Conjetura e Imaginación

 

Bismillahir Rahmanir Rahim

 

En algún momento comprenderemos cómo funciona este ser que vive privilegiado por Allah (swt) al haber creado todo para nosotros, y a nosotros para Él.

Decimos que cuando el intelecto se libra de los velos de la conjetura y la imaginación, lo que es muy difícil en esta vida, pues como ya hemos hablado, de esa jaula emocional que continuamente construimos alrededor nuestro, las personas que están con un desequilibrio emocional y psíquico, e imaginan que están en una búsqueda espiritual y creen que poseen una unión muy especial con Dios ( lo cual es posible), no pueden tratar de establecer una conexión espiritual a través de la rama esotérica de nuestra religión. No es posible transitar este camino sin la ayuda de aquellos que ya lo han transitado y que han superado las barreras iniciales.

Debido a esto, lo primero que hacemos es refugiarnos en el Corán i-Kerim y en los hadices del Profeta (saws), pero aun estos serían incomprensibles para nosotros si no tuviéramos la ayuda de aquellos santos y seres elevados espiritualmente que han transitado este camino y nos han explicado el Corán y los hadices del Profeta (saws): cómo sucedieron los hechos, por qué, cuándo fueron revelados, cuál fue el motivo y cuál es el propósito de esa revelación, y cómo ésta tuvo vigencia cuando fue revelada, cómo tiene vigencia ahora y cómo continuará teniéndola hasta el fin de los tiempos.

El primer paso que debemos dar es entender que no sabemos nada, que realmente la mayoría de los conceptos que tenemos son adquiridos, copiados de otras personas y no desarrollados por nuestro propio intelecto. Simplemente los asociamos y los asumimos como verdaderos.

El propósito de este camino es deshacer aquello que “sabemos” a través de la experiencia personal, y a medida que vayamos avanzando nos iremos conociendo a nosotros mismos como verdaderamente somos. Y al conocernos a nosotros mismos, Insha’Allah, en algún momento, llegaremos a conocer a nuestro Señor, a nuestro Creador y al resto de la Creación. En ese momento, la verdadera realidad de la Creación nos es revelada.

Cuando el intelecto se libra de la conjetura y la imaginación, no debemos creer que el intelecto se equivoca, sino que somos nosotros los que erramos al utilizar ambas en demasía, asumiendo que es el resultado del trabajo del intelecto.

Solamente después de la muerte el ser se libra de esas tendencias naturales y los velos caen, y los que hasta ahora son secretos, en ese instante aparecen con claridad. Cada uno de nosotros encontrará en ese momento lo que ha hecho de bien y lo que ha hecho de mal, y veremos el libro de nuestra vida en el que no se omitirá ninguna buena o mala acción, grande o pequeña, que hayamos realizado.

Este velo, que es removido en el momento de la muerte, es el velo de la imaginación y la conjetura.

Muchos de nosotros, al estar en el Más Allá, desearemos, luego de que se nos presente nuestro Libro, retornar a esta vida terrenal y cambiar esas tendencias, desearemos poder trabajar para remover las tendencias naturales de nuestra carne que se manifiestan a través de estos dos aspectos nombrados. Lamentablemente será muy tarde, pero ahora estamos buscando esa verdad, al estar aquí presentes, juntos en este camino, tratando justamente de arribar a la puerta que nos permita remover esos velos y ver la realidad de la Creación de Allah (swt).

Debemos tener en cuenta que no todos los objetos que la visión del intelecto ve se encuentran en él del mismo modo. Algunos están inmediatamente presentes, es decir, sabemos que una cosa no puede ser eterna y tener al mismo tiempo un comienzo temporal. Una cosa no puede al mismo tiempo existir y no existir, y no es posible que algo que afirmemos sea al mismo tiempo verdadero o falso. El intelecto ve eso, lo entiende y tiene el conocimiento de ello.

Otro aspecto interesante del intelecto es que la validez de un juicio sobre una cosa determinada se afirma por una cosa idéntica, y también se dice que la existencia del predicado en una oración implica necesariamente lo más general. Por ejemplo, como en el caso de negro y color, o al hablar de ser humano y animal.

Es decir, cuando al intelecto le es presentado el color negro, inmediatamente ve color. Cuando ve al ser humano también ve una forma animal. Ahora lo interesante es que a la inversa no ocurre del mismo modo, pues según el intelecto, la existencia de color no implica forzosamente la existencia del negro y la existencia del animal, no implica la existencia del ser humano. Observemos cómo funciona el intelecto y la complejidad de este aspecto nuestro.

Hay otros objetos que caen bajo la visión del intelecto, que no siempre les son presentados y, sin embargo, él ve inmediatamente. En ese momento hay una contracción. Por ejemplo, en mi caso, hace unos años intentaba leer unas obras de Hz. Ibn Arabi (ks) y no lograba comprender. A veces, me detenía por media hora en dos o tres oraciones de una página y no lograba avanzar. Es decir que mi intelecto, en la forma y en el grado que estaba presente en este faqir, en ese momento, no permitía la absorción de los conceptos intelectuales que estaban establecidos en lo que Ibn Arabi (ks) había escrito seiscientos años atrás.

Cuando ese proceso, que tiene que ver con las verdades especulativas se presenta, el intelecto necesita una chispa, algo que lo empuje, un estímulo que lo impulse a explorar y tratar de entender ese conocimiento que a primera instancia le produce una cierta contracción.

No hay como el lenguaje de la sabiduría para estimular al intelecto en esa búsqueda. Cuando brilla la luz de la sabiduría ese aspecto del conocimiento se ilumina. No hay sabiduría más perfecta y más única que la Sabiduría de Allah (swt), y ésta se establece para el ser humano a través de la Palabra de Dios. Y la Palabra de Dios es el Corán i-Kerim. Los versículos del Corán son para el ojo del intelecto lo que el sol es para el ojo humano, es decir que se manifiesta la visión cuando el sol ilumina la luz, y el ojo puede ver. Y en ese momento el ojo es la luz. La acción del sol es permitir que la función de percepción se realice. Lo mismo sucede con los ayats del Corán en la sabiduría del ser humano.

Podemos ver que para comprender el sentido de la palabra luz, a medida que avanzamos espiritualmente, el concepto cambia y adquiere otras dimensiones en el mundo espiritual. Hemos llegado a comprender que existen dos tipos de ojo: el ojo externo y el ojo interno. El ojo externo pertenece al mundo sensible y visible, mientras que el ojo interno pertenece al mundo celestial que llamamos malakut. A cada uno le corresponde un sol y una luna como es nuestro caso, y hay un sol y una luna que tienen que ver con el mundo espiritual.

Ahora, ¿cómo es que se abre ese mundo espiritual para nosotros? Como hemos dicho, cumpliendo primero con las obligaciones básicas y primordiales establecidas para los que practican esta religión (Islam). Y segundo, leyendo y trabajando con el Corán i-Kerim, leyendo las obras de aquellos que han transitado antes este camino y que permiten que ese conocimiento se plasme y se convierta en una experiencia real.

En la medida que esto nos es revelado, las primeras puertas del mundo celestial se abren, y algunos lo han experimentado, cuando en momentos de dificultades nos refugiamos en el Corán i-Kerim y entonces, podemos ver que la gran diferencia entre lo que éramos años atrás, antes de transitar este camino, y lo que somos ahora. Sin ninguna duda, no somos los mismos porque lo que hemos visto y experimentado ha cambiado nuestro concepto de seres humanos.

Si uno no desea partir para descubrir ese mundo espiritual y se queda paralizado en la impotencia, que muchas veces es impuesta por nosotros mismos en nuestro ser, y si nos quedamos paralizados en la mediocridad del mundo visible, esto se debe a que todavía uno es un animal, o sea, un ser privado de la condición humana.

Es por eso que al ser humano que no busca a Dios, Allah (swt) dice:

“Ellos son como las bestias de una tropilla y más bajo aún…”

El mundo visible en relación con el mundo espiritual es como la relación de la cáscara y la semilla, como la relación de la forma y el alma, la relación entre la tosquedad de nuestra forma y la sutileza del mundo espiritual, como la relación entre las tinieblas y la luz. Por eso se designa al mundo espiritual, al mundo superior, a malakut, como el mundo luminoso en oposición a este mundo: inferior, temporal, tenebroso, etc.

Allah (swt) finalmente nos dice en uno de Sus ayats, que esas puertas no se van a abrir mientras el hombre no cambie:

“…esta tierra por otra tierra y los cielos por otro cielo…” (Sura 14:48)

El ser humano, que habita en lo más bajo de lo bajo, puede elevarse a partir de esa intención al mundo superior, al malakut. Y puede, sin ninguna duda, llegar a ser superior a los ángeles, porque tiene ese potencial, ya que todo lo creado ha sido creado simbólicamente con una mano u otra, excepto el ser humano y los genios, en los cuales Allah (swt) usó ambas manos.

Nosotros, potencialmente, tenemos en nuestro interior la habilidad para decir sí o no, como así también de volver a ÉL en vida o, simplemente, negar Su Existencia como es la situación de gran parte de la humanidad.

 

As Salam ‘alaykum wa rahmatullah wa barakatuh.

 

Sohbet de Hajji Orhan Baba. “Conjetura e imaginación.” Lunes 2-03-2009