera este es el mensaje que reciben los muhibs, los que se inician en la Orden cuando se les da una taqiyya (gorro blanco) y una haydariyya (chalecos) a los hombres, o el pañuelo verde a la mujer que comienza a cubrirse y a sentirse mas púdica de lo que era antes. Es el simbolismo de dejar los aspectos de la segunda naturaleza o la naturaleza adquirida, para reemplazarla por la naturaleza primordial.

No existe en ningún lugar del Corá i-Kerim, sobre todo para las mujeres que deseen buscarlo, que diga que la misma debe cubrirse la cabeza, estar tapadas totalmente, sino que el Corán i-Kerim pide a la mujer que sea púdica, pero también se lo pide al hombre.

El sentido del pudor, es el intercambio de un estado a otro. Como ejemplo podemos observar a Hz. ‘Ali (ra), quien se bañaba vestido, pues nunca se sacaba la ropa porque su pudor llegaba a tal extremo que no podía desnudarse, presentarse desnudo ante Allahu Ta’ala, quién le había pedido en el Corán i-Kerim que fuera púdico, y esa era una de las tantas maneras en la que mostraba esta virtud.

Cada pequeño acto de recordar a Dios, cada pequeño esfuerzo nos lleva un paso más cerca de esa mutación, a convertir el plomo en oro.

Por supuesto que el agente catalítico de estos cambios tiene que ser siempre el amor.

Todos han oído hablar de la historia de Majnun y Layla. El nombre Layla significa “noche” y es una de aquellas historias universales, en que el amor físico nunca llegó a concretarse, como la historia de Romeo y Julieta.

Hay muchas conjeturas acerca de si son personajes reales o no, y hay varios relatos que dicen que ese amor nunca pudo concretarse porque pertenecían a familias de distinta clase social, pero lo importante es que un día Layla decidió probar el amor que Majnun decía sentir por ella, y les pidió a algunas de las mujeres que la acompañaban que le envíen el mensaje a Majnun de que estaba muy enferma y que la única manera en que podría curarse sería si él donaba sangre para ella.

Las mujeres fueron a ver a Majnun y le dieron el mensaje. Al oírlo, inmediatamente se abrió las venas y llenó un frasco con su sangre, y les pidió a las mujeres que se la llevaran a Layla y le dijeran que estaba dispuesto a dar toda su sangre, pues no le importaba morir con tal de que ella viviera. Las cortesanas regresaron con la sangre y con el mensaje. Layla se quedó totalmente sorprendida y se dio cuenta que su amor había tenido, hasta ese momento, un solo lado. Le preocupaba su parte del amor y no el amor que Majnun le profesaba. A partir de ese momento comenzó a comprender.

Un día Majnun cubrió su cuerpo con cenizas y su deseo fue aparecer como una persona muy pobre, ya que sabía que Layla todos los jueves repartía pan para los pobres, y simplemente deseaba verla al menos por un instante fugaz. A su vez Layla repartía pan, simplemente, con la intención de ver a Majnun.

Todas estas historias, tienen dos aspectos: hablan del amor corporal y, por supuesto, hablan de la relación entre el amado y el amante.

Majnun fue hacia donde estaba Layla, pero cuando llegó con su plato para recibir el pan Layla se lo partió en la cabeza, y en un delirio de amor Majnun comenzó a girar. Los que estaban cerca le dijeron: “¡Oh, tú, tonto! ¡Ella les da pan a todos y a ti te rompe el plato en la cabeza!” y él les respondió: “¡Oh, no! ¡Los tontos son ustedes, ya que fui el único en recibir esa muestra de amor!”

En otra ocasión Majnun vio un perro sarnoso y al verlo intentó agarrarlo, pero el perro se escapó. Lo persiguió hasta atraparlo, y comenzó a besarle los ojos y los pies. Los que lo vieron le dijeron: “¿Qué haces Majnun? ¿No ves que el perro tiene sarna?” Y Majnun dijo: “Le beso los ojos porque quizás se posaron sobre la figura de mi amada, y quizás estas patas hayan caminado por el mismo lugar por el que mi amada transitó”.

Majnun se encontraba deambulando por la ciudad, porque ya había perdido la esperanza de unirse a Layla, simplemente porque las familias no lo permitían. Andaba por los pueblos y, en un momento, entró a una mezquita. Sin darse cuenta se llevó por delante a un hombre piadoso que se encontraba rezando. El hombre reaccionó con mucha indignación porque alguien había interrumpido sus rezos, y le dijo: “¡Por favor! ¡Ten más cuidado! ¡No ves que estoy absorto en mis rezos!” Majnun comenzó a reír diciendo: “¿Tú, absorto? ¡Jajaja!” El hombre lo sacudió, y le dijo: “¿Cómo es posible que me lleves por delante cuando estoy absorto en Dios?” Mientras el hombre lo sacudía, Majnun se reía aún más, y le dijo: “¿Tú estabas absorto en Dios y estás así de enojado porque sin darme cuanta te llevé por delante? Cuando yo me tropecé estaba totalmente absorto en la memoria de mi amada y ni siquiera me di cuenta de que tú estabas en mi camino”.

Al decir esto, el hombre entendió el mensaje y, soltando a Majnun, lleno de vergüenza, le dijo: “Muchas gracias, porque me acabas de demostrar cuál debe ser la verdadera relación entre el Amante y el Amado, entre el siervo y Allah (swt)”.

En este camino es muy fácil imaginar cosas. Cuando nos es permitido rezar, y podemos rezar cinco veces al día, recitar los tasbih, realizar el dhikr, tener un dergah, nos empezamos a imaginar que somos diferentes y mejores que el resto de la Creación. La declaración del derviche es la de sentirse inferior al perro de Majnun y estar siempre pobre. No en cuanto al dinero, porque pertenece a este mundo, sino la pobreza del derviche, del faqir que nunca tiene suficiente, nunca está satisfecho con el amor de Allah (swt). Siempre quiere más y, en ese sentido, es pobre. Tal es la pobreza del faqir.

Insha’Allah, este conocimiento se establezca en nuestros corazones y se haga carne, para que quizás, en un futuro podamos chocarnos los unos con los otros sin darnos cuenta que estamos en el camino el uno del otro.

Alguien le preguntó al santo Abdul Qadir Al-Gilani (ks): “Qué eres tú?” Y él respondió: “Yo poseo este ser cuando estoy en tu presencia por ti. Si no fuera así, y estuviera ausente de tu presencia yo sería de Aquel que no es, a pesar de que existe”.

 

As Salam ‘alaykum wa rahmatullah wa barakatuh.

Sohbet de Hajji Orhan Baba. “El Amante y el Amado.” Sábado 4-08-2009