Bismillahir Rahmanir Rahim
Cuando alguien se inicia en el Camino del Islam, es bueno asegurarse muy claramente de lo que se está por hacer. Este tipo de decisiones son de una tremenda trascendencia en la vida de un ser humano. Nosotros creemos que uno llega simplemente porque acepta la invitación del Creador. Y, como he repetido en otras oportunidades, Islam no es el comienzo, es el final del camino, porque la palabra Islam, en árabe, significa “sumisión”. Una sumisión total al Creador y ese es, para nosotros, el motivo de nuestra existencia.
Trabajamos porque es nuestra obligación ser útiles en la sociedad en la cual vivimos porque, sin ninguna duda, necesitamos hacerlo para cubrir nuestras necesidades y las necesidades de nuestras familias. Y estamos en el mundo porque Allah (swt) decidió que así fuera. Ninguno de nosotros eligió venir y ninguno de nosotros sabe cuándo vamos a partir. Pero esta etapa es trascendental para nuestra parte espiritual porque es la gran prueba. Es la gran lucha entre la carne y el espíritu. Lo que nos atrae de este mundo va a perecer, y lo que nos atrae del Más Allá es esa búsqueda que siempre emprende el ser humano a través de investigación, estudio, aprendizajes, deseos, adquisición, etc. La mayoría de las veces lo hacemos inconscientemente, sin saber qué es lo que nos empuja, por qué debemos estar siempre buscando, sea lo que sea. Algunos canalizan esa búsqueda en tener mucha diversión, otros en tener mucho dinero, otros en tener mucho poder, etc. En realidad, la que nos empuja a buscar es el alma, porque desea regresar al estado en donde se encontraba antes de descender al cuerpo. Esa es la búsqueda.
Cuando se hace la Shahada, se prometerán ciertas cosas, pero a nadie de los que estamos presentes, realmente ninguno de nosotros tiene importancia alguna, en absoluto. La promesa será con Quien nos creó. Y ésta consiste en que se Lo va a recordar cinco veces por día, se aceptará que hay que ayunar desde antes del alba hasta el anochecer, durante treinta días, y se hace difícil. No sé si alguna vez han estado en una práctica religiosa que requiere ayuno, y si no lo han hecho esta también es una experiencia que transforma. Es muy interesante lo que nos sucede cuando le negamos al cuerpo eso tan esencial que es la comida. Debemos contribuir con una forma de caridad que llamamos zakat. El musulmán no es generoso solamente con lo que materialmente tiene, sino con lo que puede ofrecer espiritualmente a otros. Nuestro ayuno no es solamente no poner nada en nuestra boca durante ese período del día, sino también cuidarnos mucho con lo que sale de la boca durante el ayuno. Por último, el Hajj, que es la obligación de todo musulmán una vez en la vida. El Hajj consiste en ir a Meca, y lleva unos días en cumplirse. Insha’Allah que Allah (swt) dé, si no se tienen, los medios para viajar a Meca en algún momento y cumplir con ese rito.
Nosotros creemos que cuando hacemos la Shahada, cuando declaramos que “Nada existe sino Dios y que Muhammad es Su siervo y Mensajero.” En ese momento toda nuestra historia que contiene todo lo bueno y lo malo que hayamos hecho en esta vida, de manera consciente y de manera inconsciente, sólo lo bueno queda, todo lo que ha sido malo se borra o se transforma en buenos hechos. Es decir, que usted se convertirá en el ser humano más puro en todo el mundo, por eso los demás corren a abrazarlo y a tocarlo porque ese estado de pureza es único. No sé si alcanza a ver lo que esto significa, pero entre salat y salat, entre rezo y rezo, uno debe hacer un recuento de los actos que ha realizado entre el último rezo y el que debe hacer en ese momento, y tratar de pedir perdón por aquello que hayamos hecho mal, también agradecer que nos haya permitido hacer algo bueno, Insha’Allah, en Su nombre y regalar esa buena acción a quien usted guste.
La primera fase de este camino es el arrepentimiento por lo que hayamos hecho que no fue de Su complacencia. Tener extremo cuidado de lo que vayamos a hacer en el futuro. Hay un dicho turco (nuestra Tariqah es de origen turco) que reza lo siguiente: “Cuando un hombre muerde un limón el nieto frunce la cara.” Es decir, que todos los actos que realizamos afecta no solamente a nosotros, sino a la próxima generación, a nuestros hijos, y luego a nuestros nietos. Lo opuesto también es verdad. Es más, si hemos tenido padres que no han sido buenos seres humanos, nuestras acciones y nuestras devociones a Dios son compartidos con ellos, así como los beneficios de estos actos, aunque estén en el Más Allá.
Transitar en este camino de regreso a Dios en Islam es un estado de total sumisión, requiere esfuerzos, y éstos son vernos a nosotros mismos, observar constantemente lo que hacemos; incluso nuestros pensamientos deben ser observados.
Uno nunca sabe, de pronto, por qué tenemos deseos de hacer un cambio tan radical como del que estamos hablando en este momento.
En nuestra tradición muchas veces se relatan historias relacionadas con los santos. Y uno de ellos, muy célebre, fue Ibrahim ibn Adham (ks). Él era un príncipe. Vivió en Balkh, que está en estos momentos en la parte norte de Afghanistán, era parte de los reinos de Asia Central. Él era una persona muy devota, pero era un príncipe y vivía en un castillo.
Ibrahim ibn Adham (ks) estaba una noche a punto de acostarse, y de pronto oye ruidos en el techo y abre una ventana, y pregunta: “¿Quién está allí?” El que estaba en el techo le da su nombre y él le pregunta: “¿Tú sabes dónde estás?” El otro responde: “Estoy aquí en el techo.” Ibrahim ibn Adham (ks) le hace otra pregunta: “¿Y qué haces allí en el techo?” el otro en el techo responde: “Estoy buscando a mi camello.” Entonces él le dice: “¡Por favor! ¡Eso es totalmente absurdo! ¿cómo vas a estar buscando tu camello en el techo de mi palacio?” El otro responde: “¡Ya, Ibrahim! Quizás sea muy estúpido buscar el camello en el techo de tu palacio, pero es tan estúpido como tú que cuando quieres buscar a Allah (swt) lo haces metido en una cama con sábanas de seda y rodeado de todo ese lujo.” Es decir, nosotros trabajamos para satisfacer nuestras necesidades. Todos tenemos cosas de más, en exceso. No quiero que piensen que somos ascetas, porque no hay ningún asceta y en mi caso menos que el resto. Si fuéramos todos ascetas no tendría peso de más como tengo ahora porque comería muchísimo menos. Ahora, ¡cuán bueno sería que pudiéramos vivir con menos de lo que tenemos! El objetivo es ir abandonando este mundo, restando al cuerpo de a poco, sin subestimar la fuerza que tiene la atracción de este mundo. De a poco, quitarle un poquito del sueño para poder rezar más. Comer un poco menos para que nuestro cuerpo no gaste tanta energía en digerir y pueda estar más atento a la necesidad de rezar.
Muchos místicos del pasado hablan de este mundo, lo llaman letrina, lo llaman lugar de perros, lo llaman el lugar donde todo está podrido y demás. Nada más lejos de la verdad. El mundo es hermoso por una sola razón: porque Allah (swt) lo creó, y lo puso aquí para nuestro uso. Nosotros podemos elegir abrir los ojos, o cerrarlos. Si los cerramos porque nos gusta mucho la música del mundo, los sonidos del mundo, bueno, Eyvallah, es nuestra decisión. Pero si los abrimos y deseamos encontrar al Creador antes de partir, no en el momento de una tragedia, sino en un momento inspirador, un momento en que el llamado a decir: “Ashadu an La ilaha illa Allah wa Ashadu ana Muhammadan Abduhu wa Rasuluhu”, nos domina y decimos: “Allah (swt) quiero estar en Tu presencia. Quiero verte”.
Si hacemos bien las cosas y cumplimos, pasamos a través de diferentes estados en este Camino. Los que saben, y Hz. Rumi (ks) era uno de ellos; él fue el fundador de la Orden Mevleví, de los derviches giradores. Y él decía: “En el Día del Juicio Final nuestros pensamientos, buenos y malos, tomarán forma y serán vistos por todos.” Hasta de eso debemos cuidarnos.
El objetivo es elevar nuestro estado de consciencia de tal manera que podamos ver qué hacemos, qué pensamos; si llega un momento en que nos tentamos de hacer lo que es incorrecto, no hacerlo, simplemente porque sabemos que Él nos está observando.
Ésta es una historia que relaté muchas veces. Me pregunto, empezando por mí mismo, ¿cuántas veces recordamos esta historia en el transcurso del día? Un Sheikh, que tenía un dergah muy hermoso, decide, como era costumbre, invitar a la gente más importante del pueblo, y prepara las mejores carnes halal, carne de cordero, los mejores dulces, frutas y demás. Pero en las mesas, el Sheikh quería tener flores. Y envía a todos sus derviches al campo a que, por favor, buscaran flores para traer y adornar las mesas. Pero uno de ellos regresa con las manos vacías. Es decir, regresan todos los derviches y cada uno trae su hermoso ramo de flores y las iban colocando sobre las mesas; el Sheikh decía: “Muchas gracias”, porque el lugar estaba quedando cada vez más hermoso. Y en eso aparece este derviche con la cabeza gacha, no traía nada, se sentó en un costado. El Sheikh tenía un amor muy especial por ese derviche. Los demás estaban muy celosos. Es muy común, sucede eso en grupos así. Entonces, el Sheikh lo mira y le dice: “¿Por qué no has traído flores? ¿has hecho esto por desobediencia?”, y el derviche le responde: “¡Oh, mi Sheikh!, ¿cómo podría desobedecer un pedido de usted? ¡Jamás haría algo así!” Los demás se reían y entre ellos se decían: “Ahora está metido en un problema. No trajo las flores. Desobedeció.” El Sheikh dice: “¿Entonces por qué no has traído las flores?”, el derviche le responde: “¡Ya Sheikh! Cuando usted nos envió a buscar flores, nos dijo: ‘Recojan las flores, pero primero preocúpense de que nadie los vea.’ ¡Ya Sheikh! En todos lados en donde miraba veía a nuestro Creador presente, y es por eso que he regresado con las manos vacías.” Insha’Allah que todos lleguemos a ese estado de poder ver a Allahu Ta’ala en todo, absolutamente todo lo que nos rodea. Ver al Creador en que cada uno de los seres que están al lado nuestro y en cada cosa que existe, eso es Islam. Ninguna otra cosa es Islam, sólo eso. Para llegar a ese estado debemos cumplir con lo básico de nuestra religión, y aún más, rogar a Allah (swt) que nos permita estar siempre en Su presencia, que abra nuestro corazón y lo purifique; porque como el poeta Yunus Emre (ra) decía: “No vayas a Meca a buscar la Ka’aba, porque allí vas a ver un edificio. La Ka’aba no está en Jerusalén, no está en Meca, no está en ningún lado: está en tú corazón.” Y esa es la Ka’aba que tenemos que limpiar, esa es la Casa de Dios que debemos limpiar con nuestras devociones y con nuestras lágrimas.
El agua limpia la parte exterior del cuerpo, y nos prepara para el salat, pero la mejor de todas las abluciones es la que nos permite derramar lágrimas, las lágrimas del arrepentimiento para poder estar en Su presencia limpios.
Para rezar necesitamos Ikhlas, necesitamos estar en Su presencia puros. No hagamos el salat como un acto automático, porque las gallinas también suben y bajan como hacemos nosotros, pero ellas están comiendo alpiste. Si nosotros hacemos lo mismo que las gallinas, pues entonces solamente nos ensuciaremos un poquito la frente y nada más.
Ikhlas, sinceridad, es un requisito básico en este Camino, y si uno es sincero obtiene virtud.
Este es el más hermoso de todos los caminos, y esto no quita mérito a ninguna otra religión. Si usted profesa el cristianismo va a aprender muchísimo sobre el cristianismo y será el mejor cristiano que pueda llegar a existir. Si usted profesa el judaísmo será el mejor practicante de esa religión, simplemente porque entenderá por qué lo hace.
As Salam ‘alaykum wa rahmatullah wa barakatuh
Sohbet de Hajji Orhan Baba. “Significado de Islam. Historia del Sheikh que envió por flores a sus derviches.” Jueves 10-03-2011