Bismillahir Rahmanir Rahim.
En la noche de ayer estuve conversando con un hermoso ser humano, como ustedes saben siempre digo que el mejor Sheikh es el corazón de cada uno. Y mientras hablaba con ella me vino a la mente la imagen de quien fue mi maestro, de quien me inició en este camino, mi primer Sheikh, Hz. Muzaffer Efendi (ra). Frente a él, en los comienzos del año mil novecientos ochenta, junto con mi esposa Kevser, tomamos la shahada en nuestra casa. Los había invitado a que vinieran a comer. Por ahí hay fotos de esa jornada que andan dando vueltas. Les gustó, y cada vez que llegaban a Estados Unidos querían hacer un pic-nic. Los turcos aman los pic-nics.
Ahora bien, Muzaffer Efendi (ra) hablaba turco, pero en mi caso no. Entonces eso generaba un problema para la comprensión de lo que significa este camino. Tosun Baba (ra) cumplió ese rol conmigo.
Les repito, cuando hablaba con este hermoso ser humano y con su esposo, por ejemplo, recordé cuando llegué por primera vez al viejo dergah de Spring Valley, y todas las sensaciones que experimenté al entrar. Y allí estaba Tosun Baba (ra), como están arrodillados ustedes. En aquella época tenía el bigote turco, con las puntas hacia arriba. Fue mi primera impresión de él, y me invitó a que me sentara a su lado. Y bueno, aquí estamos, casi cuarenta años más tarde. Tosun Baba (ra) llegó a mi corazón con mucha fuerza.
Cuando ustedes entregan comidas una vez por mes llaman a eso “El umbral”. Alguien me pidió en un momento que seleccionara un nombre para ese acto y dije “El umbral”, por una sencilla razón. Muchos de ustedes han estado en Istanbul, pero para aquellos que no han estado allí y no conocen esto, los sultanes otomanos usaron el Palacio de Topkapi por cientos de años, hasta el final, menos de cien años en que se mudaron a un palacio más moderno que construyeron, imitando a los palacios franceses. Esta fue la época de los otomanos, lamentablemente.
En mi primera visita al Palacio de Topkapi, fui con Tosun Baba (ra), y llegamos a la sala donde se encuentran guardadas las reliquias de antiguos profetas. En dicho lugar hay muchas cosas, incluyendo la espada de doble hoja de Hz. ‘Ali (ra), y también está uno de los mantos del Profeta Muhammad (saws) que no se puede ver, está guardado dentro de un cofre, entre muchas otras cosas muy hermosas.
El día que llegamos a esa sala, antes de entrar, Tosun Baba (ra) se paró, se puso de rodillas, y besó el umbral de entrada a ese cuarto, y dijo: “Quisiera ser ese umbral.” Esas como muchas otras cosas quedaron grabadas en mi corazón por lo que significaba ese dicho y ese acto.
Tosun Baba (ra) tenía una conexión muy especial con Hz. Muhammad (saws). Cuando llegamos en mi caso, por primera vez a Medina Al-Munawwarah, un tiempo más tarde, pero en mil novecientos ochenta, él y otro hermano nuestro, ambos están en el Más Allá, se pararon enfrente de donde está enterrado Hz. Muhammad (saws), en la mezquita, y empezaron a llorar, por la emoción, por el contacto y por lo que él significaba.
Ustedes saben que en el dhikr el Sheikh menciona a los cuatro grandes qutubs, y al primero que menciona es al más grande de todos ellos, Hz. Abdul Qadir Al-Gilani (ks). Tosun Baba (ra) también tenía una conexión muy especial con él.
En Tasawwuf para aquellos que se preguntan qué es un qutub, nosotros consideramos que hay un gobierno divino en el mundo. Este gobierno, en todas las épocas, desde el comienzo de la humanidad y hasta el final de esta existencia, hay alguien que lo preside y lo llamamos el qutub. Dicho qutub a su vez tiene tres asistentes, y entre los cuatro cada uno se ocupa de uno de los rincones de la Tierra: norte, sur, este y oeste. Esos cuatro a su vez tienen siete asistentes en total, no hay siete por cada uno. Y éstos a su vez tienen cuarenta asistentes.
No es posible conocer quién es el qutub. Cuando su posición es descubierta, inmediatamente, ese ser parte al Más Allá y uno de los tres asistentes lo reemplaza, y uno de los siete se suma a los tres para volver a ser cuatro, y uno de los cuarenta hace lo mismo a su vez.
A Hz. Abdul Qadir Al-Gilani (ks) lo llamaban el “qutub de qutubs”. Fue el hijo de una mujer santa, su primer nombre era Fatimah (ra). Desde la más temprana edad él fue un niño prodigio en todo aspecto. Nació en un pequeño pueblo cerca del Mar Caspio. A los dieciocho años de edad llega a Bagdad, porque quería aprender más. Bagdad era el centro de todo el mundo musulmán. Hablamos de la época de oro del Islam, que tuvo lugar en el siglo XI.
Llega entonces a Bagdad, pero se encuentra con Al-Khidr (as), quien es el profeta que está y estará hasta el Final de los Tiempos, y le dijo: “Allah (swt) te ordena que no entres a Bagdad por siete años.” Y lo envía al desierto, a vivir, a rezar, a meditar, sin nada más que lo que tenía puesto. Hz. Abdul Qadir Al-Gilani (ks) entendió y Al-Khidr (as) volvía una vez por año para ver cómo estaba. ¡Qué fuerza, qué increíble compromiso con este camino! ¡Allah, Allah, Allah!
Y así pasaron los siete años, Al-Khidr (as) se le aparece y le dice: “Allah (swt) ahora te ordena que ingreses a Bagdad.” Así lo hizo cuando tenía veinticinco años, y demostró su increíble capacidad de comunicarse, de enseñar. Fundó la más grande de todas las Tariqas, la Qadiriyah; y tenía cientos de miles de discípulos en todo el mundo. Reyes y pobres lo visitaban continuamente, él no iba a visitar a la gente del poder. A quienes veía les cambiaba la vida. Tal era su estado espiritual.
Una de las tantas anécdotas nos dice que aquellos que estaban en la Orden Qadiriyah se encontraban protegidos. Él tenía una joven discípula en Ceilán, hoy en día llamada Sri Lanka, una isla que se encuentra ubicada al sur de la India. Él vivía en Bagdad. De pronto, un hombre ataca a la joven con intenciones de violarla. Ella empieza a gritar: “¡Ya Hz. Pir, ayuda! ¡Ya Hz. Pir, ayuda! ¡Mira lo que me está pasando!” En ese momento Hz. Pir Abdul Qadir Al-Gilani (ks) estaba en una fuente, en Bagdad, tomando ablución para hacer el salat, siempre rodeado de discípulos. Éstos lo ven con el rostro transformado por una ira enorme, él jamás se enojó por algo que alguien pudiera hacerle, pero no permitía que nadie tocara a su gente. En aquella época para hacer la ablución mucha gente usaba sandalias de madera. Él se agachó, tomó una de sus sandalias de madera, lo arrojó al aire, todo el mundo miraba, pero la sandalia voló de tal manera que cayó en la cabeza del hombre que quería violar a su joven discípula. Dicen que esa sandalia de madera todavía se encuentra en Sri Lanka. Hz. Abdul Qadir Al-Gilani (ks) fue un ejemplo para el ser humano. Y este sohbet es en honor a mi maestro Tosun Bayrak Al-Yerrahi (ra).
Mucha gente, como gente del gobierno, visitaba a Hz. Abdul Qadir Al-Gilani (ks) para pedirle consejos y demás. En este caso fueron emisarios de la India, querían que por favor les enviara un maharajá, un rey con ellos, para que se ocupara de todos los asuntos de estado de aquel país.
A todo esto, Hz. Abdul Qadir Al-Gilani (ks) tenía muchos discípulos, entre ellos uno que lo había servido durante por cuarenta años. Éste discípulo cumplía con todas las obligaciones que había en la Tariqa: realizaba todos los rezos supererogatorios, hacía todos los ayunos, cumplía todos los ders (lecciones), leía el Corán i-Kerim, cumplía con las noches de vigilia, etc. Y este derviche que veía que mucha gente que había pasado mucho menos tiempo que él en la Tariqa, cada vez que se solicitaba a un ministro, un consejero, un abogado, un juez, iban a ocupar estas posiciones.
El derviche que había servido tanto tiempo ya estaba entrado en años, quería una posición más o menos fácil en sus últimos días de su vida en esta dimensión terrenal. Entonces le habló a Hz. Abdul Qadir Al-Gilani (ks) y éste le respondió solamente: “Eyvallah.” Así que aparecen los emisarios de la India y Hz. Abdul Qadir Al-Gilani (ks) se da vuelta, lo mira al viejo derviche y le dice: “¿No te gustaría esa posición? Posición de rey. ¿La querrías para ti? ¿Estás listo para ella?” El derviche, por supuesto, no contestó, los emisarios se retiran, y este derviche que era cocinero del dergah vuelve a su tarea, esa noche había mucha gente y debía servir un postre. El mismo se preparaba en ollas enormes, no sé si algunos de ustedes han hecho el servicio militar en Argentina, lo dudo, pero en mi caso lo hice y se hacían en las ollas donde también se hacían los guisos y demás cosas. Estas mismas ollas existían en la antigüedad. El viejo derviche estaba con una espátula de madera enorme, revolviendo el postre. Mientras estaba haciendo esto aparece un mensajero y le dice: “Los emisarios te están esperando para que partas hacia la India con ellos.” Entonces el derviche deja todo, se saca el delantal que tenía y se va rumbo a la India. Llega, se instala como el maharajá, y comienza su travesía en el mundo.
Antes de partir, Hz. Abdul Qadir Al-Gilani (ks) le preguntó si él se sentía listo, le dijo: “Te voy a recomendar a ellos, pero hay una condición: la mitad de todas las riquezas que acumules, de todas tus pertenencias, mientras seas rey, las debes compartir conmigo.” El derviche dijo: “Eyvallah mi Sheikh.” En ese momento se va, revuelve el postre, lo van a buscar y parte hacia la India.
Pasa el tiempo, las semanas, los meses y los años, y el viejo derviche acumulaba más riquezas: construyó palacios, tenía ropa y lujos que nadie se puede llegar a imaginar, se casó, tuvo un hijo, joyas, oro, etc. Todo lo que ustedes se pueden llegar a imaginar, este derviche como rey, en ese lugar de la India, lo había acumulado. Y muy pronto se olvidó de los cuarenta años, se olvidó de su Sheikh, se olvidó muchas de las cosas que había aprendido.
Un día, Hz. Abdul Qadir Al-Gilani (ks) le envió un mensaje diciendo que él iba a visitarlo. Cuando llega ve todo eso y le dice: “Recuerdas nuestro convenio, ¿no es cierto?” Y el derviche le dice: “¿Convenio?” Hz. Abdul Qadir Al-Gilani (ks) le dice: “Sí, que de todo lo que acumularas, todas tus pertenencias, el cincuenta por ciento sería mío.” El derviche dice: “Sí mi Sheikh. Eyvallah. Lo recuerdo.” El Sheikh le dice: “¿Por qué no haces una lista de todo eso?” El viejo derviche se pone a trabajar, prepara la lista, pero no quería compartir todo, mitad y mitad, y había muchas cosas, riquezas y demás que no aparecían en esa lista. Lleva la misma a Hz. Abdul Qadir Al-Gilani (ks), la mira, se sonríe y le dice: “Quiero toda mi mitad y me la voy a llevar. También me enteré que tienes un hijo, ¿no es cierto?” El derviche le dice: “Sí mi Sheikh, uno solo. Si tuviera dos, le daría uno, pero tengo uno solo.” El Sheikh le dice: “¿Lo puedes traer? Me gustaría conocerlo.” El derviche le dice: “Cómo no.” Lo mandan a buscar, lo traen y cuando aparece el chico, Hz. Abdul Qadir Al-Gilani (ks), se para y saca una espada y dice: “Podemos compartir a este niño, mitad para ti, mitad para mí.” Levanta la espada para cortarlo por la mitad, y cuando estaba bajando la espada, el derviche se despierta y estaba todavía mezclando el postre. Y Hz. Abdul Qadir Al-Gilani (ks) le dijo: “¿Te das cuenta por qué no puedes ser? Porque no estás listo. Nunca te entregaste”.
Este camino, el camino del Creador, demanda esa entrega, y hasta que no comprendamos ese secreto no vamos a avanzar.
Mi Sheikh aprobó la traducción del libro, “El secreto de los secretos”. Creo que lo tienen allí en castellano. La historia que les acabo de relatar está, por supuesto, traducida ahí, en la introducción al libro, “El secreto de los secretos”, de Hz. Abdul Qadir Al-Gilani (ks), hecha por Tosun Baba (ra). Este sohbet es en su honor, y él concluye dicha introducción al libro deseando que Allah (swt) esté complacido con el alma de Hz. Abdul Qadir Al-Gilani (ks), y ruega que en el Más Allá alguien interceda por su alma, y agrega: “Y también por el alma de aquellos que lean estas palabras.” Y en mi caso agrego: “Y que también interceda por las almas de aquellos que escucharon las palabras escritas por Tosun Baba (ra)”.
Les ruego, si pueden, reciten Al-Fatiha por el alma de Tosun Baba (ra), y por las almas de todos aquellos que fueron influenciados por sus acciones. Entre ellos se encuentran todos ustedes, pues el dergah no existiría si él no me hubiera aceptado en Spring Valley, y luego Sefer Efendi (ra), que me ordenó abrir un dergah en la Argentina. Gracias a esa orden de Sefer Efendi (ra), hoy estamos nosotros hablando. Nuestro hermano Mahmud Baba (ra) fue parte de ese grupo, así que incluyan el alma de él en la recitación de Al-Fatiha, como así también por las almas de los Yerrahis de la Argentina que han partido al Más Allá, entre ellos el alma de nuestro hermano Hasan y el alma de nuestro hermano Hajji Abdul Hakim, que partió la Más Allá una semana después de haber completado el Hajj, y por el alma de cualquier otro Yerrahi de la Argentina que haya partido al Más Allá. También reciten Al-Fatiha por el alma de nuestro hermano Omar Joray, quien era un personaje muy especial. Lo quería muchísimo. Un día llegué a Chile, iba a una de las plazas principales de allí, y se paró en una silla, empezó a invitar a la gente anunciando que vendría un gran Sheikh, que era Tosun Baba (ra). Y así empezó el dergah en Chile, con Omar Joray parado en la plaza y arengando a la gente. Los comienzos de la Yerrahiyyah, ¡Alhamdulillah!
Ruego que acepten este sohbet en nombre de un hermoso ser humano como fue Tosun Baba (ra), y también cuando hagan sus du’a, les pido que los defectos de este faqir, sean perdonados por Tosun Baba (ra).
As Salam ‘alaykum wa rahmatullah wa barakatuh.
Sohbet de Hajji Orhan Baba. “Hz. Pir Sultán Sheikh Abdul Qadir Al-Gilani (ks).” Sábado 6-4-2019