El ladrón que se convirtió en Santo

 

Bismillahir Rahmanir Rahim.

 

Esta noche es la noche que precede a uno de los meses más sagrados de nuestra religión.

Los que han estado en este camino por un tiempo conocen la importancia del mes de Rajab, y aquellos que hace poco se han asociado y han aceptado transitar esta senda del regreso al Creador quizás no tengan o no hayan incorporado todavía la importancia del mes que comienza mañana por la noche.

Ustedes recordarán la historia del ladrón que fue convertido en santo por Allahu Ta´ala que relaté hace un tiempo atrás.

Y para aquellos que no me han escuchado, que no estaban presentes, se la voy a repetir Insha´Allah.

Una de las partes más difíciles de aceptar para nuestra parte material, para nuestra conexión con el mundo, es la total dependencia que tenemos con nuestro Creador.

Es difícil  aceptarlo, es difícil incorporarlo, es difícil pensar en ello. ¿Por qué? Porque asumimos que tenemos la capacidad para decidir. Esa capacidad que dice “dentro de un rato voy a cenar”, “dentro de un rato voy a tomar café con mis amigos”, “voy a jugar a algo o voy a leer un libro o voy a hacer el amor”.

Y asumimos, por supuesto, que es nuestra decisión. Y que también tenemos el poder de decir: “No, me arrepiento, voy a cambiar, voy a hacer esta otra cosa”.

Incorporar la comprensión de la realidad de nuestra existencia es el paso más básico y, al mismo tiempo, el más difícil para nosotros cuando comenzamos este camino.

No importa cuántos años estemos en este sendero si no comprendemos nuestra insignificancia. Entonces todo el resto tiene una importancia muy relativa.

¿Por qué? Porque si no nos consideramos insignificantes, significa que vemos a nuestra existencia como el factor preponderante en esta vida terrenal. Y que somos una persona, un individuo, y que tenemos el poder de decidir.

Si esa transición no llega a incorporarse en nuestra psiquis, todo esto, repito, tiene una importancia relativa.

Quiero dejar claramente establecido que no estoy de ninguna manera sugiriendo o diciendo que cambiemos algo.

Cuando aceptamos Islam hicimos una promesa al Creador, y eso se ha convertido en wayib, en nuestra obligación. Es nuestro deber, y es tan importante como comer y dormir y beber agua.

Ahora ¿Por qué pongo énfasis en esto? Allah (swt) nos ha dado cuatro meses. Uno es Rajab y tres meses más, al final del año del calendario musulmán, que son los meses en que gente de toda la península arábiga, en la antigüedad, antes de Islam, se reunían y visitaban la Ka´ba y adoraban a uno de los trescientos sesenta ídolos que habían erigido alrededor de la Ka´ba. Eran meses en los que la violencia y la guerra estaban prohibidas.

Las tribus habían acordado eso desde tiempos ancestrales.

La Ka´ba había sido reconstruida por el profeta Abraham (as) y por su hijo Ismael (as) y a través de los siglos y milenios los habitantes de esa zona, repito, habían olvidado el mensaje que habían dejado Abraham (as) e Ismael (as). Por consiguiente, fueron transformando y creando ídolos que veían como dioses.

Allah (swt) nos obsequió este camino, nos obsequió esta religión. Nos ordenó hacer el salat cinco veces al día, nos ordenó que ayunemos un mes en Su honor, nos ordenó que demos caridad obligatoria a los musulmanes. Nos ha pedido que hagamos el peregrinaje a Su casa terrenal: la Ka´aba. Que declaremos Su Unicidad, que aprendamos del Corán i-Karim, y del ejemplo de Hz. Muhammad (saws).

Esto es un aspecto básico.

Luego decimos Allah (swt) queremos amarte más, queremos llegar a Ti, queremos sentir que somos parte de este camino.

Queremos ver la realidad de nuestra existencia, si la realidad de nuestra existencia es la no-existencia. Temas sobre los cuales los creyentes han hablado por cientos de años.

El viernes próximo, con el Magrib del jueves, comienza una noche muy especial, la noche de los deseos concedidos, que muy poca gente en Islam celebra. Muy poca gente lo celebra. Es la noche que entendemos, y aquellos que saben nos dicen, en que el Profeta (saws) fue concebido en su forma humana por su padre y su madre.

Es como todas las demás cosas, es una cuestión de fe: aceptar lo que está allí para aprender o no.

Retomando la historia del famoso bandido, recordemos que esta es una historia de nuestros hermanos Naqshbandis, que ellos relatan.

Este ladrón y asesino vivió en la época de Hz. Muhammad (saws) y siempre atacaba después de la medianoche en la ciudad de Medina.

Y no importa de quién se tratara. Si él veía a alguien caminando por las calles, se acercaba, le robaba, pegaba, y en algunos casos lo mataba también. Y no lo podían encontrar.

El Profeta (saws) estaba tan enojado que dijo que si ese ladrón volviera no realizaría el rezo de dos rakats, ni iba a lavar su cuerpo, porque este ladrón no se comportaba como musulmán. Había sido casi maldecido por el Profeta (saws).

Tras el correr de muchos años este ladrón muere, la gente descubre su cuerpo, los niños lo arrastran y lo arrojan a un pozo para que se descomponga y retorne a los cuatro elementos básicos.

Esa noche el Profeta (saws) recibe un mensaje de Allahu Ta´ala y dice: “¿Qué es lo que han hecho con el cuerpo de Mi santo?” y le ordena al Profeta (saws) retirarlo de donde se encontraba, hacerle la ablución final, hacerle los dos rakats, y llevarlo al Jannat Al-Baqi, el cementerio de los santos de Islam.

Hz. Muhammad (saws) no podía creer lo que estaba oyendo. Llamó a Hz. Abu Bakr (ra) y ambos fueron hacia el pozo donde estaba el cuerpo de este santo bandido (Astaghfirullah), por llamarlo de alguna manera. El Profeta (saws) descendió al pozo y sacó el cuerpo. Lo llevaron a su casa, a casa de Hz. Muhammad (saws), lo lavaron, hicieron dos rakats, y lo llevaron al cementerio.

Todos veían que a Hz. Muhammad (saws), un trayecto que lleva en hacerse diez minutos o quince minutos, desde la mezquita hasta el cementerio, le tomó dos horas o más. Caminaba con muchísimo cuidado, y todos lo veían hacer eso, y cuando le preguntaban por qué caminaba así, el Profeta (saws) respondía: “Porque necesitaba abrirse el paso entre una multitud de increíbles seres espirituales, porque Allah (swt) había ordenado que todos los santos que habían partido al Más Allá, del este y del oeste, del norte y del sur, se concentraran allí, a todos los ángeles los hizo descender, y a todos los seres espirituales ordenó que se congregaran para hacer el salat, y para acompañar el féretro hasta el cementerio”. Había tantos seres espirituales que le llevó mucho trabajo que le abrieran un sendero para poder llevar el cuerpo.

Cuando terminó todo el proceso, lo enterraron como correspondía, como musulmán. Después de todo esto el Profeta (saws) regresó a su casa, seguido de Hz. Abu Bakr (ra). Rasulullah (saws) dijo: “No entiendo en absoluto qué está sucediendo. Estoy esperando a que Gabriel (as) descienda y me explique.” Así pues, Gabriel (as) desciende y le dice que todos en los cielos estaban tan atentos como él lo estaba. Y que al enterarse de lo que había ocurrido, Allah (swt) enviaba un mensaje a Hz. Muhammad (saws), ordenándole que debía ir a la casa del bandido y preguntar a su hija por qué había sido enterrado de la manera en que Allah (swt) ordenó.

Hz. Muhammad (saws) fue con Hz. Abu Bakr (ra) a la casa del santo bandido, y le pregunta a la hija del recién fallecido qué había hecho ese hombre para merecer un entierro tan especial. La hija, con una inmensa vergüenza, le dice: “Oh Mensajero de Allah, tú sabes de qué manera mi padre vivía. Él, once veces por año, robaba, maltrataba, mataba. De esa manera vivía. Pero en una ocasión él te oyó decir que Rajab era el mes de Allah, que el mes siguiente, Sha’ban, era tu mes; y que el mes de Ramadán era el de la Ummah, de los musulmanes. Pero él dijo que no le interesaba éste último, tampoco le interesaba el mes de Sha’ban, en cambio dijo que sí le interesaba el mes de su Señor. Durante ese mes él se encerraba a rezar para estar en comunión con el Creador. Solamente salía de su encierro para tomar ablución y comer. Terminaba el último día del mes de Rajab, y el primer día del mes de Sha’ban, salía nuevamente a cometer sus delitos.” El Profeta (saws) le pregunta nuevamente: “¿Qué recitaba? ¿qué decía?” La hija del santo bandido le responde: “Un día se encontró con un anciano en la calle y le pegó hasta dejarlo inconsciente. Cuando estaba revisándolo para robarle todo lo que llevaba consigo, encontró un papelito arrugado. Y en ese papelito estaba escrito un rezo, y eso era lo que él recitaba continuamente, mientras estaba en halwat.”

Ese rezo se recomienda que se recite tres veces, con la transliteración que está allí, simplemente, pidiendo perdón.

En este mes, cuando recitemos el nombre del Creador, debemos hacerlo con cada célula de nuestro ser. Cuando digamos: “¡Allah!” nuestro cuerpo debe temblar con total sumisión ante Quien nos creó.

Les sugiero que, en nuestro entusiasmo por adorar al Creador, no subestimar la fuerza que todavía tiene el mundo sobre nosotros.      

De la misma manera en que Allah (swt) convirtió en santo a un ser que vivió constantemente en pecado, se lo explicó muy simplemente a Hz. Muhammad (saws): “Cuando él pidió perdón durante el mes de Rajab por todo lo malo que había hecho, es decir, convertir en buenas acciones todo el mal que había hecho, era tanta la cantidad de buenas acciones que tenía en su registro como cualquier otro ser común.” ¿Quiénes somos nosotros para cuestionar Su juicio?

En el otro extremo está la historia de la hija del sultán Beyazid, quien hizo construir la Mezquita de Beyazid en Istanbul, y donde nuestro amado Sheikh Muzaffer Efendi (ra) durante tantos años dio sohbets a sus derviches, y he tenido la bendición de estar allí con ellos.  Después del Salat Al-‘Asr se leía el Corán i-Kerim hasta minutos antes de romper el ayuno, momento en que íbamos a la casa de quien nos invitaba para hacerlo juntos. Tiempos inolvidables.

Ustedes saben que la librería de Muzaffer Efendi (ra) estaba al lado de la mezquita. La hija del sultán Beyazid era una princesa sumamente devota. Dedicaba su vida y su riqueza a hacer el bien. Era todo lo que ella hacía, era todo para lo que vivía.

En una oportunidad, cerca de la Mezquita de Beyazid, estaba una obra en construcción. En aquella época se usaba cal viva, y hacían un agujero donde echaban la cal, hervía y comenzaba el proceso para luego mezclarla con otros materiales.

La princesa supervisaba todo lo que hacían, y un buen día vio que una hormiga caminaba directo hacia el pozo, y cualquier ser vivo que caía dentro de ese pozo moría instantáneamente. Entonces la princesa puso su mano, recogió a la hormiguita, y se la llevó hacia otro lado.

Pasaron los años, Allah (swt) la llamó al Más Allá, y alguien la vio en un sueño, en el cual la princesa estaba esplendorosa, muy feliz, sonriente, y le dice: “¡Alhamdulillah! Todos tus rezos y actos de devoción han sido aceptados.” La princesa responde: “No, no, no. Ninguno de mis rezos ni actos de devoción han sido aceptados.” Y le dice: “¿Y por qué estás así? Pareciera que estás en el Paraíso.”La princesa dijo: “Sí. Estoy en un lugar muy placentero, pero el motivo por el cual estoy aquí se debe a que una vez salvé a una hormiga.” Y le relató esta historia que acabo de contarles.

La justicia de Allah (swt) es sólo de Él, y la otorga como considere mejor.

Este mes es el de Allah (swt) y, ni siquiera los profetas saben cuál es la recompensa por los actos de devoción que realizamos en Su honor. Sugiero que tengamos eso en cuenta. Y, además, que pasemos todo este mes haciendo obras de bien, sin criticar a nadie, sin ver nada feo, sin enojarnos. Hagamos caridad.

En esos rakats podemos pedir lo que sea, de lo contrario Allah (swt) nos dará algo mucho mejor, aunque no lo tengamos presente en ese momento.

Las recompensas por estos rezos son extraordinarias. No hablaré de números o cantidades, están ya escritas y es para que ustedes las lean y las acepten.

Insha’Allah estaré con ustedes en todas estas devociones voluntarias, y espero, y deseo y ruego que todo ello sea aceptado, y que Allah (swt) nos permita estar a Su servicio.

Lo único que pido a Allah (swt) es que perdone los pecados de este faqir, y que a todos y cada uno de ustedes Les otorgue la más elevada de las estaciones espirituales: la de los creyentes.

As Salam ‘alaykum wa rahmatullah wa barakatu.

 

Sohbet de Hajji Orhan Baba. “El ladrón que fue convertido en santo por Allah (swt)”. Jueves 09-05-2013.