Sobre la No-Existencia

Bismillahir Rahmanir Rahim.

Quería referirme a los dos viajes o tres, incluyendo el de nuestra hermana Nuriyye, que han hecho a Istanbul estos últimos meses.

Todos con resultados muy positivos. Al menos eso fue lo que se desprendió de las muchas experiencias que me han relatado a través de vuestros e-mails.

Y lo encuentro muy interesante, porque a través de todas estas comunicaciones hay algo que está claro, y eso es sumisión. ¿Y qué sucede cuando sentimos esa conexión con aquellos que transitaron primero este camino, y que nos han enseñado y continúan enseñándonos cómo hacerlo?

Por supuesto, la sumisión básica y única, diría, es al Creador. Y es entender nuestra no-existencia. Estas son palabras que salen de esta boca, ¿pero realmente creemos en eso, en nuestra no-existencia frente al Creador? ¿Podemos admitir que esto que estamos tocando no existe?

Y a pesar de que nuestro intelecto no nos permite apreciar en su plenitud este concepto de no existencia, ésa es la realidad de este mundo.

Islam, sumisión, es el camino al Creador.

Todos los que hacemos la shahada decimos, bueno “ahora soy musulmán”;  cuando en realidad deberíamos decir, “comencé el camino en tratar de llegar a ser musulmán”. Porque ser musulmán en toda su expresión indica una total sumisión al Creador, y ver realmente nada.

Alguien dijo una vez que las cosas le aparecen al sabio como nombres. Y piensen, lo que nos rodea, lo que tenemos puesto, los muebles, este micrófono, esta pantalla; todo nos aparece como nombres.

Aquel que puede ver a los nombres ve al Nombrado.

Cuando esta realidad no es parte de nuestra existencia cotidiana, este concepto que debería existir en nosotros, se manifiestan los aspectos negativos de este mundo: aparece la hipocresía, la arrogancia, el sentimiento de creer que porque rezo soy mejor que aquel que no reza, es decir, la arrogancia espiritual.

 

Muzaffer  Efendi (ra)  siempre repetía lo mismo: “Huyan, huyan de la arrogancia espiritual como si fuera la peor de las pestes. Cuando nuestro ser está contaminado con eso resulta muy difícil escaparse, y es el final de la búsqueda espiritual”.

La famosa historia de Leyla y Majnun, cuando Majnun un día estaba en la calle, deseando ver a su amada.

Un perro con sarna iba bajando por la calle, y los chicos alrededor de él lo vieron y comenzaron a arrojarle piedras al perro sarnoso. A lo que Majnun reaccionó diciendo: “¡No, no, no! ¡Por favor! No lo echen. Tal vez sus ojos hayan visto a mi amada”.

¿Podemos ver nosotros en todo lo que nos rodea a Quien nos creó? ¿Podemos ver en todo esto que llamamos mundo a Allahu Ta’ala?

El día que podamos hacerlo, el día que podamos remover de nosotros el mundo y logremos ver todo como una manifestación de Él, sabremos ese día que estamos más cerca de Quien nos creó. Hasta ese momento estaremos mirando el mundo con anteojos sucios.

Por supuesto tenemos que funcionar con esto que Allah (swt) ha creado para nosotros. ¿Cómo hacerlo? A través del servicio a Su Creación.

Unos cuantos hermanos han experimentado en estos tres viajes a Istanbul ese sentido de no-ser. Se encontraron en un momento en una estación que no podían describir, una estación sin palabras, una estación en la cual simplemente estaban. Esto sucedió en algunas visitas a lugares donde descansan los santos, en otros casos durante el dhikr, en el Asitane.

¡Qué increíble, maravillosa sensación! En esa estación deberíamos estar siempre, en la estación de la nada, en la cual sólo Él está.

Allah (swt) como les ha sucedido, a veces  nos otorga un flash, un pequeño gusto de esas estaciones.

Para transitar este camino, sé que hay algunos entre ustedes que están decidiendo si lo quieren hacer o no, se requiere tres cosas: amor para comenzar, con letras mayúsculas, sumisión, y la adquisición del conocimiento místico, a través del ejemplo de aquellos que saben. Pero todo esto no funciona si la sumisión no es el buey que lleva todo hacia adelante.

A veces nos suceden cosas en la vida en las cuales decimos “¿por qué a mí Allah?” Es decir que el estado de contentamiento con el Creador no está totalmente desarrollado, el estado de Ridha.

En una oportunidad un hombre muy simple, un campesino, con un muy bajo nivel de educación, quería saber qué era lo que tenía que hacer para que Allah (swt) estuviera contento con él, y él pudiera estar contento con Allah (swt).

Iba de lugar en lugar tratando de encontrar una respuesta, hasta que finalmente en un pueblo alguien le dice: “Ve a buscar a Ridha”.

Así pues el campesino se da a la tarea de buscar a Ridha. 

Tras todo esto encuentra a alguien con ese nombre. En Turquía es un nombre común de hombre.

El hombre logra encontrar a Ridha, que era un gnóstico, un místico, que vivía sólo dedicando su vida al Creador.

Entonces le pregunta el campesino: “Por favor, tú que has logrado acercamiento explícame ¿qué debo hacer para lograr el contentamiento del Creador?” El místico le responde: “Primeramente has de adorarlo. Debes rezar.” El hombre le dice: “Yo no sé rezar.” Le pregunta nuevamente el místico Ridha: “¿Qué es lo que sabes hacer?” Y el hombre responde: “No muchas cosas, solamente mi trabajo.” Ridha insiste: “Además de tu trabajo ¿qué otra cosa sabes hacer? ¿Tienes algún pasatiempo?” El hombre responde: “No, lo único que sé hacer más o menos bien son las danzas folclóricas de mi pueblo.” Entonces este santo llamado Ridha le dice: “Todo lo que hagas debes hacerlo en Su nombre. Todo. Así que cuando vayas a hacer esa danza, hazla en nombre de Él.” Mientras tanto el campesino dice: “Empezaré en este mismo momento.” Y ahí nomás se dispone a realizar la danza folclórica delante del santo, como una ofrenda al Creador.

Mientras el hombre  desplegaba su habilidad danzando, el santo Ridha ve cómo una corona de luz descendía sobre la cabeza del campesino.

Y él, que había dedicado su vida a rezar, en estado de seclusión, nunca había visto la corona de luz, y sin embargo la ve descender sobre la cabeza de ese simplón que estaba realizando una danza folclórica, ni siquiera se trataba de un salat.

Cuando el campesino termina de danzar el santo Ridha le dice: “He visto esa corona de placer de Allah descender sobre tu cabeza.” Y el campesino le responde: “Sí, lo que sucede es que yo encontré a Ridha”.

Es decir, que a través del reflejo del santo eso ocurrió. Dos cosas, dos elementos, fueron importantes en ese momento: la instrucción del santo, y por sobre todo, la sinceridad de realizar la danza para placer del Creador.

Entiéndanme. No estoy sugiriendo que alguno se ponga a bailar una samba y que le descenderá una corona de luz. Pero sí la sinceridad de nuestros actos tiene absolutamente que ver.

Allah (swt) nos presenta  situaciones en esta vida, y algunas muy difíciles.

A veces nos presenta el camino religioso a través de una persona, otras veces a través del amor que sentimos por otro ser humano, otras a través de experiencias dramáticas como enfermedades, pérdidas.

Tenemos que aclarar eso, establecer las diferencias.  Debemos separar lo que es real de lo que no es real. Y tenemos que determinar cuál es nuestro objetivo.

Si nuestro objetivo es la purificación interior y el conectarnos con Allahu Ta’ala a través de nuestra sinceridad y la sumisión, entonces esto es lo único de real importancia. Todo el resto es adorno. Incluyendo el amor por otro seres humanos.

El aspecto exterior de la sumisión es encontrar a Dios a través de la adoración.

El aspecto interior es paz, conocer nuestros límites e imitar a Hz. Muhammad (saws), jamás excedernos de los límites que existen dentro de nosotros.

¿Recuerdan la historia de la hormiguita coja, que estaba en el desierto tratando de hacer el Hajj y llegar a la Ka’ba?

Siempre cuento esta historia y tiene un increíble significado.

Una liebre pasa al lado de la hormiguita coja a toda velocidad. Y de reojo la liebre ve a la hormiguita, se detiene y regresa y le pregunta a la hormiga: “¿Tú a dónde vas?” La hormiguita le responde: “Estoy yendo a hacer el Peregrinaje a Meca.” Y la liebre le dice: “¡Pero coja, así, nunca llegarás!” a lo que la hormiguita responde: “No importa. Lo importante es que estoy en el camino”.

Como nosotros ¿quién no es cojo en esta Tariqa?

Por último, como les ha sucedido a algunos en este viaje. La historia de un compañero de Hz. Moisés (as)  que sabía de la conexión que tenía este santo profeta con Allah (swt).

Entonces este compañero le dice a Hz. Moisés (as): “Pregúntale a Allahu Ta’ala por mí. Pregúntale a ver qué dice sobre mí”.

Finalmente Hz. Moisés (as) de acuerdo con este requerimiento, va y pregunta al Creador por este hombre, y el Creador responde con otra pregunta, dice: “¿Quién? ¿Ése siervo Mío?” Esta fue la respuesta de Allahu Ta’ala.

No tenía respuestas a la pregunta Hz. Moisés (as), así que se quedó en silencio. En tanto el hombre continuaba insistiendo: “¿Pero no dijo nada?” y Hz. Moisés (as) le dice: “No. Respondió con una pregunta.”  El hombre vuelve a preguntar: “¿Y qué pregunta hizo?” Hz. Moisés (as) le responde: “¿Quién? ¿Ése siervo Mío?”

El hombre pegó un grito inmenso agradeciéndole a Allahu Ta’ala, porque lo había llamado “Su siervo”.

Nada más es necesario para aquellos que buscamos Insha’Allah alguna vez, de alguna manera, podamos sentir eso: que somos Sus siervos. Nada más.

Insha’Allah en el momento que nos toque regresar a Él, lo hagamos como nada, nada. Sólo como Sus siervos.

Insha’Allah así sea esa transmisión, y deseo y ruego que Allah (swt) acepte todos vuestros actos de devoción y de sumisión, y que esa máxima recompensa les sea otorgada a todos y cada uno de ustedes, y deseo que también me incluya entre esos. Amin.

 

As Salam ‘alaykum wa rahmatullah wa barakatuhu

Sohbet Hajji Orhan Baba – “Sobre la no existencia. La ilāha illa llah: Nada existe excepto Allah (swt).”