El Perdón

 

 

Bismillahir Rahmanir Rahim

 

Deseo tocar un tema que me preocupa porque está ocurriendo entre nosotros, y lo he visto en todos lados, en cada lugar al que hemos ido.

La parte positiva de esto es que vi a personas sin medios llevar adelante esas situaciones, con una dignidad y una fuerza espiritual, que tocó lo más profundo de mi corazón. Maravillosa experiencia.

Por otra parte, está la cuestión del perdón, especialmente de perdonar a otros por lo que nos hacen.

La mayoría de las veces tomamos una situación de ese tipo como algo que es un problema de la persona que nos hiere o nos ha herido o nos ha causado problemas, y quiero decirles que no es así.

Cuando la acción de otro provoca una reacción en nosotros, eso se convierte en nuestro problema también.

Separemos el hecho de que tengamos razón o no acerca de quién sea el culpable o no de la situación.

El punto es que nosotros tenemos una reacción, y ésta es ira, un rechazo, y tenemos que comprender que seremos prisioneros de nuestras emociones hasta que podamos liberarnos de esos sentimientos.

Esa ira, ese pequeño rencor, esos sentimientos que están dando vueltas en nuestro interior constituyen un veneno para el alma.

Allah (swt) nos ha otorgado el intelecto. Acceder a ese regalo conlleva una responsabilidad. Cuanto más alto es el intelecto de la persona, mayor es su responsabilidad con respecto a todo lo que nos rodea, a la Creación de Allahu Ta’ala y con nosotros mismos. Por ejemplo, el caso de niños pequeños. No los hacemos responsables porque el intelecto, si bien existe en ellos, no saben cómo manejarlo, no están capacitados para tomar decisiones.

Aquellos que tienen problemas psíquicos, los esquizofrénicos, tampoco son responsables, pues el dominio del intelecto no corresponde al estado en el cual se encuentran.

Luego tenemos a aquello que son ignorantes, que realizan actos, muchas veces guiados por amor, aunque éste sea mal enfocado. Muchas veces toman decisiones, llevan a cabo actos que nos hieren, y muy gravemente en muchas ocasiones. Sin embargo, aquellos que los cometen no saben que están haciendo algo que está tan mal. En las mentes de ellos estas acciones nacen con la intención de proteger a aquellos que aman. No tienen consideración por lo que nosotros queremos, que es diferente a aquello que ellos desean para nosotros.

Todos cometemos errores, no hay excepción. La excepción en la raza humana fueron los profetas, que han cometido lo que aparentemente eran errores, simplemente para enseñarnos algo específicamente.

Está el perdón de Allah (swt) y está el perdón del ser humano.

Allah (swt), en el Corán i-Kerim, usa el nombre Al-Ghafur, que aparece allí, setenta veces. Ese nombre significa, Aquel que cubre, Aquel que esconde, Aquel que perdona. Allahu Ta’ala hace todas esas cosas con nosotros.

Él nos perdona, y nos dice en muchas de las aleyas, que debemos buscar Su perdón.

Otro nombre, Al-‘Afuu. Este nombre aparece en el Corán i-Kerim cinco veces. Y significa liberar, restaurar; y es lo que Allah (swt) hace cuando nosotros perdemos nuestro honor cometiendo actos que no son aprobados por el Él.

Otro nombre es At-Tawwab, aparece once veces en el Corán i-Kerim, y significa que cometemos errores, Allah (swt) nos perdona, volvemos a cometer errores y Él continúa perdonándonos.

Al-Khaliq es otro nombre mencionado quince veces en el Corán i-Kerim. Ar-Rahman, que es mencionado cincuenta y siete veces, y Ar-Rahim, ciento quince veces.

El Corán i-Kerim nos muestra y nos habla de que Allah (swt) es quien castiga y quien nos perdona.

Hay muchas historias de Hz. Muhammad (saws) que hablan de su increíble capacidad para perdonar.

Por ejemplo, una vez fue a Taif, a llevar la palabra de Allahu Ta’ala. Y cuando llegó a ese pueblo, la gente lo insultó, le arrojó piedras, a tal punto que debió retirarse porque corría peligro su vida. En cierto momento se detiene debajo de un árbol a descansar y allí mismo desciende el arcángel Gabriel (as) y le dice: “Allah me ha enviado a destruir a toda la gente de Taif por lo que le han hecho a Su amado”.  Pero Hz. Muhammad (saws) pidió a Allah (swt) que perdone a la gente de Taif porque lo que habían hecho fue por ignorancia.

Y quiero poner énfasis en el hecho de que estos sentimientos de ira, de rencor, se convierten en nuestro problema si no perdonamos. Si nosotros queremos que Allah (swt) nos perdone, nosotros debemos hacer lo mismo con aquellos que han cometido errores y nos han causado heridas.

Cuando Hz. Muhammad (saws), y creo que todos ustedes habrán leído acerca de la vida del Profeta (saws) y estarán en conocimiento de todo el sufrimiento que él y sus compañeros padecieron, al comienzo de Islam, cuando éste fue revelado y él estaba todavía en Meca. Muchos de ellos perdieron la vida, a otros el Profeta (saws) los hizo emigrar a Etiopía, y finalmente él debió emigrar para salvar su vida.

Tiempo después el Profeta (saws) regresa a Meca, victorioso, con su ejército, y le pregunta a la población qué pensaban ellos que él debía hacer con ellos, como castigo.  Y todos comenzaron a apelar a su misericordia. En respuesta lo único que se escuchó fue, de su bendita boca: “Hoy voy a decirles a ustedes lo que Yusuf (refiriéndose al Profeta Yusuf [as]) les dijo a sus hermanos: No tienen culpa hoy, están libres. Vayan”.

Eso generó un sentimiento de alivio, un sentimiento de arrepentimiento, y la mayoría de la población buscó hacer la shahada y aceptar Islam a través de este acto de generosidad del Profeta (saws).

Entre la gente que fue perdonada estaba Hind, quien causó la muerte del tío del Profeta (saws) a quien él tanto amaba, Hamzah (ra). Cuando lo mataron a éste, lo descuartizaron, y luego Hind pidió que le sacaran el hígado, y lo empezó a morder, en un acto de reprobación, de extrema crueldad. Así que su vida se encontraba totalmente en las manos del Profeta (saws). Y ella también fue perdonada. Lo único que Hz. Muhammad (saws) le pidió fue: “Por favor, cuando estemos haciendo el salat, no te ubiques cerca de nosotros. Ve hacia atrás.”  Pero esto no se debió a que él sentía ira hacia ella. Simplemente, no quería que, al verla, su corazón recordara a Hz. Hamzah (ra) mientras debía recordar a Allahu Ta’ala. No quería esa distracción.

Otro acto de benevolencia tuvo lugar en una de las campañas, en que Hz. ‘A’ishah (ra) se queda atrás mientras la caravana parte, y un compañero del Profeta (saws) llamado Safwan (ra), se da cuenta de esto, regresa a buscarla, y luego de muchas horas alcanzan a la caravana.

El hecho de que un hombre haya ido a buscar a Hz. ‘A’ishah (ra) y de que estuvieran tantas horas solos, dio lugar a que las malas lenguas comenzaran a hablar mal de ella. Era un problema de honor.

En aquella época los problemas de honor se decidían de una manera muy brutal.

Mistah fue una de esas personas implicadas en esta clase de chismoseo. Era sobrino de Hz. Abu Bakr (ra), quien lo ayudaba económicamente, lo ayudaba a mantenerse. Es decir, era alguien de la familia de Hz. ‘A’ishah (ra). Sin embargo, no tuvo ningún problema en hablar de manera muy desagradable en contra de ella.

A todo esto, Hz. Abu Bakr (ra) se enteró de lo sucedido, se enojó mucho, y dijo: “No voy a ayudarlo más.” Y esta gente, Mistah y su familia, necesitaba de la ayuda de Hz. Abu Bakr (ra). Cuando éste se disponía a hacer eso recordó lo que Hz. Muhammad (saws) le decía acerca de las palabras de Allahu Ta’ala: “Si tú deseas que Allah (swt) te perdone, ¿no te parece que debieras hacer lo mismo con aquellos que cometen actos en tu contra?”

Y así fue que esa noche reflexionó acerca de esto y, a la mañana siguiente, no solamente continuó ayudando a su sobrino, sino que incrementó la ayuda que le daba.

Por último. Un día estaba Hz. Muhammad (saws) reunido con sus compañeros, y les dijo: “Ahora conocerán a un habitante del Paraíso. Está por entrar.” Y entró un beduino, un hombre simple, común, como todos nosotros; no tenía nada en especial.

Entonces se disponen a hacer el salat, luego este hombre se retira y, uno de los sahabis que tenía gran curiosidad, sigue al beduino.

Cuando llega el momento, se presenta el sahabi en la casa del beduino, haciéndose pasar por un viajero que necesitaba que lo alojaran por tres días, como es costumbre en Islam.

El beduino estuvo de acuerdo, y durante esos tres días el sahabi no vio nada diferente, nada que lo hiciera tan especial a su huésped como para ser un futuro habitante del Paraíso.

Finalmente, el sahabi le dice quién es, le confiesa cuál era el propósito de haberse quedado en su casa, le comenta lo que el Profeta (saws) había dicho. Y el hombre estaba totalmente sorprendido por ese comentario. Entonces el sahabi le pregunta al beduino: “¿Qué es lo que tú haces que es tan especial?” A lo que el hombre le responde: “Realmente no hago nada. Lo único que hago es lo siguiente: todas las noches, antes de ir a dormir, perdono a todos aquellos que me hayan causado algún daño. Le pido a Allah (swt) que los perdone, y eso me permite dormir tranquilo”.

Ruego que todos nosotros, sin excepción, tomemos estas palabras y estos ejemplos de aquellos que nos precedieron y, sin ninguna duda, se encuentran en un nivel mucho más alto que el nuestro.

Si quieren ser libres, dejen estos sentimientos atrás.

Este camino tiene todo que ver con esos estados, con esas decisiones. Si ustedes no lo hacen serán esclavos de esos sentimientos hasta el día en que puedan removerlos de vuestros corazones.

Les ruego que recuerden estas palabras, y ruego al Creador nos permita vivir de acuerdo a estos ejemplos el resto de nuestra existencia en esta tierra.

 

As Salam ‘alaykum wa rahmatullah wa barakatuh.