Conócete a ti mismo en todo momento y en todo lugar

Bismillahir Rahmanir Rahim.

 

En unos días comenzarán los meses sagrados para nosotros. Son meses en los cuales debemos hacer un esfuerzo extra, trabajando en nosotros mismos.

Siempre me ha gustado, y me quedó grabado, ese hadiz en el cual un creyente le pidió al Profeta (saws): “Por favor, deme eso que me ayudará en esta vida o que hará las cosas más fáciles para mí.” Y el Profeta (saws) se acercó a esta persona y, tomándole de la lengua, le dijo: “Guarda tu lengua. Si haces eso te dará facilidad y seguridad en tu vida”.  

Ahora bien, fíjense dónde está ubicada la lengua. Se encuentra en la parte superior de nuestro cuerpo. Pero Allah (swt) no la dejó libre, porque sabía lo que haríamos con ella, así que colocó en una jaula, dentro de la boca, rodeada de dientes, y además los labios, los cuales podemos cerrar, y nada sale cuando eso está así.

Las palabras tienen un efecto muy importante en nuestra vida, en nuestra relación. Quizás, no les damos la importancia que realmente tienen.

En la época de Pitágoras, en la parte de adelante del templo de Apolo, había una inscripción que decía lo siguiente: “Conócete a ti mismo”. Pero esto es sólo una parte de lo que estaba inscripto allí, y es lo que siempre recordamos y es mencionado.

La otra parte que completa la inscripción decía lo siguiente: “Conócete a ti mismo en todo momento y en todo lugar”. Es decir, que seamos conscientes de nuestra existencia en todo momento.

Y nada mejor que dar ejemplos para este tipo de cosas.

Esta historia la he relatado en varias oportunidades, los que están hace tiempo la oyeron, y quizás hay otros que han llegado hace poco y no hayan oído acerca de estas historias, e Insha’Allah, nos ayude a todos volver a escucharlas.

Mi sheikh, Muzaffer Efendi (ra), decía: “La ilāha ila llah, y lo repetiré miles de veces, Insha’Allah, quizás, en una de esas veces vuestro corazón esté abierto y el significado entre en ustedes, e Insha’Allah, entonces mi tarea estará cumplida”.

En esta historia una mujer, que creía en lo que le enseñaban y lo ponía en práctica, no solamente los jueves y los sábados. Ella lo ponía en práctica en todo momento.

Así pues, le habían enseñado que un musulmán cada vez que toma algo dice: “Bismillahir Rahmanir Rahim”.  Lo podemos decir con sonido o también hacerlo interiormente, qalbi.

Pero esta mujer para todo cuanto hacía decía: “Bismillahir Rahmanir Rahim”. Y el marido, que era hombre de poca paciencia, se había cansado ya de ese: “Bismillahir Rahmanir Rahim”.

Entonces saca de su bolsillo una bolsa que contenía unas monedas de oro, y le dice a su esposa: “Esposa mía, por favor, guárdame esta bolsa con las monedas de oro, hasta que yo te la pida”.

Y en aquella época antigua, en las habitaciones, había un mueble en donde se guardaban las cosas de valor. Así que el marido le pide: “Por favor, guárdala en ese mueble.” Y la mujer va diciendo: “Bismillahir Rahmanir Rahim”. Se acerca al mueble con la llave y dice: “Bismillahir Rahmanir Rahim”. Abre el cajón: “Bismillahir Rahmanir Rahim”. Coloca la bolsa dentro: “Bismillahir Rahmanir Rahim.” Cierra el mueble: “Bismillahir Rahmanir Rahim”.

El día continuó, y el esposo esperó a que su mujer fuese a dormir. Y cuando ella fue a dormir, él fue hasta el mueble, lo abrió, tomó las bolsas con las monedas de oro, y en aquélla época las casas no tenían agua corriente como disfrutamos hoy en día, que vivimos en una época de tremendo lujo, lo crean ustedes o no. En aquel tiempo había aljibes. Y él arrojó la bolsa con las monedas de oro al aljibe. Después de eso, volvió y se acostó.

A la mañana siguiente se levantan, y cuando tenía que ir a trabajar, pero antes le dice a su esposa: “Por favor, ¿me traes la bolsa con las monedas de oro?” Ella dijo: “Eyvallah. Bismillahir Rahmanir Rahim.” Fue hasta el mueble: “Bismillahir Rahmanir Rahim”. Abrió  el mismo: “Bismillahir Rahmanir Rahim.” Abrió el cajón, metió la mano: “Bismillahir Rahmanir Rahim.” Tomó una bolsa con monedas de oro de la que chorreaba agua: “Bismillahir Rahmanir Rahim.” Y se la entregó a su esposo. Cuando él recibió su bolsa con monedas, se sintió como yo me siento en este momento. “Bismillahir Rahmanir Rahim.” Entregándose ante la evidencia del poder de la palabra, especialmente cuando esa palabra es una palabra divina.

Hay otra palabra que nosotros usamos comúnmente, Insha’Allah: Si Allah (swt) lo permite, si Allah (swt)  así lo desea.

Cuando, por ejemplo vamos a dormir, hacemos el rezo, hacemos la intención de ir a dormir, e Insha’Allah, entregamos el sueño a Su cuidado. Sin saber si nuestros ojos se abrirán esa mañana. Y si nuestros ojos se abren a la mañana siguiente, también decimos Insha’Allah, porque no sabemos si llegaremos a decir Insha’Allah a la noche.  No sabemos si estaremos en este mundo, en ese momento.

Les ruego que tengan en vuestros corazones el nombre de Tosun Baba, quien partió de este mundo hace unos días, ustedes lo saben. Y quienes no lo saben, tengan ese nombre en vuestras bocas, e Insha’Allah, puedan recitar algunos salawats en una noche tan especial como esta, en la que están reunidos para adorar al Creador. Mencionen su nombre y envíen salawats.

Esos primeros cuarenta días en el Barzakh son los más difíciles. Él apreciará cada salawat que se envíe en su memoria.

Ustedes saben que el Profeta Muhammad (saws) ha sido maltratado como todos los profetas, desde el comienzo de los tiempos. Todos aquellos que trajeron la palabra del Creador.

El profeta ‘Isa, Jesús (as), ustedes recordarán, saben lo que le pasó.

Sus discípulos eran arrojados al circo romano con los leones, para que la gente se divirtiera.

En un tiempo muy anterior, el faraón destruyó a la gente de Hz. Moisés (as).

Y este era un hombre, un rey, con un reino y un ejército.

¿Pero qué pasa con los faraones que viven hoy en día, que no tienen un reino, que no tienen un ejército, pero que tienen la misma actitud de ese hombre cuando vivía? ¿Qué pasaría, si ese hombre en algún momento, adquiere poder?

La mandíbula del Profeta Noé (as) fue rota, como ustedes recordarán todo eso.

Y al Profeta Muhammad (saws) le sirvieron comida envenenada.

Quraysh era la tribu a la que pertenecía el Profeta (saws) y era la gente que dominaba Meca, en la época en la que él vivió.

Y, por supuesto, tenían muchos problemas con Hz. Muhammad (saws) que hablaba de un solo Dios, de una nueva religión, de un camino de vida, de la igualdad de la gente, y de todas las cosas que describía él acerca de nuestra religión.

Y claro, estaba destruyendo una manera de vivir. Pero es muy fácil criticarlos en este momento, y no estoy aprobando lo que ellos hicieron en absoluto. Pero piensen ustedes qué pasaría si viene alguien a la Argentina y dice: “A partir de mañana no podrán comer más ni carne ni asado, ni esto ni lo otro.” Y además, nos presenta un estilo de vida totalmente ajeno a nuestras costumbres y nuestros hábitos.  Bueno, así se sentían ellos. ¿Y qué querían hacer? Eliminar a aquel que estaba cambiando la manera en la cual habían vivido por siglos.

Recordemos que ellos descienden de Ismael (as), uno de los hijos del Profeta Abraham (as). Sin embargo, como fueron cambiando las cosas con el correr de los siglos, llegaron a transformarse en lo que eran en ese momento. A tal punto, que Allahu Ta’ala consideró necesario enviar a lo mejor de Su humanidad, Hz. Muhammad (saws) a la Tierra y, le entregó, durante un período de veintitrés años, Su palabra, el Corán i-Kerim.

Hz. Muhammad (saws) antes de declarar su profecía, ustedes saben, todos los años antes de la época del mes de Ramadán, subía a la cueva y se quedaba allí meditando y adorando al Creador, por espacio de cuarenta días.

También ustedes saben que esa fue una tradición, observada en sufismo, por cientos de años.

En nuestra Tarika, el último que hizo esa reclusión de cuarenta días, fue Fahreddin Efendi (ra), quien fuera maestro de Muzaffer Efendi (ra) y de Sefer Efendi (ra).

Y fue él quien decretó, que en un momento, para los Yerrahis, los cuarenta días se convertirían en una seclusión permanente. Es decir, no nos está permitido encerrarnos más en un cuarto por cuarenta días. Sino que estamos en seclusión en el mundo, aquí, ahora, en todo momento.

Cuando el arcángel Gabriel, Yibril (as) desciende, Hz. Muhammad (saws) (no recuerdo si alguno de ustedes ha visitado esa cueva, en las afueras de Meca, pero recordarán que no es muy profunda, y que es muy fácil sentarse afuera y observar así todo lo que la rodea). Entonces Hz. Muhammad (saws) ve que a este ser, cuyo cuerpo y alas cubrían todo el horizonte que podía llegar a ver, y se quedó aterrado.

Este ser desciende, se transforma en alguien del tamaño humano, de Hz. Muhammad (saws), lo abraza, lo aprieta, intensamente, y le dijo: “¡’Iqra! ¡Lee!” Hz. Muhammad (saws) que no había aprendido a leer, dijo: “No puedo leer.” El arcángel Gabriel (as) lo aprieta nuevamente y le dice: “¡’Iqra!” Y el Profeta le dice: “No puedo leer.” Por tercera vez le dijo: “¡Lee, en el nombre de Allah, quien te ha creado de un coágulo y una gota de agua, y es el maestro de todos los hombres!”

El Profeta (saws) sabemos que no podía leer, tampoco podemos llegar a imaginar ni comprender el nivel de sabiduría que Allah (swt) hizo descender en su ser. Es inimaginable. Por eso, cuando hacemos algo imitando a Hz. Muhammad (saws), no decimos: “lo hago o háganlo como lo hizo él.” Decimos siempre: “Tratemos de imitar lo que él hizo”, porque lo nuestro no es nada más que una imitación.

Pero bueno, les repito, Los Quraysh querían deshacerse del Profeta (saws), entonces se acercan a un grupo de familias judías, gente de un alto nivel intelectual, y lo eran. Así pues, les piden que piensen en tres preguntas, para ver si el Profeta (saws) podía responderlas, porque él tenía fama de saber mucho, de tener conocimiento más allá del ser humano común.

Entonces los judíos piensan en las tres preguntas y, cuando se acercan al Profeta (saws) se las formulan. La primera pregunta: “¿Cuál era el significado de la historia de los siete durmientes de Éfesos?” Y volveremos a eso en un momento.  La otra pregunta: “¿Cuál era el nombre de aquel que viajó sobre todas las tierras conocidas, hacia el este y hacia el oeste?”  Y la última pregunta: “¿Qué es el espíritu?”

Los judíos se acercan, piden permiso para hablar con Hz. Muhammad (saws), le formulan las tres preguntas, y él no tenía conocimiento de cuáles eran las respuestas. Sabía que debía pedirle  a Allahu Ta’ala que lo iluminara. Así que les dice a los judíos: “Regresen mañana y les daré las respuestas”.

Al día siguiente regresan, pero él les dice: “Regresen mañana, que les daré las respuestas”.

Así hasta el tercer día y lo mismo. Y así  pasaron dos semanas.

Finalmente, el arcángel Gabriel (as) desciende con las respuestas. Hz. Muhammad (saws) en sus rezos estaba desesperado, porque pensaba que la gente creería que él era quien no era.

El arcángel Gabriel (as) le explicó que la razón por la cual se demoraron tanto las respuestas, se debía a que él nunca dijo Insha’Allah.

En otras palabras, tengamos conciencia de quién otorga y quién permite.

Cada decisión, cada hecho, cada cosa que hacemos, no es por decisión nuestra que ocurre o no ocurre. Es porque Allah (swt) lo permite o no. Y es Su voluntad.

Por último, cuando los judíos regresan a preguntarle, él describe a los siete durmientes de Éfesos. Éstos durmientes, ustedes conocen la historia, se remonta a la época cristiana.

En esta historia, el padre de uno de los siete jóvenes, de nombre Maximiliano, era el alcalde o administrador de la ciudad de Éfesos.

Éfesos se encuentra ubicada en la parte asiática de Turquía, y era una ciudad que competía en importancia con Atenas.

Estos siete jóvenes veían que la gente adoraba ídolos y demás, y ellos, sin embargo, creían en un solo Dios.

Esto ocurrió en el siglo III, DC.

Los siete jóvenes le piden a Allahu Ta’ala que desean encerrarse en esa cueva y, despertar recién, cuando la gente crea en un solo Dios.

La historia dice que ellos durmieron en esa cueva por trescientos años. Un perro que tenían los cuidó, y despertaron trescientos años más tarde.

Deseo comentarles que he tenido el privilegio de visitar esa ciudad y de visitar ese lugar.

Hz. Muhammad (saws), que nunca había estado en esa zona, describió, para los judíos que lo interrogaban, los nombres, el aspecto físico de cada uno de ellos, y cómo dormían en esos siete lugares, esculpidos en las rocas, pero que no son precisamente sepulcros.

Con respecto al viajero, que cubrió las distancias conocidas entre el este y el oeste, Hz. Muhammad (saws) dijo que se trataba de Dhu’l Qarnayn, quien ha sido mencionado, en “Surah Al-Kahf” (Sagrado Corán 18: 83-101), en donde se describe quién era y qué hizo.

Muchos lo asocian con Alejandro Magno. Pero lo que es importante saber esa que se trata de alguien que Allah (swt) menciona en el Corán i-Kerim.  Y dicen que usó a Dhu’l Qarnayn, como su instrumento, para construir un dique, donde encerró a la gente de dos pueblos: Gog y Magog, quienes estarán encerrados hasta el final de los tiempos, por los increíble problemas que trajeron a la humanidad. Hacia el final de los tiempos retornarán y crearán caos, como antes lo hicieron.

Y por último, con respecto al espíritu, la respuesta que Hz. Muhammad (saws) recibió de Allahu Ta’ala fue  que los seres humanos saben de qué se trata el espíritu, saben lo suficiente, y eso debe satisfacerlos.

Debemos aprender del libro de nuestras vidas, quiénes somos, qué hemos hecho, cuánto hemos aprendido, cuánto hacemos para agradecerle a Él (swt) nuestra existencia aquí.

A un sheikh, en una oportunidad, le formularon la siguiente pregunta: “¿Cuándo debe uno tomar ablución?” El sheikh le pregunta a quien hizo la pregunta: “¿A quién te refieres, a ti o a mí?” La otra persona responde: “No. A mí.” Entonces el sheikh le dice: “Debes tomar ablución cada vez que vas al baño y usas tus partes íntimas. Cuando pasas un momento con tu esposa, lo mismo la esposa con el hombre o cuando sale una palabra fuera de lugar para los derviches. Eso es para ti.” Continuó el sheikh: “Para mí, es en cada segundo, cuando olvido a Allahu Ta’ala”.

Es decir, que hay niveles de comprensión, y es el libro de nuestras vidas el que debemos estudiar, aprender, verlo. No importa cuánto tiempo pase, estén en un círculo de derviches o no, decidan quedarse o decidan irse. Las mismas preguntas y las mismas ansiedades surgirán, donde estemos en este mundo. ¿Por qué? Porque ése es el propósito de nuestra existencia aquí. Hemos llegado porque Allah (swt) determinó que así sea, para conocernos a nosotros mismos, e Insha’Allah, regresar a Él (swt) en vida, recordándolo, teniéndolo en nuestros labios y en nuestros corazones. Recuerden la historia de Bismillahir Rahmanir Rahim.

Una historia más.

Muzaffer Efendi (ra) hablaba de esto. Y hablaba de un maestro de un maestro que él había tenido en la antigua Yugoslavia.

Se refería, sin ninguna duda, a la época en que Yugoslavia formaba parte del Imperio Otomano.

En esta historia, un creyente, muy puro, iba a la mezquita que se encontraba del otro lado de un lago. Y para llegar debía realizar un trayecto de dos horas, alrededor del lago, hasta llegar a la mezquita.

Imagínense, dos horas de ida y dos de vuelta, cinco veces por día. Pero él cumplía con su obligación de hacer la mayor cantidad de rezo en Yamah.

Y quien estaba enseñando, un Hodja,  sostenía que, si decimos: “Bismillahir Rahmanir Rahim”, esta palabra tiene un inmenso poder en este mundo. Y además agregaba: “Si por ejemplo, dicen Bismillahir Rahmanir Rahim, y realmente creen en el poder de esa palabra, podrán caminar sobre el agua y sobre el lago.” Y señala con un dedo el lago que estaba cercano a la mezquita.

Así pues, finaliza el rezo, la jutba, y este puro campesino decide probar, y dice: “Bismillahir Rahmanir Rahim.” Pisa, cuidando de que nadie lo vea, y no se hunde. Da el próximo paso diciendo: “Bismillahir Rahmanir Rahim”, y tampoco se hunde. Y así cruzó el lago hasta llegar a su casa, diciendo en cada paso: “Bismillahir Rahmanir Rahim”. Además realizó el trayecto en sólo diez minutos, a comparación de las dos horas de ida y vuelta que le tomaba anteriormente. Y así lo empezó a hacer desde ese momento, todos los días.

Hasta que llega el mes de Ramadán, y este hombre estaba encantadísimo con lo que este Hodja le había enseñado acerca del poder de esa palabra.

Un día durante el salat Al-Asr, va y le dice: “Hodja, usted no se imagina el agradecimiento que tengo por todo lo que me ha enseñado. Le ruego, si usted puede, compartir la comida de esta noche de Ramadán conmigo, en mi casa, con mi familia.” Como ustedes saben, la invitación de un creyente debe aceptarse. El Hodja le responde: “Sí. Muchas gracias. Eyvallah”.

Termina el rezo del salat Al-Asr, el Hodja empieza a caminar. El creyente campesino iba a ir por el lago y el Hodja comenzó a caminar por la orilla. El hombre le dice: “Hodja ¿A dónde va?” Éste le responde: “A tu casa, tenemos tiempo, podemos llegar caminando rodeando el lago.” El campesino le dice: “No Hodja, por favor. Vamos por aquí que es mucho más corto el camino. Decimos: Bismillahir Rahmanir Rahim y cruzamos.” El Hodja, con tremenda vergüenza, le dice al creyente campesino: “Yo no estoy al nivel de decir: Bismillahir Rahmanir Rahim, de forma tal que mis pies no van a mojarse”.  El creyente le  dice: “Hodja, no se preocupe, yo lo llevo”. Lo puso sobre sus hombros, lo cargo en su espalda y diciendo: “Bismillahir Rahmanir Rahim”, cruzó el lago y llegó a su casa.

Ese tipo de fe le pertenece a los puros. Es lo que acabamos de hablar cuando di el ejemplo de tomar ablución.

El poder de la palabra puede conquistar corazones o puede destruirlos.

Cada uno de nosotros debe recordar el hadiz y guardar la lengua cuando no es necesario usarla, y si abrimos la boca que sea sólo para pronunciar Su nombre o para acariciar a alguien que sufre, con una palabra, un gesto o lo que podamos hacer.

Ustedes habrán oído hablar de Mu’adh  ibn Jabal (ra), quien fue uno de los compañeros de Hz. Muhammad (saws). Fue un Ansari, uno de los que lo recibió en Medina, y era uno de los de la élite entre los compañeros de Hz. Muhammad (saws).

En cierta ocasión ambos se dirigían a un lugar y ambos estaban montados en el mismo camello, Mu’adh ibn Jabal (ra) estaba detrás del Profeta (saws).

En un momento el Profeta (saws) dice: “¡Ia Mu’adh, oh Mu’adh!” Éste le dice: “Sí, Mensajero de Allah.” Y el Profeta Muhammad (saws) no respondió. Un segunda vez el Profeta (saws) lo llama: “¡Ia Mu’adh, oh Mu’adh!” Mu’adh dice: “Sí, Mensajero de Allah.” Y una tercera vez el Profeta (saws) lo llama: “¡Ia Mu’adh, oh Mu’adh!” Mu’adh dice: “Sí, Mensajero de Allah, a tu servicio.” El Profeta (saws) le responde esta vez: “Debes saber esto: alguien que diga La ilāha ila llah Muhammad Rasulullah sinceramente, no tendrá castigo en el Más Allá, y todo lo que haya hecho mal le será perdonado.” Mu’adh sabía que se trataba de algo importantísimo lo que el Profeta (saws) acababa de decirle, entonces preguntó: “Oh Mensajero de Allah, ¿puedo compartir con todos esto?” Hz. Muhammad (saws) le dijo: “No, y te diré por qué no. Porque si lo dices, la gente dejará sus rezos y obligaciones religiosas, porque saben que si dicen esto igualmente alcanzarán el Paraíso. Así que es mejor que no lo cuentes.” Mu’adh Ibn Jabal (ra) lo reveló recién en su lecho de muerte, y es uno de los hadices de Hz. Muhammad (saws).

Para aquellos que no hayan escuchado antes estas historias, ruego que queden grabadas en vuestros oídos, en vuestros labios, en vuestros corazones.

Y para aquellos que han oído estas historias, y no han puesto en práctica estos ejemplos que allí se describen, les ruego consideren empezar lo antes posible. Porque quizás una noche vamos a decir Insha’Allah, iremos a  dormir, y no sabemos si nuestros ojos se abrirán nuevamente.

El sheikh Tosun Bayrak Al-Yerrahi Al-Halveti, se levantó ese jueves, estaba frente a su esposa, y dijo: “Cada día es una bendición”. Dijo esas palabras y su cabeza cayó hacia adelante, porque Allah (swt) en ese momento se llevó su alma.

Nosotros no sabemos cuándo nos toca. Sólo una cosa es segura: en algún momento va a suceder. Insha’Allah, en el momento que suceda, se nos permita decir: “La ilāha ila llah Muhammad Rasulullah”.

A aquellos que recibirán la dalla arakiyye en la ceremonia, deseo que Allah (swt) los ilumine en ambos mundos.

 

As Salam ‘alaykum wa rahmatullah wa barakatuh.

Sohbet Hajji Orhan Baba. “Conócete a ti mismo en todo momento y en todo lugar.” Sábado 3-3-2018.