Bismillahir Rahmanir Rahim.
La historia de cómo Tosun Baba (ra) llegó a la Tariqa me hizo recordar otra historia, que es la que deseo relatarles esta noche.
Como ustedes saben él estuvo estudiando, durante muchos años, las enseñanzas de George Ivánovich Gurdjieff. Esto fue por espacio de dieciocho años antes de llegar a nuestra Tariqa.
En una oportunidad, estaba viajando en el tren junto con su esposa Yamila Baci, y se encontraron con una derviche, creo que era Mevleví, y además miembro de la sociedad aristocrática, de la realeza de los Otomanos.
En los comienzos de mi camino, en cierta ocasión estaba con Tosun Baba (ra) en su casa, y ella los invitó a pasar por la suya.
La casa de ella era un pequeño palacio, estaba situada a orillas del Bósforo, del estrecho del Bósforo. Era un lugar espectacular.
La vida de esta mujer estuvo totalmente dedicada a Tasawwuf. Y fue esta misma mujer quien envió a Tosun Baba (ra) y a Yamila Baci, al dergah de Karagümrük. Y gracias a ella hoy nosotros estamos aquí, viéndonos, a través de estas pantallas, charlando un poco.
En otras palabras, cada acción que realizamos tiene una consecuencia, y cada acción está basada en una intención.
Como le decía a mi hermano, ese es el equipaje que todos los días, en cada instante que hacemos algo, enviamos al Más Allá: la intención, la acción que sigue a la intención y las consecuencias de esos actos.
Claro, hay que tener en cuenta que unas veces las intenciones son positivas y, otras veces, no. Insha’Allah que las positivas tengan mucho más peso que las negativas, en el caso de nuestras vidas.
Tenemos dos ángeles, uno en cada hombro, anotando estas cosas que serán leídas el Día del Juicio Final.
A esta historia podríamos titularla, simplemente, “Tomar té”.
Una vieja dama como la que mencioné antes, quien era muy consciente y sincera en su fe, un día se encuentra con un derviche que andaba dando vueltas por el mundo. Como era de tradición en el pasado, los derviches vivían caminando, buscando maestros y, a través de ellos, adquiriendo sabiduría.
Esta dama vio al derviche, lo saludó como correspondía, y le invitó a comer un poco de comida que ella tenía.
El derviche, que tenía total control sobre su hambre – comía sólo si su cuerpo así se lo pedía o no- miró a la dama y se dio cuenta de que la invitación era genuina y real, por lo que fue a comer.
La invitación provenía de un corazón sincero.
Cuando terminan de comer, luego de una breve conversación, el derviche le preguntó a la dama si él podía hacer algo por ella, si de algún modo podía pagar o retribuir su hospitalidad. La mujer a este planteo, respondió: “No, en absoluto”. Le aclaró que ella estaba muy contenta con la bendición que había recibido al poder alimentar a un derviche que andaba deambulando por los caminos.
Pero hay que recordar esto: cuando un derviche, es decir, un buscador, adquiere cierto nivel espiritual, y va conquistando las tribulaciones que la vida presenta, y en lugar de ser esclavo del mundo se convierte en maestro de sí mismo, tiene la capacidad de poder ver más allá de las palabras y del aspecto de cualquier persona que esté frente a ese sabio.
Así es que el derviche notaba que había mucha ansiedad en el corazón de esta muy buena mujer, muy generosa mujer.
Con la sonrisa y el amor, tan particular en estas personas, empezó a hablarle y demás, tratando de ver si la dama abría su corazón y le explicaba qué le sucedía.
En un momento, casi sin darse cuenta, ella se encontraba hablando de lo que realmente la aquejaba interiormente.
Le cuenta entonces al derviche que ella tenía un hijo con el cual existía un gran problema, y explica: “Mi hijo es un ser humano con un enorme corazón y es muy inteligente, pero ha elegido vivir una vida de pecado, bebiendo vino, estando en compañía de personas de mala reputación, paseándose en las noches por lugares en los que no debía estar, y también juega a las cartas por dinero y todo ese tipo de cosas.” Y continuaba la mujer: “He tratado de hablar con él y de hacerlo razonar pero, de alguna manera, en su cabeza dominada por el mundo, él dijo que continuaría hasta que todos sus placeres mundanos estuvieran satisfechos. Que después pediría perdón, y que Allah que todo lo perdona, lo perdonaría, y así él volvería al camino correcto”.
El hijo de esta dama, de alguna manera muy extraña, usaba la Sunnah de Hz. Muhammad (saws) y el Corán i-Kerim, para justificar su vida y sus acciones.
La mujer le contaba al derviche que ella no podía hacer nada para tratar de sacar a su hijo de ese estado mental, a pesar de que su hijo trataba de esconder estos aspectos no muy claros de su vida.
Después de oír la historia el derviche se quedó pensando, y con un tono muy particular le dice a la mujer: “Es muy importante que tu hijo continúe respetándote, al no mostrarse frente a ti con todo esos vicios. Gracias a que tienes tanta hermosura interior, veré de qué forma puedo ayudarte a corregir eso. Ahora estoy acampando al lado del arroyo, al final del pueblo, así que, por favor, cuando tu hijo llegue a tu casa, envíalo a verme con unas hojas de té”.
La mujer quedó muy sorprendida, le agradeció enormemente al derviche por lo que estaba sucediendo, por la ayuda que él le ofrecía, y le dijo que eso haría.
Pasaron las horas y el hijo regresa a su casa, después de haber estado en compañía de dos novias que tenía por allí, y de haber hecho todas las cosas que quería hacer, también se había tomado un par de tragos de más.
La madre le pide por favor que lleve las hojas de té al derviche, no le dice que es un derviche sino que se trata de un anciano, que está cerca del arroyo. El joven obedece, toma las hojas de té y se va caminando.
Cuando se acerca al lugar, ve algo extraño frente a él.
El derviche había hecho un fuego, – ustedes habrán visto que en la antigüedad se unían tres ramas a modo de trípode, eso se ataba – y sobre él, el derviche colgó una pavita con agua, que después de un tiempo emitía vapor al calentarse. Pero el derviche tomaba un poco del agua y la tiraba sobre el fuego. Éste hacía un ruido como en estos casos, como cuando algo se rompe, al encontrase con su vieja enemiga, el agua.
El derviche vuelve a tirar un poco de agua, se queda allí esperando un rato, el agua vuelve a hervir; él repite la acción de arrojar el agua sobre el fuego, que ya estaba por la mitad de lo que estaba anteriormente, y así lo hace varias veces.
El joven sorprendido pensaba para sí mismo: “¿Para qué está calentando el agua, si está tratando de apagar el fuego con el agua caliente?” No se acerca y se queda mirando todo eso que estaba sucediendo.
Finalmente el joven tosió y, el derviche aparentando sorprenderse, pues sabía que el joven estaba observando todo lo que él hacía, le dice: “¿Me has traído las tazas de té? ¡Muy bien! Ven, siéntate. Tomaremos un té en cuanto el agua hierva.”
El joven se sienta y el derviche continúa haciendo lo mismo; continúa arrojando el agua sobre el fuego, hasta el punto en que casi lo extingue totalmente. El joven le dice: “Señor, su conducta es un tanto extraña. Si no tuviera cabello blanco pensaría que es usted un bobo. ¿Cómo hace para que el agua hierva y así tomar el té, si con la misma agua apaga el fuego que la calienta? Y aunque usted no apagara todo el fuego, igualmente, hará todo este proceso mucho más difícil”.
El derviche lo miró y le dijo: “Tú piensas que lo que estoy haciendo es estúpido, ¿no es cierto? ¿Pero cómo es posible que tú apagues el fuego de tu arrepentimiento con el agua de tus vicios, que son los placeres de este mundo?
Debes tener en cuenta que el arrepentimiento es un fuego que debería quemarte, que debería hacer hervir el alma del ser humano, hasta que Dios muestre Misericordia.
Pero mientras continúes apagando el fuego de tu arrepentimiento con el agua de los placeres de este mundo, la misericordia de Allah no aparecerá. Y si continúas comportándote estúpidamente, viviendo de los placeres del mundo, quizás algún día eches demasiada agua al fuego del arrepentimiento y lo apagues totalmente”.
Mientras el derviche hablaba, lo que quedaba de su fogata, se apagó.
El joven no podía creer lo que había sucedido y el ejemplo de lo que había oído.
Mi pregunta es, ¿no somos todos nosotros un poco ese joven, a pesar de que no bebemos y no jugamos por dinero, que no salimos buscando placeres del mundo donde no debemos ir? Muchas veces un partido de fútbol, un clásico, no nos deja hacer nuestro salat a tiempo o lo olvidamos, lo cual es peor.
Repito, el joven al escuchar lo que el derviche había dicho estaba totalmente shockeado, sorprendido por las comparaciones que había establecido este sabio derviche, y buscó por todos lados una caja de fósforos o algo que le permitiera volver a encender ese fuego y no encontró nada. Sin embargo, al descubrir su estupidez, se tiró a los pies del sabio derviche y le pidió, por favor, que lo ayude a reformar su vida. Le dijo que ahora su vida le parecía sin rumbo y malgastada, que cada segundo de esta vida es un regalo del Creador. Y le pidió al derviche que lo acepte como su discípulo. El derviche lo miró, y con una sonrisa y un abrazo, aceptó el pedido de este joven.
Después de haber aceptado al joven como su discípulo, el sabio derviche le dijo: “Muy bien, ahora vamos a sentarnos a tomar nuestro té.” El joven le preguntó: “¿Pero cómo será eso posible si no hay fósforos y el fuego se apagó? ¿Cómo haremos para encender el fuego?”
El derviche respondió: “No le preguntes al sheikh cómo.” Sonrió y las llamas del fuego aparecieron donde antes estaban, hasta que el vapor del agua empezó a ascender hacia los cielos.
Y agregó el derviche: “Debes saber que el maestro no está sujeto a las metáforas que él usa, pero hasta que tú obtengas ese estado jamás dejes de aprender de cada cosa que ves, de cada cosa que oyes y del ejemplo que vive en esos seres que actúan de acuerdo a las señales de Allahu Ta’ala”.
Ruego que Allah (swt) acepte las devociones de todos nosotros, con la sinceridad que debe vivir en nuestros corazones.
As Salam ‘alaykum wa rahmatullah wa barakatuh.
Sohbet Hajji Orhan Baba – Sábado “El Derviche y el joven: una historia sobre el arrepentimiento.” Sábado 5-05-2018