El Camino de Regreso a Allah

 

 

Bismillahir Rahmanir Rahim

 

Vamos a hablar de este Camino que es el Tasawwuf, el Sufismo. Dado que intentar hacer una descripción de él nos llevaría toda una vida, y aun si quisiéramos aludir tan sólo a sus puntos esenciales, esto nos demandaría muchas horas. Intentaré dar una perspectiva lo más abarcadora posible de lo que es infinito, porque constituye la más difícil aventura que puede emprender un ser humano: el regreso en vida a Allah (swt), su Señor y Creador.

Puesto que, Alhamdulillah, pertenecemos a la Tariqah Yerrahi, digamos unas palabras acerca de lo que esto significa. Tariqah es la palabra que denomina lo que se traduce por Cofradía u Orden. Yerrahi en árabe significa “doctor”, en este caso un título simbólico que se da a aquellos que son los doctores del corazón. El santo fundador de nuestra Tariqah es Hz. Pir Nureddin Al-Yerrahi (ks), quien vivió en Istanbul en el siglo XVIII.

Aunque no estuvo mucho tiempo en esta tierra, los pocos años que vivió le bastaron para llegar a un elevado estado espiritual. Hz. Pir Nureddin Al-Yerrahi (ks) perteneció a una de las familias mas prósperas de la vieja ciudad de Istanbul, y como muchos jóvenes de su posición social, había estudiado con esmero la jurisprudencia islámica. Por sobresalir en los estudios, el gobierno de la época lo envió a Egipto, que por entonces era parte del Imperio Otomano, con la función de Qadi, un juez de alto cargo. Pero el mismo día en que estaba programada su partida, una ferocísima tormenta impidió que pudieran salir los barcos que partían del lado asiático, y Hz. Pir Nureddin Al-Yerrahi (ks) tuvo que permanecer en la hermosa Istanbul.

Ocurrió entonces que su tío, un derviche seguidor de este camino, lo llevó a ver a un Sheikh y, simplemente al verlo, le dijo: “Bienvenido Nureddin.” Tales cosas ocurren como la total manifestación de lo que está escrito en el destino de un hombre, muy especialmente si se trata de un auténtico hombre del Camino como fue Hz. Pir Nureddin Al-Yerrahi (ks). Después fue enviado por su trabajo a la parte de Istanbul, que corresponde a la vieja Bizancio, del lado europeo en el lugar que se llama Karagümrük, y Hz. Pir Nureddin (ks) fundó allí nuestro dergah, donde se encuentra desde entonces hasta el día de hoy.

En nuestra Tariqah lo sucedieron diecinueve Sheikhs. El último en irse al Más Allá fue el Sheikh Sefer Efendi (ra), y su antecesor fue Muzaffer Efendi (ra), a su vez el antecesor de Muzaffer Efendi (ra) fue Fahreddin Efendi (ra).

Fahreddin Efendi (ra) fue Sheikh de la Yerrahiyyah, la Tariqah Yerrahi, por sesenta años de intensa entrega, pues aquellos que aceptan esta profesión, si la podemos llamar profesión, le dedican la integridad de sus vidas. Por cierto, es lo mismo que hace un monje o una monja en el cristianismo, o en cualquiera de las religiones del mundo. Y hablamos de todos ellos con profundo respeto, pero el Camino que amamos y conocemos, el de nuestra Tariqah, es el Sufismo, el Tasawwuf, que – como no nos cansaremos de repetir- no es distinto del Islam, es inseparable del Islam.

Sufismo significa dedicar la integridad de la vida a Dios. Y esto supone un compromiso directo, donde no hay intermediarios. Es una relación íntima que se produce a través del deseo de un individuo, hombre o mujer, de regresar a Dios en vida.

Pero en verdad mis palabras no pueden de ninguna manera alcanzar la sublime belleza de un Camino que nos da los medios para que nos conozcamos a nosotros mismos, para que podamos conocer a Nuestro Señor. El Camino del Sufismo es un viaje de retorno a nuestra esencia, una travesía hacia aquella esencia que fue dada al Profeta Adam (as), el primer hombre, al comienzo de la Creación. Todos la tenemos, como descendientes de Adam (as), todos tenemos ese potencial. Por eso mismo, nuestras almas nos impulsan a diario a buscar, a continuar buscando. Porque esto es lo propio del ser humano. Continuamente está buscando algo, investigando, deseando saber, adquirir conocimiento. Muchas veces sabemos por qué lo hacemos, y otras veces, simplemente no sabemos y continuamos buscando algo, sin saber incluso lo que estamos buscando.

El derviche es el buscador por excelencia, pero no se trata de alguien que busca cualquier cosa por simple curiosidad, lo único que busca es a Dios. Por eso hay que recordar una vez más que el Camino a Allah (swt), que es el Sufismo, es la vía del Islam y no se puede siquiera pensar en realizar Sufismo sin Islam, porque ya no se puede llamar Sufismo. Nosotros, derviches, somos musulmanes y por lo tanto en nuestro Camino hay dos cosas que guían nuestras vidas: el Corán-i-Kerim, que es la palabra de Allah (swt), como le fue revelada a nuestro Profeta Muhammad (saws) y como ha sido depositada en forma de libro por aquellos que estaban a su lado, y cuidada por la tradición posterior. Y la segunda es la Sunnah, el ejemplo del Profeta Muhammad (saws), conservado en las tradiciones de los hadices, que nos revelan significativas palabras de nuestro amado guía, y que nosotros intentamos imitar en la medida en que cada uno puede para crecer en el Camino.

De tal manera, al comenzar esta sección, nos encomendamos a Allah (swt).

Bismillahir Rahmanir Rahim.

Según se dice, son muchos los caminos hacia la verdad. Este, el Camino del Tasawwuf, es el que nosotros conocemos y amamos e intentamos transitar. Los hombres más sabios lo han considerado el más directo para arribar a la Verdad Divina, expresada con todo su poder en nuestra tradición: Dios es único, indivisible, y está más allá de la suma de Su Creación. No podemos imaginar quién es nuestro Creador. Lo único que podemos hacer es percibir Sus manifestaciones en la creación y aumentar nuestra comprensión, y de este modo llegar a comprender nuestra esencia y llegar a Él, Insha’Allah.

Ahora bien, los aspectos concretos del Camino son de índole individual, dependientes de cada individuo. Así como cada uno es distinto en su constitución física, y posee sus aspectos fuertes y sus aspectos débiles, y resulta necesario un equilibrio entre ambos para que exista estabilidad en el individuo, lo mismo sucede con la otra parte, su naturaleza espiritual, con sus puntos fuertes y sus puntos débiles. Del equilibrio entre ellos dependerá, precisamente, el modo en que alguien pueda transitar este Camino, si una persona puede llegar a transitar este Camino de una manera recta o puede desviarse. Porque es importante tener presente que no hay nada más fácil que el extravío. Resulta habitual quedarse entretenido en ciertos aspectos de la cuestión y olvidarse del único propósito que tiene nuestra existencia, que es encontrar a Dios.

Precisamente, como un antídoto contra el extravío este Camino nos brinda conocimiento, un conocimiento profundo y complejo que nos habla de la compleja profundidad de la realidad. y ciertamente nos enseña que la Creación posee muchas dimensiones, diversos niveles. La inteligencia humana no puede en verdad abarcar todas estas infinitas dimensiones, pero sí comprender un esquema de los niveles fundamentales para llegar a conocer cuál es su lugar en el mundo. Tal es nuestra intención: presentar las diversas dimensiones de la existencia en la manera en que las expone nuestra tradición.

La primera dimensión es precisamente la de la preexistencia, del estado en que se encontraban nuestras almas cuando Allah (swt), nos preguntó: “¿No soy Yo vuestro Señor?”  y todos respondimos que sí, menos uno. En ese estado teníamos percepción de la magnificencia de la presencia de Allah (swt), una intensidad y magnitud tan extremas que produce que las almas se olviden de su propia existencia, porque están absolutamente absorbidas por Él. Por eso se cuenta que cuando el Profeta Moisés (as) le pidió a Allah (swt) que se manifestara, El Creador le dijo que no era posible, porque si lo hiciera, la creación dejaría de existir instantáneamente. Hasta tal punto que se manifestó en una montaña y ésta desapareció.

Ahora bien, Allah (swt) quiso ser conocido y por eso realizó la creación, el estado en el cual las almas se encuentran en la actualidad. En la preexistencia estábamos absolutamente encandilados por Su presencia, de manera que Él les ordenó a las almas de acuerdo al orden divino, que desciendan a este nivel de la creación. En nuestra tradición se dice que el alma humana desciende al cuerpo en la octava semana de la gestación. Hasta que eso ocurre las almas residen en el Malakut, la dimensión a la que nos referimos como preexistencia. Por eso es bueno recordar que el día quince del mes de Sha’ban, Allah (swt) comunica a Sus ángeles quiénes van a seguir viviendo en los próximos doce meses, y quiénes van a abandonar esta dimensión en que nos encontramos actualmente, en ese mismo período. Nosotros consideramos esa noche muy importante, es una noche en la que quisiéramos que Allah (swt) nos encuentre rezando toda la noche hasta el alba, hasta la recitación del Salat Al-Fayr.

El alma desciende al cuerpo del embrión humano y atraviesa setenta mil velos, esos setenta mil velos son los que separan el mundo sutil del mundo material. Y luego el bebé llora al entrar al mundo, simplemente porque el alma lanza su última queja, su lamento, porque atravesó el ultimo velo que lo lleva a este mundo, donde no quisiera estar. Así comienza nuestra existencia en este mundo, donde el alma se une al cuerpo y de acuerdo a los años que están determinados para cada uno de nosotros, el alma va a convivir en ese vehículo que llamamos cuerpo humano.

 

A su vez, cuando ese período se termina, vamos a lo que se llama el Barzakh. Barzakh es una palabra que se puede traducir aproximadamente por “intervalo”, aunque no lo es en el sentido ordinario del término. Pues nadie sabe si va a ser una larga espera, ni cuándo va a llegar el día del Juicio Final. Allah (swt) sabe más, Allah (swt) lo sabe. Barzakh significa intervalo, pero también “barrera”, “separación”. Y esa barrera invisible existe también en el mundo. En el Corán i-Kerim (“Surah Ar-Rahman” 55: 20), existe una alusión al Barzakh, refiriéndose en ese caso a la separación que existe entre los mares y los océanos.

Existe entre ellos agua de una densidad diferente a ambos, que los separa e impide que   se toquen. Pero si quisiéramos verlo, eso no sería posible. Sin embargo, los oceanólogos contemporáneos lo detectaron cerca del peñón de Gibraltar, como lo ha demostrado el famoso investigador Jacques Cousteau, al medir la diferencia de la salinidad del Atlántico y el Mar Mediterráneo. Al comprobar la gran diferencia existente entre la densidad de uno y otro, un científico musulmán les hizo conocer el texto del Corán.

Ahora bien, esta barrera es invisible, pero al mismo tiempo poseemos conocimiento de que nos iremos a otro lugar; no podemos ver el Más Allá pero sabemos de su existencia. Es decir, sabemos y no sabemos. El Más Allá es algo existente porque tenemos conocimiento de él, y es no-existente porque no podemos tocarlo o verlo. Es negado porque no podemos ver su existencia física y es afirmado, porque Allah (swt) nos habla de su existencia física en el Corán-i-Kerim.

De tal modo, la parte más elevada de nuestra mente racional llega a concebirlo y a comprender que vamos a ir a una dimensión de la realidad en donde la razón no va a existir y la forma de nuestra existencia va a cambiar totalmente, una existencia puramente espiritual, sin soportes corporales de ninguna especie. Por lo tanto, si hacemos una comparación, deberíamos aceptar que esta dimensión a la que aludimos es semejante a la imaginación humana, en tanto esta es capaz de concebir esa otra existencia. Y, asimismo, la imaginación nos es conocida, pero no podemos localizarla con precisión ni podemos circunscribirla al intelecto, ni ubicarla exclusivamente en otra función determinada, pues justamente posee las mismas características que el Barzakh.

De tal manera, nos hacemos las siguientes preguntas, ¿en qué sentido decimos que el sueño existe? ¿En qué dimensión? ¿Acaso está condicionado por el tiempo y por el espacio? ¿Cómo se produce esa visión onírica en nuestro interior? Muchas veces, al levantarnos recordamos un sueño, y otras veces no. Pero eso que hemos visto en sueños nos ha resultado tan vívido y real. Por eso la dimensión de los sueños es tan interesante, porque nos habla de distintos grados o niveles de la realidad

Dentro de nuestra Tariqah a algunas personas les está permitido interpretar sueños, pero no todos los sueños son del mismo tipo ni de la misma procedencia. Existe un tipo de sueños de naturaleza divina, que no es necesario interpretar. Simplemente los tenemos y los recordamos, y es tan alta su procedencia, que no necesitan interpretación.

Y en segundo lugar se encuentran los sueños angelicales. Este tipo de sueño angelical contiene simbolismos, pero simbolismos representados por cosas que nosotros conocemos, se refiere a situaciones: gente, espacio, casas, árboles, flores, cosas relacionadas con nuestra vida concreta. Este tipo de sueño necesita interpretación. Tales sueños son los que interpretan las personas de nuestra Tariqah calificadas para eso. Y también existe el sueño diabólico, causado por fuerzas negativas de nuestro subconsciente, por deseos que tienen que ver con el mundo terreno. Y estos sueños no son interpretados porque no conllevan ningún simbolismo. Y el que tiene un sueño de ese tipo puede llegar a ver exactamente de dónde viene y darse cuenta de lo que tiene que hacer para corregirlo, para que no suceda más.

De manera tal, vemos que es posible para algunas personas percibir directamente ese mundo del Más Allá, para aquellos que a través de sus esfuerzos reconocidos por el Creador alcanzan altas estaciones espirituales y pueden verlo. En cambio, a nosotros nos está dado el tener ciertas visiones durante nuestros sueños.

Esta dimensión del Barzakh es, entonces, la tercera de las seis que hemos mencionado, siendo la cuarta, la resurrección. Es la conclusión de esta otra etapa de espera después de que el alma deja el cuerpo y espera el momento del Juicio Final. ¿Cómo llega a eso? La descripción está en el Corán-i-Kerim, y es similar en casi todas las religiones, aunque no entraremos en detalles de cómo sucederá. La cuestión es cómo vamos a ser resucitados, porque existen dos elementos que nos componen, y necesitan estar en buen orden para que la conclusión de esa etapa tenga un final feliz.

Cuando alguien comienza el Camino oye hablar de estas posibilidades, de trabajos tremendos para dominar el cuerpo y producir una conexión con esta parte más sutil, de los yoguis que soportan asombrosas pruebas y realizan increíbles demostraciones de control de su organismo y de su mente. Todos hemos oído incluso de gente que volaba por los aires. Pues hay quien se enamora de los aspectos del Camino en lugar de enamorarse de Aquel que creó el Camino y esta posibilidad.

Ahora bien, vayamos al punto nuclear de lo que estamos tratando. Nos estamos refiriendo a un estado que se llama Fana. Y tiene varias descripciones, pero si lo describimos de una manera simple significa perderse en Dios”, “desaparecer en Dios”. Si lo expresamos de una manera más correcta, lo denominamos la obliteración de la obliteración. Porque cuando nosotros descendemos del mundo espiritual y llegamos a esta tierra se produce una obliteración, una separación.

Pasamos de un estado absolutamente sutil y espiritual a uno que combina dos estados – el material y el espiritual – en esta Tierra. Y ese estado de llegada al mundo material es la obliteración de la preexistencia, es decir que, al existir en forma física, esa otra posibilidad desaparece, y aparecemos en la Tierra como vicerregentes, como Khalifas del Creador. Todo lo que ha sido creado ha sido creado para el ser humano, y el ser humano ha sido creado para Él.  Pero alguien que sigue los cánones, las pautas de este Camino religioso puede, a través de la Misericordia de Allah (swt), llegar hasta esta otra etapa de la obliteración de la obliteración, en la que esta parte humana desaparece, no se aniquila en su forma de manifestación, sino que se desvanece en la intensa sutileza, desaparece en Allah (swt).

No se convierte en Dios, nada se convierte en Dios, nada puede llegar a ser como Él es, pero aquellos que llegan a la sumisión total, a la absoluta condición de siervo como era la condición de nuestro Profeta (saws), realizan este estado altísimo que se denomina Fana. Algunos de los que llegan a ese punto permanecen en él, no significa que mueran, sino que toda conexión con el mundo material desaparece. Los Profetas, todos ellos, desde el primero hasta el último, alcanzaron ese estado porque era su destino hacerlo, algunos lo hicieron luego de una larga existencia en esta tierra, otros debieron esperar menos.

Por eso, este estado de Fana se describe como obliterar la obliteración, se cierra el cerramiento, el ser se abre ante Allah (swt) por completo y se pierde en Él. Y ¿por qué hablamos de eso? A mucha gente le gusta envolverse en contemplación, la contemplación espiritual, y desea alcanzar a través de la contemplación ese estado de Fana que acabamos de describir. Pero hay que tener conciencia de que éste es un estado muy sutil, muy difícil de comprender, y de que la certeza de que uno está llegando a ese estado, la mayoría de las veces está simplemente en nuestra imaginación, y les aseguro que nuestra imaginación tiene un increíble poder sobre todos nosotros. No podemos vivir sien ella, pero si la dejamos y no la controlamos, no tenemos disciplina, va a controlar nuestras vidas.

El estado contemplativo del individuo, entonces, no pertenece a este mundo, pertenece a la próxima dimensión, la dimensión del Barzakh, y si contemplamos la Creación de Allah (swt) en esta dimensión, en la que actualmente estamos, nos perdemos la oportunidad de trabajar sobre nosotros mismos y de recibir el Conocimiento Divino. Entendamos que no digo que no hay que contemplar, pero hay que contemplar aquello que pertenece a este mundo y el Fana, que es una estación alcanzada por poquísima gente en la creación, es algo que puede llegar a ser un objetivo, pero si lo buscamos no lo vamos a encontrar, porque es un regalo estrictamente de nuestro Creador para aquellos que trabajan sobre sí mismos. En verdad, lo ideal para el ser humano es trabajar como si nunca se fuera a acabar el mundo, pero rezar como si el mundo se acabara en los próximos treinta segundos. Ese es el mejor estado de alguien que es sincero en su búsqueda en cualquier religión.

Porque en tal estado de sinceridad, reconocemos que estamos hechos de carne y tenemos una parte espiritual, y advertimos que la mayor parte de las horas transcurren con poca conexión con Dios de manera conciente, porque nuestra preocupación está en cosas de este mundo. Nos ocupamos de sobrevivir y todo lo que ello significa, conectados con nuestra anatomía que va del ombligo para abajo. ¿Cuántos de nosotros, musulmanes, cumplimos con los cinco rezos diarios? Esta pregunta tiene que quedar entre cada uno y Allah (swt). Pero incluso los que llegan a hacerlo, ¿cuál es su relación con Allah (swt) el resto del día? En el conjunto de toda la vida ¿cuál tuvo conexión con Él? ¿Vemos en qué medida toda nuestra parte inferior – de deseos y supervivencia – nos hace olvidar de Allah (swt)?

En este sentido, la mejor de las épocas fue la época en que Hz. Muhammad (saws) estuvo en la Tierra. Se produjo una curva ascendente hasta llegar a Muhammad (saws), y a partir de ese momento comenzó la curva descendente hasta el momento en que, sea determinado por Allah (swt), esta dimensión, esta Tierra, esta existencia se va a acabar. Pero en realidad, no digo esto nada más que por un motivo, pues ¿qué nos importa cuándo va a ser el final del mundo? Lo que nos debe importar es cuándo va a ser el final del mundo para nosotros, es decir el día en que nos vamos a ir al Más Allá, en que vamos a dejar este cuerpo. Ese es el día final de nuestra existencia en esta Tierra, y esta existencia es el único período en la travesía del alma, en la posibilidad de transitar su regreso a Allah (swt), porque todo va a regresar a Él.

Pero la única oportunidad está en el tiempo presente, en la existencia actual, en el ahora. Ahora tenemos la posibilidad de tomar conciencia, de darnos cuenta, de estar presentes, de entender que nosotros fuimos creados para Él, y que nuestro deber es recordarlo, y en ello reside nuestra realización. No solamente cinco veces por día, sino cada vez que inhalamos o exhalamos tiene que estar presente Allah (swt). No es necesario hacerlo en voz alta, vestirnos con un turbante, o con alguna cosa así llamativa en absoluto. El derviche es invisible, se mezcla en la sociedad, trabaja, y debe ser un miembro útil de la sociedad en la cual reside. El derviche no se mete en política de ningún tipo, eso está absolutamente prohibido. Él está presente en su casa, con su mujer, sus hijos, sus nietos, y no va ostentando su estado espiritual con ninguna ropa que sea diferente.

El Día de la Resurrección, entonces, -regresando a este tema -si nosotros durante esta búsqueda espiritual hemos trabajado para adquirir conocimiento de Dios, y lo hemos llevado a la práctica con nuestras manos y con todo este ser carnal, si hemos vivido como seres humanos, no como un animal que vive del ombligo para abajo, entonces esa parte sutil va a ser resucitada de acuerdo a su esencia. Es decir, si la parte sutil trabajó para acercarse a Dios y se ha acercado a través de sus esfuerzos y su disciplina, así es como va a ser resucitada, y si la parte carnal ha trabajado, ha puesto en acción ese conocimiento también, va a ser resucitada en una forma hermosa. Pero si no lo hemos hecho, también vamos a ser resucitados, pero en una forma muy fea.

Ese día todo lo creado va a estar presente desde el comienzo hasta el final, sobre una misma superficie, habrá un puente sobre la oscuridad y toda la creación va a tratar de ir desde la oscuridad a la luz. Y toda la forma de la Creación será transformada por Allah (swt), y seremos enviados o al jardín o al infierno, a la próxima estación, la quinta.  No voy a describir aquí el Paraíso, sólo mencionaré cómo la tradición enseña la bella existencia del Paraíso, en otra dimensión.

Se representa a la creación en círculos concéntricos, y a la parte convexa de ese círculo elevado donde no hay estrellas y a la parte cóncava del próximo se los llama “El Círculo de las Mansiones Celestiales”, allí existe el Jardín, el Paraíso, esperando a las almas hasta que llegue el momento en que sean enviadas allí. Y las que no tengan la misma suerte irán a otro lugar, el infierno, en el círculo más bajo de los Siete Cielos.

 

Y de tal manera, el recuerdo de nuestro destino futuro ilumina la travesía presente, pues hay momentos increíblemente difíciles en este Camino. Algunas de las dificultades se presentan al comienzo. Romper los hábitos del cuerpo nos lleva un tremendo esfuerzo y nosotros pensamos que eso es difícil, pero si podemos conquistar esa primera parte que realmente es muy simple, vienen después las cosas verdaderamente difíciles. Porque en verdad la realidad no es tan simple, pues si no ¿por qué no rezamos todos a toda hora? ¿Por qué no estamos constantemente en estado de ablución? ¿Por qué no estamos presentes frente a Allah (swt) en cada cosa que hacemos? ¿Qué es lo que nos lo impide? Eso es lo que cada uno tiene que ver por sí mismo para enfrentarse con la realidad de su ser.

Al emprender este viaje me pregunté íntimamente, ¿qué voy a llevar? ¿Con qué puedo contribuir? ¿Cuánto de mí es real, cuánto es ficticio? ¿Qué hay verdaderamente en mi interior? Sinceramente no lo sé, aunque sé más quizá que aquellos que no han transitado este Camino.

Les conté muchas veces que me creía una persona muy generosa al comienzo, hasta que un día me vi con total claridad, y vi frente a mí a Orhan, queriendo ser un pequeño dictador. ¿Y qué hay de generoso en eso? Ciertamente también había en mí generosidad, pero lo esencial de este Camino es la total sinceridad, el poder verse tal cual uno es. Y lo que les puedo decir es que esta vez en este viaje, al preguntarme nuevamente qué he traído para compartir, puedo afirmar que traje muy poco y lo digo con toda humildad y sinceridad. Esta vez el que hizo el mejor negocio soy yo, me voy lleno de todos y de cada uno de los que me acompañan en este Camino.

Así es este camino espiritual, una Tariqah, un dergah está constituido por individuos y cada uno de nosotros somos la muleta del otro. Y ¿qué significa esto? En el Camino es muy fácil caerse, muy fácil. Es muy fácil no aprender más, no hacer más lo que tenemos que hacer, es muy fácil abandonar el Camino y regresar a nuestros hábitos.  Porque tenemos esas costumbres, pero si estoy en una Tariqah mi compañero me va a ver sentado o caído y me va a tomar de la mano, me va a levantar y me va a llevar adonde quiero ir del hombro. Si yo no puedo caminar, me carga.

Vamos a recoger el fruto de nuestras obras en el Más Allá, recuerden que el trabajo que se hace en esta vida es lo único que va a llegar hasta el otro lado: nuestros hechos, los buenos y los malos. Nuestro cuerpo se va a descomponer en los elementos básicos, primarios, de los que está formado. Y todo esto que hoy nos preocupa tanto, cómo estamos, cómo nos ven, si estamos presentables, todas nuestras camisas y vestidos, todo eso será aniquilado. Y quedaremos desnudos con nuestros actos y la esencia de nuestro ser. Mientras uno vive en el mundo, es bueno tener una linda camisa y mantenerla limpia porque Allah (swt) ama la belleza, pero hay que recordar permanentemente que nada de eso nos acompañará.

Por eso mismo el derviche debe seguir explorando el camino y en algún momento va a tener que confrontar la posibilidad de la reclusión. La reclusión no significa aislarse del mundo en una caverna. Por eso se cuenta que una vez había un derviche viviendo en una solitaria caverna, durante muchos años, y no tenía prácticamente nada consigo: dos cambios de ropa, una pequeña manta de paja, y una bota de vino que la llenaba un pastorcito con leche de oveja todas las mañanas.

Y este mismo pastorcito le traía un poco de pan y un poco de queso, lo mínimo necesario. Así vivió este derviche por muchos años, vivía en una colina y desde la colina a la noche veía las luces del pueblo, y pensaba: “Ay, ¡cuánta corrupción veo desde aquí, hay luces, tentación, lujuria, placeres desmedidos! Pues en lugar de estar pensando en Allah (swt) cuando se apaga Su luz, la luz del sol, van a restaurantes, a bares, al cine, a lugares bailables. Nadie puede ser santo en esa clase de atmósfera”. De tal manera, para confirmar sus ideas, le preguntó al pastorcito: “Dígame, en el pueblo, ¿acaso hay gente creyente que es realmente devota, que piensa continuamente en Dios?” Y el pastor le contestó: “Claro que sí, hay gente que va a la mezquita, a la sinagoga, a la iglesia, y rezan, rezan sin cesar.” Y el derviche siguió indagando: “Pero ¿hay entre ellos alguien que sea especialmente devoto, como un santo?” “Ciertamente – contestó el pastorcito – hay un zapatero que es muy, muy devoto. Usted debería conocerlo, creo que le gustaría”. Entonces quedó el derviche unos días con esa idea en la mente hasta que se decidió a hacer una visita al zapatero, pero para hacer una visita tenía que encontrar un regalo para llevar – es lo que corresponde en la tradición – de manera que decidió tomar su bota y llenarla de leche de cabra, y así emprendió el camino hacia la casa de Abdullah, el zapatero. Y éste al verlo, le dice: “¡Bienvenido Ahmed!” Así se llamaba el derviche, que quedó totalmente sorprendido al percibir que el otro no sólo conocía su nombre, sino que incluso lo estaba esperando. Pero precisamente, en ese momento entra una señora, una clienta del zapatero Abdullah, quien le pide a Ahmed que lo excuse unos minutos. Y la señora le dice: “Mire, a mí me gustaría que me hiciera un par de sandalias”.

En aquella época no había maquinarias, no había zapaterías, todo se hacía a pedido. “Bueno, bueno” – le dice Abdullah el zapatero – “por favor permítame medirle los pies.” Cuando le va a medir los pies, la señora, como correspondía, se levantó un poquito la pollera, y a pesar de que estaba cubierta se le vieron los tobillos. Entonces Ahmed dice: “Allahu Akbar”, – mira para el otro lado, y dice: “‘Audhu billahi minash shaytanir rayim” Y pensó: “Aquí hay demasiada tentación, no es posible concentrarse en Allah (swt), esto no está bien, este hombre me mintió, me están haciendo perder el tiempo, quiero volver a mi cueva”.

Entonces el zapatero Abdullah terminó de medir las sandalias y saludó cordialmente a la señora que se va contenta. En eso, Abdullah lo mira a Ahmed, y le dice: “Ay, Ahmed, tu corazón está envuelto en fuego, ¿cómo has permitido que pase esto?” Y Ahmed respondió indignado: “¿Cómo es posible que toques los pies de alguien a quien no conoces y que te muestre sus tobillos? ¿Qué tipo de trabajo es este para alguien que quiere acercarse a Allah (swt)?”

Abdullah se sonríe, y dice: “Es el mismo trabajo que tiene el de enfrente, que maneja un restaurante, el otro que es carpintero, aquel que es albañil, el otro que es abogado. Pues son trabajos que están en el mundo. Lo que tanto te molesta a ti es que nunca has conquistado este estado porque te has aislado del mundo, y estás lleno de sensualidad”. Entonces Abdullah, el zapatero, le mostró la bota que le había regalado, y vio cómo estaba chorreando, como manifestación de todos sus deseos. Y Ahmed comprendió.

Por eso la reclusión no consiste meramente en alejarse del mundo y pensar que, porque nos vamos a una cueva todo está resuelto, al contrario. Posiblemente, muy poco está resuelto o nada, porque no podemos trabajar en nosotros mismos. La verdadera reclusión reside en estar aquí, ahora, en este momento, en medio del mundo con el corazón en Allah (swt).

De acuerdo a la conocida tradición: “Estar en el mundo, pero no ser del mundo.” No entregarle el corazón al mundo, reservarlo para Allah (swt). La verdadera reclusión se manifiesta en aquel que, cuando comienza una conversación de mal tono, se tapa los oídos y se va, y de su boca no sale nada que no sea una caricia para la Creación, que sus manos no tocan nada que no corresponda tocar.

De tal manera, en el que sigue el Camino se manifiesta lo que Allah (swt) puso en su interior. Cada uno de ustedes es un hermoso ser humano y está llamado a realizar su esencia. Y este Camino brinda todos los conocimientos para alcanzar este objetivo de regreso a Allah (swt), nuestro Creador.

 

As Salam ‘alaykum wa rahmatullah wa barakatuh

 

Sohbet de Hajji Orhan Baba. “Espiritualidad y mística en el Islam.” Martes 3-11-2009