Bismillahir Rahmanir Rahim.
Este no es un tipo de camino que sea para toda la gente. Para la mayoría de la gente es muy difícil.
El problema principal para la mayoría de la gente es el concepto de libertad.
Realmente la gente no sabe lo que es libertad.
Libertad es tener la vida organizada, entonces uno realmente es libre. Pero si en lugar de ser organizada es todo un caos, y en nombre de la libertad uno se ha metido en esas dificultades, pues eso no es libertad, es locura. Por supuesto, mucha gente no está de acuerdo con esto.
Yo puedo ir adonde quiero, a cualquier lugar, puedo hacer lo que quiero cuando quiero, puedo pegarle a alguien cuando quiero, puedo tomar lo que quiero, no importa que eso le pertenezca a otro. Y a pesar de que todo el mundo esté en contra de esa persona que toma lo que quiere cuando quiere, ésta lo sigue haciendo.
Cuando uno ayuna, lo hace para sí mismo, no le está quitando nada a nadie, uno no puede tomar el ayuno de otro.
Cuando ayunamos, por ejemplo, una de las cosas que nos damos cuenta es que lo que nosotros comemos otra persona lo puede comer. Y cuando estoy rezando el ejemplo es el mismo, pues no estoy haciendo los rezos de otra persona. De ser posible la gente desearía que otro haga los rezos por uno.
En otras palabras, cuando hacemos estas cosas no tomamos nada de nadie.
Cuando pagamos el zakat no estamos quitando nada a nadie, por el contrario, estamos dando. Esta como muchas otras cosas son obligaciones que tenemos.
En este caso nadie se opone a este tipo de obligaciones que tenemos nosotros, porque realmente no estamos molestando a nadie con esto. Y a pesar de todo esto mucha gente tiene problemas en hacer estas cosas y no sabemos por qué.
En Islam y en Tasawwuf hay un momento para cada cosa. En horas preestablecidas, durante el día, se hacen los rezos. Hay un momento apropiado para hacer el Hajj, un momento apropiado para ayunar, para pagar el zakat, hay un momento determinado para comer y otro para dormir. Hay momentos para trabajar y otros para descansar. Está todo establecido, regularizado.
No estamos tomando lo que le pertenece a alguien, no estamos tomando su lugar, ni robando su tiempo, ni robándoles el pan. Entonces no hay problema.
Pero si uno practica eso que la mayoría de la gente llama libertad, uno hiere a los hijos, a la madre, a la esposa, hiere a la sociedad, hiere a la economía. Entonces practicar eso que se llama libertad crea una gran cantidad de conflictos. En cambio a muchos eso no les importa y lo continúan haciendo. ¿Eso es realmente libertad? Pero la gente piensa que lo es. Y por eso no puede transitar este camino.
Entonces no buscamos cientos de personas. Este camino es para quien tiene una intensa necesidad de caminarlo. Hoy le pregunté a una hija: “¿Por qué has tomado este camino?” y ella respondió: “Para servir”.
Hay que estar loco para hacer una cosa así. Venir los días sábados, hacer los rezos, escuchar a alguien hablar, servir, y demás. ¿Para qué hacer todo eso? Es mucho más fácil que a uno lo sirvan.
Por eso mucha gente dice que estamos locos por hacer esto. Bueno, quizás seamos locos.
Nosotros podemos afirmar, simplemente, porque no pedimos nada a nadie, que podemos decir que no nos importa lo que la gente opine de nosotros.
Pero alguien de nosotros que está robando no puede decir que no le importa lo que digan de él, porque hay una justificación en que hablen mal de mí, si estoy robando.
Por eso, uno de los principios de este camino, uno de los principios que el derviche debe seguir es que no debe importarle lo que la gente dice de uno. Mientras sepamos que no estamos pidiendo ni haciéndole daño a nadie. No tomamos nada de nadie. No se molesta a nadie.
Solamente gota a gota esto crecerá, pero crecerá con buena gente que realmente quiere ser como nosotros, que quieren estar con nosotros, que están listos para servir a Allah (swt) y a la Creación de Allah (swt), y quien tiene como objetivo convertirse en lo que Allah (swt) ordenó que debiéramos hacer.
Se dice que hay mil cosas que debemos hacer y mil cosas que no debemos hacer.
No es fácil saber cuáles son todas estas cosas. Y aunque sepamos y tengamos conocimiento de cada una de ellas, es difícil hacer las que debemos y no hacer las que no debemos, pero tratamos por lo menos.
Por ejemplo. Hay decenas de miles de hadices del Profeta (saws), y la mejor manera de saber qué es lo que uno debe hacer, es seguir el ejemplo de Rasulullah, pero también dice en uno de sus hadices, que llegará una época cercana al final del mundo, y hay muchos hadices que se refieren al Día del Juicio Final, y eso no significa que será pronto, pero sin ninguna duda se está más cerca hoy que en la época del Profeta (saws).
Así que dijo El Profeta (saws): “Llegará un día en que mi comunidad estará dividida en setenta partes y pelearán las unas con las otras. Y en esa época solamente un miembro de mi comunidad que sigua uno solo de mis ejemplos con amor, recibirá como recompensa tan grande como aquel que dio la vida por Islam.” Quizás ese momento haya llegado.
Entonces uno hace uno, dos, tres, trescientas; cada uno hace lo que puede.
Cuando alguien viene debe ser tratado como un huésped.
En New York, he observado que mucha gente nueva va al dergah, y nadie se acerca a hablar con esa persona nueva, a abrazarlo, o hacerle un té, o hacerlo sentir bien o cómoda. En realidad quien viene aquí no es un huésped, sino que se trata de un miembro de la familia que ha estado dando vueltas por el mundo y ahora está de regreso.
Porque creemos que cada persona que ha nacido es un musulmán y si lo ven que da vueltas en la vida, dependiendo de dónde se encuentre, por ejemplo en una ciudad en que la gente es cristiana, ellos pensarán que es cristiano. Y si estos musulmanes se encuentran en una ciudad donde hay judíos, también pensarán que estos son judíos.
La gente que llega aquí, eventualmente, encuentra el camino que la lleva de regreso a casa. Lo que sucede cuando alguien viene, es que encontramos a nuestro hermano o hermana perdido. Y así deben ser bienvenidos, como alguien que se perdió pero encontró el camino de retorno.
Es muy importante esto, por ustedes, por ellos, porque esto es la realidad.
Hasta ahora les he estado hablando durante días de asuntos prácticos. Por ejemplo, lo que está sucediendo ahora es muy lindo. Se trata de romper hábitos.
Normalmente uno come lo que viene antes del plato principal. Luego come el plato principal, y después viene el café y el postre.
Una de las cosas que no nos permite ser conscientes es hacer todo mecánicamente. Así que es muy recomendable, algunas veces, cambiar los hábitos. El mejor ejemplo es ayunar durante el mes de Ramadán.
¿Pero de qué ayuno estamos hablando? En lugar de comer durante el día lo hacemos por la noche. Generalmente cambiamos el horario. Y esa es la importancia de Ramadán. ¿Vieron qué molesto es? Nadie puede decir que pierde peso, todos engordamos en Ramadán. Sucede que lo que no comemos durante el día lo hacemos por la noche. Realmente no hay ninguna diferencia.
Traten todos los días de hacer algo diferente, de romper los hábitos, si tienen que tomar el café a la mañana no lo hagan, cambien.
Hemos estado hablando durante días de cuestiones prácticas.
Anoche en esa conferencia comencé hablando de algo místico llamado Tasawwuf, pero lo llevé a cosas prácticas.
Por ejemplo, ustedes están comiendo y después van al baño, y si uno se levanta y se pincha la piel siente dolor, porque estamos vivos, estamos en este mundo.
Uno necesita moverse. No se puede vivir sin moverse, sin respirar. Estamos viviendo una vida y estamos en este mundo.
El Profeta (saws) dice: “Morir antes de morir.” ¿Cómo uno muere antes de morir? El muerto no come, no respira, no fuma, no se mueve. ¿Cómo podemos entonces hacer eso?
Los sufís han tomado esta fórmula: “Morir antes de morir”, y la han convertido en un objetivo.
Alguien procedente de la India fue a ver al santo Abdul Qadir Al-Gilani (ks) y le dice: “Oh Sheikh, nuestro maharajá, nuestro rey ha muerto. Necesitamos entonces uno nuevo”.
El santo Abdul Qdir Al-Gilani (ks) era extremadamente rico y tenía mucho poder también, poder político y poder económico. Daba consejos a reyes y cuando lo hacía les decía: “Mejor que hagan lo que yo les digo”.
La gente realmente le tenía respeto. Tenía unos poderes espirituales increíbles.
Un día, en la ciudad de Bagdad, estaba tomando ablución, y en un momento se detuvo y arrojó al aire una de sus sandalias de madera. La gente lo miraba y la sandalia no caía. La gente entonces le preguntó por qué hacía eso. El santo respondió: “Tengo una hija (discípulo derviche) en Ceilán, un hombre la estaba atacando con malas intenciones, y recién lo maté”.
Raga Baba (ra) lo servía a Efendi (ra) y cuando Efendi (ra) se daba vuelta y lo miraba, él bajaba la vista, pues se supone que uno no debe mirar al Sheikh. Cuando Efendi (ra) levantaba la mano para acomodarse algo, él inmediatamente se acercaba y lo hacía por Efendi (ra). Efendi (ra) metía las manos en los bolsillos de sus sacos para buscar cigarrillos y él ya estaba ahí con los cigarrillos en la mano. Sabía exactamente lo que quería Efendi (ra).
Abdul Qadir Al-Gilani (ks) tenía un derviche que lo había servido por cuarenta años.
El derviche, por supuesto, estaba presente cuando los embajadores fueron a anunciar la muerte del maharajá pidiendo su reemplazo.
Así pues, el derviche expresó el deseo interiormente y también exteriormente. Pero no tenía sentido que él elija a uno de sus nuevos derviches en lugar de alguien que lo había servido como khalifa durante tantos años.
El santo, Hz. Pir Nureddin Al-Yerrahi (ks), fue nombrado Pir cuatro años después de haberse hecho derviche. De todas maneras el tiempo no es importante, hay algo más que es importante.
Esta historia que les voy a relatar tiene dos moralejas, no una. Una es: “Morir antes de morir.” La segunda es sobre lealtad y falta de egoísmo.
Mientras volvamos nuevamente a la historia del santo Abdul Qadir Al-Gilani (ks) y su derviche.
El derviche le dijo al Sheikh: “Mi Sheikh, he estado contigo tantos años que realmente quiero que pienses que soy merecedor de ese honor.” El santo le dice: “Déjame pensar un poco. Mientras tanto ve a la cocina y continúa mezclando el preparado.” Ese preparado se estaba cocinando en unas cacerolas enormes, y se debía mezclar con una cuchara grande de madera, muy despacio.
El derviche fue a la cocina, comenzó a mezclar, y algo saltó de la cacerola y cerró los ojos. Luego abre los ojos y vio al santo frente a él y éste le dijo: “Te haré mi khalifa en la India pero con una condición. Cuando vayas allá serás extremadamente rico. Si me prometes que me darás la mitad de todo lo que poseas en la India, te enviaré allá como maharajá.” El derviche le dice: “Sultán, todo será para ti. Yo soy tu siervo, todo será tuyo.” El santo le dice: “No, no quiero todo. Solamente la mitad”.
Pasan varios años, el derviche va a la India, y allí consigue tener seis palacios con tesoros inmensos. Se casa con una princesa y tienen tres hijos.
Después de un tiempo tiene nuevamente noticias del santo Abdul Qadir Al-Gilani (ks) quien va a visitarlo a la India. En tanto el derviche llama a su ministro del tesoro, y le pregunta: “¿Cuánto oro poseo en mi tesoro?” El ministro responde: “Un billón.” El derviche le ordena: “Cambia los números, de manera tal que el registro sea de un millón en lugar de un billón.” También le pregunta al ministro: “¿Cuántos palacios tenemos?” Responde el ministro: “Seis.” Nuevamente le ordena: “Quita del registro cuatro, y ponlo a nombre de mi esposa y otras personas, de manera tal que en el registro se vea que sólo me quedan dos”.
Llega finalmente el santo, lo saluda y le pregunta a su discípulo: “¿Cómo está todo?” El derviche le dice: “Gracias a ti está todo perfecto. Estoy muy satisfecho.” El santo le pregunta: “¿Recuerdas nuestro acuerdo? Vine a buscar mi mitad.” El derviche le dice: “Por supuesto, acabo de preparar todos los documentos. Tengo dos palacios, y uno es tuyo. Tengo un millón de piezas de oro, quinientas mil son tuyas.” Dice el santo: “Ah, muchas gracias. ¿Tú estás casado? ¿Verdad? ¿Tienen hijos?” El derviche le dice: “Sí, tengo tres.” El santo le dice: “Me tienes que dar la mitad de tus hijos también.” El derviche responde: “Sí, por supuesto. Te daré uno o dos.” El santo le dice: “No, nuestro acuerdo fue la mitad. Este es mi hijo ahora, y el otro para ti. Tenemos que resolver qué hacer con el tercero.” Saca entonces una espada el santo, y el derviche le pregunta: “¿Oh mi Sheikh, ¿Qué vas a hacer?” El santo responde: “Lo cortaré por la mitad. Una mitad para ti y la otra para mí. Un acuerdo es un acuerdo”. En eso el derviche maharajá saca un puñal y lo apuñala al Sheikh.
Cuando el derviche abre los ojos, aún estaba en la cocina mezclando con la cuchara de madera en la cacerola, y el Sheikh estaba allí, parado, mirándolo, y le dice: “¿No te dije que no estabas preparado para ser maharajá? La otra gente que ha estado menos tiempo conmigo que ha alcanzado el estado de ‘morir antes de morir’, aunque sean ricos no importa, yo también soy rico”.
Los derviches toman este concepto de “morir antes de morir,” no como algo que no deben aplicar al cuidado tanto de las esposas, de los hijos, y quedarse sin hacer nada.
Uno puede tener seis palacios, puede tener un billón de dólares, la cantidad de hijos que quiera y todo lo que desee. Peor hay que estar listos para darle de regreso todo esto al dueño de todas las cosas, porque nosotros no somos los dueños, Él es el dueño.
Este es solamente un aspecto de “morir antes de morir”.
El otro aspecto de “morir antes de morir” es que un derviche debe ser como el cuerpo que está recibiendo su última ablución sobre una mesa. Alguien levanta sus brazos y lo lava, da vuelta el cuerpo y lava su espalda. Así es como debe ser un derviche en las manos de su Sheikh.
El punto aquí es el siguiente, ¿Queremos ser así? ¿Queremos llegar a eso? ¿Realmente queremos adquirir riquezas y juntas cosas aunque eso no signifique nada para nosotros?
¿Realmente queremos ser alguien que no hace las cosas según su voluntad sino por la voluntad de Allah (swt)? Si no es así, estamos perdiendo el tiempo en este camino. Si no llegamos a eso, pero tenemos el deseo interior de llegar a ese estado, entonces está bien.
Hoy alguien, dentro de mí, dice: “Quisiera estar en casa, quisiera tener mi propia cama.” Pero hay otro ser dentro der mí que dice: “Es terrible eso que estás diciendo. Es terrible eso que estás pensando. Estás aquí. Se supone que tienes que estar aquí, y lo que estás haciendo es lo que se supone que tienes que estar haciendo, ahora, en este momento. Ni siquiera se te debiera ocurrir que podrías estar en otro lugar. ¿Ves? Tú no has muerto antes de morir todavía.” Pero, Alhamdulillah, tengo a ese otro ser que le está diciendo al que se quiere ir que eso no es correcto.
Sin embargo, en la mayoría de los casos de los seres humanos sólo uno existe, el que dice: “Ve a tu casa a dormir en tu propia cama.” Es decir, que ese ser obtiene lo que quiere obtener: confort, y paga cualquier precio por eso. Desea su beneficio, no importa lo que cueste.
Sinceramente no voy a engañar a nadie. El Profeta (saws) preguntó: “¿Quién soy yo? ¿No soy un ángel? No tengo las llaves de los tesoros de Allah (swt) en mis manos. Soy simplemente alguien como ustedes. Lo único que puedo hacer y todo lo que me han encargado que haga es lo que Él nos dice que debemos hacer, y advertirles y también hablarles de las recompensas por hacer lo que Él dice.”
Los Sheikhs se supone que son los herederos del Profeta (saws), y es todo lo que les puedo decir que hagan según mi humilde manera.
Cuando uno se compra una casa, uno quiere hacerlo en un barrio lindo, donde la gente es linda, y posiblemente gente del mismo nivel o clase que uno. Por supuesto, es mejor estar enterrado en un cementerio musulmán si uno es musulmán.
A propósito el Profeta (saws) también dijo: “Uno no debe siquiera poner una marca en su tumba.” El Profeta (saws) por ejemplo, está enterrado en su casa, que es el mismo lugar donde murió. Se supone que uno debe ser enterrado donde muere, pero las leyes no lo permiten.
Fahreddin Efendi (ra), en Istanbul, está enterrado en su habitación, allí es donde murió. Es decir, con este concepto uno debe ser enterrado donde muere.
En cambio, yo soy turco, vivo en Estados Unidos, y cuando muero no voy a pedir que me lleven a Turquía, uno debe ser enterrado donde muere. Si, por ejemplo, uno está en Córdoba o en Buenos Aires, o donde sea, aunque no seamos de esos lugares, debemos ser enterrados donde morimos.
Ustedes son pocos, y pueden ir pagando desde ahora. Pagan, por ejemplo, en un cementerio cristiano y así reservan una sección para musulmanes.
Hablando de hospitalidad, el Profeta Ibrahim (as) era un símbolo de hospitalidad y generosidad. Y cierto día un adorador del fuego, un zoroastriano llegó a su casa. Este hombre estaba sucio, tenía piojos y lo rechazó.
Al día siguiente comenzó a nevar. En esa época hubo sequía y faltaba comida. Y el Profeta Ibrahim (as) vio al adorador del fuego que él había echado de su casa el día anterior, que estaba parado en la nieve arrojando pedacitos de pan a los pájaros, entonces el Profeta Ibrahim (as) se acerca y le dice al hombre: “Lo que estás haciendo está muy bien. Pero tú no eres un creyente. ¿Tú crees que Allah aceptará ese acto de caridad?” El zoroastriano le dice: “Realmente no me importa si acepta o no. Tú, Ibrahim ¿Crees que Él no ve lo que estoy haciendo?” Ante tal respuesta el Profeta Ibrahim (as) quedó sorprendido.
Pasó un tiempo, fue a visitar la Ka’aba, y vio al adorador del fuego que estaba allí y que estaba tomado a una parte de la tela que cubre la Ka’aba, y las lágrimas brotaban en torrentes de sus ojos, y le suplicaba: “¡Oh Señor llévame, llévame, quiero verte, no quiero estar más aquí. ¡Quiero estar contigo!” Este mismo hombre era el que el Profeta Ibrahim (as) había echado de su casa. En ese momento el hombre dio un último grito: “¡Allah!” Y cayó muerto. El Profeta Ibrahim (as) escuchó esa voz que no proviene de ningún lugar ni de ningún espacio, la voz de Allah (swt) que le decía: “Oh Ibrahim, tú has venido aquí y construiste la Ka’aba. Tú vienes a visitar la Ka’aba, pero este hombre vino a visitarme a Mí. Si vienes a visitar Mi casa, lo único que encuentras es mi casa. Pero él Me encontró a Mí”.
Quien viene, viene. Es recibido. Ahora, si vienen y causan problemas, e interrumpen los rezos y se portan mal, los echamos.
Hay otro principio en la Tariqa, para la gente que trae a otra gente.
Si uno decide invitar a alguien al dergah, Muzaffer Efendi (ra) decía al respecto: “No inviten al dergah a alguien que ustedes no invitarían a su propia casa.” Si alguien viene por sí mismo, ya sea un borracho o un zoroastriano, nunca lo rechacen.
As Salam ‘alaykum wa rahmatullah wa barakatuh
Sohbet de Tosun Baba (ra)